Caius Plinius Caecilius Secundus (Como, Italia, 61 d.C. -
Bitinia, 112-114 d.C.) también conocido como Plinius Minor o Plinio el Joven para
diferenciarlo de su tío Plinio el Viejo.
De la obra de Plinio se destacan sus epístolas o cartas. Dos
en concreto se hicieron tremendamente famosas. Estas son:
a) La carta VI,
dirigida a su amigo Cornelio Tácito, donde describe la erupción del Vesubio que
tuvo lugar el 24 de agosto de 79 d.C. y que sepultó Pompeya y Herculano,
acabando con la vida de su tío Plinio el Viejo.
The Younger Pliny Reproved deThomas Burke (1749–1815)
b) La carta X, dirigida al emperador hispánico Trajano. Se
considera que esta misiva fue redactada hacia los años 112-113 d.C. (es decir
poco antes de morir) desde Bitinia (región en el norte de la península
anatólica), donde se encontraba ejerciendo su cargo de gobernador. En esta
epístola le comenta a Trajano el problema que le suponen las denuncias a
cristianos en su provincia.
Tenemos varías partes bien diferenciadas en esta décima
epístola a Trajano:
Primera parte de la
misiva
En la primera parte le pregunta qué hacer con respecto a la
perniciosa secta de los cristianos y de qué manera hay que juzgarlos.
De esta primera parte sacamos en claro:
1. Que era costumbre de Plinio consultarle acerca de todo
aquello de lo que no está seguro.
2. Que Plinio nunca había tomado parte en los procesos
contra los cristianos y es por eso que desconoce:
- Qué se ha de castigar
- En qué grado
- Si hay que castigar también a los niños
- Si hay medidas de gracia para aquellos que se arrepientan
-Si se castiga el simple hecho de considerarse cristiano
para aquellos que no tengan delitos
- O si han de castigarse los delitos relacionados con el
nombre de Cristo.
Segunda parte de la
misiva
En la segunda parte Plinio pasa a enumerarle a Trajano las
medidas que aquel ha tomado cada vez que presentaban cristianos para juzgarlos.
De esta segunda parte sacamos en claro:
1. Que el gobernador en persona (o sea Plinio) les
preguntaba uno a uno si se consideraban o no cristianos.
2. A aquellos que mantenían que sí lo eran les volvía a
preguntar una segunda y hasta una tercera vez, amenazándoles con la tortura en
caso de que no quisieran renegar de su fe. A aquellos que de todos modos se
negaban a apostatar los mandaba ejecutar.
3. Lo que sí parece que Plinio tenía claro era debía
castigar a los que no se retractaban, aunque confesaran sincera y abiertamente
la pertenencia a esta secta
4. A aquellos cristianos que tenían la ciudadanía romana
ordenó que fueran llevados a Roma.
5. Existía un libro anónimo que era público donde constaban
los nombres de todos aquellos supuestos cristianos.
6. Aquellos que negaban que eran cristianos debían demostrar
que eran fieles a los dioses romanos adorándolos según unas oraciones que había
redactado expresamente Plinio. Este ritual consistía en
a) reverenciar a los dioses romanos
b) y adorar con
incienso y vino a una imagen del emperador Trajano que con tal fin había
ordenado colocar Plinio.
c) Por último debían blasfemar contra Cristo
Aquellos que se prestaban a tal infame auto de fe eran
puestos en libertad.
7. Había sin embargo un tercer grupo de sospechosos, que
habían sido delatados, y que en un primer momento admitieron ser cristianos
para poco después negarlo. Decían que, efectivamente, lo habían sido
anteriormente, pero que más tarde habían abandonado la fe.
8. Por si acaso Plinio los somete a todos a su particular
auto de fe para asegurarse.
9. De las confesiones de estos creyentes blanditos se
desprende en qué consistían las prácticas cristianas de las que ahora se
desdecían. Están eran:
a) reunirse un día concreto antes del alba
b) cantar en comunidad alabando a Cristo como si fuera un
dios
c) Jurar no robar, ni cometer adulterios, a no mentir ni
negarse a devolver sus deudas.
10. Acabados estos ritos se separaban y se reunían de nuevo
para tomar el pan.
11. Algunos apóstatas afirmaban haber dejado de hacerlo tras
el edicto promulgado por Plinio, que prohibía que las asociaciones.
12. Tras someter a
tortura a dos esclavas para ver qué había de cierto en todo lo confesado por
los apóstatas, Plinio tan sólo encuentra en las prácticas de aquella comunidad
cristiana de Bitinia una superstición degenerada y exagerada.
13. Plinio le informa al emperador que entre los denunciados
se encuentra gente de todas las edades, de todas las condiciones y de ambos
sexos.
14. Esta superstición se ha ido extendiendo no sólo por las
ciudades, sino también por el campo
15. Plinio cree que puede ponérsele fin.
16. Los templos paganos vuelven a llenarse, se vuelven a
celebrar ahí los sacrificios rituales, que desde la llegada del cristianismo se
habían visto interrumpidos y se vuelve a vender la carne de los sacrificios,
que antes casi nadie quería consumir
Respuesta de Trajano
a Plinio
El emperador Trajano le envía una carta a Plinio
comentándole los siguientes puntos:
1. Plinio has seguido el protocolo que debía
2. Efectivamente no es posible concretar para todos los
casos unas directrices generales.
3. Trajano le indica a Plinio que no debe perseguirlos. Sólo
si son denunciados y hay acusación, hay
que proceder a castigarlos, pero aquel que haya rechazado ser cristiano y lo
haya demostrado, venerando a los dioses romanos, incluso aquellos que en el
pasado pudieran haber sido cristianos, deben obtener el perdón por haberse
retractado.
4. Trajano le recomienda a Plinio que no de credibilidad a
los libros anónimos con acusaciones, pues sólo sirven de mal ejemplo y pueden
dar lugar a falsas acusaciones.