1. Introducción
2. Familia e infancia
3. Conversión
4. Comienzos de su obra
apostólica
5. Primeras
conversiones entre los gitanos
A. Primer encuentro. Lille, febrero de 1946.
B. Segundo encuentro. Lisieux, agosto de
1950.
C. Tercer encuentro. Brest, septiembre de
1952.
6. Expansión del Evangelio entre el pueblo
gitano
A. ¿Cómo fue posible una expansión tan
rápida del Evangelio?
B. Un movimiento imparable
C. La Evangelización
7. Clément Le Cossec:
El evangelizador de los gitanos
A. Vida y Luz. 1954
B. La Misión Evangélica de los Gitanos de
Francia
C. Clément Le Cossec se hace gitano
8. Las Convenciones
Evangélicas Gitanas
A. Cómo se organiza una convención
B. Las convenciones del siglo XXI
9. La formación
bíblica
10. Los primeros
predicadores
11. Los gitanos rom
12. Clément Le Cossec
y los gitanos españoles
13. El movimiento
evangélico gitano mundial
14. La muerte de
Clément Le Cossec
15. La obra de
Clément Le Cossec Continúa
16. Oración para
pedir más siervos a la obra de Dios
17. Fuentes
1. Introducción
Este año 2021 queremos conmemorar desde las páginas de este
humilde blog el centenario del nacimiento de un gran hombre y siervo de Dios: Clément
Le Cossec.
También queremos recordar que hace justo 20 años nos dejó para
irse a casa del Padre.
Clément Le Cossec nació un 20 de febrero del año 1921 en la
localidad francesa de Treffiagat (Bretaña) y murió un 22 de julio del año 2001,
es por eso que este año 2021 queremos dar a conocer la figura de este ejemplo a
seguir, destacando su admirable obra, para que nos sirva a todos de modelo.
Para los que no hayan oído hablar nunca de este fabuloso
servidor de Cristo, podemos decir que fue un pastor pentecostal francés,
tremendamente fructífero en su obra de dar a conocer el mensaje del Señor a
través de la Misión Evangélica de los Gitanos de Francia y Europa, que él mismo
puso en marcha.
Clément Le Cossec fue un auténtico pionero en la
evangelización del pueblo gitano, no sólo en Francia, donde desarrolló su
principal labor misionera, sino también en otros países de Europa. de América y
de la India.
2. Familia e infancia
Clément nació en el seno de una humilde familia bretona dos
años y tres meses después de que terminara la Gran Guerra.
Dicha guerra, que más tarde pasará a ser conocida como la
Primera Guerra Mundial, había dejado Francia maltrecha económicamente, pues se
había gastado unos 135.000 millones de francos de la época en el esfuerzo
bélico.
Por si esto no fuera suficiente, una vez acabada la
contienda, el país galo necesitaba 100.000 millones de francos para reconstruir
todas las zonas afectadas por cuatro largos e intensos años de combates.
Si el desastre económico fue enorme, la catástrofe
humanitaria aún fue mayor: 1,4 millones de soldados y 300.00 civiles perdieron
la vida. A esto hay que sumar los más de cuatro millones de heridos, la mayoría
de los cuales quedaron inhabilitados de por vida para trabajar.
Uno de esos desdichados que quedó mutilado en el conflicto
fue el padre de Clément le Cossec, que antes del conflicto se había dedicado a
la pesca.
Como íbamos diciendo, Clément Le Cossec vino al mundo en el
pueblito de Treffiagat, en la Bretaña francesa, el día 20 de febrero de 1921.
Por aquel entonces Treffiagat (Léchiagat en lengua bretona) tenía
una población de 2.300 habitantes, casi todos dedicados a la pesca. Esta
pequeña población había sufrido la pérdida de 83 de sus más jóvenes vecinos en
la terrible Primera Guerra Mundial, que acabamos de mencionar.
El padre de Clément Le Cossec, que se había retirado de la
pesca debido a sus heridas sufridas en la guerra, se ganaba un más que magro
jornal como vigía de un faro llamado "la Jument" (la Yegua),
levantado en un minúsculo arrecife del Atlántico y conocido como Ar Gazec Coz
(que traducido del bretón al francés da “la vieille Jument”, o sea “la vieja
yegua”).
Este faro se erigía frente a la isla de Ouessant, que a su
vez se encuentra a unos 20 kilómetros de distancia de Treffiagat. Desde su faro,
Monsieur le Cossec debía controlar los barcos que navegaban por el estrecho de
Fromveur, un paraje rocoso y extremadamente peligroso.
La infancia de Clément transcurrió feliz entre sus hermanas
Augustine (la mayor) e Yvette (la menor) y en compañía de su hermano Louis, con
los que compartía juegos, tareas y penurias.
Los Le Cossec eran una familia católica y muy humilde en una
región pobre de Francia.
Clément comentaba como de pequeño solía ir descalzo para no
desgastar el único par de zapatos que tenía.
Clémet Le Cossec conocía lo que era la pobreza y la
necesidad, pues en más de una ocasión le había tocado trepar por los peligrosos
acantilados de su pueblo en busca de huevos de gaviota con los que calmar el
hambre.
La lengua vernácula de la familia era el bretón, una lengua
de origen celta muy diferente del francés.
Cuando Clement Le Cossec tenía tan sólo 6 años vio por
primera vez a un grupo de gitanos, que habían acudido a su pueblo a representar
una función de circo. Su madre le dijo que si no se portaba bien, aquellos “termigis”, vocablo bretón que significa
saltimbanquis o quinquis, lo secuestrarían.
El pequeño Clement les cogió miedo.
No era aquel, precisamente, un buen comienzo con el pueblo
gitano.
Nada hacía presagiar que, unos años más adelante, la figura
de Le Cossec se haría inseparable de aquel pueblo nómada.
A los pocos años, la familia Le Cossec se traslada a la
vecina región de Normandía con la esperanza de mejorar su situación económica.
El señor Le Cossec encuentra trabajo, de nuevo, como vigía
de un faro situado en el Cabo de Antifer, en el estrecho de la Mancha, entre
las ciudades de Le Havre y Etretat.
En Normandía, su nuevo hogar, Clément experimenta el
desprecio de sus vecinos por su origen humilde y por ser bretón.
Por si fuera poco, la salud de su padre se resiente.
Nada parece haber mejorado con la mudanza de la familia a
tierras normandas; no sólo siguen siendo pobres de solemnidad sino que el
sostén económico de la familia ha enfermado.
Lo que el joven Le Cossec no sabe todavía es que está a
punto de hacer el mayor descubrimiento de su vida: Jesús.
3. Conversión
Un buen día de 1935 llegan a la ciudad normanda de Le Havre
un grupo de predicadores evangélicos que llevaban a cabo una campaña de
evangelización entre los franceses.
Los principales impulsores de dicha misión, Douglas Scott y
Jefferson, habían organizado una serie de reuniones en el teatro de la ciudad.
Ambos misioneros pertenecían a las Asambleas de Dios y
habían salido de Estados Unidos e Inglaterra para dar a conocer la palabra de
Dios por Europa.
En una de las reuniones, a la que había acudido la familia Le
Cossec al completo, los asistentes oran por los problemas de salud del Señor Le
Cossec, el cual padecía una cardiopatía, así como reumatismo y eczema.
De manera inmediata e inexplicable el padre sana de sus
dolencias y toda la familia se convierte.
El joven Clément, que tan sólo tiene 14 años, decide
entregar su vida a dar a conocer a Jesús a los más necesitados y marginados de
la sociedad.
Pero para llevar a cabo su cometido primero debe formarse
debidamente.
Concluye la escuela secundaria y realiza una formación
profesional.
4. Comienzos de su obra
apostólica
Clément empieza a estudiar ingeniería civil.
En 1939 mientras se hallaba dedicado a sus estudios siente
la llamada de Dios. Si quiere servir a Dios ha de Comenzar por conocer su Palabra.
Para ello toma un curso bíblico intensivo a distancia que ofrecían las
Assemblies of God (las Asambleas de Dios) desde Londres.
Después de trabajar por un tiempo en Reims, es enviado a
Lisieux.
Comienza su ministerio en Lisieux, en enero de 1940, en la
iglesia evangélica situada en la calle Camp-Franc, número 28.
Esta iglesia de Camp-Franc de Lisieux será, como veremos más
adelante, un punto decisivo en el origen de las conversiones masivas de los
gitanos a la fe de Cristo.
Pero el joven Le Cossec permanece poco tiempo como ministro
en dicha iglesia.
5. Primeras
conversiones entre los gitanos
En 1946, es decir, con tan solo 25 años, es nombrado pastor
y comienza su labor en una iglesia de la ciudad de Lille, en el norte de Francia.
Aquí tendrá su primer contacto con los gitanos.
Vamos a ir viendo como Clément Le Cossec tiene, a lo largo
de seis años, tres encuentros diferentes con los gitanos.
