1. Sobre la fugacidad de la vida humana
Vanitas vanitatum
Ubi sunt
Memento mori
Tempus fugit
Carpe diem
Tempus edax rerum y Omnia tempus edax
Comamos y bebamos, que mañana moriremos
Otras citas latinas célebres
Humanismo, Renacimiento y Siglo de Oro
español
Siglos XVIII, XIX y XX
Canciones e himnos
2. ¿Qué mueve al ser
humano en esta vida?
A. Dinero
B. Gloria y fama
C. Poder
D. Placer
3. Acumulad tesoros
en el cielo
¿Qué tesoros debemos
acumular?
¿Cómo se consiguen esos tesoros?
¿Cómo valora Dios los
tesoros qué hemos reunido?
4. Conclusión
1. Sobre la fugacidad de la vida humana
El hombre es consciente de la fugacidad de la vida desde
tiempos de Adán y Eva.
Con motivo de la celebración de su 95 cumpleaños, Bill
Graham fue entrevistado por unos periodistas. Uno de ellos le preguntó qué era
lo que más le había llamado la atención tras casi un siglo de andadura por este
mundo. Graham contestó sin pensárselo dos veces: “la rapidez con la que pasa la
vida”.
Graham contaba que hace nada era un muchacho de 8 años que
vivía con sus padres y hermanos en una granja de Carolina del Norte, y sin casi
darse cuenta, era ya un anciano casi centenario.
¿A dónde han ido a parar todos estos años vividos? Nos
preguntamos cuando ya empezamos a peinar canas.
No puede ser que ya me salgan arrugas… ¡Si hasta hace unos
días era joven!
No es de extrañar que innumerables artistas hayan reflejado
en sus obras la fugacidad de las vidas.
Vanitas vanitatum
Quizá la primera manifestación escrita que tenemos sobre el
paso de los años y la brevedad de la vida, son las palabras que aparecen en el
Salmo 90 y que se atribuyen a Moisés, por lo que estaríamos hablando que de los
años 1445–1405 a. C. En este salmo se hace hincapié en que Dios es eterno
mientras que el hombre es perecedero.
Veamos los versículos 3, 5, 6, 9, 10 y 12 del Salmo 90:
“(Señor) Haces que el
hombre vuelva al polvo. Dices: “¡Retornen, oh hijos del hombre!”.
Los arrasas; son como
un sueño: En la mañana son como la hierba que crece; en la mañana brota y
crece, y al atardecer se marchita y se seca.
Pues todos nuestros
días pasan a causa de tu ira; acabamos nuestros años como un suspiro.
Los días de nuestra
vida son setenta años; y en los más robustos, ochenta años. La mayor parte de
ellos es duro trabajo y vanidad;
pronto pasan, y volamos.
Enséñanos a contar
nuestros días de tal manera que traigamos al corazón sabiduría”. (Salmo 90)
RVA 2015
Unos cinco siglos más tarde, el libro del Eclesiastés retoma
este concepto de vanidad y fugacidad de la vida.
En este libro del Eclesiastés, que tradicionalmente se ha atribuido
al rey Salomón, la figura del predicador o Qohélet se lamenta de lo vacía y
corta que es la existencia humana:
“Las palabras del
Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén: «Vanidad de vanidades», dijo el
Predicador, «vanidad de vanidades, todo
es vanidad». «¿Qué provecho tiene el hombre de todo su duro trabajo con que
se afana debajo del sol? Generación va y generación viene; pero la tierra
siempre permanece»”. (Eclesiastés 1, 1-3) RVA 2015.
Otro libro del Antiguo Testamento, que está lleno de
comentarios sobre la brevedad de la vida, es el Libro de Job.
En dicho libro encontramos numerosas referencias a la
fugacidad de la vida y a la presencia de la muerte.
Para no saturar la paciencia del sufrido lector pondremos
aquellos ejemplos más explícitos:
- “Mis días son más
veloces que la lanzadera del tejedor y se acaban sin que haya esperanza.
»Acuérdate, oh Dios, de que mi vida es un soplo; mis ojos no volverán
a ver el bien. El ojo del que me ve no me verá más. Tu ojo se fijará en mí, y
yo ya no estaré. Como la nube se deshace
y se desvanece, así el que desciende al Seol no volverá a subir”. (Job
7, 6-9) RVA 2015
- “Mis días son más veloces que un corredor; huyen sin lograr ver el bien. Pasan como embarcaciones de junco, como un
águila que se lanza sobre su presa”. (Job 9, 25-26)
- “Así el hombre se
gasta como un odre, como un vestido comido por la polilla” (Job 13, 28) RVA
2015
- “El hombre, nacido
de mujer, es corto de días y lleno
de tensiones. Brota como una flor y se marchita; huye como una sombra y no se
detiene”. (Job 14, 1-2) RVA 2015
- “Pero el hombre
muere y desaparece; el hombre expira, ¿y dónde estará?” (Job 14, 10) RVA
2015
- “Sus huesos, aún
llenos de vigor juvenil, yacerán con él en el polvo” (Job 20, 11) RVA 2015
- “Uno muere en pleno
vigor, estando del todo confiado y tranquilo, con sus lomos llenos de gordura y
sus huesos repletos de tuétano. Y otro muere con el alma amargada sin haber
comido jamás con gusto. Pero ambos yacen
en el polvo, y los gusanos los cubren”. (Job 21, 23-26)
Ubi sunt
Otro libro que aparece en la biblia católica como canónico
es el libro del profeta Baruc.
Este profeta Baruc (Baruc ben Neria), vivió a finales del
siglo VI a.C., y fue el autor del Libro de Baruc,
que podemos encontrar en las biblias católicas y ortodoxas, así como en la
Septuaginta, pero no en las evangélicas, pues las diferentes iglesias
protestantes lo consideran apócrifo.
En el tercer capítulo de dicho libro, el profeta se
pregunta:
“¿Dónde están los que
gobiernan las naciones? ¿Dónde los que doman las fieras de la tierra o se
divierten con las aves del cielo? ¿Dónde
están los que amontonan oro y plata, cosas en que confían los hombres, los
que tienen posesiones sin límite? ¿Dónde
están los que trabajan la plata con paciencia, sin que nadie conozca el
secreto de su trabajo? Todos han desaparecido, han muerto, y en lugar de ellos
otros han venido. Gente más joven ha visto la luz del día y vive en el mundo”.
(Baruc 3, 16-20) De la Biblia “Dios Habla Hoy” (DHH).
Tanto en el último pasaje citado, como en el del Eclesiastés
que hemos podido leer más arriba, aparecen dos frases que se han hecho
celebérrimas:
a) En el primero “vanitas
vanitatum, omnia vanitas”.
b) En el segundo:”Ubi
sunt” (qui ante nos in hoc mundo fuere?): ¿Dónde están o qué fue de quiénes
vivieron antes que nosotros?
El término latino vanitas,
que ha pasado a convertirse en nuestro sustantivo vanidad, no tenía
originariamente en latín el significado de vanidad, orgullo, altanería, sino
que significaba sólo vacío, vaciedad, vacuidad.
Vanitas se derivaba de vanus,
de donde viene también nuestra expresión en
vano, es decir para nada, en vacío.
Este concepto de la vanitas dio siglos más tarde origen a una corriente artística que buscaba plasmar en sus obras el carácter efímero de la vida y sus placeres, así como la caducidad de todos los bienes y dones del ser humano.
La expresión ubi sunt?
fue, a vez, germen de un movimiento o estilo literario que se extendió a lo
largo de muchos siglos y que se dedicaba a dejar manifiesto en sus textos la
idea de que la vida es breve, la muerte nos recibe a todos y de nada sirven los
bienes y riquezas terrenales.
Otros dichos latinos que todos conocemos y que abundan en el
concepto de lo perecedero que es todo en este mundo son los siguientes:
Memento mori
Memento mori (recuerda que vas a morir)
Tertuliano
Según recoge el escritor latino Tertuliano (Quintus
Septimius Florens Tertullianus, en español Quinto Septimio Florente Tertuliano)
en su obra Apología contra los gentiles
en defensa de los cristianos (Apologeticus adversos gentes pro christianis),
capítulo XXXIII, cuando un emperador romano desfilaba ante su pueblo para
celebrar alguna victoria, era costumbre que un esclavo se situara detrás del
césar en su carruaje.
