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domingo, 7 de julio de 2019

Jesús en la fuentes históricas


Además de los cuatro Evangelios, los llamados canónicos por diferenciarlos de los apócrifos, encontramos en el Nuevo Testamento nada menos que 23 libros más donde se nos narra la vida y sobre todo las enseñanzas de Jesús.


Por si esto no fuera suficiente para tener conocimiento de un personaje histórico nos encontramos además con menciones a Jesús de Nazaret en otros autores no cristianos muy cercanos cronológicamente a Él, en la mayoría de las ocasiones son  paganos, en otras judíos.
Todas estas fuentes ajenas al cristianismo se acercan a Jesús de manera diferente:
a) Burlona como Luciano de Samosata
b) Respetuosa como Flavio Josefo y Mara bar Serapion
c) Indiferente: Tácito
d) Despectiva o despreciativa: Plinio el Joven, Suetonio o el Talmud.

Hay quien se sorprenda de que no son muchas las fuentes clásicas que se ocuparon de la figura de Jesús, teniendo en cuenta la enorme importancia que tuvo luego en el Occidente Cristiano, pero debemos tener en consideración varios aspectos para darnos cuenta de que, por el contrario, son realmente numerosas las referencias que nos encontramos sobre la figura histórica de Jesús de Nazaret.
a) Jesús llevo a cabo un ministerio muy corto, tan sólo de unos tres años, en un lugar geográfico muy limitado: Galilea, Samaria y Judea, es decir en una región periférica del Imperio Romano.
b) No provocó ninguna revuelta violenta con muertos, ni llamó a levantamiento alguno, ni fue líder de ninguna banda de revolucionarios (recuérdese aquello de mi reino no es de este mundo)
c) El líder del movimiento cristiano fue ejecutado por orden de un procurador romano. Es decir que no sólo era considerado un criminal sino que su ministerio no había acabado de manera exitosa.
d) La manera en que había concluido sus días Jesús dista muchísimo de poder ser considerada gloriosa o heroica, pues la muerte en la cruz era vista tanto por judíos como por romanos como la condena más denigrante que existía.
e) Es decir, que tanto para judíos como para gentiles, aquel Jesús de Nazaret no dejó de ser un pseudoprofeta más que termino su carrera con el más estrepitoso de los fracasos. Nada que mereciera la pena mencionar.

Si acaso había algo que cabría resaltar era la comunidad de seguidores que había dejado tras de sí, que no sólo se estaban extendiendo rápidamente por todo el Imperio Romano sino que además cultivaban unas costumbres rarísimas (y según algunos hasta perversas) como creerse inmortales, no adorar a deidades paganas, reunirse para alabar a aquel Nazareno crucificado y hacer votos solemnes de llevar una vida honrada.

Curiosamente todas las fuentes, sean romanas o judías corroboran lo que conocemos por escritos cristianos como los cuatro Evangelios y otros libros del Nuevo Testamento.

Si, para concluir, tenemos en cuenta que contamos con numerosas fuentes, de orígenes diversos además y que a su vez son muy cercanas cronológicamente al personaje de Jesús, podemos asegurar que Jesús de Nazaret es una de las figuras que mejor conocemos de la Antigüedad.
Las fuentes de las que hemos estado hablando son las siguientes:

1. Flavio Josefo
2. Tácito
3. Plinio el Joven
4. Suetonio
5. Luciano de Samosata
6. Mara bar Serapion
7. El Talmud

Vamos a pasar a continuación a ocuparnos una a una de todas estas fuentes.


1. Flavio Josefo


Flavio Josefo (en latín Titus Flavius Josephus, en griego Φλάβιος ώσηπος, en hebreo Yosef ben Mattityahu y en arameo Yossef bar Mattityahu) fue un historiador y diplomático judío fariseo que nació en Jerusalén, alrededor del año 37-c. y vivió hasta los años 100-101 d.C.