Será la tercera vez que asista a los nómadas cuando se dará
cuenta de su verdadera vocación: Dios lo llama a ser pastor de este pueblo
viajero.
A. Primer encuentro.
Lille, febrero de 1946
El 11 de febrero de 1946, un joven gitano asiste a su oficio
religioso en la iglesia evangélica de la rue Henri Kolb y espera a que éste
acabe para preguntarle a Clément Le Cossec si puede rezar por su madre, pues
ésta se encuentra gravemente enferma.
Al día siguiente, el 12 de febrero de 1946, Clément Le
Cossec se presenta en el lugar que le había indicado el enigmático muchacho del
día anterior: una humildísima morada situada en la rue Monge, número 11.
Cuando Le Cossec descubre las condiciones de miseria en que
vive esa familia gitana se conmueve.
La madre padecía una enfermedad de corazón que la tenía
postrada en un jergón, o más bien una esterilla, en el suelo.
Le Cossec le predica a toda la familia ahí presente que
Cristo vive y sana, leyendo algunos pasajes del Evangelio referentes a la
curación.
Arrodillado al lado de la enferma, Le Cossec reza, le impone
las manos y le cita las palabras de Cristo: “Estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera
demonios, hablarán nuevas lenguas, tomarán serpientes en las manos, y si llegan
a beber cosa venenosa no les dañará. Sobre los enfermos pondrán sus manos, y
sanarán”. (Marcos 16, 17-18. Reina Valera Actualizada 2015)
Al instante la mujer se incorpora de su lecho y queda libre
de su mal.
Corre entre los gitanos del lugar la noticia de la milagrosa
curación.
A los pocos días el mismo muchacho vuelve a visitar a Le
Cossec para pedirle que acuda a un campamento gitano a orar por los enfermos.
Ambos se ponen en camino y, pasando el
Bulevar de la Moselle, llegan a un descampado donde se habían instalado unas
familias con sus carromatos.
Le Cossec entra en las caravanas y ora por sus moradores
enfermos; unas veces se trata de ancianos, otras de chiquillos.
Les habla de Jesús, del amor que Dios siente por sus hijos y
los invita a que acudan a las reuniones evangélicas.
Todos los gitanos con dolencias sanan.
Empiezan a visitar la congregación y a dar testimonio de sus
curaciones.
Pero aquel entrañable vínculo que se crea entre Le Cossec y
sus nuevos feligreses es efímero. Los gitanos son nómadas, libres, no tienen un
lugar fijo de residencia. A las pocas semanas ya se encontraban de nuevo en la
carretera.
B. Segundo encuentro.
Lisieux, agosto de 1950
Después de ejercer como ministro evangélico en varias
ciudades del norte de Francia, Le Cossec quiere regresar a su tierra natal, la Bretaña,
para ejercer ahí su ministerio y llevarles la palabra de Dios a sus paisanos.
En 1950 funda la Iglesia Evangélica de Rennes, la capital de
la Bretaña. En esta tarea le ayuda el pastor Douglas Scott, quien 15 años antes
había conseguido ganar a la Familia le Cossec para Cristo.
Un año más tarde, para poder hacer llegar su mensaje con más
claridad y a más personas, Le Cossec realizará un curso de escritura en la
escuela ABC de París.
Así pues, estando Le Cossec trabajando de pastor en Rennes,
decide un día pasarse por su antigua congragación de la Rue du Camp Franc en
Lisieux (Normandía).
Cuando llega a la iglesia la sorprende la cantidad de
“bohemios”, como los llaman los vecinos, que asisten a los oficios.
Aquellos bohemios son gitanos sintis (llamados manouches en
Francia) que se han pasado en grupo a la fe de Cristo.
El motivo de su conversión es la curación milagrosa de que
han sido testigos.
La maravillosa historia de dicha sanación es tan conmovedora
que no me resisto a narrarla aquí. Además, nos muestra claramente que Dios
sigue haciendo milagros a día de hoy para dejar claro su poder y para ganar
adeptos para Jesucristo.
Esta historia trata realmente de dos curaciones, la de una
madre, Marie Jeanne Duvil, más conocida con el apodo de “Azi” y la espectacular
sanación de su hijo Zino.
Marie Jeanne Duvil era una humilde gitana manouche que se
dedicaba a la venta ambulante por el norte de Francia con su familia.
La mujer padecía una dolencia intestinal que la obligaba a
llevar un cinturón ortopédico. Cada vez que pasaba por la ciudad de Lisieaux,
devota y piadosa como ella era, se acercaba a la Basílica de Santa Teresa de
Lisieux (Santa Teresita del Niño Jesús) a rezarle a la santa para pedirle
salud.
En una de esas visitas se compró un broche con la imagen de
Teresa de Lisieaux. Al salir de la basílica y cruzar por la plaza de San Pedro,
Monsieur Roger, un predicador que vendía biblias y repartía folletos
evangélicos la abordó.
Señalándole la imagen de la santa, le dijo a la señora Duvil
que no esperara nada de una persona que ya estaba muerta, más bien debía poner
su fe y esperanza en Jesús, que sí está vivo y salva a los que creen en Él.
Le puso un prospecto en la mano y la animó a que se acercara
a la iglesia situada en la rue du Camp Franc, donde le darían a conocer a
Cristo.
Marie Jeanne Duvil guardó el pequeño tratado en su monedero y
se marchó de ahí sin pararse a pensar mucho en lo que le habían recomendado.
Pasaban los días y aquel pequeño folleto seguía guardado en
su cartera sin que se le prestara ninguna atención. A veces se le salía del
bolso o se caía al suelo y Marie Jeanne lo recogía y lo volvía a conservar en
su monedero. Por alguna razón especial se resistía a deshacerse de él.
Al cabo de unos meses, estamos ahora en agosto de 1950, un
hijo de Marie Jeanne Duvil, Zino, cae gravemente enfermo.
Acuden primero a una mujer con fama de curandera en busca de
ayuda, pero ésta les dice que no puede hacer nada por el joven, pues su
dolencia intestinal es demasiado seria.
Van entonces al hospital, donde ingresan al doliente y lo
operan de urgencia un sábado.
El doctor no se anda con rodeos y, sin paños calientes, le anuncia
a la familia que Zino se está muriendo. No hay ninguna esperanza para el joven.
La noticia es devastadora. Zino, de tan solo 20 años, tiene
una hija pequeña y su mujer, que ahora se va a quedar viuda, está esperando
otra criatura.
Los gitanos que hacían compañía a Marie Jeanne Duvil comienzan
a lamentarse con grandes muestras de dolor.
El griterío es tal que acaban por echarlos del hospital.
El doctor que atendía a Zino se acerca a la madre y le
explica que el joven sufre una peritonitis tuberculosa, es decir, que tiene los
intestinos perforados y no se puede hacer nada por salvarlo. Está
irremediablemente condenado a morir. Le aconseja que se consuele con sus otros
hijos. (Jean Reinhard “Mandz”, Jaques Reinhard y Angélique Reinhard “La Pie” )
Toda esa noche del sábado la familia Reinhard-Duvil llora
desconsolada. Habían acampado en la plaza del mercado de cerdos y sus gritos y
lamentos molestaban a los vecinos que les increpaban.
A la mañana siguiente, domingo, Marie Jeanne Duvil acude con
su cuñada a una tienda. A la hora de pagar, Marie Jeanne abre el monedero y se
encuentra con el pequeño tratado evangélico que llevaba guardando durante
meses.
Se lo muestra a la tendera y le pregunta dónde puede
encontrar al grupo de cristianos que reparten información.
Le indican que la iglesia donde se reúnen está justo
enfrente, en la rue du Camp Franc número 28.
Conforme se va acercando al lugar de oración oye entonar
cánticos, también oye gente que habla en diferentes lenguas.
Entra en el recinto y lo primero que le llama la atención es
que no se ve ni una sola cruz, ni una imagen de la Virgen María o de santos.
Marie Jeanne toma asiento y da rienda suelta al llanto.
Al finalizar la sesión el pastor, un belga flamenco de
nombre Alfred Gichtenaere, se dirige a la señora Duvil y le pregunta por la
causa de tanto dolor.
Marie Jeanne Duvil le contesta que han desahuciado a su hijo
Zino, al que le quedan escasos días de vida.
Alfred Gichtenaere la consuela. La tranquiliza diciéndole
que no debe tener miedo, pues Jesús lo puede todo. Su hijo sanará con la ayuda
de Cristo.
Se ponen en marcha hacia el hospital, Marie Jeanne Duvil, el
pastor Alfred Gichtenaere y algún otro miembro de la iglesia con la intención
de imponerle las manos al enfermo y rezar por su curación.
Mientras, los demás miembros de la iglesia se ponen en
oración.
Cuando llegan a la habitación de Zino, éste se encuentra con
fiebre de más de 40 grados. Pero al poco rato de orar por él la fiebre desciende.
Alfred Gichtenaere los anima a todos a no desfallecer y a
seguir orando por Zino, con plena fe en que Dios los va a escuchar y a curar al
joven gitano.