El sirviente tenía dos funciones. Por un lado sujetaba la
corona de laurel que adornaba la testa imperial y por otro lado le susurraba al
oído: “Respice post te! Hominem te esse memento!”
(¡Mira detrás de ti. Recuerda que eres hombre!)
El siervo se encargaba de recordar al emperador que no era un
dios, y que como hombre que era, estaba sujeto al destino que aguarda a todos
los mortales: la tierra.
Digamos que el fámulo velaba por mantener a su césar con los
pies en la tierra.
Tempus fugit
Otro aforismo latino famosísimo es tempus fugit (el tiempo huye).
Virgilio
La frase aparece en el poema Geórgicas (Georgicae) del
escritor latino Virgilio (Publio Virgilio Marón).
Este largo poema está recogido en cuatro libros, y es en el
tercer libro, concretamente en los versos 284 y 285, donde nos encontramos esta
celebre cita: “Sed fugit interea, fugit irreparabile tempus, singula dum
capti circumvectamur amore.” (Pero entre tanto, el tiempo huye, se escapa
irremediablemente, mientras nos distraemos cautivos en la afición a los
pormenores)
Traducción de José Ignacio Grasa
Carpe diem
Siguiendo con las citas latinas, no podemos dejarnos la que
quizá sea la más famosa: Carpe diem.
Horacio
Esta cita es parte de un verso recogido en el primer libro
de las Odas (latín Carmina) del poeta latino Horacio (Quinto Horacio Flaco).
Horacio vivió en el siglo I a.C. y escribió sus cuatro
libros de Odas hacia el año 23 a.C.
En el primer libro, encontramos 38 poemas. Y es precisamente
en los dos últimos versos de su poema número XI donde nos encontramos la famosa
cita:
“Dum loquimur, fugerit
invida aetas: carpe diem quam
minimum credula postero” (Mientras estamos hablando, se va escapando el
tiempo celoso. Disfruta el día, y confía lo mínimo posible en el mañana).
Séneca
Otro escritor latino que también instaba a sus lectores a
aprovechar el presente, era el filósofo cordobés Séneca (Lucio Anneo Séneca).
Entre sus obras destacan sus tragedias y sus diálogos.
Estos últimos fueron recopilados más tarde bajo el nombre
Dialogorum Libri XII.
Su décimo libro de diálogos lleva como título “de brevitate
vitae” (Sobre la brevedad de la vida) y se calcula que fue escrito hacia el año
49 a.C.
En dicho libro se hace hincapié en la vida no es breve en
sí, sino que somos nosotros los humanos los que con nuestros vanos quehaceres
logramos que parezca que así lo es.
Es el mal uso que hacemos de la vida lo que da como
resultado que se nos antoje tan corta.
Cuanto más ocupados estamos persiguiendo nuestro placeres
más rápido se nos escapa el presente.
Otro aspecto que nos induce a no vivir correctamente nuestra
vida y a malgastar nuestro tiempo es el hecho de que no somos conscientes de
que cualquier día puede ser el último.
Muchos hombres viven como si fueran inmortales y aplazan sus
proyectos para el futuro, en lugar de vivir el ahora.
De eso se trata realmente, de vivir el día de hoy como si
fuera el último.
El ser humano es incapaz de apreciar la vida que tiene hasta
que la muerte le acecha. Es en ese momento, cuando ya en muy tarde para
aprovecharla, cuando el hombre se da cuenta de su valor.
Desperdiciamos la vida acumulando bienes, saberes inútiles,
cuidando nuestro aspecto o entregándonos a los placeres más mundanos sin
acordarnos del pasado, sin ser conscientes del presente y temiendo el futuro.
Otro concepto que aparece en esta obra es el de que nadie
escapa a la muerte.
Sólo el que se dedica a cultivar la sabiduría vive la vida
correctamente, los que no lo hacen, se hastían de todo, hasta de vivir.
Tempus edax rerum
y Omnia tempus edax
Otras citas latinas muy famosas son:
Tempus edax rerum de Ovidio y Omnia tempus edax de
Séneca.
Ovidio
La primera máxima, tempus edax rerum, la planteaba el gran Ovidio (Publius Ovidius Naso) en su obra la Metamorfosis (Metamorphoseis) unas décadas antes que Séneca.
En su libro XV, versos 234-236 de la Metamorfosis leemos:
“Tempus edax rerum, tuque,
invidiosa vetustas,
omnia destruitis
vitiataque dentibus aevi
paulatim lenta
consumitis omnia morte!”
(Tú, tiempo, devorador de las cosas, y tú, vejez envidiosa,
lo destruís todo; y, con los dientes del paso del tiempo vais consumiendo
lentamente todo aquello que ya está marchito con una muerte lenta) Traducción
de José Ignacio Grasa
Algo parecido a lo que escribiera Ovidio, manifestaba Seneca
con su frase omnia tempus edax, que está sacada del primer epigrama de
Séneca (Epigrammata 1, 1, 7)
“Omnia tempus edax
depascitur, omnia carpit,
Omnia sede movet, nil
sinit esse diu”.
(El tiempo, insaciable, todo lo consume, todo lo alcanza,
Todo lo cambia de lugar, no permite que nada permanezca)
Traducción de José Ignacio Grasa
Comamos y bebamos,
que mañana moriremos
Más o menos por aquellos años en que el filósofo Seneca
escribía su décimo diálogo “de brevitate
vitae”, un judío natural de Tarso escribía la siguiente frase en una carta
dirigida a la comunidad cristiana de la ciudad de Corintio:
“Si como hombre
batallé en Éfeso contra las fieras, ¿de qué me aprovecha? Si los muertos no
resucitan, ¡comamos y bebamos, que mañana moriremos!” (1 Corintios 15, 32)
RVA 2015
Aquí, el Apóstol Pablo, profundo conocedor de las
Escrituras, estaba haciendo referencia a una cita mencionada en el libro de
Isaías.
En un momento determinado, el profeta Isaías le anuncia al
pueblo judío lo que le espera si no accede a alejarse del pecado y a volver su
rostro hacia Dios. Los que le escuchan, lejos de hacerle caso, se lanzan a
disfrutar de la comida y la bebida sin freno:
”No obstante, he aquí
que hay regocijo y alegría. Se matan vacas y se degüellan ovejas; se come carne
y se bebe vino: “¡Comamos y bebamos, que mañana moriremos!” (Isaías 22, 13)
RVA 2015.
Esa es la insensata actitud de todo aquel que no cree en
Dios y lo fía todo a esta vida.
Es una variante de nuestro dicho castizo: “el muerto al hoyo y el vivo al boyo”,
que nos invita a no pensar excesivamente en la muerte y dedicarnos más bien a
disfrutar de los placeres temporales.
Los latinos tenían una sentencia muy similar: “Ede, bibe, lude, post mortem nulla voluptas”,
que podríamos traducir por “Come, bebe y
disfruta, una vez muerto no hay placer”.
Otras citas latinas
célebres
Siguiendo con más citas latinas que hemos podido leer o escuchar y que se refieren a la brevedad de la vida y la inexorabilidad de la muerte son (citas sacadas de Latein-Deutsch: Zitaten-Lexikon. Quellennachweise. Ernst Lautenbach):
“Certe aequa mors est”
(Seneca, Troades 434): Por lo menos la muerte es justa.
“Certius est quam
mors, quam mors incertius nil est”: Cierto es que hay muerte, lo incierto
es cuándo llega esta.
“Contra vim mortis non est medicamen in
hortis, o bien “Contra vim mortis non est flos medicinae in hortis”, o también
“Contra vim mortis non herbula crescit in hortis”. (Del Pseudo-Quintiliano,
Declarationes 268): Contra el poder de la muerta no hay medicina en los
huertos, no crece ninguna planta medicinal en los huertos.
“Mors certa, hora incerta”: La muerte es
cierta, la hora incierta (Inscripción que se puede encontrar en numerosos
relojes antiguos)
“Morti natus es”
(Seneca, De tranquillitate animi I, 14) Has nacido para morir.
