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miércoles, 6 de noviembre de 2019

¿Quiénes eran los fariseos?

1. Introducción
Los fariseos
¿Qué es un fariseo?

2. Significado de la denominación fariseo

3. Creencias y valores de los fariseos
Aspecto social
Doctrina
Interpretación de las Escrituras

4. Fuentes de información

5. Los fariseos en la historia del pueblo judío 
      El Templo Salomónico
      El Segundo Templo
      Los seléucidas
      La Revuelta de los Macabeos
      La dinastía asmonea
      Conflicto de intereses con los fariseos
      Guerras civiles y conflicto con los fariseos
      Fin de la dinastía asmonea
      Llega Herodes
      Después de la muerte de Herodes    
      Las escuelas de Hilel el Anciano y Shammai   
      Las guerras entre romanos y judíos 
      Los fariseos y el judaísmo rabínico

6. Jesús y los fariseos

7. Bibliografía

1. Introducción
Cuando nos acercamos al Nuevo Testamento nos encontramos continuamente con menciones a grupos religiosos judíos como los fariseos, los saduceos o los doctores de la ley. En otras ocasiones son grupúsculos políticos los que aparecen en las páginas de los Evangelios, y así tenemos también zelotas y sicarios.

El lector no especializado no sabe muy bien diferenciar los unos de los otros; a veces no sabemos qué importancia tenían realmente en la sociedad de su época, o no sabemos qué fines los movían o cuáles eran las relaciones entre unos y otros, o también, entre los diferentes grupos y los ocupantes romanos.

Pues bien para arrojar un poco de luz sobre esta aparente maraña de sectas y acercar al lector del siglo XXI a la cosmovisión de los judíos que convivieron hace 2000 años con Jesús hemos pensado en redactar este artículo divulgativo.

Los fariseos
De todos los grupos judíos que existían en el siglo I d.C. este es sin duda el que peor fama ha tenido a lo largo de los siglos.

Hoy en día la palabra fariseo es en muchas lenguas europeas sinónimo de hipócrita. Cuando oímos esta palabra nos vienen a la mente a todos las preguntas capciosas que algunos fariseos le tendían a Jesús para ver si lo podían luego inculpar, también su avaricia, su autocomplacencia, su hipocresía, su fanatismo, etc.

Ahora bien, cabe preguntarse, ¿quiénes eran estos piadosos judíos, cómo surgieron y qué les diferenciaba de los demás?

¿Qué es un fariseo?
Los fariseos eran una de las dos principales sectas judías que estaban al cuidado del templo, ocupaban asientos en el Sanedrín y se encargaban de interpretar las leyes.

El otro gran grupo, y a su vez rivales de los fariseos eran los saduceos.
En el Nuevo Testamento nos los encontramos mencionados un total de 96 veces, distribuidos de la siguiente manera:
- 32 veces en Mateo.
- 11 veces en Marcos
- 26 veces en Lucas
- 19 veces en Juan
- 7 veces en Hechos de los Apóstoles
- 1 vez en la carta a los Filipenses

2. Significado de la denominación fariseo
El nombre de fariseo (griego Φαρισαος) se deriva del verbo hebreo פרשׂ (prsh) que significa separar, apartar.
Otras etimologías hacen derivar esta palabra del arameo, y concretamente, del participio pasivo (perisayya) del verbo peris, que significa separar. Sea su origen hebreo o arameo, lo que está claro es que la palabra fariseos vendría a significar algo así como los separados, los apartados, o si se quiere también, los especiales.

Todo parece indicar que el nombre de fariseos no era un nombre que ellos utilizaran para referirse a sí mismos. Más bien parece ser que esta denominación se la pusieron otros judíos, no sabemos si de manera peyorativa, neutra o elogiosa.

La única ocasión que conocemos donde alguien se autodenomina fariseo la tenemos en el Apóstol Pablo cuando en la Epístola a los Filipenses escribe sobre su propia persona “circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo” (Epístola a los Filipenses, capítulo 3, versículo 5. Reina Valera 1960).

Otro aspecto que tampoco está muy claro es de quién se “separaban” los fariseos. Podían ser aquellos que se apartaban de
a) los gobernantes asmoneos
b) los paganos
c) del pueblo común judío
d) del resto del mundo que no perteneciera a la comunidad farisea.[1]

3. Creencias y valores de los fariseos

Doctrina
1. El principal interés que tenían los fariseos era la observación de la Ley y su estricta aplicación a la vida diaria.

2. Creían en la existencia de espíritus y ángeles, así como en la resurrección y en la venida del Mesías.

3. Defendían que la voluntad humana disfrutaba de una libertad limitada dentro del plan soberano de Dios.

4. Creían en la Divina Providencia.

5. El Templo de Jerusalén era naturalmente importante para los fariseos, pero la exteriorización del culto religioso se veía de forma crítica.

6. Los fariseos estaban convencidos de que el Mesías vendría aquel día en que el pueblo judío cumpliera con todos los preceptos de la Torá.