Así pues, están todo el domingo orando por él.
Cuando al siguiente día, un lunes, su madre acude al
hospital a visitar a su hijo se lleva la monumental sorpresa de verlo
completamente recuperado.
Marie Jeanne Duvil está completamente asombrada, no se
esperaba una curación tan rápida y tan plena.
Además, se da cuenta de que ella misma, que también sufría
problemas intestinales, se encuentra perfectamente de salud. Ya no siente más
molestias.
Se desajusta las correas de su corsé ortopédico y lo arroja
por la ventana. Nunca más lo volverá a necesitar.
Como podemos ver, y como también hemos mencionado más arriba,
Dios ha llevado a cabo dos milagros de curación.
Marie Jeanne Duvil anuncia a los cuatro vientos que su hijo
Zino ha sido curado.
Le escribe una carta a su hijo Jean Reinhard, más conocido
con el sobrenombre de Mandz, que se encontraba en la Bretaña, para anunciarle
el milagro.
Mandz acude raudo con su mujer Pounnet a Lisieaux a reunirse
con su familia.
Ahí escuchan todos el Evangelio en las reuniones que se
celebraban en la iglesia de la rue Camp Franc 28.
Durante dos o tres meses, esta familia nómada permanece en
Lisieaux para poder conocer mejor el Evangelio de la mano de Alfred Gichtenaere
y de otros miembros de la comunidad.
Luego la familia pone rumbo a Mézidon-Canon, una localidad a
tan sólo 25 kilómetros de Lisieaux, donde la familia Reinhard-Duvil se pone en
contacto con la comunidad evangélica local para seguir recibiendo enseñanzas de
las Sagradas Escrituras.
Uno de los hijos de Marie Jeanne Duvil, Jean Reinhard Duvil,
más conocido como Mandz, se despide de su familia para irse con su mujer
Pounnet a Brest.
Y es en esta ciudad bretona donde conocerá a Clément Le
Cossec y le cambiará la vida para siempre.
C. Tercer encuentro.
Brest, septiembre de 1952.
Ya habíamos mencionado anteriormente que el sueño de Clément
Le Cossec era servir de ministro de Dios en su tierra bretona, a la que se
sentía fuertemente vinculado. Pero Dios guarda unos planes para nosotros que no
necesariamente coinciden con lo que deseamos.
En el caso del hermano Le Cossec, su destino era convertirse
en apóstol de los gitanos de todo el mundo.
Él todavía no lo sabía, pero Dios lo iba a llamar a extender
Su Palabra entre el pueblo gitano.
Ya había tenido un par de contactos con este pueblo nómada a
lo largo de su corta vida, pero nada le hacía presentir que su vida iba a estar
estrechamente ligada a esta comunidad.
También habíamos dicho más arriba, que en el año 1950
Clément Le Cossec arriba a su querida Bretaña y funda la Iglesia Evangélica de
Rennes, en compañía del predicador británico Douglas Scott, al que toda la familia
Le Cossec debía su conversión producida 15 años antes.
Pues bien, el tercer y definitivo encuentro con la comunidad
gitana se produce en verano del año 1952.
Por aquel entonces Clément Le Cossec se hallaba al cargo de
su iglesia en Rennes.
Un día decide llevar a cabo una campaña de evangelización en
la también bretona ciudad de Brest.
Un día del mes de septiembre de ese año de 1952, estaba Le
Cossec predicando el Evangelio a una audiencia de 150 personas en el nuevo
teatro de la ciudad de Brest, cuando se fijó en que había un grupo de
asistentes que llamaba mucho la atención.
Los varones llevaban todos a unos bigotes formidables y las
mujeres que les acompañaban portaban unos vestidos muy coloridos que les
llegaban hasta los tobillos.
Cuando termino su sermón se fue a conocer a tan exótica
concurrencia. Eran un grupo de gitanos que habían abrazado la fe en Cristo
hacía unos meses y querían hablar con el pastor sobre un tema que les
preocupaba.
Le piden a Le Cossec que acuda al día siguiente a visitarlos
a su campamento.
En la voz del que esto le pedía a Clément Le Cossec, se
podía percibir urgencia y cierta inquietud.
Así que nuestro hermano bretón atiende la solicitud y se
presenta en la dirección que le dan.
Se encuentra un descampado rodeado de setos donde los
nómadas se habían instalado sus vistosos carromatos.
En dicho improvisado campamento los mayores trabajaban con
gran destreza el mimbre para confeccionar hermosas cestas y canastos.
Con similar maestría, los más jóvenes maniobraban con unos
neumáticos viejos para elaborar con ellos esteras que luego venderían en los
mercados.
Un grupo de varones le reciben sonrientes. Uno de los ahí
presentes se llama Jean, tiene 28 años y ha visto como, dos años antes, Dios
realizó un milagro en el seno de su familia: su hermano Zino, que estaba a
punto de morir y su también enferma madre Marie Jeanne sanaron inmediatamente
después de que un grupo de cristianos evangélicos de Lisieux rezaran por ellos.
Este joven gitano de nombre Jean Reinhard era más conocido
entre los suyos con el nombre de Mandz, y así lo llamaremos de aquí en
adelante.
El problema aparentemente insoluble que tenía no sólo Mandz
sino todos sus acompañantes es que deseaban ser bautizados para poder obedecer
la Palabra de Dios, una vez que habían entregado sus vidas a Cristo.
Pero ningún pastor evangélico quería bautizarlos pues
alegaban que los gitanos vivían en pecado al convivir con mujeres sin estar
casados con ellas.
Y es aquí donde nos encontramos con un problema más legal
que teológico.
El matrimonio se debía realizar en el ayuntamiento de una
localidad, y el encargado de casar a la pareja era siempre el alcalde.
Para que dicha autoridad pudiera proceder a efectuar un
casamiento con toda legalidad debía de constar que los contrayentes llevaban
residiendo en esa localidad un mínimo de un mes.
Y aquí es donde nos encontramos con una situación kafkiana:
la propia ley prohibía a todos los vendedores ambulantes y nómadas la
permanencia de más de 48 horas en la misma población.
Dicho de otra manera, tan pronto como aparecía un grupo de
gitanos por un pueblo o ciudad francesas, recibían la visita de una pareja de
gendarmes que les recordaba que tenían un breve plazo para abandonar el lugar.
De este modo entramos en un auténtico círculo vicioso del que
es imposible salir. Es como la pescadilla que se muerde la cola.
No se les autoriza a estar más de dos días en el mismo
lugar, por lo tanto no pueden permanecer cuatro semanas en la misma población.
Al no poder establecerse por ese periodo de tiempo en un
mismo sitio, ningún alcalde puede casarlos, y al no estar casados, pero estar
conviviendo con sus parejas, los pastores evangélicos no les permiten que
reciban el bautismo.
¿Cómo rompemos este círculo vicioso?, ¿por qué resulta tan
difícil que alguien los case y luego los bautice en nombre del Señor?
Una vez que le exponen a Clément Le Cossec los
inconvenientes que continuamente les salen al paso y que les impiden llevar una
vida plenamente cristiana, le solicitan al pastor que les ayude a salir de esa
situación tan absurda.
Mandz está tan desesperado ante las reiteradas negativas que
ha recibido cada vez que se ha dirigido a un pastor para solicitar ser
bautizado, que confiesa haber tomado la determinación de ser él mismo el que
bautice a su mujer Pounette y ésta luego lo bautice a él.
Clément Le Cossec se aflige al ver el interés y la fe tan
auténticos de ese pueblo nómada, al que la sociedad con sus sofisticadas leyes
le pone tantas trabas.
¡Ellos tan sólo desean seguir a Cristo y ser obedientes con
sus mandatos! Pero todo son obstáculos.
Le Cossec se compromete a sacarlos de esas circunstancias.
Hablará con quien tenga que hablar, pero acabará poniendo fin a los
impedimentos que dificultan la vida de estos nuevos cristianos.
Dicho y hecho. Le Cossec se pone en contacto con un fiscal
que convence al secretario de un ayuntamiento para que haga la vista gorda. A
fin de cuentas, ¿a quién le importa si un ciudadano lleva residiendo en una
localidad dos días o dos meses?
Un par de días más tarde Mandz y Pounette se dirigen al
ayuntamiento y son finalmente casados por el alcalde.
Al casamiento de Mandz y Pounette le siguen otros muchos
más.
Con los libros de familia en regla, pasan ahora los gitanos
a bautizarse y entrar así plenamente en la comunidad de Cristo.
Ya están los nuevos fieles casados y bautizados, en
apariencia ya está todo el trabajo hecho, ¿no?
¡Ni muchos menos! Justo en este momento es cuando Clément Le
Cossec se da cuenta de que es precisamente a partir de ahora cuando la
comunidad de nuevos creyentes más le va a necesitar, pues, como él mismo
observa “se encontraban como ovejas sin
pastor”.