“Nascentes morimur
finisque ab origine pendet” (Manilius, Astronomica) Morimos desde que
nacemos y nuestro final cuelga ya desde el principio.
“Omnia mors aequat”:
la muerte todo lo iguala.
“Omnibus moriendum est, divitibus pauperibus, summis
infimis”: Todos han de morir, los ricos como los pobres, los de alta como los
de baja condición.
Catulo
El escritor latino Catulo, que vivió en la primera mitad del
siglo I a.C. le dedica un poema a su amada Lesbia en el que le insta a apurar
la vida antes de que ésta toque a su fin. Es el poema Vivamus Lesbia mea:
“Viuamus, mea Lesbia,
atque amemus,
rumoresque senum
seueriorum
omnes unius aestimemus
assis.
Soles occidere et
redire possunt:
nobis, cum semel
occidit breuis lux,
nox est perpetua una
dormienda”.
(Vivamos, Lesbia mía y amémonos; ignoremos todos los
severos proverbios de los ancianos. Las estrellas pueden desaparecer y volver a
aparecer. Nosotros, sin embargo, tan pronto como se extinga nuestra breve luz,
habremos de dormir una noche perpetua). Traducción de José Ignacio Grasa.
En la Eneida de Virgilio leemos la siguiente sentencia:
“Stat sua cuique dies, breve et inreparabile
tempus
omnibus est vitae; sed famam extendere
factis,
hoc virtutis opus”.
(Para cada uno de
nosotros está fijado un día. Breve e irrecuperable es el tiempo de vida para
todos).
(Eneida, libro X,
versos 467-468, Virgilio)
Horacio (Quinto Horacio Flaco), en el año 15 a.C, escribe en
el último verso de la epístola XVI del primer libro de su obra Epistulae las siguientes palabras: “Mors ultima linea rerum est”: La muerte
es el último límite de las cosas.
Ausonio
Al poeta galo Ausonio, que vivió en el siglo IV, se le
atribuye tradicionalmente la autoría del celebérrimo poema “de rosis nascentibus” que tanta
influencia tuvo en escritores posteriores.
Este poema de cincuenta versos concluye con dos siguientes
líneas:
“Collige, virgo, rosas
dum flos novus et nova pubes,
et memor esto aevum
sic properare tuum”.
(Recoge, jovencita, las rosas mientras la flor es reciente y
la juventud es lozana, y recuerda que a ti también se te acerca la vejez de la
misma forma). Traducción José Ignacio Grasa.
Próspero de Tiro -
Próspero de Aquitania
Un siglo más tarde escribía un paisano de Ausonio, llamado Próspero
de Aquitania o Próspero de Tiro (en latín: Prosper Tiro Aquitanus) lo
siguiente:
“Divitiis flores, et maiorum nobilitate te iactas, et
exsultas de pulchritudine corporis et honoribus qui tibi ab hominibus
deferuntur. Respice te ipsum, quia mortalis es, et quia terra es, et in terram
ibis”.
(Floreces en riquezas y te jactas de la compañía de los
grandes y poderosos; te regocijas en la belleza del cuerpo y los honores que te
rinden los hombres. Mírate a ti mismo, que eres mortal, que eres tierra, y a la
tierra irás). Traducción de José Ignacio Grasa.
Humanismo,
Renacimiento y Siglo de Oro español
Francesco Petrarca
Un milenio más tarde, es decir en el siglo XIV, escribía el
egregio Francesco Petrarca el soneto “los que escucháis en rimas el desvelo”,
en cuyo último verso podemos leer: “cuanto
cautiva al mundo es breve sueño”.
Otro poema de Petrarca donde vemos la rapidez con la que se
nos escapa la vida es “a una joven en un verde laurel”,
donde su autor nos señala en sus versos 11 a 16 lo siguiente:
“Mas porque el tiempo vuela, huyen los
años
y en un punto a la muerte el hombre arriba,
ya oscuros o ya blancos los cabellos,
la sombra ha de seguir de aquel laurel
por el ardiente sol y por la nieve,
hasta el día en que al fin cierre estos ojos”.
Jorge Manrique
Todos conocemos la primera estrofa de las Coplas
a la muerte de su padre de Jorge Manrique, aquella que reza;
“Recuerde el alma
dormida,
avive el seso y
despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la
muerte
tan callando,
cuán presto se va el
placer,
cómo, después de
acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro
parecer,
cualquiera tiempo
pasado
fue mejor”.
(Biblioteca virtual Miguel de Cervantes)
Sigue el canto de Manrique en 40 estrofas en total, donde se
lamenta de la fugacidad de la vida y de la futilidad de las cosas de este
mundo.
La conclusión a la que llega el vate es que la muerte llega
en seguida para despojarnos a todos de toda posesión, igualando al pobre y al
rico. Esta vida es sólo camino a otra mejor para la cual nos debemos preparar.
En la estrofa II podemos leer:
“No se engañe nadie,
no,
pensando que ha de
durar
lo que espera
mas que duró lo que
vio,
pues que todo ha de
pasar
por tal manera”.
Y en la VIII:
“Decidme: La
hermosura,
la gentil frescura y
tez
de la cara,
la color y la
blancura,
cuando viene la vejez,
¿cuál se para?”
François Villon
En esta misma línea nostálgica por la belleza que el tiempo
marchita inexorablemente, tenemos en Francia la Balada de las damas de antaño
(“Ballade des dames du temps jadis”)
es un poema escrito a mediados del siglo XV - es decir un par de décadas antes
que las coplas de Manrique- por François Villon.
En dicha balada, sus cuatro estrofas se cierran con la misma
pregunta retórica que ha dado fama al poema: “Mais où sont les neiges d'antan!” (¡Mas dónde están las nieves de
antaño!)
Comentando la célebre belleza de mujeres legendarias se
pregunta el bardo un y otra vez: “¿Dónde
están las nieves de antaño?”, es decir, ¿Qué ha sido de su hermosura?, ¿A
dónde ha ido a parar tanta belleza?
Garcilaso de la Vega
Casi un siglo más tarde, un admirador de Petrarca escribía
algo similar. Se llamaba Garcilaso de la Vega y nos legó estos maravillosos
versos en su “soneto XXIII”:
“Coged de vuestra alegre
primavera
el dulce fruto, antes
que el tiempo airado
cubra de nieve la
hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el
viento helado,
todo lo mudará la edad
ligera,
por no hacer mudanza
en su costumbre”.
Fray Luis de León
Unas décadas más tarde, Fray Luis de León, en su poema “noche
serena” recitaba:
“El hombre está
entregado
al sueño, de su suerte
no cuidando,
y con paso callado,
el cielo vueltas dando
las horas del vivir le
va hurtando”.
Luis de Góngora
Unos de los grandes poetas del Siglo de Oro español, Luis de
Góngora, nos deja en tres poemas su concepto de la fugacidad de la vida:
En el primer poema que tomamos como ejemplo, “¡Que
se nos va la Pascua, mozas!” de 1582, Góngora anima a unas muchachas a
que disfruten de sus años mozos y a que no se vanaglorien de su juventud, pues
esta pronto se vuelve vejez: (presentamos aquí las dos primeras estrofas
-versos 1 a 22- y la última estrofa - versos - 53 a 62-)
“¡Que se nos va la
Pascua, mozas
que se nos va la
Pascua!
Mozuelas las de mi
barrio,
loquillas y confiadas,
mirad no os engañe el
tiempo,
la edad y la
confianza.
No os dejéis lisonjear
de la juventud lozana,
porque de caducas
flores
teje el tiempo sus
guirnaldas.
¡Que se nos va la
Pascua, mozas,
que se nos va la
Pascua!
Vuelan los ligeros
años
y con presurosas alas
nos roban, como
harpías,
nuestras sabrosas
viandas.
La flor de la
maravilla
esta verdad nos
declara,
porque le hurta la
tarde
lo que le dio la
mañana.
¡Que se nos va la
Pascua, mozas,
que se nos va la
Pascua!”
(Versos 1 a 22)
“Por eso, mozuelas
locas,
antes que la edad
avara
al rubio cabello de
oro
convierta en luciente
plata,
quered cuando sois
queridas,
amad cuando sois
amadas;
mirad, bobas, que
detrás
se pinta la ocasión
calva.