7. Para los fariseos el estudio de la Torá y los libros proféticos tenía más importancia que el culto religioso en el templo de Jerusalén.
El Templo sería una institución secundaria para ellos, lo que tuvo como consecuencia que, tras su destrucción a manos romanas en el año 70 d.C., los fariseos, a diferencia de sus rivales saduceos, no tuvieron problema alguno para seguir llevando su vida religiosa.

De hecho son los fariseos los que mantienen las creencias judías vivas a partir de esta fatídica fecha.

8. La filosofía de los fariseos se podría condensar en el principio que encontramos en Éxodo, capítulo 19, versículo 6: “Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel." Reina Valera 1960.

Para los fariseos se trata de santificar el día a día a través de la Torá.

9. Lo que los fariseos llevaron a cabo fue la aplicación a rajatabla para la vida diaria de todos los judíos de aquellos preceptos sobre la pureza y los alimentos que, en un principio debían cumplir tan sólo los sacerdotes que servían en el templo.[2]

10. Los fariseos se oponían a todo tipo de influencia extranjera en las costumbres judías. En los siglos IV-II a.C. fueron furibundos enemigos de las tendencias helenizantes en el pueblo judío y más tarde, con la llegada del poder romano con Pompeyo, fueron antirromanos recalcitrantes.

Siempre rechazaron a ultranza todo aquello que no fuera judío y estuviera en consonancia con la Torá. Esta fue, a menudo, una fuente de conflictos entre fariseos y saduceos. Los primeros rechazaban, los segundos aceptaban la influencia griega en la sociedad judía, pues siempre eran colaboracionistas con la fuerza de ocupación que fuera, con tal de mantener sus privilegios.

Los fariseos rechazaban firmemente la ocupación romana pero sin llegarla a combatirla con el uso de la violencia, como sí hacía el grupo de ultranacionalistas zelotes.

11. Muchos fariseos se retiraban a vivir a una especie de comunas (הבורות/habûrôt) donde pasaban un tiempo de prueba y tenían sus propias reglas.
En estas comunas tenían por finalidad ceñirse estrictamente al cumplimiento de los preceptos levíticos sobre los diezmos y la pureza, de esta manera, pensaban, se santificaba la vida cotidiana.
Con estas comunas lo que buscaban era apartarse de toda impureza religiosa. Todos aquellos judíos que no se sumaban a este proyecto de aplicación de la Torá en la vida diaria eran despreciados como populacho (עם הארץ/ `am harƏs), como se ve claramente en los versículos 47-49 del capítulo 7 del Evangelio de Juan: “Entonces los fariseos les respondieron: ¿También vosotros habéis sido engañados? ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes, o de los fariseos? Mas esta gente que no sabe la ley, maldita es.” RV 1960.
A su vez los fariseos de estas comunas religiosas eran admirados y respetados por el resto de los judíos por modélico cumplimiento con la Ley, lo cual contribuía enormemente a convertirse en un grupo muy popular entre los hebreos.

12. Una peculiaridad propia de los fariseos eran las abluciones rituales que llevaban a cabo antes de cada comida. Esto lo tomaron de las normas que tenían los sacerdotes de lavarse antes de los servicios en el Templo y lo aplicaron a la vida cotidiana de todos los judíos. 

13. Esta idea central del fariseísmo de dedicarse al estudio de la Torá así como al cumplimiento estricto de sus mandamientos para santificar la vida, en lugar de centrarse, como hicieron sus rivales los saduceos, en el Templo de Jerusalén y en los cultos y sacrificios que ahí se desarrollaban, contribuyó a que la religión judía pudiera continuar viva tras la destrucción del Templo por los romanos en el año 70 d.C.

Aspecto social
1. Los saduceos venían sobre todo de las clases altas, cuando no directamente de la aristocracia sacerdotal y eran tremendamente conservadores.

Los fariseos, por el contrario representaban a la clase media.

2. Solían ser artesanos, comerciantes y campesinos y vivían rigurosamente según la Torá.

Solían estar más en contacto con el pueblo llano y gozaban de más popularidad entre sus vecinos y conciudadanos que los aristocráticos saduceos.

3. Numerosos conflictos que surgían entre fariseos y saduceos se debían al concepto que ambas sectas tenían de la relación que debía haber entre ricos y pobres. Este concepto de justicia social tenía un peso enorme entre los fariseos mientras que para los saduceos no tenía ninguna importancia y simplemente se ignoraba.

4. Aunque los fariseos eran minoría en el Sanedrín parece ser que eran los que, finalmente, determinaban las decisiones ya que contaban con el apoyo del pueblo.

Interpretación de las Escrituras
A la hora de interpretar las Escrituras había una gran diferencia entre ambas sectas.[3]

1. Los fariseos se apoyaban no sólo en la Torá, sino que echaban mano también de la tradición oral para “complementar” las Escrituras.
Hay que decir aquí que, una vez ponían por escrito sus interpretaciones de la Torá, éstas eran ya dogmas, y por tanto tomadas ya al pie de la letra.