                                             Retrato ficticio de Flavio Josefo

Venía de familia de sacerdotes, por lo que conocía muy bien el mundo y las tradiciones judías.
En el año 64 d.C. tenemos constancia de su labor como diplomático. Con tan sólo 26 años Josefo debe acudir a Roma a negociar con un joven Nerón (que tenía la misma edad que Flavio Josefo) la liberación de 12 sacerdotes judíos que se encontraban prisioneros en la capital del Imperio por haber participado en unas revueltas en Jerusalén. Allí conoce a la esposa del emperador, Popea Sabina, que intercede por el judío.
De vuelta a Judea se topa de frente con la Gran Revuelta Judía del año 66 d.C., que en realidad más que una revuelta era una guerra: la Primera Guerra Judeo-romana.
Josefo pasa a ser el comandante militar de Galilea, y el Sanedrín de Jerusalén le encomienda la defensa de la fortaleza en Yodfat (o Jotapata).  Flavio Josefo y los demás judíos ahí destacados rsisten el embate romano durante 47 días. Cuando la conquista del bastión es inminente, los defensores planean un suicidio colectivo, pero Flavio Josefo se niega a tal cosa.
El oficial romano al mando de la rendición de Yodfat no es otro que el futuro emperador Flavio Vespasiano.
Flavio Josefo es hecho prisionero y llevado ante el general. Este momento fue de vital importancia en la vida de Josefo, pues le vaticina a Vespasiano que tanto él como su hijo Tito serían en breve emperadores de Roma.
El año 69 d.C., llamado de los cuatro emperadores, pues en tan solo 18 meses el Imperio Romano ve pasar a cuatro Emperadores: Galba, Otón, Vitelio y, por último, Vespasiano.
Cuando se cumple dicha profecía, Vespasiano pone en libertad a Josefo, que pasa a formar parte de la familia de Vespasiano (es decir la familia Flavia) y adopta el cognomen de esta: Flavio. Estamos, como digo, en el año 69 d. C., los judíos todavía se encuentran en guerra contra los romanos, que son encabezados por la familia Flavia (Vespasiano y Tito). Es por eso que la mayoría de los judíos ven en la adopción de Flavio Josefo por los enemigos una traición imperdonable por parte de éste.
En el año siguiente a su liberación y adopción por la familia Flavia, es decir en el terrible año 70 d. C., Flavio Josefo se une a las tropas de Tito, comandante militar romano en Judea.
Ahí es testigo de primera mano tanto de la destrucción de Jerusalén como del Segundo Templo por parte de los soldados romanos que le prenden fuego.
Su condición de judío romanizado, culto, hijo de sacerdotes y diplomático hacen que tenga un papel importante como mediador ente ambas partes contendientes.
Un año más tarde abandona Judea para instalarse en Roma, en una propiedad del propio emperador Vespasiano, que además le concede la tan codiciada ciudadanía romana.
Comienza aquí a poner por escrito su testimonio como testigo de lo vivido en Judea a las órdenes del ejército romano.
De Flavio Josefo se ha dicho que murió entre los años 100-101 d.C., es decir siendo ya emperador de Roma el hispánico Trajano.
Se considera a Flavio Josefo como la mejor fuente no cristiana sobre Jesús y el cristianismo, así como muy importante por su cercanía cronológica a Jesús.
En sus escritos podemos encontrar menciones a sectas judías de la época como eran los fariseos, saduceos, esenios, o grupos nacionalistas como los macabeos.
También aparecen en sus obras personajes neotestamentarios como Jesús, Juan el Bautista, o el procurador Poncio Pilato.
Se ha dicho también que sus escritos han sido de enorme importancia a la hora de dar con la tumba del rey Herodes.

Jesús en los escritos de Flavio Josefo
Flavio Josefo escribió cuatro obras en griego:
- La guerra de los judíos
- Antigüedades judías
- Contra Apión
- La vida de Flavio Josefo (Autobiografía).
Dado que era odiado por los judíos por ser considerado un traidor, sus obras no se tradujeron al hebreo.

Nosotros nos vamos a centrar aquí únicamente en aquella obra donde se menciona a Jesús: Antigüedades judías.

Antigüedades judías
Esta es su segunda obra, después de escribir la Guerra de los judíos.
Este trabajo consta de 21 libros o volúmenes fue "Antigüedades de los judíos", y que fue redactado siendo emperador de Roma Tito Flavio Domiciano, es decir el hijo pequeño de Vespasiano y por ende hermano menor del Emperador Tito, al cual siguió tras su muerte.
Estamos hablando de que esta obra fue escrita entre los años 93 y 94 d.C.
En esta obra, que se llama Antigüedades judías, pero bien pudo haberse llamado Historia del pueblo judío, tenía un fin bien claro, se trataba de dar a conocer la historia de los judíos y sus escrituras a los gentiles o paganos (es decir, a griegos y romanos, principalmente).
En su libro Flavio Josefo quiere dejar bien claro que no hay pueblo más antiguo en la tierra que el pueblo judío.
Comienza su relato, siguiendo fielmente la tradición narrativa judía, con la Creación y lo termina con la Gran Revuelta Judía del año 66 d.C.
Explica quienes fueron personajes bíblicos tan relevantes como Abraham o Moisés y como estos fueron quienes transmitieron sus saberes a la civilización egipcia, que a su vez, ilustraron a los griegos, paradigma del conocimiento en la Antigüedad.
Pero lo que de verdad hace esta obra de Flavio Josefo tan famosa es la mención que se hace en ella de Jesús de Nazaret, en lo que se ha dado en llamar el Testimonio Flaviano.