¡Que se nos va la
Pascua, mozas,
que se nos va la
Pascua!”
(Versos 53 a 62)
Otro poema famoso del poeta cordobés es “Mientras
por competir con tu cabello”. De este poema destacamos sus 5 últimos
versos, donde se nos advierte que todo se ha de volver polvo algún día:
“Antes que lo que fue
en tu edad dorada
oro, lilio, clavel,
cristal luciente,
no sólo en plata o
viola troncada
se vuelva, mas tú y
ello juntamente
en tierra, en humo, en
polvo, en sombra, en nada”.
No podíamos cerrar la parte que dedicamos a Góngora sin
mencionar su celebérrimo soneto “De la brevedad engañosa de la vida”.
Aquí destacamos los versos 5 y 6, 12-14 del mismo:
“Que presurosa corre,
que secreta,
A su fin nuestra edad.
A quien lo duda
Mal te perdonarán a ti
las horas,
Las horas que limando
están los días,
Los días que royendo
están los años”.
Francisco de Quevedo
Otro escritor del Siglo de Oro español, archirrival del
anterior, es Francisco de Quevedo.
Quevedo tiene varios poemas en los que lamenta el veloz paso
del tiempo y los estragos que causa en el hombre y lo que le rodea.
Para este artículo hemos escogido los tres más conocidos.
En su popular poema “A la brevedad de la vida” escribe
Quevedo en los cuatro primeros versos:
“¡Cómo de entre mis
manos te resbalas!
¡Oh cómo te deslizas,
vida mía!
¡Qué mudos pasos tras
la muerte fría
con pisar vanidad,
soberbia y galas!”
El último terceto reza:
“Cualquier instante de
esta vida humana
es un nuevo argumento
que me advierte
cuán frágil es, cuán
mísera y cuán vana”.
En el poema “Miré los muros de la patria mía”
destacan la primera y última estrofas del soneto:
“Miré los muros de la
patria mía,
si un tiempo fuertes,
ya desmoronados,
de la carrera de la
edad cansados,
por quien caduca ya su
valentía”.
“Vencida de la edad
sentí mi espada,
y no hallé cosa en que
poner los ojos
que no fuese recuerdo
de la muerte”.
En el famoso “Salmo XIX” de Quevedo, el genial
poeta redunda en los mismos conceptos: (primera y cuarta estrofa del soneto)
“¡Cómo de entre mis
manos te resbalas!
¡Oh, cómo te deslizas,
Edad mía!
¡Qué mudos pasos
traes, oh Muerte fría,
Pues con callado pie
todo lo igualas!”
“Cualquier instante de
la Vida Humana
Es nueva ejecución con
que me advierte
Cuán frágil es, cuán
mísera, cuán vana”.
Rodrigo Caro
Otro poeta que también dedica su talento a cantar el paso
del tiempo es el sevillano Rodrigo Caro, que en 1595 escribe su “Canción
a las ruinas de Itálica”, de
la cual destacamos sus versos 50 y 51:
“Casas, jardines,
césares murieron
y aun las piedras que
dellos se escribieron”.
Andrés Fernández de
Adrada
Unos quince años más tarde, hacia 1610, Andrés Fernández de
Adrada escribe su “Epístola moral a Fabio”,
en cuyos versos 67 a 71 podemos leer:
“¿Qué es nuestra vida
más que un breve día,
do apenas sale el sol,
cuando se pierde
en las tinieblas de la
noche fría?
¿Qué más que el heno,
a la mañana verde,
seco a la tarde? ¡Oh
ciego desvarío!”
Francisco de Rioja
Muy en la línea de los dos anteriores poemas son los
célebres versos del sevillano Francisco de Rioja en su poema “Pura encendida
rosa”, donde el poeta le pregunta a una rosa:
“¿cómo naces tan llena
de alegría
si sabes que la edad
que te da el cielo
es apenas un breve y
veloz vuelo?”
Tan similar es la temática y el estilo de estos tres últimos
poemas que hemos mencionado que, durante muchos años, se creyó falsamente que
el autor de todos había sido Francisco de Rioja, error que subsanó en el siglo
XX el erudito Dámaso Alonso.
Pedro Calderón de la
Barca
En el año 1629, el genial dramaturgo Pedro Calderón de la
Barca, escribió una tragicomedia en verso llamada “El príncipe constante”
En esta obra, uno de los personajes, don Fernando, señalando
unas flores recita un soneto del cual destacamos aquí la primera, tercera y
cuarta estrofas)
“Estas, que fueron
pompa y alegría
despertando al albor
de la mañana,
a la tarde serán
lástima vana,
durmiendo en brazos de
la noche fría.”
“A florecer las rosas
madrugaron,
y para envejecerse
florecieron:
cuna y sepulcro en un
botón hallaron.
Tales los hombres sus
fortunas vieron:
en un día nacieron y
expiraron,
que, pasados los
siglos, horas fueron”
(Primera, tercera y cuarta estrofas del soneto conocido como
“A
las flores”)
Torcuato Tasso
El laureado poeta italiano renacentista Torcuato Tasso
escribió un soneto titulado “Mentre che laureo crin v’ondeggia intorno”,
del que destacamos aquí la última terceta:
“Cogliete, ah stolte,
il fior, ah siate preste,
che fugaci son l’ore,
è’l tempo lieve
e veloce a la fin
corre ogni cosa”.
“¡Coged, tontitas, la flor!; estad siempre prestas,
pues fugaces son las horas y el tiempo breve
y veloces hacia el fin corren todas las cosas”.
Robert Herrick
En el año 1648 escribió el poeta inglés Robert Herrick su celebrado poema “A las vírgenes para que aprovechen el tiempo" (To the
Virgins, to Make Much of Time)
„Gather ye rose-buds while ye may,
Old Time is still a-flying;
And this same flower that smiles today
Tomorrow will be dying”.
(Recoge los capullos de las rosas mientras puedas,
el viejo tiempo sigue volando;
y esa misma flor que hoy sonríe
Mañana estará marchitándose)
Siglos XVIII, XIX y
XX
De los últimos tres siglos vamos a destacar sólo a media
docena de escritores que dedicaron versos al tema del paso del tiempo y la
muerte.
Leandro Fernández de
Moratín
La oda “No pretendas saber (que es imposible)”
de Leandro Fernández de Moratín termina con los siguientes versos:
“Reduce a breve
término tu esperanza.
La edad nuestra
mientras hablamos
envidiosa corre.
¡Ay! goza del
presente, y nunca fíes,
Crédula, del futuro incierto
día”.
Rosalía de Castro
Rosalía de Castro nos deja este poema llamado “Hora
tras hora, día tras día”
“Hora tras hora, día
tras día,
entre el cielo y la
tierra que quedan
eternos vigías,
como torrente que se
despeña
pasa la vida.
Tiempos que fueron,
llantos y risas,
negros tormentos,
dulces mentiras,
¡ay!, ¿en dónde su
rastro dejaron,
en dónde, alma mía?”
(Primera y tercera estrofas del poema “Hora tras hora, día tras día...”)
Detlev von Liliencron
El poeta alemán Detlev von Liliencron escribía en 1883 en su
poema “Una ex hisce morieris”:
„In einer dieser Stunden wirst du
sterben."
steht auf der Sonnenuhr im großen Garten,“
(En una de estas horas morirás, pone en el reloj de sol en el
gran jardín)
Rubén Darío
¿Quién no ha oído alguna vez los versos aquellos de juventud
divino tesoro, te vas para no volver…? Son del poeta modernista nicaragüense
Rubén Darío.
En el año 1905 su publica su libro Cantos de vida y esperanza, donde queda recogido el que sin duda ha
pasado a ser su poema más conocido “Canción de otoño en primavera”.
Aquí destacaremos sólo 5 de sus 41 estrofas:
“¡Si lo terreno acaba,
en suma,
cielo e infierno,
y nuestras vidas son
la espuma
de un mar eterno!”
(estrofa 14)
“El viejo tiempo todo
roe
y va de prisa;
sabed vencerle,
Cintia, Cloe
y Cidalisa.”
(Estrofa 21)
“Gozad de la carne,
ese bien
que hoy nos hechiza
y después se tornará
en
polvo y ceniza”.