El problema es que esa misma nueva comunidad es nómada, es
decir que se encuentran permanentemente de viaje. ¿Cómo instruir a sus
feligreses en la Palabra de Dios, cómo asesorarles y compartir con ellos la fe
en Jesús, si están continuamente viajando?
Recordemos que, en aquellos días, Clément Le Cossec se
encontraba al cargo de la Iglesia Evangélica de Rennes (Bretaña) desde hacía ya
dos años. En su iglesia estaba feliz: ¡Por fin había alcanzado su sueño de
poder ser ministro de Cristo entre sus paisanos Bretones!
¿Qué debía hacer?, ¿Podía dejar que los gitanos continuaran
su camino solos, sin un guía que les indicara cómo se vive cristianamente, cómo
se ha de interpretar la Biblia, cómo organizar una comunidad de fieles o cómo
orar al Señor?
Clément Le Cossec llega a la conclusión de que ha llegado el
momento de abandonar su cómodo puesto en la iglesia de Rennes, hacer el
equipaje y acompañar a los nómadas en todos sus viajes.
Sin él saberlo todavía, está poniendo en marcha una obra que
dará muchísimos frutos, tantos como no se veían en siglos.
Comienza, como él mismo escribirá “su aventura entre los gitanos” y su labor será tan próspera, su
trabajo tendrá tanto éxito y se estregará con tanta energía y dedicación a su
misión evangelizadora entre su nueva familia nómada, que será conocido como “el Apóstol de los gitanos”.
6. Expansión del Evangelio entre el pueblo
gitano
En Brest no había todavía una iglesia evangélica construida
donde los fieles pudieran reunirse para orar y compartir su fe. Es por ello que
se reunían en el sótano de una casa, que estaba sin pavimentar. Pero la pasión
que sentían por su Señor Jesucristo era tal que no les importaba lo más mínimo
arrodillarse para alabar a Dios aun sabiendo que se iban a ensuciar con la
tierra que había en el suelo.
Una velada se congregan 30 gitanos para meditar la Palabra
de Dios y rezar. De repente el Espíritu Santo desciende sobre ellos y comienzan
a hablar en lenguas.
Mandz cae al suelo de bruces y permanece ahí postrado más de
una hora. Cuando se incorpora sus compañeros pueden ver que su rostro está
iluminado y que no para de hablar en lenguas extrañas.
Uno de los ahí presentes, Louis Qeinez, que había sido
bautizado apenas unos meses antes, se levanta y comenta en voz alta la visión
que en ese momento estaba teniendo: “Los
veo. Vienen a pie, a caballo, en coches de todos los colores. Veo el
avivamiento que se extiende como olas”.
Aquellas palabras acabaron siendo proféticas, como más
adelante veremos.
Ese mismo verano se celebra un primer servicio de bautismo
en la playa de Saint Marc, en Brest, en el que unos 30 gitanos, que acababan de
abrazar la fe en Cristo, son sumergidos por Clément Le Cossec en las aguas en
el Océano Atlántico para dar comienzo así a una nueva vida.
Estamos en los comienzos del descubrimiento de Jesús por
parte de los gitanos, un hecho que ha dado en llamarse “Avivamiento”.
Vemos como, a partir de un milagro de curación, una serie de
testigos, casi todos familiares del enfermo sanado, se convierten
inmediatamente al cristianismo.
Este es un fenómeno que se repetirá muy a menudo y que
traerá a numerosísimos gitanos a entregarse de lleno a Cristo, aceptando
plenamente su mensaje de salvación.
Pero no queda ahí la cosa. Al nuevo fiel no le basta con
seguir a Cristo y adorarle en su vida privada. El gitano converso siente en su
interior la necesidad imperiosa de comunicar urgentemente a todo el que le
rodea lo maravillosa que es su relación con Cristo.
Al principio son los familiares y conocidos los primeros que
van a escuchar hablar del Evangelio y su mensaje de salvación a través de la
aceptación de Cristo, pero más tarde serán todos aquellos que se crucen en la
vida del recién convertido los que oirán el testimonio.
El boca a boca hace que la fe se propague poco a poco pero
sin pausa. En una década se bautizarán más 5.000 gitanos en Francia.
Dios ha puesto sus ojos en este pueblo nómada y los atrae
hacia Él. El Señor está presente entre los gitanos.
Se producen enormes cambios positivos en las vidas de los
nuevos creyentes, que se sienten renacer. Muchos dejan malas costumbres como al
alcohol, el maltrato a sus mujeres, abandonan supersticiones y dejan de ejercer
las artes adivinatorias.
Muchos gitanos recién convertidos señalan que uno de los
efectos más gratos que sienten cuando aceptan a Cristo es que de repente dejan
de odiar. Son numerosos los testimonios de personas que pasan en pocos días de
odiar profundamente a sus enemigos a rezar por ellos, e incluso de acercarse a
ellos para compartir su fe.
En el seno de las comunidades gitanas se producen curaciones
milagrosas. Centenares de enfermos experimentan una total sanación de sus
dolencias y miles de personas son testigos de cómo, tras una sesión de oración,
desaparecen tuberculosis, sorderas, problemas de visión, tumores y un largo
etcétera de males.
Estos portentos son causa, de nuevo, de que un gran número
de familiares se vuelquen en Cristo y den testimonio de lo que Dios es capaz de
hacer. A esas conversiones siguen bautizos y la captación de más fieles, pues
los nuevos miembros en la fe no dejan de predicar el Evangelio allí a donde van
con una alegría que sólo se ve en alguien que acaba de conocer a Jesús, con una
determinación que sólo se nota en alguien que se sabe salvado para toda la
eternidad, con un a energía que sólo se percibe en aquel que se sabe hijo de
Dios.
Es una marea incontenible, un fuego que no para de
extenderse.
Y este fenómeno acaba de empezar. Como ya hemos mencionado
más arriba, tan solo entre 1952 y 1963 se bautizan unos 6.000 gitanos, hombres
y mujeres; a veces entre 50 y 200 en unas jornadas.
A. ¿Cómo fue posible
una expansión tan rápida del Evangelio?
Varios factores se unen simultáneamente para hacer posible
que la fe se extienda con tanta rapidez y eficacia entre los gitanos, y es que
Dios es grande, el Señor es todopoderoso y sabe cómo usar óptimamente los
recursos que nos ofrece a los humanos.
Hemos mencionado que el Altísimo se sirve de las sanaciones
milagrosas para dar a conocer a Sus hijos Su poder y amor infinitos. Este sea
quizá la principal causa de las conversiones, pero no debemos pasar por alto
otros aspectos de enorme importancia que hacen posible que el Evangelio se
extienda tan velozmente.
Por ejemplo tenemos el profundo carácter familiar y gregario
del pueblo gitano. La familia lo es todo para el gitano. Los vínculos
familiares entre ellos son más fuertes que entre ningún otro pueblo.
Este hecho va a resultar de una enorme ventaja a la hora de
transmitir la Palabra de Dios, puesto que, tan pronto como una persona se
entrega a Cristo y experimenta el inenarrable júbilo de saberse en manos de
Jesús, siente a su vez, la necesidad de compartir su gozo con sus seres más
queridos. Es así como comienza a difundir las Buenas Noticias de salvación a su
alrededor.
Y como si de un contagio se tratara, esa alegría pasa de
individuo a individuo, de familia a familia.
Otro factor a tener en cuenta es el carácter eminentemente
nómada de los gitanos de aquellos años 50 del siglo XX.
Hoy en día casi hasta nos sorprende ver cómo vivía este
pueblo tan sólo hace medio siglo, permanentemente viajando, moviéndose de un
sitio a otro, sin tener nunca un domicilio fijo donde echar raíces.
Pero de nuevo nos encontramos aquí con un factor que se va a
revelar extraordinariamente propicio para expandir el mensaje de Cristo.
La enorme movilidad de los gitanos hace posible que un día
puedan dar testimonio de su fe en una ciudad, para acabar hablando de su fe al
día siguiente en otro sitio.
En verano puede ser que una familia viva en el norte de
Francia y, a lo mejor, en otoño esa misma familia está en sur, o incluso en
otro país.
Ahí donde se instalen, siempre temporalmente, los gitanos van
a dar a conocer a Jesús. Primero entre los de su pueblo, luego también entre
los no gitanos (llamados payos o gachós).
Muchos gitanos tienen familiares repartidos por el mundo, en
países lejanos muchas veces. A través de cartas comunican el mensaje de
salvación que nos transmitió Jesús hace siglos.
Surgen así nuevos focos de fe en países muy alejados de
Francia, epicentro del surgimiento de la fe entre los gitanos.
Un último aspecto esencial a la hora de propagar veloz y
eficientemente la Palabra, fue el hecho de que Clément Le Cossec, optó
sabiamente por dejar en manos de pastores gitanos la predicación de la Buena
Nueva entre su pueblo.
Largos siglos de rechazo por parte de los payos en todos los
países por donde pasaban, llevó a que creciera entre los gitanos un fuerte
sentimiento de desconfianza hacia todo aquel que no formaba parte de su pueblo.