Testimonio Flaviano

Primera mención a Jesús
En el libro XVIII de las mencionadas Antigüedades judías, concretamente en los capítulos 63 y 64 aparece la figura de Jesús de la siguiente manera:
«Por este tiempo apareció Jesús, un hombre sabio, si es que es en verdad se le puede llamar hombre, pues fue autor de milagros sorprendentes, un maestro para las personas que reciben la verdad con placer. Le siguieron muchos judíos y gentiles también. Era el Cristo. Cuando algunos de nuestros hombres principales lo acusan a Pilato, éste lo condena a la Cruz.
Sin embargo, aquellos que anteriormente lo habían amado no le abandonaron. Se apareció vivo al tercer día, tal y como habían predicho los santos profetas que también habían predicho tantísimas maravillas de Él. Y hasta el día de hoy, la tribu de los cristianos, que son llamados así por su nombre, no ha desaparecido».
A día de hoy este pequeño Testimonio Flaviano sigue siendo objeto de enorme controversia y algunos estudiosos afirma que ha habido interpolaciones cristianas en un texto original que se limitaba a hablar de Jesús sin calificarle de Mesías, ni de atribuirle milagros o que no mencionaba su resurrección.
Dentro de los estudiosos tenemos posturas que van desde el más puro escepticismo y afirman que todo lo que aparece en los capítulos 63 y 64 del libro XVIII (es decir el propio Testimonio Flaviano al completo) es una interpolación cristiana posterior, hasta posturas que defienden la autenticidad integra del Testimonio, pasando por aquellos que ven un texto original flaviano donde se menciona de manera subjetiva e imparcial a Jesús y donde una mano cristiana habría introducido en siglos posteriores ciertos retoques apologéticos.
Sea como fuere, la verdad es que este Testimonio Flaviano
a) No se puso en duda hasta el siglo XIX
b)  Todos los manuscritos de las Antigüedades Judía que nos han llegado hasta la actualidad contienen el Testimonio Flaviano tal y como lo reproducimos arriba (el texto que presentamos aquí es una traducción del griego y puede estar sujeta a tantas modificaciones como traducciones se hagan del mismo).

Segunda mención a Jesús
Existe una segunda mención a Jesús por parte de este autor judío en el libro XX de la misma obra (Antigüedades Judías), concretamente en los capítulos 200-203.
En el libro XX, escribe también acerca del «hermano del llamado Jesucristo, de nombre Santiago»:
«El joven Anán (también llamado Ananías o Anano) que, como ya hemos comentado, recibió el sumo sacerdocio, era hombre severo y valeroso. Pertenecía a la secta de los saduceos que en comparación con las otras sectas judías son los más intransigentes cuando imparten justicia. Siendo Anán de esta naturaleza y aprovechando de la ocasión que Festo había fallecido y Albino todavía se encontraba de camino, convocó el Sanedrín e hizo llamar a juicio a Jacobo, hermano de Jesús al que llamaban Cristo así como a otros más. Los acusó de infringir la Ley y los condenó a lapidación
Sigue el texto flaviano contándonos cómo los habitantes de Jerusalén escribieron en secreto al rey Agripa (Herodes Agrippa II) y a Albino para informarles de cómo se había comportado Anán autodenominándose Sumo Sacerdote, convocando el Sanedrín (sin tener autoridad para ello) y había condenado a muerte a un reo (sin tener tampoco competencia para ello.
Todo ello causa que el rey Agripa lo destituya del cargo.

Mención a Juan el Bautista
Cabe comentar que en el mismo libro de Antigüedades judías, concretamente en el ya mencionado libro XVIII (capítulo 5) se menciona la muerte de Juan el Bautista por orden de Herodes Antipas:
«Varios judíos creyeron que los ejércitos de Herodes habían sido derrotados a causa de la ira divina, sufriendo así su merecido castigo por haber dado muerte Juan, el llamado Bautista. Herodes lo hizo asesinar, pese a ser un hombre justo que exhortaba a la práctica de la virtud, invitando a vivir rectamente y con temor a Dios, para de esta manera ser dignos del bautismo

2. Tácito


Del historiador, senador, cónsul y gobernador romano Cornelius Tacitus tenemos pocos y no muy claros datos biográficos. Por una parte no sabemos cuál era su praenomen, es decir su primer nombre, y se le han atribuido los de Caius o Publius.