(estrofa 30)
“Gozad de la tierra,
que un
bien cierto encierra;
gozad, porque no
estáis aún
bajo la tierra.”
(estrofa 33)
En nosotros la vida
vierte
fuerza y calor.
¡Vamos al reino de la
Muerte
por el camino del
Amor!
(Estrofa 41 y última)
A lo largo de este poema “Canción de otoño en primavera” Rubén Darío repite cinco veces el
estribillo:
“Juventud, divino
tesoro,
¡ya te vas para no
volver!
Cuando quiero llorar,
no lloro...
y a veces lloro sin
querer”.
Es por eso que mucha gente conoce este poema con el nombre “Juventud
divino tesoro”.
Miguel de Unamuno
Miguel de Unamuno escribe en su “Soneto XIV Ruit hora” los
siguientes versos:
“Mira que van los días
volanderos
y con ellos las lunas
y los soles
susurrando cual huecos
caracoles
marinos los susurros
pasajeros
del mar del infinito”.
Luis Cernuda.
Cerramos nuestras citas literarias con el poeta de la
Generación del 27, Luis Cernuda, que en su poema “Los espinos” canta:
“Verdor nuevo los
espinos
Tienen ya por la
colina,
Toda de púrpura y
nieve
En el aire
estremecida.
Cuántos ciclos
florecidos
Les has visto; aunque
a la cita
Ellos serán siempre
fieles,
Tú no lo serás un día.
Antes que la sombra
caiga,
Aprende cómo es la
dicha
Ante los espinos
blancos
Y rojos en flor. Ve.
Mira”.
Canciones e himnos
No sólo en sus obras literarias dejaron reflejadas los
poetas sus reflexiones sobre la brevedad de la vida, también en otras ramas del
arte como en pintura o en música encontramos incontables manifestaciones de
esta idea de la caducidad del ser humano.
En pintura podríamos hablar de la corriente llamada vanitas que se extendió en el Barroco,
es decir a lo largo del siglo XVII, y que llenó los cuadros de esqueletos,
calaveras, para recordarnos que la muerte acecha, pero también de otros objetos
como relojes de arena, flores y bodegones, para hacer patente al espectador el
paso del tiempo y la fugacidad de los bienes.
En música destacaremos algunos himnos y canciones que todos
hemos oído cantar alguna vez.
El himno universitario por excelencia, que se entona desde
hace décadas en las ceremonias y solemnidades de casi todas las universidades
del mundo, es el célebre poema latino anónimo “Gaudeamus igitur”
(Alegrémonos pues).
En este famosísimo himno de siete estrofas, las tres
primeras -es decir casi la mitad de la canción- hacen referencia exclusivamente
a la brevedad y fugacidad de la vida, por lo que originalmente se conoció este
poema con el nombre de “de brevitate vitae” (sobre la brevedad de la vida).
Veamos que se declara en dicho cantico:
Gaudeamus igitur |
Alegrémonos entonces |
Gaudeamus igitur, Iuvenes dum sumus. Post iucundam iuventutem, Post molestam senectutem, Nos habebit humus. Ubi sunt, qui ante nos In mundo fuere, Vadite ad superos, Transite ad inferos, Ubi jam fuere. Vita nostra brevis est, Brevi finietur, Venit mors velociter, Rapit nos atrociter, Nemini parcetur. |
Seamos felices, mientras somos jóvenes. Tras una gozosa juventud, después de una desagradable vejez, nos recibirá la tierra. ¿Dónde están los que vivieron en este mundo antes que nosotros? Subid a los cielos, Bajad a los infiernos, Donde ya se encuentran. Nuestra vida es breve, Dentro de poco acabará, La muerte se acerca veloz, Se nos lleva salvajemente Nadie se libra |
(Traducción de José Ignacio Grasa)
También se lamenta de la fugacidad de los años mozos el
rapsoda de otra canción estudiantil alemana muy popular: O alte Burschenherrlichkeit,
que se podría traducir como (Oh, vieja delicia de los años estudiantiles)
O alte
Burschenherrlichkeit, wohin bist du
entschwunden? Nie kehrst du wieder,
gold’ne Zeit, so froh und ungebunden! Vergebens spähe ich umher, ich finde deine Spur nicht
mehr. O jerum, jerum, jerum, o quae mutatio rerum! |
Oh, vieja delicia de los años estudiantiles ¿A dónde te has ido? No vais a regresar nunca más, tiempos dorados, tan alegres y despreocupados En vano busco a mi alrededor Pero ya no encuentro tu rastro ¡Ay Señor, Señor, Señor…! ¡Cómo cambia todo! |
(Traducción de José Ignacio Grasa)
Una canción muy popular de los años 60 del siglo pasado es “Where Have All the Flowers Gone”, que
Marlene Dietrich cantaba en alemán “Sag
mir, wo die Blumen sind”.
Where have all the flowers
gone Long time passing? Where have all the flowers
gone Long time ago? Where have all the flowers
gone Young girls picked them
everyone. When will they ever learn? When will they ever learn? |
¿A dónde han ido todas las flores, tras todo este tiempo? ¿A dónde han ido todas las flores, hace mucho tiempo? ¿A dónde han ido todas las flores? Las chicas jóvenes se las Llevaron. ¿Cuándo aprenderán? ¿Cuándo aprenderán? |
Quizá sea la canción “Dust in the Wind” de la banda
norteamericana Kansas la que más
ahonda en este sentimiento de fugacidad vitad:
“I close my eyes
Only for a moment,
and the moment's gone
All my dreams
Pass before my eyes,
a curiosity
Dust in the wind
All they are is dust in the wind
Same old song
Just a drop of water
in an endless sea
All we do
Crumbles to the ground,
though we refuse to see
Dust in the wind
All we are is dust in the wind
Oh
Now, don't hang on
Nothin' lasts forever
but the earth and sky
It slips away
And all your money won't another minute buy
Dust in the wind
All we are is dust in the wind
All we are is dust in the wind
Dust in the wind
Everything is dust in the wind
Everything is dust in the wind
The wind”
Cierro los ojos por un momento y ese momento se ha ido…
Todo lo que somos es polvo en el viento…
Nada dura para siempre excepto el cielo y la tierra…
El tiempo se escapa y ni todo tu dinero puede comprar un
solo minuto más…
Toda la canción es un poema al veloz paso del tiempo.
Con todos los ejemplos arriba mencionados, queda claro que
la fugacidad de la vida y la inevitable llegada de la muerte, ha sido desde
siempre un tema que ha preocupado, cuando no obsesionado al ser humano.
Veamos ahora, en la siguiente sección de este artículo, a
qué dedica el hombre su breve existencia, cuáles son los motivos que mueven a
las personas en esta vida, cuáles son los objetivos y metas de los mortales.
2. ¿Qué mueve al
ser humano en esta vida?
A. Dinero
“Poderoso caballero es don Dinero” declamaba nuestro gran poeta
Quevedo.
En la película Cabaret (1972) la actriz y cantante Liza
Minelli cantaba aquello de “Money makes the world go round"
(el dinero hace que el mundo gire).
Los alemanes tienen un dicho similar que reza “Geld
regiert die Welt” es decir, el dinero gobierna el mundo.
Somos conscientes del tremendo poder que tiene el dinero en
este mundo y por eso usamos, a modo de contrapeso, dichos como aquel que dice
que el dinero no da la felicidad, o
que el dinero no lo es todo en la vida,
etc.
Si echamos un vistazo a la historia veremos que por dinero,
el hombre ha robado, ha asesinado, ha traicionado, se ha vendido. Por obtener
riquezas el ser humano ha sido capaz de cometer las peores atrocidades.
Por dinero se rompen familias, por herencias se dejan de
hablar hermanos, por terrenos discuten vecinos.
Por dinero se esclaviza, se maltrata, se miente, se lastima.
Por dinero se falsifica, se especula con los bienes básicos
de todos, se pone en juego la salud propia y la de los demás.
Alguien que sabía mucho de hacer enormes sumas de dinero a
costa de la vida de miles de personas, era el narcotraficante colombiano Pablo
Escobar (Pablo Emilio Escobar Gaviria).