2. Es decir que para los fariseos existe por un lado la Torá escrita, pero por otro lado también la oral, o sea, la forma escrita de la tradición oral, conocida como la Mishná.

3. Según los fariseos, esta "Torá oral" venía siendo transmitida de generación en generación por tradición oral desde las mismas revelaciones divinas a Moisés en el monte Sinaí. De esta manera creían que tenían la misma autoridad que la Torá escrita.[4]

Esta es quizá la principal diferencia entre las dos sectas religiosas judías, saduceos y fariseos, ya que los primeros sólo admitían la Torá (es decir, nuestro Pentateuco) como libro sagrado.

Para justificar la necesidad de dicha Torá oral, que sus rivales los saduceos ponían en tela de juicio, los fariseos aducían que las leyes y normas que aparecían en la Tará resultaban poco claras sin una buena interpretación. De esta manera se hacía completamente imprescindible disponer de un conjunto de comentarios para poder comprender todas las escrituras y que no quedara ninguna parte ambigua.

De esta manera, alrededor del siglo II a.C., los escribas fueron recogiendo por escrito todos los comentarios orales sobre la Torá que andaban en circulación y dieron de esta manera forma a la Mishná.

4. Fuentes de información
Prácticamente todos los datos que se tienen actualmente provienen de tres fuentes principales:

1. Las obras del historiador judío Flavio ​​Josefo:
a) La Guerra de los Judíos (78 d.C.)
b) Antigüedades Judías (93-94 d.C.), así como
c) Autobiografía (entre el 96 y el 101 d.C.)

2. Diversos escritos rabínicos (hacia el año 200 d. C.)

3. El Nuevo Testamento, donde aparecen mencionados nada menos que 96 veces.

4. Otras obras donde también se mencionan los fariseos son:
a) Partes de los Apócrifos.
b) Los Pseudepigrapha  
c) Los manuscritos del Mar Muerto.[5]

5. Los fariseos en la historia del pueblo judío 

5.1. El Templo Salomónico
Desde su construcción en tiempos del rey Salomón, es decir, hacia el año 960 a. C., en la explanada del monte Moriá de la ciudad de Jerusalén, el primer templo judío sustituyó el Tabernáculo.

Este primer templo, llamado Templo Salomónico, pasó a convertirse en el santuario y lugar de reunión principal de los israelitas.

En él se albergaba el Arca de la Alianza con las tablas de los Diez Mandamientos y se adoraba a Dios, ofreciéndole sacrificios.

Es así como los judíos pasaron a tener su centro religioso en Jerusalén.
Los sacerdotes tenían un papel importantísimo en el pueblo judío, ya que eran los únicos encargados de realizar los sacrificios, que eran la parte central del culto religioso, y además ungían al rey para que pudiera ejercer de monarca, el cual acaudillaba a los judíos en nombre de Dios.

Con la invasión de Jerusalén por parte de las tropas del rey Nabucodonosor II de Babilonia, en su tercer y definitivo asedio a la ciudad, se destruye el Templo.

Babilonia con sus murallas y zigurats


Era el año 586 a. C. Nabucodonosor se lleva además prisionera a Babilonia a una gran parte de los israelitas que habitaban el Reino de Judá. Esto es lo que se conoce como el cautiverio de Babilonia.


5.2. El Segundo Templo

Escasamente medio siglo más tarde otro monarca oriental, en este caso el Gran Ciro de Persia, conquista Babilonia y libera a los judíos de su cautiverio. Los israelitas vuelven a su Tierra Prometida y comienzan a reconstruir su templo.  


Dado que con el cautiverio de Babilonia había desaparecido el concepto de monarquía, nos encontramos ahora que son los sacerdotes los únicos que tienen el mando, tanto religioso como político, en sus manos. Es precisamente de esta casta religiosa y política de donde saldrán más adelante los saduceos. Y es también en esta época cuando surgen los llamados judíos piadosos (jasidim), que eran sabios y escribas, considerados los precursores de los fariseos, que se dedican al estudio y la interpretación de la Escrituras. Estos sabios, estudiosos de las escrituras, venían ya desarrollando una tradición oral larguísima que fue recogida de forma escrita a partir del siglo 3 a.C. en el Talmud.


El Talmud no contiene leyes bíblicas en sí, sino que más bien muestra y orienta como deben aplicarse esas leyes en la vida cotidiana. El Talmud vendría a ser un compendio de interpretaciones rabínicas sobre leyes y costumbres judías, una especie de código civil y derecho canónico.


5.3. Los seléucidas
Las campañas militares de Alejandro Magno tuvieron como consecuencia el fin y la conquista del Imperio Aqueménida, es decir el de los persas, en el año 332 a.C.

A la muerte de Alejandro su vastísimo imperio recién conquistado e incipientemente helenizado pasa a las manos del general macedonio Pérdicas en el año 323 a. C.