                                   Tácito. Estatua en el Parlamento de Viena

Tampoco sabemos a ciencia cierta ni dónde nació ni dónde ni cuándo nació ni tampoco la fecha y el lugar de fallecimiento. Aunque se dan por buenas las fechas que apuntan que vivió de 55-56 ó 57 d.C. a 118-120 d.C

Tácito escribió varias obras pero las dos más importantes son:
a) Historiae, donde trata los años que van desde el segundo consulado de Galba (69) hasta la muerte del Emperador Domiciano (96).
b) Los Annales, cuyo título verdadero es Ab Excessu divi Augusti Historiarum Libri. En esta obra, escrita hacia los años 115-117 d.C., se nos narra sobre la vida de los cuatro emperadores que sucedieron a César Augusto, es decir Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón). Las únicas partes de esta obra que han conseguido llegar hasta nuestros días son las que tratan de los gobiernos de los tiranos Tiberio y Nerón.

El título de Annales, que, como ya hemos visto no era el original, se le puso posteriormente debido a que la obra está escrita tratando la historia de año en año.
Es en esta obra, concretamente en el libro XV, capítulo 44 se nombra a Cristo y a los cristianos, cuando habla del famoso incendio de Roma del año 64.  Tácito deja constancia de la sospecha que se tenía de que pudiera ser el propio emperador Nerón, quién habría originado el fuego y luego había usado a esta secta judía como chivo expiatorio:
Lo que leemos en este libro es lo siguiente: «para acallar el rumor, Nerón comenzó a atormentar con las más refinadas torturas (quaesitissimis poenis) a aquellos a los que el vulgo denominaba “crestianos” y a los que odiaba por sus actos ignominiosos (quos per flagitia invisos vulgus Chrestianos appellabat). El origen de su nombre proviene de Cristo, el cual siendo Tiberio emperador, fue ejecutado por el procurador Poncio Pilato (auctor nominis eius Christus Tibero imperitante per procuratorem Pontium Pilatum supplicio adfectus erat). Reprimida por el momento, aquella nociva superstición irrumpía de nuevo, no sólo en Judea, origen del mal, sino también en la ciudad de Roma, adonde llegan de todas partes de la tierra y se practican todas las atrocidades y costumbres vergonzosas» (repressaque in praesens exitiablilis superstitio rursum erumpebat, non modo per Iudaeam, originem eius mali, sed per urbem etiam, quo cuncta undique atrocia aut pudenda confluunt celebranturque)»

De este extracto tan corto podemos sacar la siguiente información:
a) Que los cristianos eran originarios de Judea.
b) Que el fundador de este grupo era un tal Chresto.
c) Que Cristo fue ejecutado por el procurador Poncio Pilato, en época del emperador Tiberio.
d) Que ya en tiempos del emperador Nerón (años 54-68 d.C.) había un grupo de cristianos asentados en la capital del Imperio.
e) Que eran odiados por los ciudadanos por sus actos ignominiosos (per flagitia)
f) A los que se les intento inculpar no sólo del incendio del año 64 d.C. sino también de prácticas horrendas.
g) Fueron sometidos a tormentos.
h) Cuando parecía que se había logrado acabar con ellos volvían a irrumpir con fuerza (superstitio rursum erumpebat)

3. Plinio el Joven


Caius Plinius Caecilius Secundus (Como, Italia, 61 d.C. - Bitinia, 112-114 d.C.) también conocido como Plinius Minor o Plinio el Joven para diferenciarlo de su tío Plinio el Viejo.
De la obra de Plinio se destacan sus epístolas o cartas. Dos en concreto se hicieron tremendamente famosas. Estas son:
a)  La carta VI, dirigida a su amigo Cornelio Tácito, donde describe la erupción del Vesubio que tuvo lugar el 24 de agosto de 79 d.C. y que sepultó Pompeya y Herculano, acabando con la vida de su tío Plinio el Viejo.

                                    The Younger Pliny Reproved deThomas Burke (1749–1815)

b) La carta X, dirigida al emperador hispánico Trajano. Se considera que esta misiva fue redactada hacia los años 112-113 d.C. (es decir poco antes de morir) desde Bitinia (región en el norte de la península anatólica), donde se encontraba ejerciendo su cargo de gobernador. En esta epístola le comenta a Trajano el problema que le suponen las denuncias a cristianos en su provincia.
Tenemos varías partes bien diferenciadas en esta décima epístola a Trajano:

Primera parte de la misiva
En la primera parte le pregunta qué hacer con respecto a la perniciosa secta de los cristianos y de qué manera hay que juzgarlos.
De esta primera parte sacamos en claro:
1. Que era costumbre de Plinio consultarle acerca de todo aquello de lo que no está seguro.
2. Que Plinio nunca había tomado parte en los procesos contra los cristianos y es por eso que desconoce:
- Qué se ha de castigar
- En qué grado
- Si hay que castigar también a los niños
- Si hay medidas de gracia para aquellos que se arrepientan
-Si se castiga el simple hecho de considerarse cristiano para aquellos que no tengan delitos
- O si han de castigarse los delitos relacionados con el nombre de Cristo.