Corrían los años ochenta cuando Pablo Escobar, líder del
cártel de Medellín, introducía 15 toneladas de cocaína diarias en los Estados
Unidos.
Eso le suponía unos ingresos de unos 420 millones de dólares
cada semana. Todo dinero negro, evidentemente, que acumulaba en billetes y que
tenía que ocultar en unos escondites llamados “caletas”.
Pero resulta que Colombia es uno de los países donde más
llueve en todo el mundo y gran parte de ese dinero enterrado en campos o en
ruinas de edificios abandonados acababa pudriéndose.
Todos aquellos billetes que no eran pasto del moho, acababan
siéndolo de los insectos y los roedores.
Por si fuera poco a veces la ubicación exacta de las
“caletas” se perdía para siempre, pues los sicarios de Escobar que se
encargaban de esconder el dinero acababan siendo víctimas de la gigantesca
espiral de violencia que ellos mismos contribuían a crear.
Según Roberto Escobar “el Osito”, contable del cártel de
Medellín durante aquella época, cada año su hermano Pablo Escobar perdía de
esta manera alrededor de 2.100 millones de dólares al año (un diez por ciento
de sus ganancias).
Podríamos pensar que, aun así, aun teniendo esas pérdidas,
Pablo escobar disfrutaba de todos los lujos y caprichos que se le antojaban,
pues era uno de los hombres más ricos del mundo.
Ciertamente pudo permitirse placeres y excentricidades
mientras vivió, lo que hizo por muy pocos años.
El 1 de diciembre de 1993, el mismo día que cumplía 44 años,
se localizaba su paradero en un barrio de Medellín, donde se hallaba oculto. Al
día siguiente yacía muerto de varios disparos en el tejado de una casa, por
donde trataba de escapar.
Todas sus pertenencias pasan a pertenecer al estado de
Colombia, su mujer y dos hijos abandonan el país para irse a vivir a Argentina.
Los miembros de su cártel están en prisión o muertos.
Se acaba el reinado de Escobar. Más de tres mil muertes,
destrucción, terror, corrupción… ¿Para qué? Para nada.
La obsesión de Escobar, ya de joven, era llegar a ser rico
algún día.
Ya al comienzo de su andadura como “bandido” prometió
solemnemente ante su primo y mano derecha, Gustavo Gaviria, que si al cabo de
un año como contrabandista no poseía un millón de dólares, se pegaría un
“pepazo”.
Al año de realizar su promesa, Pablo Escobar era propietario
de mucho más que un millón de dólares: había conseguido su objetivo.
Otros muchos se proponen también ser ricos, sin necesariamente
recurrir al crimen para ello.
Se pueden alcanzar riquezas de manera completamente legal,
trabajando duro y teniendo éxito. En este caso no se estaría haciendo mal a
nadie. Pero en este punto deberíamos plantearnos seriamente lo siguiente: “¿Qué
o quién es lo más importante en nuestra vida?, ¿Es el dinero o es Dios?,
¿Ponemos a Cristo en primer lugar o ponemos las riquezas?”. Ambas cosas son
incompatibles:
“Nadie puede servir a
dos señores; porque aborrecerá al uno y amará al otro, o se dedicará al uno y
menospreciará al otro. No pueden servir a Dios y a las riquezas”. (Mateo 6,
24) RVA 2015.
“Ningún siervo puede
servir a dos señores porque aborrecerá al uno y amará al otro, o se dedicará al
uno y menospreciará al otro. No pueden servir a Dios y a las riquezas”.
(Lucas 16,13) RVA 2015.
No tiene nada de malo ganar dinero o tener éxito económico
en la vida. Tampoco es pecado ser austero, ahorrado o previsor con los bienes
que vamos ganando.
El problema es colocar como primer -y quizá único- afán en
nuestras vidas el acumular más y más dinero, acrecentar nuestro patrimonio,
aumentar nuestros bienes, incrementar ganancias y sumar beneficios.
Hacer esto último es idolatrar el dinero, adorarlo y está
escrito que a nadie más pondrás por encima de Dios.
El propio Jesús nos advierte: “donde esté tu tesoro, allí también estará tu corazón”.
Nos pensamos que el negocio que hemos abierto y que parece
ir viento en popa va a durar para siempre y va a permitir que nuestros
descendientes vivan holgadamente de los beneficios que aporta.
Las crisis económicas, la competencia, etc. se pueden llevar
por delante el comercio más boyante.
En tres generaciones, por muy solida que sea una empresa y
por muy bien que este gestionada, o se arruina o cambia de manos.
Este es un fenómeno estudiado y demostrado por los
economistas. Tres generaciones, apenas un siglo, hacen falta para que cualquier
firma deje de existir o sea propiedad de alguien completamente ajeno a su
fundador.
Las crisis económicas y la inflación hacen perder no solo
empresas sino también los ahorros que con tanto esfuerzo y privaciones ha
conseguido reunir una familia.
Por eso, no pongamos nuestro corazón en el dinero que viene
y va, sino en Jesús, que nos garantiza una recompensa en su Reino, como nadie
se puede imaginar.
El Libro de los Proverbios nos enseña:
“Es mejor lo poco con
el temor del SEÑOR que un gran tesoro donde hay turbación”. (Proverbios 15,
16) RVA 2015.
“Es mejor lo poco con
justicia que gran abundancia sin derecho”.
(Proverbios 16, 8) RVA 2015.
Por eso queridos lectores, poned gran empeño en que no os
suceda como al rico pero necio terrateniente, del cual habla Jesús en el
evangelio de Lucas:
“Y me diré a mí mismo:
Muchos bienes tienes almacenados para muchos años. Descansa, come, bebe,
alégrate”. Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta noche vienen a pedir tu vida; y lo
que has provisto, ¿para quién será?”. Así es el que hace tesoro para sí y no es
rico para con Dios”. (Lucas 12, 19- 21).
Acumulemos tesoros en el cielo y seamos tremendamente ricos
para con Dios.
B. Gloria y fama
La noche del 8 de diciembre de 1980, un joven se acerca a
John Lennon por la espalda y le dispara a bocajarro 5 balas.
Ese joven se llamaba David Chapman, era fan del Beatle al
que acababa de abatir, e incluso le había pedido a Lennon, la mañana de ese
mismo día, que le firmara un autógrafo en un ejemplar de su nuevo disco Double
Fantasy.
¿Cuál fue el motivo de su crimen? Champman confesó más tarde
que la única razón por la que asesinó a John Lennon fue porque éste esa muy
famoso y él quería llevar a cabo algo que le diera también la fama.
Como Chapman no tenía ningún talento ni ninguna cualidad que
le pudiera llevar a alcanzar la fama que tanto ansiaba, decidió que la manera
más fácil y rápida de obtener la gloria era matar a alguna celebridad.
Curiosamente, y al igual que Yoko Ono, la mujer de Chapman
era japonesa y se llamaba… ¡Gloria!.
Pero esta historia tenía precedentes muy antiguos.
El 21 de julio del año 356 a. C. - según Plutarco el mismo
día que nació Alejandro Magno-, un pirómano de la ciudad griega de Éfeso (en
Asia Menor) incendia una de las siete maravillas del mundo antiguo, el templo de
Artemisa de Éfeso, considerado por sus contemporáneos como el más bello del
mundo.
Una vez capturado confiesa haber cometido el crimen para que
su nombre alcanzara la posteridad. Es por ello que se decide no sólo mantener
en silencio su autoría, sino prohibir también dejar constancia del nombre del
criminal (damnatio memoriae).
Y así hubiera sido, de no ser por un historiador
contemporáneo, natural de la isla de Quíos, llamado Teopompo (Θεόπομπος), que
cita en su obra el nombre de Eróstratos o Herostratos (Ἡρόστρατος) como responsable del incendio.
Del nombre de Eróstrato viene el término erostratismo, que
según el DRAE es la manía que lleva a cometer actos delictivos para conseguir
renombre.
C. Poder
Desde Adán y Eva el ser humano ha ido detrás del poder.
En todas las cortes de todos los imperios o reinos se ha
intrigado, maquinado y tejido complots para deponer al rey o gobernante de
turno y así poder ponerse en su lugar.