Dos años más tarde Pérdicas es asesinado por sus propios oficiales que se reparten los territorios conquistados por Alejandro, convirtiéndose en sus gobernadores.

Uno de esos generales fue Seleuco I Nicátor, el cual se hizo con Babilonia y Siria, fundó la dinastía seléucida, el Imperio seléucida y lo expandió. Un siglo y medio más tarde el rey seléucida Antíoco IV Epífanes dirige una campaña contra Jerusalén, la cual conquista y saquea en el año 167 a. C. Este monarca decide comenzar una helenización forzosa de la sociedad y costumbres judías.

Para poder controlar mejor a los levantiscos hebreos ordena construir una polis griega en medio de Jerusalén (es decir dentro de sus muros).

Por si esto fuera poco motivo de escándalo para los judíos, determina suprimir el culto a JHWH, manda habilitar el Templo de Jerusalén para celebrar sacrificios a Zeus, prohíbe toda clase de manifestación religiosa judía, ordena el consumo de alimentos considerados impuros y establece la adoración a los dioses griegos.  

5.4. La Revuelta de los Macabeos
Como era de esperar estas medidas soliviantan los ánimos de los más patriotas y religiosos, entre los que se destacan los fariseos, no así los saduceos que nunca habían tenido empacho alguno en colaborar con los ocupantes extranjeros.

Se produce así la sublevación de los judíos en el año 166 a. C. bajo el liderazgo del sacerdote Matatías ben Yohanan, que fue el desencadenante de la revuelta, al matar a un judío y a un funcionario estatal que pretendían profanar el templo judío de Jerusalén ofreciendo allí sacrificios a los dioses griegos.

Este Matatías ben Yohanan consigue en el año 164 a.C. no sólo liberar Jerusalén sino también conseguir la independencia de las regiones de Judea, Galilea y Samaria, formando un estado judío propio y libre de fuerzas externas paganas.

Tumba de Matatías ben Yohanan

Inmediatamente se restaura el culto a Dios y se purifica el templo de Jerusalén para poder seguir llevando a cabo ahí su adoración y sacrificios.

5.5. La dinastía asmonea
Con Matatías ben Yohanan se forma también una dinastía: la dinastía asmonea, que durará poco, concretamente desde 134 a. C. hasta 63 a. C., ya que es en ese año 63 a.C., cuando Judea pasa a ser una provincia vasalla de Roma.

Algo más tarde, con la llegada de Herodes el Grande al poder en el año 37 a.C., se acaba definitivamente el poder de los asmoneos.

La famosa sublevación de los judíos bajo el mando de Matatías ben Yohanan contra los seléucidas ha pasado a la historia con el nombre de la Revuelta de los Macabeos. Se narra en los Libros de los Macabeos y se recuerda tanto en la celebración de la Janucá como en la oración de la Amidá.

5.6. Conflicto de intereses con los fariseos

La revuelta macabea triunfó y Jonatan, hijo primogénito de Matatías ben Yohanan, dio el primer paso para que su dinastía, los asmoneos, se convirtieran no sólo en los reyes de Judea sino que pasaran a detentar para siempre el puesto de Sumos Sacerdotes.

Esto se materializó cuando con el reinado de Simón Macabeo, hermano y sucesor de Jonatan, el puesto de Sumo Sacerdote pasó a ser un cargo hereditario.

Los fariseos se escandalizan con esta medida y pasan automáticamente a convertirse en una fracción hostil a los asmoneos, así como en la oposición del otro gran grupo de judíos religiosos, los saduceos.

Es en esta época, hacía en año 145 d.C., cuando el historiador judío-romano Flavio Josefo sitúa la aparición de las tres grandes sectas judías: fariseos, saduceos y esenios. Aunque el término fariseo lo menciona este historiador por primera vez con el siguiente monarca asmoneo: Juan Hircano I.

Este monarca, que era uno de los hijos de Simón Macabeo, llegaría a ser el rey más duradero de toda la dinastía, ya que se mantuvo en el trono de 135-134 a.C. a 105-104 a.C.

Moneda de Juan Hircano I


De nuevo los fariseos se enfrentan a un monarca asmoneo por querer aunar en su persona los cargos de monarca y Sumo Sacerdote del templo. Juan Hircano I incluso va más lejos al acuñar monedas con la inscripción de su título y nombre judío: “El Sumo Sacerdote Juan y la comunidad de los Judíos”.

5.7. Guerras civiles y conflictos con los fariseos
Más tarde aparecen mencionados de nuevo los fariseos en otro episodio relacionado también con la dinastía asmonea. Esta vez el conflicto lo tienen los fariseos con Alejandro Janneo (103 a. C. - 76 a. C.) hijo menor del anterior monarca, Juan Hircano I.

Los fariseos se plantan ante el monarca y le exigen que elija entre su puesto de Sumo Sacerdote o el de monarca, pero que de ninguna manera puede detentar ambos.

Esta exigencia encoleriza al Alejandro Janneo que los va a perseguir y reprimir con saña.