Segunda parte de la misiva
En la segunda parte Plinio pasa a enumerarle a Trajano las medidas que aquel ha tomado cada vez que presentaban cristianos para juzgarlos.
De esta segunda parte sacamos en claro:
1. Que el gobernador en persona (o sea Plinio) les preguntaba uno a uno si se consideraban o no cristianos.
2. A aquellos que mantenían que sí lo eran les volvía a preguntar una segunda y hasta una tercera vez, amenazándoles con la tortura en caso de que no quisieran renegar de su fe. A aquellos que de todos modos se negaban a apostatar los mandaba ejecutar.
3. Lo que sí parece que Plinio tenía claro era debía castigar a los que no se retractaban, aunque confesaran sincera y abiertamente la pertenencia a esta secta
4. A aquellos cristianos que tenían la ciudadanía romana ordenó que fueran llevados a Roma.
5. Existía un libro anónimo que era público donde constaban los nombres de todos aquellos supuestos cristianos.
6. Aquellos que negaban que eran cristianos debían demostrar que eran fieles a los dioses romanos adorándolos según unas oraciones que había redactado expresamente Plinio. Este ritual consistía en 
a) reverenciar a los dioses romanos
b)  y adorar con incienso y vino a una imagen del emperador Trajano que con tal fin había ordenado colocar Plinio.
c) Por último debían blasfemar contra Cristo
Aquellos que se prestaban a tal infame auto de fe eran puestos en libertad.
7. Había sin embargo un tercer grupo de sospechosos, que habían sido delatados, y que en un primer momento admitieron ser cristianos para poco después negarlo. Decían que, efectivamente, lo habían sido anteriormente, pero que más tarde habían abandonado la fe.
8. Por si acaso Plinio los somete a todos a su particular auto de fe para asegurarse.
9. De las confesiones de estos creyentes blanditos se desprende en qué consistían las prácticas cristianas de las que ahora se desdecían. Están eran:
a) reunirse un día concreto antes del alba
b) cantar en comunidad alabando a Cristo como si fuera un dios
c) Jurar no robar, ni cometer adulterios, a no mentir ni negarse a devolver sus deudas.
10. Acabados estos ritos se separaban y se reunían de nuevo para tomar el pan.
11. Algunos apóstatas afirmaban haber dejado de hacerlo tras el edicto promulgado por Plinio, que prohibía que las asociaciones.
12.  Tras someter a tortura a dos esclavas para ver qué había de cierto en todo lo confesado por los apóstatas, Plinio tan sólo encuentra en las prácticas de aquella comunidad cristiana de Bitinia una superstición degenerada y exagerada.
13. Plinio le informa al emperador que entre los denunciados se encuentra gente de todas las edades, de todas las condiciones y de ambos sexos.
14. Esta superstición se ha ido extendiendo no sólo por las ciudades, sino también por el campo
15. Plinio cree que puede ponérsele fin.
16. Los templos paganos vuelven a llenarse, se vuelven a celebrar ahí los sacrificios rituales, que desde la llegada del cristianismo se habían visto interrumpidos y se vuelve a vender la carne de los sacrificios, que antes casi nadie quería consumir

Respuesta de Trajano a Plinio
El emperador Trajano le envía una carta a Plinio comentándole los siguientes puntos:
1. Plinio has seguido el protocolo que debía
2. Efectivamente no es posible concretar para todos los casos unas directrices generales.
3. Trajano le indica a Plinio que no debe perseguirlos. Sólo si son  denunciados y hay acusación, hay que proceder a castigarlos, pero aquel que haya rechazado ser cristiano y lo haya demostrado, venerando a los dioses romanos, incluso aquellos que en el pasado pudieran haber sido cristianos, deben obtener el perdón por haberse retractado.
4. Trajano le recomienda a Plinio que no de credibilidad a los libros anónimos con acusaciones, pues sólo sirven de mal ejemplo y pueden dar lugar a falsas acusaciones.

4. Suetonio


De Gaius Suetonius Tranquillus se sabe más bien poco, al parecer, habría nacido en Hipona (la antigua Hippo Regius, en Numidia - actualmente Argelia), hacia el año 70 o 71 d. C., a comienzos del reinado de Vespasiano. Murió con posterioridad al año 126 d. C. y se acepta comúnmente que pudo ser el año 140 d.C.


Suetonio fue un historiador y biógrafo romano que ejerció como tal durante los gobiernos de los emperadores Trajano y Adriano.
Suetonio ha pasado a la historia principalmente por su obra Vidas de los doce césares (De vita Caesarum, también llamada Vitae Caesarum o incluso De vita duodecim Caesarum), donde relata las vidas de los doce primeros emperadores de Roma que van desde Julio César hasta Domiciano.
Escribió numerosas obras más que lamentablemente no han llegado hasta nuestros días.