Es por esto que costaba mucho menos que el Evangelio se abriera camino en los
corazones de los gitanos, si lo escuchaban de boca de un pastor tan gitano como
ellos, que conocía a la perfección los problemas y la forma de ser de sus
hermanos.
El propio Le Cossec comentaba al respecto, que varios
pastores payos podían estar predicando a los gitanos durante un año, y tan sólo
conseguían 5 bautismos. Una pareja de misioneros gitanos conseguían en el mismo
periodo centenares de conversiones y bautismos.
B. Un movimiento
imparable
Pero volvamos a aquella noche en la que Mandz y otros 30
gitanos reunidos en un sótano de Brest reciben el Espíritu Santo y comienzan a
alabar al Señor en lenguas.
Aquel es el comienzo de un movimiento imparable que, como
hemos visto aportará muchísimo fruto.
Aquellos primeros conversos que se bautizarán en los
próximos días sienten que tienen que dar a conocer a Cristo al resto de gitanos
inmediatamente.
Se ponen en marcha. Cada uno sigue su camino. Al poco tiempo
decenas de familias gitanas aparecen en Bretaña para oír la Palabra de Dios de
boca del mismo Clément Le Cossec.
Bretaña se convierte en el epicentro de las conversiones.
En aquellos años cincuenta del siglo XX vivían en aquella
región francesa 3 millones de personas, pero tan sólo había 5 iglesias
evangélicas.
Esto cambiará gracias a la intensa labor de evangelización
que emprenderán los gitanos sintis (manouches).
Los manouches habitaban y habitan sobre todo el noroeste de
Francia, principalmente las regiones de Bretaña, Normandía y Norte-Paso de
Calais (Nord-Pas-de-Calais), y es en estas zonas donde primeramente se va a
extender la Palabra de Dios.
Un buen día un centenar de gitanos recién bautizados acuden
a ver a Clément Le Cossec en Brest y le exponen el gran problema al que se
enfrenta la inexperta comunidad cristiana gitana: no tienen un guía espiritual.
Los manouches se dan cuenta de que, si quieren vivir se fe
plenamente necesitan un director espiritual y más instrucción bíblica.
Es imprescindible formar cuanto antes orientadores que
conozcan la Biblia y acompañen a los gitanos en sus continuos viajes para
asesorarles y formarles en la Palabra de Dios.
Le Cossec pone en manos de cuatro gitanos la conducción
espiritual de sus hermanos: Mandz, Tutur, Pinar y Carlo.
La primitiva comunidad cristiana gitana, reunida en una
asamblea, dan testimonio de que los ministros escogidos para dirigir a los
demás gitanos en la fe y conseguir nuevos hermanos para el Reino de Dios, son
todos hombres sin tacha y completamente comprometidos con la tarea que se les
ha encomendado.
Conforme vayan pasando los días y crezca el Avivamiento
espiritual entre los gitanos, también va aumentando el número de voluntarios
dispuestos a servir al Señor dando a conocer Su Palabra entre sus hermanos
nómadas.
En el año 1963 el número de pastores llegaba ya a los 100.
C. La Evangelización
Como ya hemos podido ver, la evangelización de los gitanos
suele tener lugar de familia en familia.
Cuando tiene lugar un milagro en una familia, la noticia se
expande rápidamente y surgen las primeras conversiones.
Estos primeros conversos sienten una apremiante necesidad de
arrastrar a otros miembros de su familia a Dios.
Esta predicación de boca en boca es la clave de la rápida
extensión del Evangelio entre los gitanos.
Los gitanos franceses que tienen familiares en otros países
les escriben para contarles la relación que tienen con Cristo y los cambios que
el Señor ha hecho en sus vidas.
De esta manera se extiende el Evangelio a Sudáfrica,
Polonia, EEUU, Sudamérica y otros países.
Dado que muchos gitanos van de puerta en puerta vendiendo su
mercancía, aprovechan esta circunstancia para repartir, siempre que pueden,
tratados evangélicos y predicar así la Palabra de Dios: son mensajeros de
Cristo allá por donde van.
7. Clément Le Cossec:
El evangelizador de los gitanos
A partir del año 1954, viendo que el crecimiento de fieles
entre los gitanos era un fenómeno incontenible, Clément Le Cossec, decide
dedicarse plenamente a su nuevo “rebaño de ovejas sin pastor”.
Para ello llevará a cabo la creación de una misión, escuelas
de formación bíblica, revistas y convenciones.
A. Revista Vida y
Luz. 1954
Con el doble fin de dar a conocer por un lado a los payos de
todo el mundo la vida del pueblo gitano, y por otro a los nuevos creyentes
gitanos las enseñanzas bíblicas básicas, el pastor Clément Le Cossec crea en el
año 1954 la revista Vie et Lumière (Vida y Luz).
B. La Misión Evangélica
de los Gitanos de Francia
El 28 de diciembre de 1957 se funda una primera asociación
religiosa llamada La Délivrance, Mission évangélique des Tziganes de France
(La Misión Évangélica de los Gitanos de Francia)
Tenemos, de esta manera, la primera iglesia oficial
Pentecostal Gitana de Francia, conocida como la “Église Evangélique Tzigane”
Más tarde esta asamblea cambiará en nombre a Mission
Évangélique des Tziganes de France, Vie et Lumière (Misión Evangélica
de los Gitanos de Francia, Vida y Luz) el 26 de febrero de 1961.
Como su propio nombre indicaba
a) se trataba de una misión evangélica, es decir que tenía
como objetivo dar a conocer el Evangelio primeramente en Francia y luego por
todo el mundo.
b) iba dirigida, sobre todo, a los diferentes grupos de
gitanos manouches franceses, sintis alemanes, calós españoles, yeniches, roms,
etc.
La misión estaba gestionada como cualquier otra
organización. Tenía sus secretarios generales que se iban sucediendo:
El primero fue el pastor Honoré Martin de 1961 a 1986
Le siguió el pastor Wasso Ferret, más conocido como “Balo”,
que fue el segundo secretario general de la Misión Evangélica Gitana - Vida y
Luz de 1986 a 2005
Desde 2005 es el pastor Mario Holderbaum el Secretario
General.
La Misión Evangélica de los Gitanos de Francia también tiene
un presidente.
El primero fue el fundador Clément Le Cossec. En el año 1972
le toma el relevo el pastor George Meyer, más conocido como “Jimmy” o “Djimmy”.
El 14 de enero de 2015, el Ministro de Interior y de Asuntos
Religiosos francés, Bernard Cazeneuve, le hace entrega a George Meyer de la
“Legión de Honor”
El 26 de enero de 2020 fallece George Meyer “Jimmy”.
El presidente sucesor desde 2020 es Esaïe Meyer.
Actualmente el Centro Nacional Vie et Lumière se encuentra
en Nevoy, en la región francesa de Centro-Valle del Loira.
La dirección es:
Les Petites Brosses, 45500 Nevoy, Francia
C. Clément Le Cossec
se hace gitano
Pero no sería hasta el año 1958, cuando ya había más de
3.000 gitanos convertidos, que Le Cossec fue plenamente consciente de que no
podía dejar pasar ni un solo día más a este rebaño de ovejas sin pastor. Tenía
que decidirse. Por un lado tenía una casa, un hogar con esposa y seis hijos,
así como un sueldo fijo como ministro de su iglesia de Rennes, en su querida
Bretaña.
Su comunidad cristiana en Rennes estaba muy unida y él se
encontraba muy feliz con el desarrollo de su labor pastoral.
Abandonar aquel trabajo seguro y llevarse a vivir a su
familia a una caravana para acompañar a aquellos gitanos que nunca estaban más
de dos días en el mismo sitio parecía una auténtica extravagancia, una enorme
insensatez.
Sin embargo Clément Le Cossec antepone la confianza que tiene en el Señor y la llamada que siente dentro de su corazón a la comodidad y seguridad de su vida sedentaria en Rennes.
Le Cossec se lanza de cabeza a la aventura evangelizadora
por los caminos, teniendo siempre presentes las palabras de Jesús en la Parábola
del gran banquete: “Ve por los caminos y
por los callejones, y exígeles a que entren para que mi casa se llene”.
(Lucas 14, 23. Reina Valera Actualizada 2015)
En las más de cuatro décadas que durarán sus peripecias con
los gitanos, Le Cossec y su familia viajarán con por toda Francia y por sus
países vecinos: Bélgica, Holanda, Alemania, España e Italia. Pero también
visitará los Estados Unidos, Latinoamérica y la India.
En total serán 40 los países que Clément Le Cossec recorrerá
compartiendo el mensaje del Evangelio.
8. Las Convenciones
Evangélicas Gitanas
El fervor evangelizador de los gitanos es asombroso. Todo
aquel que se convertía, daba testimonio de su fe por cada sitio que pasaba, que
no eran pocos.
Tan pronto como estos nuevos cristianos entraban en contacto
con familiares que se encontraban en otras partes de Francia les daban a
conocer a Jesús y su mensaje de salvación.