En una ocasión llega a crucificar a 3000 fariseos y, después de obligar a sus familiares -mujeres y niños incluidos- a presenciar la ejecución, ordena la decapitación de éstos, llegando así a matar a 800.

Matanza de fariseos por Alejandro Janneo. Cuadro de Willem Swidde

Al parecer este sanguinario monarca actuó movido por algunos cabecillas de la otra secta judía de la época: los saduceos.

Curiosamente, este monarca Alejandro Janneo, que tanto aborrecía a los fariseos se casó con la esposa de su difunto hermano Aristóbulo I, Salomé Alejandra (76 a. C. - 67 a. C.) Durante su reinado, su hijo Hircano II fue el Sumo Sacerdote.

Si bien el monarca estaba predispuesto contra los fariseos su mujer parecía tener simpatía por esta secta.

Flavio Josefo comenta que cuando Hircano I se hallaba en su lecho de muerte, después de todo un reinado despreciando y maltratando a los fariseos, se dio cuenta de que era necesario hacer las paces con ellos y ganárselos por el bien del país.

Así pues, para mantener la unidad de Judea le ordenó a su mujer, Alejandra Salomé, que cuando ella ascendiera al trono se ocupara de mantener unas buenas relaciones con esta secta.

Efectivamente Alejandra Salomé se esforzó en mejorar enormemente el trato con los fariseos, que volvieron a recuperar el poder y la influencia que habían perdido mientras se encontraba su marido gobernando.

Cuando falleció Salomé, en el año 67 a. C., subió al trono su hijo primogénito Hircano II, que contaba con el apoyo de los fariseos, quienes anteriormente habían respaldado a dicha reina.

Por el contrario, el otro bando judío, los saduceos, que habían contado con el favor del rey Alejandro Janneo fueron despojados de todo poder cuando la sustituyó en el trono su mujer Salomé. Decidieron entonces secundar las pretensiones al trono que tenía el otro hijo de Salomé, Aristóbulo II.

Así pues que tenemos dos hermanos rivales que se disputan el trono y que cuentan, cada uno de ellos, con una secta que les apoya. Hircano II tiene a su lado a los fariseos y Aristóbulo II cuenta con las simpatías de los saduceos.
Se desencadena una feroz guerra civil que, de manera inesperada para ambos contrincantes, acabará con la dinastía asmonea.

En el bando de Hircano II y los fariseos nos encontramos a una figura muy importante, Simeon ben Shetach, hermano de la reina Salomé, dirigente fariseo y enemigo acérrimo de los saduceos, el cual aprovecho el reinado de su hermana para sustituir las doctrinas saduceas y restaurar la autoridad de los fariseos en la interpretación de la Torá.

Como se puede ver, los fariseos tuvieron, durante el gobierno de la reina Salomé, una fase de intensa actividad política. Más adelante, cuando ya gobernaba Herodes el Grande, allá por el año 37 a. C., los fariseos se retiraron de la escena política, dedicándose exclusivamente a la interpretación de las Escrituras.


5.8. Fin de la dinastía asmonea.
Cuando ambos hermanos Hircano y Aristóbulo de la dinastía asmonea se disputaban el trono entre ambos en una violenta riña decidieron poner a Roma como árbitro en su lucha. En el año 63 a.C. aparece Pompeyo en escena. 

Pompeyo decide otorgarle el poder al hermano que parecía más débil, Hircano, y le concede la monarquía. Pero junto con la corona le ofrece también un consejero, que más bien era un vigilante o espía encubierto, cuya tarea era mantener el poder de Roma en la región.

El consejero-espía era Antipater (también llamado Antipatro), un idumeo, es decir miembro de un pueblo que había sido salvajemente sometido al poder de los judíos por los asmoneos y que al que habían obligado a aceptar la religión judía.

El hijo de Antipater, al cual su padre ayudó a alcanzar el trono, no era otro que Herodes (más tarde conocido como Herodes el Grande)
Aquí comienza la época romana en Israel. Pompeyo deroga la monarquía, coloca a Hircano de Sumo Sacerdote y le concede el título de etnarca. No le dura mucho el puesto ya que en el año 57 a. C. pierde todo su poder político que pasa a manos del procónsul romano de Siria.

Éste pone a dos hermanos como administradores militares en la región:
a) Fasael como gobernador de Judea.
b) Herodes como gobernador de Galilea.

- En el año 40 a.C. Antígonos, hijo de Aristóbulo II, consigue arrebatarle el puesto de Sumo Sacerdote a Hircano colocándose él mismo como tal. Por si fuera poco también se declara rey. Herodes huye a Roma donde consigue que se le reconozca a él como rey.

Con el nombramiento de Herodes como monarca en el año 37 a.C. se pone punto y final a la dinastía asmonea.[6]


Llega Herodes
El Senado Romano Herodes nombra a Herodes «rey de los judíos». Una vez investido como rey, vuelve a Judea.