Mención a Cristo y a los cristianos en su obra
Como ya hemos mencionado más arriba, Suetonio se encarga de relatar, con todo lujo de detalles escabrosos, las vidas de los 12 primeros césares.
Cuando llega al quinto emperador, es decir a Claudio, nos encontramos una brevísima mención a un tal Chrestus.
Así es, en el quinto capítulo de su libro, que lleva por título Vita divi Claudi (Vida del divino Claudio), en el párrafo 25 leemos: «Iudaeos impulsore Chresto assidue tumultuantis Roma expulit»
Expulsó de Roma a los judíos que continuamente causaban tumultos a causa del agitador Chrestus.
Esta cita a los cristianos ha sido vista por muchos como relacionada con lo que se nos narra en el libro de los Hechos de los Apóstoles 18,2: “Y habiendo hallado a un judío llamado Aquilas, natural de Ponto, recién llegado de Italia con Priscila su mujer (porque Claudio había mandado que todos los judíos fueran expulsados de Roma), Pablo acudió a ellos” (Reina Valera 2015)
En cuanto a los cristianos encontramos en el sexto capítulo, aquel dedicado a Nerón y que lleva por título Vita Neronis (vida de Nerón) la siguiente mención en el párrafo 16:
«Afflicti suppliciis Christiani, genus hominum superstitionis novae ac maleficae»
Los cristianos, un tipo de gente de supersticiones nuevas y maliciosas, fueron entregados a las torturas.
Esta breve mención la encontramos en una enumeración que hace Suetonio de diversas medidas que adopta Nerón para mantener el orden público en Roma, como suspender las carreras de cuadrigas amañadas o las peleas de mimos. Es en este listado de desórdenes públicos donde aparecen los cristianos, de nuevo como depravados supersticiosos que eran detenidos para sufrir tormento.

5. Mara bar Serapion


Mara bar Serapion fue un filósofo de la escuela estoica natural de provincia romana de Siria.
No sabemos prácticamente nada de la vida de este autor, ni el lugar y la fecha de nacimiento ni tampoco de defunción.

Mara bar Serapion

Lo único por lo que se conoce a Mara bar Serapion es por una carta que le escribió a su hijo, también llamado Serapion (en su caso el nombre sería Serapion bar Mara)
La misiva fue redactada en arameo, más concrétamente en un dialecto sirio del arameo.
Esta carta ha llegado a nuestros días como una copia del siglo VI o VII d.C. que se conserva en la Biblioteca Británica,
Los estudiosos datan la redacción de esta carta en algún momento entre el año 70 d.C. (pues se menciona en ella la destrucción de Judea y la diáspora judía) y el año 165 d.C. La gran parte de los expertos parecen haberse puesto de acurdo para situar su redacción en torno al año 73 d. C., probablemente un poco más tarde de esta fecha, pero en todo caso durante el siglo I.

Contenido de la carta
En esta misiva podríamos estar ante una muy posible mención, muy cercana cronológicamente a los hechos, a la crucifixión de Jesús.
En esta epístola Mara bar Serapion le comenta a su hijo lo injusto de las condenas a muerte a tres hombres sabios: Sócrates, Pitágoras, y el rey sabio de los judíos.
Mara bar Serapion ve un castigo divino evidente a cada uno de los pueblos responsables de las injustas ejecuciones de los sabios.
Veamos el extracto de la carta donde se menciona a es Rey Judío.
El pasaje es el siguiente:
«¿Qué vamos a decir, cuando los sabios son arrastrados por la fuerza por las manos de los tiranos, y su sabiduría es privada de libertad por la calumnia, y son saqueados debido a su inteligencia superior, sin la oportunidad de defenderse? No deben ser compadecidos del todo. ¿Qué beneficio obtuvieron los atenienses al dar muerte a Sócrates? hambre y epidemias los acosaron por sus crímenes ¿O qué ventaja obtuvo la gente de Samos por la quema de Pitágoras? en un instante todo su país se cubrió de arena ¿O qué beneficio obtuvieron los judíos por el asesinato de su sabio rey? desde ese momento su reino dejó de existir.
Con justicia vengó Dios la muerte de los tres hombres sabios. Porque los atenienses murieron de hambre; y la gente de Samos fue tragada por el mar sin remedio; y los judíos, llevado su país a la desolación y siendo expulsados ​​de su reino, se dispersaron por todas las naciones. No, Sócrates no murió del todo, pues sigue vivo gracias a las enseñanzas de Platón; ni tampoco Pitágoras murió, pues continúa viviendo gracias a la estatua de Hera; ni tampoco el Rey Sabio murió verdaderamente, pues se mantuvo vivo en las nuevas leyes que promulgó.»