En aquellos maravillosos primeros días de Avivamiento se
producían continuamente sanaciones milagrosas y conversiones.
Un payo francés, de nombre Nedelec, que se había convertido
a la fe en Cristo recientemente y que había crecido espiritualmente
compartiendo oración con los gitanos, le propuso a Clément Le Cossec, al cual
ayudaba de vez en cuando a evangelizar, que convocara en una reunión a todos
los nuevos creyentes, los cuales, por aquel entonces, se encontraban casi todos
por la misma región.
Era importante congregar a todos los fieles antes de que se
dispersaran por toda Europa, para decidir cómo organizarse.
Así pues, en 1954 tiene lugar la primera convención.
Este es el comienzo de una extraordinaria aventura que iba a
aportar cuantiosísimos frutos, pues todos los asistentes a aquella primera
convención se separarían a los pocos días y se pondrían en viaje, sembrando la
semilla de la fe por todo lugar que visitaran.
La felicidad en los corazones era indescriptible, el
entusiasmo incontenible, el gozo de conocer a Jesús abrumador.
Había un ansia infinita por salir al mundo a explicar el
mensaje de Cristo.
Aquel primer encuentro entre todos los creyentes prometía
ser una experiencia inolvidable.
Aquella convención iba a ser el pistoletazo de salida para
echarse a los caminos a dar a conocer a Jesús por todos los rincones del
planeta.
Pero lamentablemente las cosas no iban a resultar tan
cómodas y fáciles desde el principio…
En Brest, la ciudad bretona elegida para celebrar aquel primer
encuentro, las autoridades no estaban dispuestas a permitir que se reunieran en
la población tantas caravanas como iban llegando.
La policía obligó a la mayoría de los asistentes a que se
retiraran y acamparan en los pueblos de los alrededores.
Algunas familias se desanimaron ante aquella expulsión tan
injusta y volvieron por donde habían venido, pero muchos, alrededor de 500
gitanos, no se rindieron y participaron en aquella primera convención, en cuyo
transcurso se bautizaron 20 personas en el Océano.
Apenas dos meses más tarde se organiza un segundo encuentro
en la ciudad de Rennes, capital de la región de Bretaña.
Esta vez, sin embargo, el alcalde va a permitir que se
instalen los nómadas en la enorme plaza que hay en el centro de la ciudad.
En este segundo congreso se consiguen dos grandes logros:
Uno será extender la Palabra entre aquellos gitanos que
vivían al norte de Francia.
El otro gran avance es atraer a la tribu de los Rom a la fe
en Cristo.
Hasta entonces sólo se había proclamado el Evangelio al
grupo de los sinti o manouches. Ahora también se va a interesar por Jesús este otro
gran grupo de la familia gitana, que suele habitar en el este de Europa.
En vista del enorme éxito que han ido teniendo los
encuentros, se decide que estos se celebren a partir de ese momento de manera
anual, con cuatro objetivos bien definidos:
1. Congregar a todos los convertidos en una especie de
retiro espiritual bajo la dirección de sus ministros, para reforzar la fe.
2. Dar a conocer el Evangelio a aquellos que todavía no
conocían el mensaje de salvación de Cristo, y que eran traídos a estas
convenciones por sus familiares que sí eran creyentes.
3. Organizar una asamblea para exponer los principales
problemas, tanto materiales como espirituales, a los que se enfrentaba la
primitiva comunidad evangélica gitana.
4. Para ver de qué manera se podía dar testimonio a los no
gitanos.
Una de aquellas convenciones, que pasarán a celebrarse a
partir de ahora cada año, va a resultar especial y quedará grabada en la
memoria de Clément Le Cossec y de todos los asistentes a ella.
Corría el año 1960. El número de gitanos que había aceptado
a Cristo como su Señor había aumentado considerablemente en los últimos 8
años.
En aquel año de 1960 se celebra la Convención anual en la localidad
de Chassey-Beaupre, en la región de Lorena.
Clément Le Cossec, con gesto serio, se encuentra ante un
público de 300 personas que escucha la reprimenda que le cae encima.
Al parecer había algunos miembros de la comunidad que no se
acababan de desprender del todo de ciertas viejas malas costumbres y vicios.
Clément Le Cossec les advierte de la seriedad con la que
Dios se toma la obediencia entre sus hijos y les conmina a abandonar la vida de
pecador y a tomarse más en serio el compromiso que han adquirido con Cristo.
Como si el Señor quisiera avalar las palabras de su siervo
Clément Le Cossec con Su autoridad, de repente se desata una espeluznante
tormenta.
Numerosos rayos cruzan de lado a lado los cielos. Los
truenos, sobrecogedores, llenan de espanto a los asistentes al sermón, que ven
como un furioso chaparrón cae sobre sus carromatos.
Son aproximadamente las 7 de la tarde. En cuestión de
segundos un poderoso huracán arranca de cuajo las cubiertas de las tiendas de
campaña y desbarata los tendederos de ropa colgada. El viento, fortísimo, derriba el mástil
principal que sostiene la gran carpa donde tienen lugar las reuniones y que se
viene encima de los ahí congregados.
El terror se apodera de los participantes. Las mujeres temen
por sus hijos que se encuentran jugando al aire libre.
Lo que Clément Le Cossec ve al cabo de unos minutos le
conmueve: todos los asistentes a la convención de Chassey-Beaupre están
arrodillados en el barro o sobre las lonas desprendidas de sus tiendas de
campaña suplicando clemencia a Dios.
Se han dado cuenta de que deben arrepentirse, pedir perdón y
cambiar de vida, si quieren ser salvados.
Nadie resultó lastimado durante aquella tempestad.
Muchos asistentes a aquella convención de Chassey-Beaupre se
acordarán muchas años después de aquellos incidentes y darán testimonio de cómo
sus vidas cambiaron radicalmente después de la “tormentosa” experiencia de
aquella tarde.
Para 1960 el Evangelio había llegado a oídos de otros
nómadas que, sin ser de origen gitano, llevaban una vida muy similar a estos:
tratantes, merchantes, afiladores, trajineros, feriantes, mercaderes ambulantes
y artistas de circo.
Muchos no sólo escucharon el mensaje de salvación que traía
la Palabra de Dios, sino que pudieron ver con sus propios ojos los milagros de
curación que se producían cuando se reunían a orar por la salud de algún
compañero.
A la convención que tuvo lugar en Lyon en el año 1961
acudieron muchos de estos payos nómadas y se bautizaron.
A. Cómo se organiza
una convención
El primer paso que hay que dar a la hora de organizar un
evento de estas magnitudes es, evidentemente, avisar a todos los interesados de
cuándo y dónde va a tener lugar.
La red social de los gitanos hace posible que en pocos días
se entere hasta la familia más alejada del punto de celebración.
Luego hay que alquilar una parcela para que se puedan
instalar ahí centenares de caravanas.
A continuación hay que preparar el terreno, montar aseos,
poner contenedores de basura, almacenes de comida, etc.
Una vez van llegando los asistentes, un grupo de 30 hombres
se encarga de mantener el orden dentro del campamento. Estos vigías se ocupan
de que todo transcurra sin incidentes: el aparcamiento de caravanas, la
limpieza, la instalación de las tiendas de campaña, etc.
Con una formidable hoguera se inaugura la convención que
durará una semana.
Una gran tienda de campaña acoge a todos los que deseen
reunirse con sus hermanos para adorar al Señor y recogerse en oración.
Todas las tardes se ofrecen servicios evangélicos.
Por el día, todos los predicadores se reúnen para discutir
cuestiones que conciernen al progreso espiritual del movimiento.
Hay servicios de bautismo para los quieran dar el paso de
entrar en una nueva vida, una vez que han recibido instrucción bíblica
suficiente.
B. Las convenciones
del siglo XXI
Desde el año 1997 tiene lugar la tradicional reunión de
primavera de Nevoy (Centro-Valle del Loira) que llega a reunir en el centro de
Francia a más de 500 caravanas. Estamos hablando nada menos que de 30.000 a
35.000 personas.
Las familias congregadas en Nevoy permanecen ahí durante una
semana, preparándose espiritualmente para llevar la Palabra de Dios a todos los
rincones de Francia o de otros países por los que pasen.
Más tarde se dispersan y, llegado el verano, diversos grupos
de gitanos itinerantes se organizan en misiones (unos 200 grupos) para comenzar
a evangelizar.
Su labor consiste en extenderse por todo el territorio
francés, yendo cada grupo con su caravana a una localidad, donde montan una
carpa y reparten información y predican. Tras una estancia de dos semanas
recogen y continúan su camino.
También se celebra otra última gran asamblea de la comunidad
gitana evangélica hacia el final del verano.
9. La formación
bíblica
En 1960 y en vista del crecimiento imparable de fieles que
se estaba produciendo, los predicadores gitanos vieron la urgente necesidad que
tenían de ampliar y profundizar en sus conocimientos bíblicos.