En realidad Herodes es una marioneta del poder romano.
Para demostrar su fidelidad a Roma pero sin exasperar demasiado a sus súbditos Herodes comienza una serie de obras faraónicas para satisfaces a romanos y judíos.

La matanza de los Inocentes de Herodes. Julius Schnorr von Karolsfeld

Una de cal y otra de arena, pensó Herodes, y de esta manera levantó la ciudad costera de Cesarea, que llevaba este nombre para alagar al emperador, al cual le dedicó también un templo en dicha ciudad para que fuera ahí honrado como una deidad.

Para calmar los ánimos de los más religiosos que veían la construcción de templos paganos en su país como una autentica afrenta, Herodes invierte ingentes cantidades de dinero para renovar el Templo de Jerusalén.

Pero, adrede o no, comete una imperdonable falta para los judíos cuando ordena colocar el emblema del poder de Roma, un águila gigantesca, en la entrada al templo. Los judíos no toleran esta profanación de su espacio más sagrado con una imagen pagana y se producen protestas que son ferozmente reprimidas.

Por este tipo de gestos y otras señales que realizó y que fueron interpretadas por los judíos como un desprecio por parte de Herodes hacia sus leyes, se ganó la enemistad de los judíos más nacionalistas y religiosos, como los fariseos.

A este respecto cabe señalar que tanto fariseos como saduceos odiaban a Herodes.

Los fariseos estaban indignados porque el Herodes no había hecho caso de las innumerables peticiones que le habían hecho sobre la reconstrucción que estaba llevando a cabo en el Templo.

Moneda de Herodes con la inscripción: Herodou Basileos (del Rey herodes)

Además también estaban irritados por las modas extranjeras y paganizantes que estaba introduciendo en Jerusalén.

Los saduceos, que se encargaban del culto en el Templo y ocupaban los puestos de mayor responsabilidad en él, vieron con estupor no exento de indignación como Herodes sustituía a los sumos sacerdotes por otros sacerdotes traídos de otras regiones, como Babilonia o Alejandría, por ejemplo, para ganarse el favor de los judíos de la diáspora.

Después de la muerte de Herodes
A la muerte de Herodes el Grande, su reino se divide entre sus tres hijos:
a) Herodes Arquelao se convierte en etnarca de Judea, Samaria e Idumea.
b) Herodes Antipas pasa a ser tetrarca de Galilea y Perea.
c) Herodes Filipo es nombrado tetrarca de Batanea, Gaulanítide, Traconítide y Auranítide.

Herodes Arquelao, etnarca de Judea, ve como en el año 6 d.C. Judea pasa a convertirse en parte de la provincia romana de Siria.

Imagen imaginaria de Herodes Arquelao

El prefecto de Judea, que era un funcionario romano destinado a esa región, estaba subordinado al Procurador de Siria y se encargaba de velar por el orden público y la seguridad de la región.

Para mayor indignación de los judíos este prefecto de Judea era el que tenía que nombrar a los sumos sacerdotes, que pasaban a ser estrechos colaboradores de la administración romana.

También por esa misma época surge una nueva institución judía: el Sanhedrín, cuyos miembros tenían la potestad de impartir justicia, sobre todo en lo concerniente a cuestiones religiosas.

Se da muchas veces por hecho que el Sanhedrín estaba dominado por los saduceos, ya que los fariseos, aunque eran mucho más populares entre el pueblo llano que sus rivales los saduceos, no detentaban ningún tipo de poder.

En esos años tanto Judea como Galilea eran estados semiautónomos sujetos al pago de tributos a Roma.


Las escuelas de Hilel el Anciano y Shammai


Por aquella época también surgen dos maestros de la Ley que crean escuelas y que en su forma de ser no podía ser más diferentes.

En el Talmud aparecen mencionadas estas dos escuelas, fundadas y dirigidas por dos maestros, que aparentemente se contraponían, cuando en realidad se complementaban.

Son las escuelas de Hilel el Anciano y Shammai.

Hilel el Anciano o el Sabio
Hilel el Anciano fue un maestro fariseo, que fundo una escuela a principios del siglo I d.C.

Se le considera el primer estudioso judío que estructuró la interpretación de la Torá escrita.

Hilel enseñando a un discípulo. Detalle de la enorme menorá situada a la entrada del Knesset


Los puntos principales de su enseñanza eran:
- el cumplimiento de las mandamientos
- la piedad
- la humildad
- el cuidado del prójimo.

Una máxima que se le atribuye a este maestro tradicionalmente y que resumiría muy bien su filosofía es „Lo que a ti no te resulta agradable no se lo hagas a tu prójimo. Esto es toda la Torá y todo lo demás son sólo interpretaciones, ve y apréndetelo

Este proverbio de Hilel recuerda muchísimo a aquel que pronunció Jesús cuando dijo: “Así que, todo lo que quieran que hagan los hombres por ustedes, así también hagan por ellos, porque esto es la Ley y los Profetas.” Mateo, capítulo 7, versículo 12.