Ya desde el siglo VIII a.C. nos es conocida la figura del
usurpador en la figura de Sargón II de Asiria.
Usurpadores, traidores, rebeldes, y sediciosos los ha habido
en todas las épocas, y no ha habido pueblo alguno sobre la tierra, cuyos
soberanos se hayan visto libres de conjuras y asesinatos. Babilonios, egipcios,
asirios, persas, griegos y romanos, visigodos, francos, árabes y un largo
etcétera han visto cómo sus líderes políticos morían a manos de familiares,
supuestos amigos fieles o generales leales, que deseaban alcanzar el poder.
Un ejemplo de lo que el ser humano es capaz de hacer y
padecer por obtener o mantenerse en el poder lo tenemos en el rey Herodes I.
El famoso rey Herodes ordenó no dejar con vida a ningún niño
menor de dos años en la ciudad de Belén y alrededores, por miedo a que entre
dichos niños se hallara el “rey de los judíos” que le pudiera disputar el trono
que tanto le había costado alcanzar.
Si observamos la vida de dicho rey Herodes más de cerca
veremos que toda su vida fue una batalla constante contra todo y contra todos,
para obtener el poder en primer lugar y para mantenerse en él, después.
Tan obsesionado estaba con el poder, que veía conjuras y
amenazas por todas partes y nadie estaba a salvo de sus sospechas, ni siquiera
sus familiares y amigos más íntimos.
Su padre Antípatro fue envenenado. Dos de sus hermanos
murieron en la guerra que mantuvo contra Antígono Matatías por la corona.
Hizo matar a dos cuñados, a un sobrino y a tres de sus
propios hijos.
Se tuvo que arrastrar ante varios emperadores romanos para
no perder su favor, se hizo extremadamente impopular entre sus súbditos por su
servilismo hacia Roma.
Mantuvo guerras contra los nabateos y los bandidos que
acosaban su reino.
Toda su vida fue un largo sinvivir, una lucha permanente por
no perder la corona. ¿Y de que le sirvió todo su enorme esfuerzo? Murió de una
horrible enfermedad y les legó a tres de sus hijos todos sus territorios.
Sus tres hijos, que eran mucho más incompetentes que su
padre, no supieron administrar tan bien sus dominios y acabaron perdiéndolos.
En dos generaciones todas las regiones que con tanto esfuerzo había ido ganando
Herodes I, pasaron a manos de los romanos.
Otro ejemplo, mucho más cercano en la historia, de las
terribles consecuencias que tiene para el ser humano las ansias desmedidas de
poder, lo podemos ver en la Segunda Guerra Mundial, causa por Adolf Hitler, y
su obsesión de controlar Europa.
Los efectos del mayor conflicto bélico nunca visto, fueron:
Entre 50 y 60 millones de víctimas mortales, la mayoría
civiles, así como millones de enfermos, heridos y mutilados.
Genocidio de seis millones de judíos, hambrunas entre la
población de varios países invadidos por los nazis, perdida de millones de
hogares en toda Europa, millones de refugiados y mujeres violadas.
Además de la catástrofe humanitaria debemos destacar la
económica.
Se destruyen numerosas fábricas y centros de producción, así
como infraestructuras (en Alemania la mitad de las vías férreas quedó
inservible).
Se extiende una ideología totalitaria por todo el este de
Europa: el comunismo, que suprime todas las libertades y derechos civiles hasta
1990-1991.
Alemania tarda años en recuperar el nivel de riqueza que
tenía antes de la guerra.
Las bombas destruyen 4 millones de viviendas en suelo
alemán.
Alemania pierde casi un 25% de su territorio, que pasa a
manos de sus vencedores, especialmente en Polonia.
12 millones de alemanes que vivían en el este de Europa son
expulsados de sus hogares y han de marchar a Alemania.
Numerosas joyas arquitectónicas desaparecen para siempre en
toda Europa como efecto de las bombas.
Todas estas pérdidas, tanto humanas como económicas, todo el
sufrimiento, todas las familias rotas, por culpa de la ambición desmedida del
mayor enemigo de la humanidad en su historia. ¿Y para qué? Para nada.
D. Placer
Hay muchos seres humanos que no persiguen el poder, ni
obtener fama o gloria.
Muchos se contentan también con el dinero que tienen o que
obtienen al final del mes a cambio de su honrado trabajo.
Pero todos, en mayor o menor medida, persiguen la obtención
de placeres o incluso la satisfacción de bajas pasiones como puede ser la
venganza.
Si, como decían los latinos, rápidamente se viene la muerte
(“cita mors ruit”) y con ella todo se
acaba en esta vida, la conclusión que saca el ser humano desde tiempos inmemoriales es: aprovechemos pues la vida.
¿Y cómo se hace eso?
Si preguntáramos a la gente por la calle ¿Cómo se le saca
jugo a la vida? La enorme mayoría contestaría cosas como las siguientes:
“Disfruta todo lo que puedas de ella, vive la vida a tope, vive como si no hubiera un mañana, pásatelo en la vida lo mejor que puedas, o a vivir que son dos días… en resumen “comamos y bebamos que mañana moriremos” o bien “que me quiten lo bailao”.
Es un planteamiento completamente hedonista el que tenemos de
la vida: debemos sacar el mayor placer que podamos e ignorar todo lo demás.
El poquito tiempo que tenemos en esta vida lo invierte el
ser humano en conseguir satisfacer sus apetitos, en disfrutar, en obtener
placer.
Para poder costearse esos caprichitos - sean viajes,
fiestas, comilonas, buenos coches, ir a esquiar o vestir a la moda- hace falta
dinero.
Y como las riquezas nos permiten satisfacer esos goces, pues el dinero se convierte en un objetivo también.
Volvemos aquí a repetir lo que ya hemos mencionado más
arriba. No hay nada malo en disfrutar de la vida y gozar de los pequeños
placeres de esta vida. Una buena comida, un viaje, comprarse algo de ropa de
vez en cuando no tiene nada de malo, siempre y cuando no convirtamos el placer
en el centro de nuestra existencia.
3. Acumulad
tesoros en el cielo
Vamos
a abordar en este tercer apartado de nuestro artículo el aspecto más importante
del mismo.
Como hemos podido ver más arriba, la vida apenas es un
suspiro, un relámpago en medio de una noche eterna, un breve destello, un
chispazo fugaz en la oscuridad, que rápidamente se desvanece.
La muerte está acechando, está a la vuelta de la esquina y
cuando menos nos lo esperamos se nos lleva de un zarpazo.
Con la muerte se acabó lo que se daba: Game over!
Como alguien dijo una vez, muy acertadamente: “No podemos tomarnos la vida muy en serio
porque no saldremos vivos de ella”.
Resumiendo, “polvo
somos y en polvo nos convertiremos”, como dicen los sacerdotes católicos a
sus fieles el miércoles de ceniza.
Todo lo que hagamos en esta vida de nada vale, pues está
condenado a desaparecer.
Aun a riesgo de agotar la paciencia del lector con más citas
latinas, no nos resistimos aquí a aportar tres más (las últimas ya):
- “Mortale est omne mortalium bonum”
(Metrodorus, frg. 35. Bei Seneca. Epistulae morales XVI, 98,9):
Perecederos son todos los bienes de los mortales.
- “Mortalia facta
peribunt” (Horacio. De arte poética 68): Todas las cosas hechas por los
mortales desaparecerán.
- “Nihil esse in vita propium mortali datum“
(Lucilius. Saturae 27, 2, 742): Nada le es dado en la vida a un mortal
que sea para siempre.
¿Qué podemos hacer entonces con nuestra vida?, ¿Dónde
podemos invertir que no esté sujeto a los vaivenes de las crisis financieras,
ni a la codicia de los ladrones, ni a la inflación?, ¿Qué acciones podemos
adquirir que tengan valor eterno?
Oigamos
aquí el mejor consejo financiero que se ha dado nunca. Dicha indicación nos la
dio Jesús y está recogida en el evangelio de Mateo:
“No acumulen para ustedes tesoros en la
tierra, donde la polilla y el óxido corrompen, y donde los ladrones se meten y
roban. Más bien, acumulen para ustedes tesoros en el cielo, donde ni la polilla
ni el óxido corrompen, y donde los ladrones no se meten ni roban. Porque donde
esté tu tesoro, allí también estará tu corazón”. (Mateo 6, 19-21) RVA 2015.