Es por ello que decidieron participar en unos cursos
bíblicos intensivos.
Cada mes se invitaba a 10 predicadores para que acudieran a
unos cursos de 3 semanas que se iban impartiendo cada vez en una ciudad
distinta.
Los participantes comenzaban la jornada con una hora de
oración. El resto del día lo dedicaban a estudiar la Biblia intensamente.
En 1963, 10 jóvenes gitanos fueron admitidos en las escuelas
bíblicas de las “Asambleas de Dios” en Bélgica y Alemania.
En 1966 se funda la primera escuela bíblica para la
formación de pastores en Loiret.
Una década más tarde, en 1978, la escuela se traslada al
Cher donde permanece hasta el año 1988.
En 1988, el Centro Internacional de Formación Bíblica Vida y
Luz (CIFB) vuelve a su lugar de origen, al Loiret.
10. Los primeros
predicadores
El primer gitano que tiene el honor de convertirse en el
primer predicador del Evangelio es Jean Reinhard “Mandz”, el hermano de Zino,
del cual hemos hablado más arriba.
Junto a Mandz son elegidos otros tres gitanos más para
llevar la Palabra de Dios a todos los rincones del mundo: Hernest Lagrené
“Tutur”, otro Jean Reinhard “Pinar” y Jean Reinhard “Carlo”.
Tenemos un grupo de cuatro pastores donde, curiosamente,
tres de ellos se llaman igual: Jean Reinhard.
Otros miembros de aquella recién nacida Iglesia Evangélica
Gitana que destacan por el entusiasmo y éxito con que transmiten el mensaje de
salvación de Nuestro Señor Jesucristo son:
Wasso Ferret “Balo”, Robert García “Ramoutcho”, Martín
Honoré, el famoso escritor Matéo Maximoff, Aloïse Reinhard “Kalo”, Claude
Salzano “Palko”, Denis Théom “Payon”, Charles Welty “Tarzan” y otros muchos más
que llegan hasta el centenar de nombres y que vamos a omitir aquí por no
agobiar al paciente lector.
El que sí queremos destacar es el nombre de Georges Meyer,
también conocido como "Jimmy" o “Djimy”, que no sólo estuvo
evangelizando a sus hermanos desde los primeros días del “Avivamiento”, sino
que en el año 1972 sucede al fundador del movimiento, Clément Le Cossec, en la
presidencia de la Misión Evangélica Gitana.
11. Los gitanos rom
En el mundo hay principalmente cuatro ramas dentro del
pueblo gitano.
1. Doms. Los doms son el grupo de la gran familia gitana que
se extiende desde el Rajastán, en el noroeste de la India, pasando por
Pakistán, Afganistán, Irán, Irak, Jordania y Siria, hasta llegar a Turquía y
Egipto.
2. Los roms se extienden desde Rusia hasta Polonia, por
Ucrania, Bielorrusia, países bálticos y por todos los Balcanes, principalmente
en Rumanía, Hungría y Bulgaria.
3. Los sinti o manouches (como son conocidos en Francia).
Esta comunidad de sinti se extiende principalmente por
Alemania, Belgica, Holanda y Francia.
Muchos de estos sinti llevan apellidos alemanes como Meyer, Steinbach,
Mettbach, Rosenstein, Hanstein, Schmitt, Winterstein o Reinhardt.
Recordamos que uno de los protagonistas y pioneros del
surgimiento de la fe era Jean Reinhardt, alias Mandz, hermano de Zino
Reinhardt.
Otro sinti con este apellido que ha pasado a la historia es
el guitarrista de jazz belga Jean “Django” Reinhardt.
4. Los calós. Estos son los gitanos de la Península Ibérica,
aunque también hay muchos miembros de esta comunidad en el sur de Francia.
Hasta ahora hemos hablado principalmente de los gitanos
sinti o manouches (como son conocidos en Francia), pues fueron ellos los
primeros en convertirse a la fe en Cristo, bautizarse y empezar a evangelizar.
Vamos a ocuparnos ahora de los hermanos del este, los roms.
Los primeros gitanos rom empezaron a ser convertidos y
bautizados entre los años 1954 y 1955, pero no fue hasta 1962 cuando realmente
comenzó la gran conversión entre los rom.
Uno de los patriarcas de esta comunidad en Francia era
Demeter Stevo.
Un buen día un primo suyo le habló del Señor, de su mensaje
de salvación y le animó a leer los Evangelios.
Más adelante Demeter Stevo tuvo la ocasión de conocer a
Clément Le Cossec, a quién le realizó una serie de preguntas sobre la fe que le
rondaban por la cabeza.
También pudo hablar con Claudio Salzano, mucho más conocido
como Palko, un exseminarista convertido a la fe evangélica gracias a la labor
misionera y al testimonio de un gitano manouche: Ernest Lagrene “Tutur”.
Demeter Stevo se convierte, se bautiza y se consagra a guiar
a los demás a Cristo.
Con la autoridad e influencia que tiene entre su comunidad
se convierte en su líder espiritual.
Otro gitano rom muy importante que abrazó la fe por aquello
años y cuya obra dará muchos frutos es el escritor Mateo Maximoff.
Mateo Maximoff solía leer la Biblia con otros compañeros.
Una noche se convirtió.
Demetrio Stevo se reunió con él y juntos fundaron en París
una iglesia evangélica en los suburbios.
En 1961 se hizo pastor y se dedicó a traducir el Nuevo
Testamento al romaní.
12. Clément Le Cossec
y los gitanos españoles
Ya hemos comentado más arriba que la expansión de la Palabra
de Dios entre los diferentes grupos gitanos es imparable.
Veremos en este apartado cómo, ya en el año 1952, a
principios del “Avivamiento” un grupo de gitanos españoles: Juan Castro, Lary
Castro, Jaime Díaz Cortés, el hermano Emiliano, El Marido, Joselito y Manolo
tienen el enorme privilegio de poder escuchar el Evangelio de boca del mismo
Clément Le Cossec.
Este grupo de jóvenes españoles se encontraban en el sur de
Francia, adonde se habían dirigido para trabajar en la vendimia. Después de una
durada jornada de trabajo en los viñedos se juntaban en un cobertizo donde Le
Cossec les predicaba la Palabra en francés mientras otros asistentes les iban
traduciendo al español.
Se estaba sembrando una semilla que años más tarde daría un
inmenso fruto, pues aquel pequeño grupo de jornaleros españoles trajeron a su
país el mensaje de salvación de Cristo para darlo a conocer entre sus hermanos.
En 1958 los primeros gitanos españoles convertidos acuden a
la convención de Toulouse convención.
En los siguientes dos años se van produciendo conversiones entre
aquellos gitanos españoles que se encontraban trabajando en Francia, cerca de
la frontera con Suiza.
El origen de esta oleada de conversiones, como ya venía
siendo tradición, era de nuevo una curación milagrosa que tuvo lugar en el seno
de una familia de calós andaluces y que causó tal impacto que los testigos
abrazaron la fe inmediatamente.
Un día, un predicador manouche que andaba visitando pueblos
del este de Francia para predicar el Evangelio, llegó a una aldea donde vivía
la familia Moreno.
Los Moreno eran unos gitanos andaluces que habían acudido a
Francia a trabajar. Uno de sus hijos había caído gravemente enfermo pero los
médicos no podían hacer nada por él.
El predicador le impuso las manos, rezó por él y el muchacho
sanó.
Viendo el milagro ocurrido delante de ellos, toda la familia
se convirtió.
La noticia de la curación se extendió rápidamente entre el
resto de familias de gitanos españoles, que también abrazaron rápidamente la fe
en Cristo.
En menos de un año 100 de ellos se bautizaron.
El testimonio se extiende también entre los gitanos
españoles que se habían instalado en el sur de Francia.
Se funda la primera iglesia evangélica en Perpiñán, a la
cual, en el año 1963, acudían unas 50 personas todos los domingos.
Otro milagro similar se produce en el pueblecito pirenaico
de Lezignan, donde vivía una muchacha de 14 años, jorobada de nacimiento.
Un día se reunieron los vecinos a rezar por ella, mientras
un predicador gitano le imponía las manos en nombre del Señor.
Enseguida la espalda de la chiquilla se puso recta.
De nuevo, una oleada de conversiones y bautismos acompaña a
este milagro.
Van aumentando las conversiones entre los gitanos españoles
residentes en el sur de Francia, los cuales, para 1963 ya eran 500.
Aquel grupo de gitanos españoles que hemos mencionado más
arriba: Juan Castro, Lary Castro, Jaime Díaz Cortés, el hermano Emiliano, El
Marido, Joselito y Manolo, se convierten en los pioneros del Movimiento
Evangélico Gitano en España.
Habiendo escuchado el Evangelio en diversas partes del Sur
de Francia, donde se encontraban trabajando, este grupo de jóvenes entusiastas
vuelven poco a poco a España y comienzan a abrir locales de reunión en
distintas ciudades y a predicar la Buena Nueva entre los gitanos del lugar.