Tanto se parecen ambas máximas que algún estudioso ha querido ver aquí una prueba de que Jesús pudo ser un discípulo de Hilel.

Otro ejemplo de ello lo tendríamos en Mateo, capítulo 22, capítulos 36-40, cuando se le acercan a Jesús unos fariseos con intención de tenderle una trampa y le preguntan[7]:
Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento de la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el grande y el primer mandamiento. Y el segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas.” Reina Valera 2015.

Hilel también defendía que para salvar la vida de una persona se podía dejar de lado las restricciones dictadas para guardar el Shabbat.
Ponía por encima de todas las leyes y mandamientos el amor al prójimo.

Shammai
En contraste con las amables enseñanzas de Hilel se suele presentar a Shammai como el maestro de gesto adusto y severo que con las cuestiones religiosas y éticas era completamente inflexible y no transigía lo más mínimo.
Se le atribuye un dicho que vendría también a resumir su visión:  “Ponte horarios fijos para el estudio de la Torá; habla poco, haz mucho y recibe a todos con cara amable

Monumento funerario a Shammai


Las guerras entre romanos y judíos
Las relaciones entre judíos sometidos y romanos dominadores habían sido siempre tensas, llegando incluso a vivirse crudos episodios, como cuando a principios de siglo como consecuencia de la orden de censar a todos los judíos para así saber quién tenía que pagar tributo[8], surge el grupo ultranacionalista violento de los zelotas, los cuales acaudillados por Judas el Galileo se rebelan contra Roma y organizan una serie de atentados que llevan a una guerra de guerrillas entre zelotas y Roma.

A lo largo de todo el primer siglo de nuestra era siguen produciéndose escaramuzas entre rebeldes judíos y la autoridad romana.

Sin embargo, en el año 66 d. C. la ola de protestas judía y su consiguiente represión por parte de Roma se les escapa de las manos a unos y a otros y se produce un auténtico y desigual conflicto armado entre ambas partes.
En Jerusalén las legiones romanas asaltan el templo y saquean su tesoro. El pueblo reacciona airado y sitian la torre donde se encontraban acuarteladas las tropas romanas. Roma actúa mandando a Jerusalén más legiones al rescate de sus soldados.

Al mando de los romanos se encuentra el General Vespasiano, al cargo de la defensa de Jerusalén tenemos a cuatro cabecillas zelotas.

Ahora sí tenemos una auténtica guerra entre judíos y romanos, que acaba catastróficamente para los primeros.

Después de un despiadado sitio de seis meses a la ciudad, donde la población muere por miles de sed, hambre y enfermedades, los romanos consiguen abrir una brecha en la muralla y entran a degüello en la ciudad.

Se produce una autentica matanza de combatientes judíos y de civiles. A propósito o por accidente, no está del todo muy claro, aunque parece ser que más bien no fue intencionado, se produce un terrible incendio en el Templo que acaba con él.

Se pierde así y para siempre el centro de culto central para los judíos.
Con este lamentable suceso termina para los judíos el periodo del segundo templo de Jerusalén.

Los fariseos y el judaísmo rabínico
Cuando cae Jerusalén y con ella su templo, como ya predijera Jesús cuatro décadas antes, se produce la desaparición de las cuatro famosas sectas judía que mencionara Flavio Josefo en sus escritos:

-Por un lado tenemos a los zelotes que son exterminados sin contemplaciones en Jerusalén. El puñado escaso de ellos que logra escapar se encierra en la fortaleza herodiana de Masada y ahí resisten a ultranza hasta que en el año 73 d.C., diezmados por la sed y el hambre cometen suicidio masivo para no caer en manos de los romanos.

- Los esenios, que llevaban décadas separados de la sociedad judía en sus propias comunidades y que detestaban la violencia, son también víctimas de la ira romana y sus comunas son asaltadas.

- Los saduceos, que estaban completamente vinculados al templo de Jerusalén y cuyas vidas giraban en torno al cuidado y los rituales ahí realizados, cuando ver arder el Templo pierden absolutamente toda razón de ser. Su función pasa a ser algo completamente innecesario.

- Los únicos que parecen sobrevivir como grupo, si bien con algunos cambios son los fariseos. A partir de la ocupación de Jerusalén se deja de usar el nombre de fariseos y se empieza a usar el de rabinos.

Dado que los fariseos no se habían centrado tanto en los rituales del Templo como en el estudio e interpretación de la Torá, tanto en su versión escrita como en la oral, la desaparición del Templo no supone, como sí lo hizo en caso de los saduceos, la pérdida de su esencia religiosa.

Se convierten, si ellos quererlo, en los únicos transmisores de la doctrina judía, en el mundo pagano que les rodea y que les es completamente hostil.

¿Cómo entender o interpretar la caída de la capital de Judea y la destrucción del Templo?
¿Cómo se va a desarrollar la vida religiosa del pueblo sin tener un centro religioso de referencia?