Para entender el contenido de la carta debemos acercarnos al contexto en el que fue escrita.
Al parecer los romanos habían asolado la ciudad de Mara en una guerra, y habían tomado varios prisioneros entre los que se encontraba el propio Mara bar Serapion.
Desde la ergástula romana donde se encuentra recluído Mara bar Serapion decide escribirle una misiva para infundirle animos a su hijo que se encuentra fuera.
La carta es una sucesión de preguntas retóricas en la que Mara bar Serapion se pregunta y nos pregunta también a los lectores cuáles han sido finalmente los beneficios que han sacado los ejecutores de los tres sabios antes mencionados. La respuesta que nos da él es un rosario de calamidades para todos y cada uno de los pueblos que participaron en las injustas muertes de los tres sabios.
La conclusión que saca de todo esto Mara bar Serapion es que Dios castiga a aquellos que tan cruelmente acaban con la vida de los sabios.
Y como Dios castiga a aquellos que oprimen a los sabios de igual manera concluye en su misiva (esta parte no la hemos incluido en pasaje que hemos puesto) aventurando discretamente que los romanos también sufrirán alguna pena por haber atacado a sus vecinos y destruido su ciudad.
El consejo que le da a su hijo para confortarle es que no se aleje nunca de la sabiduría.

6. Luciano de Samosata

Lucianus Samosatensis, fue un escritor sirio satirista en lengua griega, considerado uno de los primeros humoristas.
Nació en la ciudad siria de Samosata en el año 115 d.C. y murió entre los años 181 d.C a 200 d.C).
De la vida de Luciano sabemos muy poco, pero curiosamente nos ha llegado conservada casi toda su obra en prosa, unas 82 obras: el llamado Corpus Lucianeum.
A Luciano se le ha considerado a lo largo de la Historia uno de los más grandes genios de la sátira en la literatura universal.
Friedrich Engels lo llegó a llamar el Voltaire de la Antigüedad.

                                     Retrato ficticio de Luciano de Samosata

La figura de los cristianos en la obra de Luciano
En una de su obritas, una sátira llamada “La muerte de Peregrino”, Luciano se burla de la ingenuidad e ignorancia de los cristianos que siguen a un líder que no deja de ser un embaucador.
El protagonista de su sátira es Peregrino, un filósofo cínico que más tarde se convierte al cristianismo y para después volver a ser pagano.
La figura de los cristianos aparece en los párrafos 11, 12,13 y 16 de esta obra. Veamos qué es lo que escribe Luciano:
11 «Fue entonces, precisamente, cuando conoció la admirable doctrina de los cristianos, en ocasión de tratarse, en Palestina, con sus sacerdotes, y escribas. Y ¿qué os creéis? En poco tiempo les descubrió que todos ellos eran unos niños inocentes, y que él, sólo él, era el profeta, el sumo sacerdote, el jefe de sinagoga, todo en suma. Algunos libros sagrados él los anotaba y explicaba; otros los redactó él mismo. En una palabra, que lo tenían por un ser divino, se servían de él como legislador y le dirigían cartas como a su jefe. Todavía siguen adorando a aquel gran hombre que fue crucificado en Palestina por haber introducido entre los hombres esta nueva religión».

12: «Prendido por esta razón, Proteo fue a dar con sus huesos en la cárcel, cosa que le granjeó mayor aureola aún para las otras etapas de su vida y con vistas a la fama de milagrero que tanto anhelaba. Pues bien; tan pronto como estuvo preso, los cristianos, considerándolo una desgracia, movieron cielo y tierra por conseguir su libertad. Al fin, como esto era imposible, se procuró al menos proporcionarle cuidados y no precisamente al buen tuntún, sino con todo el interés del mundo. Y ya desde el alba podía verse a las puertas de la cárcel una verdadera multitud de ancianos, viudas y huérfanos e incluso los jerarcas de su secta dormían con él en la prisión, previo soborno de los guardianes. Luego eran introducidos toda clase de manjares, se pronunciaban discursos sagrados y el excelente Peregrino —pues todavía llevaba este nombre— era calificado por ellos de nuevo Sócrates».