En el año 1965 se inaugura la primera iglesia evangélica
gitana en Balaguer (Lérida).
Otros locales de culto se irán abriendo por toda España,
dando a conocer entre la comunidad gitana española el Evangelio.
El 26 de mayo 1971 nace la llamada “Iglesia Evangélica
Filadelfia”
A día de hoy existe una extensa red de 700 iglesias por toda
España (alas que habría que añadir las misiones en funcionamiento en Portugal,
Este de Europa, Latinoamérica y la India), cuenta con unos 4.000 predicadores y
se calcula que alrededor de 100.000 fieles acuden los domingos a la iglesia.
13. El movimiento
evangélico gitano mundial
La gran movilidad de los gitanos, el hecho de tener
familiares repartidos por todo el mundo y el enorme entusiasmo con que han
acogido el mensaje del Evangelio han llevado a que el resurgimiento de la fe
entre un pequeño grupo de gitanos franceses se haya extendido por toda Francia
para, al poco tiempo, saltar las fronteras y alcanzar, primeramente los países
limítrofes como Bélgica, Holanda, España, Suiza y Alemania, e ir luego, poco a
poco, extendiéndose por todo el mundo.
Podemos decir que el pueblo gitano ha sido la herramienta
que Dios ha escogido en los siglos XX y XXI para sembrar su Palabra, y en vista
de los resultados, podemos decir que han sido tremendamente eficaces.
Cada año aumenta el número de fieles gitanos.
Clément Le Cossec sigue predicando la Palabra entre los
gitanos sin desfallecer. Cada vez tiene más ministros que le ayudan a pescar
hombres para el Reino.
A la convención del año 1963 en Estrasburgo acuden 20.000
personas al evento.
Seis años después Clément Le Cossec viaja a los Estaos
Unidos donde tiene la ocasión de hablar ante más de 20.000 gitanos convertidos.
Para el año 1982 se calcula que unos 70.000 gitanos en todo
el mundo se habían convertido a la fe en Jesucristo.
En 1983, la Misión Evangélica Gitana - Luz y Vida de
Francia, pone en marcha su propia Capellanía Gitana dentro de la federación
protestante.
En 1984 aparece por primera vez en televisión en el Club 700
la historia de la curación de Zino Reinhard-Duvil en Lisieux, que provocará las
primeras conversiones entre los gitanos.
Según el Boletín de Información protestante (Nº 1522, del 1
al 15 de septiembre de 2001), medio siglo después de las primeras conversiones
y los primeros bautizos entre los gitanos, hay unos 70.000 adultos miembros de
la iglesia evangélica gitana en Francia bautizados por inmersión y 114 lugares
de culto.
En 2018 ya hay más de 120.000 gitanos evangélicos en
Francia, con 2.351 predicadores y pastores, que se reúnen en 320 Iglesias.
Para ese mismo año de 2018 se estima que el número de gitanos evangélicos podría llegar más de un millón y medio, repartidos en más de 44 países en todo el mundo.
14. La muerte de
Clément Le Cossec
Después de más de cuatro décadas dedicadas a evangelizar al
pueblo gitano, viajando con ellos y viviendo como ellos, llevando a su familia
consigo allí adonde quisiera que se dirigieran las familias gitanas a las
cuales estaba instruyéndolos en la Palabra de Dios, Clément Le Cossec nos deja
un 22 de julio del año 2001 para irse a reunir con el Padre.
Él y su familia habían estado acompañando a los gitanos por
toda Europa, por el continente americano y la India.
Tras toda una vida dando a conocer a Jesucristo, el “Apóstol
de los Gitanos” había viajado por más de 40 países compartiendo el mensaje a
los gitanos, que habían pasado -en palabras del propio Le Cossec- de ser “una
comunidad rechazada” a ser “una comunidad elegida” por el Señor.
Clément Le Cossec deja una viuda: Thérèse Le Cossec y
huerfanos no sólo a sus ocho hijos, sino también a miles de gitanos de todo el
mundo que lloran su muerte.
Más de dos mil gitanos de toda Europa le acudieron a al
entierro para despedirse de su “padre” espiritual.
En su lápida, sus amigos y familiares quisieron que se
grabaran las siguiente palabras del Evangelio de Lucas: “Luego dijo el siervo: “Señor, se ha hecho lo que mandaste” (Lucas
14, 22. Reina Valera Actualizada 2015).
15. La obra de
Clément Le Cossec Continúa
Pero la obra misionera que Clément Le Cossec comenzara entre
los gitanos a principios de los años 50 del siglo XX no se acabó ni mucho menos
a la muerte de su fundador.
Hoy en día uno de sus hijos, John Le Cossec, continúa la
labor evangelizadora junto a su esposa Nancy.
Hay más de un millón y medio de gitanos en el mundo que ya
han aceptado la salvación en Jesucristo y debemos dar las gracias a todos
aquellos que con su trabajo y esfuerzo han hecho posible que el Evangelio haya
llegado a tanta gente en tan poco tiempo.
Pero no debemos olvidar que la tarea no ha hecho nada más
que empezar, todavía hay más de 60 millones de gitanos en todo el mundo no
conocen a Jesús.
John Le Cossec y su mujer Nancy, llevan desde el año 1978
trabajando como misioneros de las Asambleas de Dios entre los gitanos en
Francia.
Al igual que hiciera su padre y fundador de la Iglesia
Evangélica Gitana han adoptado el mismo estilo de vida nómada que llevan sus
hermanos gitanos a los que instruyen en la Palabra.
Viajando continuamente por Francia llevan el mensaje de
Jesús a todos aquellos gitanos que todavía no lo conocen.
Una de los instrumentos que han usado con gran eficacia John
y Nancy para dar a conocer el Evangelio a los gitanos ha sido el circo.
Muchas familias gitanas aprovechan la enorme afluencia de
gente que acude a sus espectáculos circenses para compartir con el público, a
la salida de la función, la Palabra de Dios en una carpa separada.
Muchas personas han llegado a conocer de esta manera el mensaje
de Jesús, tanto gitanos como no gitanos.
Muchos se han bautizado después y han sido testigos de
numerosas y espectaculares curaciones.
John se emociona pensando en todo lo que Dios ha hecho entre
la comunidad gitana de Europa, pero dice que aún queda muchísimo más por hacer.
En sus propias palabras estamos en una situación opuesta a la de la célebre
parábola de la oveja perdida. Ya se ha conseguido convertir al uno por ciento de
los gitanos que estarían siguiendo el símil evangélico, en el redil, pero
tenemos un 99 por ciento fuera, o sea perdidos y necesitan que alguien acuda en
su ayuda.
Siete décadas después de la aventura de Clément Le Cossec
con los gitanos manouches, la mitad de los gitanos de Francia se han
convertido.
Este pueblo, considerado desde hace siglos nómadas sin patria, no sólo tiene hoy una “patria celestial”, sino que llevan consigo allá a donde van el mensaje de de fe salvación de Jesucristo.
16. Oración para
pedir más siervos a la obra de Dios
“Señor, grande eres y
en verdad poderoso. Te damos las gracias de todo corazón al ver la obra que tus
hijos realizaron entre los gitanos. Tú que quisiste dar a conocer a Tu hijo
Jesús a los gitanos a través de Clément Le Cossec, para que a su vez ellos
sirvieran como instrumento evangelizador en este siglo XXI tan descreído y
necesitado de tu Palabra, haz que su obra fructifique cada día más.
Que veamos cada vez
más personas convirtiéndose en la fe de Tu hijo Jesucristo, bautizándose y
predicando su mensaje de salvación ahí por donde pasen.
Mándanos Señor más
obreros decididos, como lo fue tu hijo Clément Le Cossec, para evangelizar por
los caminos, en las calles, carreteras, casa por casa, en reuniones o
convenciones, a payos y gitanos, a las gentes de todos los pueblos y condición.
Que no desfallezcan Tus
hijos de la Iglesia Evangélica Gitana ante la enorme tarea que tienen por
delante en un mundo cada día más hostil a mensaje de Tu hijo Jesús.
Abre los corazones de
los hombres para que reciban a Jesús y acepten la salvación en su nombre.
Que no quede nadie en
la Tierra sin oír de Jesús y conocerle.
Te lo pedimos en
nombre de Tu hijo, nuestro Señor Jesucristo, amén”.
17. Fuentes:
- Clement Le
Cossec: The French Pastor Who Becamean Apostle to the Gypsies. Ruthie Edgerly
Oberg. PE-News, 30 de marzo de 2017.
- Mon aventure
chez les Tziganes
- Phénomène pentecôtiste
ou réveil tsigane. Clément le Cossec en Etudes Tsiganes (N° 1 - 1985)
- El inicis del protestantisme
gitano a Catalunya. Rafael Arencón Edo.
- Miracle chez
les Tziganes 1964
- Revival Among
the Gypsies. Clément Le Cossec. 1965
- http://www.clement-le-cossec.org
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