Judea pasa a ser gobernada por un procurador romano que instala su sede en Cesarea. Jerusalén se convierte en una solar donde acampan las legiones romanas que han tomado la ciudad y que se encargan de controlar la región para evitar un rebrote de la violencia por parte de los judíos.

Se nombra a un patriarca judío que se encargará de las cuestiones religiosas en Judea: el primer patriarca es Yohanan ben Zakai.

Este Yohanan ben Zakai era un fariseo, discípulo del maestro fariseo Hillel el Anciano, del que se sabe que tuvo sus más y sus menos con la secta de los saduceos.

Se puede considerar que Yohanan ben Zakai fue el primer rabino conocido de la historia.
También fue un gran impulsor de reformas que tuvieron como consecuencia el nacimiento del judaísmo rabínico.
Fue el fundador de la escuela talmúdica de Yavne, donde se formaban los futuros rabinos en el estudio de las Escrituras y la tradición oral.

Se cuenta que fue el propio Yohanan ben Zakai el que le pidió personalmente al general Vespasiano, que dirigía la campaña militar que acabó con Jerusalén y su Templo, y que más tarde pasó a ser nombrado emperador de Roma, que le dejará fundar una academia de estudios de la Torá en Yavné y que también le permitiera instalar ahí la sede del Sanhedrín o corte suprema religiosa de los judíos.

Reconstruyó el Sanhedrín, poniéndolo bajo control fariseo y allanó así el camino para una época de dominancia farisea, que ha llegado hasta nuestros días, pues el fariseísmo evolucionó dando lugar al judaísmo rabínico.
La vida religiosa pasó de los sacrificios del Templo al estudio de las Escrituras en la sinagoga.

Las ofrendas al templo se ven sustituidas por limosnas a los más necesitados.
En el año 132 d.C., el emperador Adriano decide reconstruir Jerusalén como una ciudad consagrada a Jupiter. Se vuelven a encender los ánimos de los más patriotas y religiosos y estallan las revueltas, esta vez dirigidas por Simón bar Kojbá, que es considerado por algunos judíos contemporáneos suyos como el mesías. Tres años más tarde la sublevación judía fracasa y los 10 jefes del Sanhedrín son ejecutados.

6. Los fariseos y Jesús
Tradicionalmente se ha venido repitiendo machaconamente que, si bien es cierto que el Nuevo Testamento es una fuente extraordinaria para conocer de primera mano a este grupo religioso judío, por otra parte muestra una imagen quizá distorsionada de los fariseos, debido a la animadversión que los cristianos les profesaban a los fariseos y saduceos, por ser éstos los causantes de la muerte del Mesías.

Una lectura más detallada del Nuevo Testamento nos revela una imagen más compleja de la relación que mantenía Jesús con los fariseos:
a) Ciertos fariseos advierten a Jesús de que hay en marcha una conspiración para acabar con él (Lucas 13, 13)
b) Aun siendo los fariseos plenamente conscientes de que Jesús y sus discípulos no se ceñían a las estrictas normas que regulaban todo lo referido a la alimentación deciden invitarlo a comer con ellos (Lucas 7,36-50 y 14,1).
c) Algunos fariseos creen en Jesús (Juan 3, 1. 7:,45-53 y 9,13-38)
d) Una vez ascendido Jesús a los cielos, los fariseos son decisivos en la supervivencia de los discípulos (Hechos de los Apóstoles 5,34 y 23, 6-9).

Sin embargo también es cierto que en todos los Evangelios aparece la figura del fariseo como gran rival de Jesús.

Cristo en casa del fariseo. Jacopo Tintoretto

Cristo aparece en el Nuevo Testamento como una amenaza para la doctrina farisea, tanto en el ámbito político al autodenominarse Rey de los Judíos, como en el ámbito religioso, al contravenir una y otra vez numerosas normas y rituales fariseos.

Algunos estudiosos indican que, según los Evangelios, las disputas entre Jesús y los fariseos se centraban principalmente en:
a) la validez de y la aplicación de las normas sobre la pureza.
b) el diezmo
c) las leyes referidas al Shabbat.

Al final los fariseos se vieron incapaces de entender a Jesús, sus acciones y sus proclamaciones como Hijo de Dios con su propia forma de entender la piedad y el temor a Dios.[9]

7. Bibliografía
https://www.bibelwissenschaft.de
http://mb-soft.com/believe/tgc/pharisee.htm
https://www.israelogie.de/2015/5628
https://www.gotquestions.org
- Die Juden. Volk, Geschichte, Religion. Leo Trepp. Editorial rororo. Reinbek bei Hamburg, 1999.






[6] Die Juden. Volk, Geschichte, Religion. Leo Trepp. Editorial rororo. Páginas 39 y 40.
[7] Algo similar encontraríamos en Lucas 6,31 “Y como quieren que hagan los hombres con ustedes, así también hagan ustedes con ellos.”
[8] El famoso censo de Publius Sulpicius Quirinius
[9] S. Taylor (Elwell Evangelical Dictionary) en http://mb-soft.com/believe/tgc/pharisee.htm