13: «Es más: incluso desde ciertas ciudades de Asia llegaron enviados de las comunidades cristianas para socorrer, defender y consolar a nuestro hombre. Porque es increíble la rapidez que muestran tan pronto se divulga un hecho de este tipo. Y es que —para decirlo con pocas palabras—, no tiene bienes propios. Y ya tienes que va a parar a los bolsillos de Peregrino —procedente de manos de esas gentes— una gran suma de dinero en razón de su condena; con ello le ayudaron, y no poco, monetariamente. Y es que los infelices creen a pie juntillas que serán inmortales y que vivirán eternamente, por lo que desprecian la muerte e incluso muchos de ellos se entregan gozosos a ella. Además su fundador les convenció de que todos eran hermanos. Y así, desde el primer momento en que incurren en este delito reniegan de los dioses griegos y adoran en cambio a aquel filósofo crucificado y viven según sus preceptos. Por eso desprecian los bienes, que consideran de la comunidad, si bien han aceptado estos principios sin una completa certidumbre, pues si se les presenta un mago cualquiera, un hechicero, un hombre que sepa aprovecharse de las circunstancias, se enriquece en poco tiempo, dejando burlados a esos hombres tan sencillos»

16: «Salió, pues, por segunda vez de su ciudad natal, dispuesto a recorrer mundo, con los cristianos como único sostén, gracias a cuya protección lo pasaba a lo grande. Y así vivió durante un tiempo. Más tarde, empero, y por haber cometido alguna falta contra ellos —se le vio, según creo, tomar alimentos prohibidos— hallóse desamparado, falto de su protección y entonces pensó que no tenía más remedio que retractarse y reclamar los bienes a su ciudad; y, efectivamente, presentó un memorándum y exigió la entrega de los bienes por orden del emperador. Mas la ciudad envió a su vez también una embajada y aquél nada consiguió al fin, sino que se declaró que se atuviera a su primera decisión, ya que nadie le había obligado a ello»

Traducción de José Alsina Clota, catedrático de filología griega en la Universidad de Barcelona, en Luciano, Obras II, Alma Mater, Barcelona 1966, páginas 130 a 135.

Que se desprende de la lectura de “La muerte de Peregrino”
Leyendo esta pequeña obrita podemos observar cómo era vista la primitiva comunidad cristiana así como su doctrina a ojos de un pagano del siglo II.
Podemos ver que, si bien Luciano no entiende bien el contenido del Evangelio y tampoco parece tener mucho interés en esta comunidad ha destacado en su obrita una serie de aspectos característicos de los primeros cristianos que parecen haberle llamado la atención, estos serían:
1. Jesús fue un palestino líder de una comunidad que lo adoraba.
2. Jesús introdujo unas nuevas enseñanzas.
3. Fue crucificado por defender dichas enseñanzas.
4. Entre algunas de estas enseñanzas estaban:
a) la hermandad entre todos los creyentes, que se consideraban hermanos.
b) la necesidad de convertirse
c) la obligatoriedad de rechazar a otras deidades y no ofrecerles nunca culto.
d) Los seguidores de Jesús debían vivir según las enseñanzas de su maestro.
e) Se consideraban inmortales
f) No temían a la muerte
g) Renunciaban a todos bienes mundanos que cedían a la comunidad de fe.

7. Jesús en el Talmud

El Talmud es una colección de escritos rabínicos, que data de los siglos III a VI d.C. y que recoge discusiones rabínicas sobre leyes judías, costumbres, leyendas, etc.  Vendría a ser, resumiendo, un gigantesco código civil y religioso a la vez.


El hecho de encontrarnos la figura de Jesús el Nazareno en este tipo de fuentes rabínicas es especialmente interesante, pues los rabinos fueron los responsables de que Jesús acabara condenado a muerte y ejecutado por los romanos, que eran los únicos que podían aplicar la pena de muerte en aquella época.
Jesús era para los rabinos, escribas y maestros de la Ley un hereje, un blasfemo y por lo tanto un enemigo espiritual.
Es por ello que no causará sorpresa encontrarnos en dichos escritos una imagen muy negativa de Jesús.
Otro punto interesante sobre la mención que hace el Talmud de Jesús es que confirman aquello que ya sabíamos por los Evangelios.

Que dice el Talmud de Jesús
A continuación me limito a enumerar las menciones que hace el Talmud de Jesús de Nazaret según aparecen recogidas en César Vidal, Nuevos enigmas históricos al descubierto. Editorial Planeta, Barcelona 2003. Páginas 30-33:
- Jesús realizó milagros, aunque los autores del Talmud los atribuyen a la hechicería. El hecho de achacar a Jesús el uso de la magia implica no sólo acusarle de que era un estafador, sino también de cometer un pecado gravísimo, pues la práctica de la hechicería implica idolatría, el peor de los pecados para un judío. Sin embargo el Talmud no está negando que Jesús cometiera prodigios, al contrario, lo admite. (Sanh 107, Sota 47b, J. Hag II,2)
- Sedujo al pueblo israelita que en parte le siguió (Sanh 43a)
- Las propias autoridades judías ejecutaron a Jesús de Nazaret colgándolo en vísperas de Pascua. (Sanh.43ª)
- Jesús se autoproclamó Dios.
- Jesús anunció que volvería una segunda vez (Yalkut Shimeoni 725)
- Se echó a perder (Talmud de Babilonia, Berajot 17b)