Muchos
se preguntan cuando leen o escuchan estas palabras: ¿De qué tesoros habla Jesús exactamente?
¿Qué tesoros debemos
acumular?
Jesús
hablaba en varias ocasiones de tesoros en los símiles y parábolas que usaba
cuando predicaba la Palabra.
La
metáfora de los tesoros tiene dos significados:
En
primer lugar, Jesús comparaba el Reino de Dios con un tesoro:
“El reino
de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que un hombre
descubrió y luego escondió. Y con regocijo va, vende todo lo que tiene y compra
aquel campo”.
“Además, el reino de los
cielos es semejante a un comerciante que buscaba perlas finas. Y habiendo
encontrado una perla de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró”. (Mateo 13, 44-46) RVA
2015.
Sabiendo
de la codicia del hombre y la fortísima atracción que los tesoros y riquezas
han ejercido siempre en el ser humano, Jesús compara la obtención del Reino de
Dios con la adquisición de un tesoro o una perla de gran valor.
La
mayor ganancia, el mayor premio que puede alcanzar el hombre es conseguir
entrar en el Reino de los cielos, y eso se obtiene únicamente, abrazando a
Jesús.
El
segundo significado que tiene la palabra tesoro en las alegorías de Cristo, es
el de aquellas acciones que realiza el hombre en nombre de Jesús.
Veamos
algunos ejemplos:
- “Si quieres ser perfecto, anda, vende tus
bienes y dalo a los pobres; y tendrás
tesoro en el cielo; y ven, sígueme”. (Mateo 19, 21). RVA 2015.
- “Entonces, al
mirarlo Jesús, le amó y le dijo: «Una cosa te falta: Anda, vende todo lo que
tienes y dalo a los pobres; y tendrás
tesoro en el cielo; y ven, sígueme»”. (Marcos 10, 21). RVA 2015.
- “«Vendan sus bienes y den ofrendas de
misericordia. Háganse bolsas que no se envejecen; un tesoro inagotable en los cielos donde no se acerca el ladrón ni
la polilla destruye. Porque donde esté el tesoro de ustedes, allí también
estará su corazón»”. (Lucas 12, 33-34) RVA 2015
- “Jesús, al oírlo, le
dijo: «Aún te falta una cosa: Vende todo lo que tienes y repártelo a los
pobres, y tendrás tesoro en el cielo;
y ven, sígueme»”. (Lucas 18, 22) RVA 2015
En la carta de Pablo a Timoteo, hablando el apóstol sobre
los ricos, leemos:
“Que hagan el bien,
que sean ricos en buenas obras, que sean generosos y dispuestos a compartir,
atesorando para sí buen fundamento para el porvenir para que echen mano de la
vida verdadera” (1 Timoteo 6, 18-19). RVA 2015.
¿Cómo se consiguen
esos tesoros?
Werner
Gitt remite al apóstol Pablo para contestar a esta pregunta. Leemos en su carta
a los Colosenses:
“Y todo lo que hagan, sea de palabra o de
hecho, háganlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre
por medio de él”. (Colosenses 3, 17) RVA 2015
“Y todo lo que hagan, háganlo de buen ánimo
como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibirán la
recompensa de la herencia. ¡A Cristo el Señor sirven!“ (Colosenses 3,
23-24) RVA 2015.
El
mismo Werner Gitt lo resume en una frase: “Todas
las obras que hagas en nombre de Jesús son un tesoro”.
Jesús
nos exhorta a almacenar tesoros, es decir, a producir fruto, a realizar obras.
Y
¿Cuál de entre todas las buenas obras es la más importante que podemos
realizar?
Respuesta:
la obra más grande que podemos realizar es extender el Evangelio.
El
mismo Jesús comienza su ministerio predicando la Buena Nueva:
“Después que Juan fue encarcelado, Jesús se
fue a Galilea predicando el evangelio de Dios, y diciendo: “El tiempo se ha
cumplido y el reino de Dios se ha acercado. ¡Arrepiéntanse y crean en el
evangelio!”. (Marcos 1, 14-15) RVA 2015.
Continuamente
exhortaba a sus discípulos a salir a dar a conocer el Evangelio:
- “Por tanto, id y haced
discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que os he mandado”.
(Mateo
28, 19-20). RVA 2015
- “«Jesús les dijo: “Vengan en pos de mí, y los haré pescadores de
hombres»” (Marcos 1, 17) RVA 2015
- “Jesús respondió: —Vámonos de aquí a otras aldeas cercanas
donde también pueda predicar; para esto he venido. Así que recorrió toda
Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando demonios”. (Marcos
1, 38-39) RVA 2015.
- “Subió Jesús a una montaña y llamó a los que quiso, los
cuales se reunieron con él. Designó a doce, a quienes nombró apóstoles, para
que lo acompañaran y para enviarlos a predicar y ejercer autoridad para
expulsar demonios”. (Marcos 3, 13-15) RVA 2015
“Les dijo: «Id por todo el mundo y anunciad
las buenas nuevas a toda criatura. El que crea y sea bautizado será salvo, pero
el que no crea será condenado»”. (Marcos 16, 15-16) RVA 2015
- “«Deja que los muertos entierren a sus propios
muertos, pero tú ve y proclama el reino de Dios» le replicó Jesús”.
(Lucas 9, 60) RVA 2015.
Predicando
la Buena Nueva, dando a conocer la Palabra de Dios, propagando su mensaje, proclamando
que Jesús es Dios, anunciando que murió por nuestros pecados y resucitó al
tercer día, y ganando gente para el Reino de Dios, es como se obtienen los
mayores tesoros en el Cielo.
Debemos
tener muy en cuenta que Cristo nos conmina a ponernos en marcha con una frase
en imperativo: ¡Haceos tesoros en el cielo!
¡Jesús
nos está dando una tarea y no podemos quedarnos de brazos cruzados!
3. ¿Cómo valora Dios los
tesoros qué hemos reunido?
Para
contestar de la mejor manera a esta pregunta hemos acudido a las sabias
reflexiones que al respecto hizo el Profesor Werner Gitt.
El
profesor Werner Gitt, al que más adelante le dedicaremos varios artículos en
este blog, presentó sus ideas en una conferencia titulada “Sammelt euch Schätze
im Himmel” (Acumulad tesoros en el cielo) que se puede ver en YouTube:
https://www.youtube.com/watch?v=n66A-QyA-T8
Lamentablemente
el vídeo está disponible tan sólo en luenga alemana, pero aquí recojo las ideas
principales del mismo.
El
profesor Werner Gitt nos explica en su charla, que después de mucho reflexionar
llagó a las siguientes conclusiones (todas las ideas expuestas en esta sección
están sacadas del Profesor Werner Gitt. El autor de este artículo se hace eco
de ellas y las recoge aquí traducidas al español):
-
Nuestra tarea en esta tierra es sembrar la Palabra de Dios.
-
Debemos sembrar a espuertas, generosa y abundantemente.
- Jesús nos ha encargado que salgamos a la
calle y hagamos saber a todos que en el Reino de Dios hay sitio para todos. Todo
el mundo está invitado a entrar en los Cielos. Todo aquel que quiera compartir
la eternidad con Jesús y el Padre tiene un lugar reservado. Simplemente hay que
querer recibir la vida eterna, arrepentirse y poner nuestras vidas en manos de
Jesús.
- Este es el mensaje del Evangelio. Así de
corto y de sencillo.
- Todo el planeta es el campo de siembra.
Podemos sembrar la Palabra en nuestro vecindario, en nuestro trabajo, en
nuestro entorno más cercano o irnos a las antípodas a dar a conocer la el
Evangelio.
- Cuanto más sembremos mayor será nuestra cosecha y más tesoros acumulamos en el Cielo.
Veamos
qué criterios utiliza Jesús a la hora de recompensar.
El
profesor Werner Gitt nos habla de siete principios a tener en cuenta:
1. Jesús recompensa de manera proporcional
Cuanto
más trabajo realicemos, mayor será la recompensa.
“Y digo esto: El que siembra escasamente
cosechará escasamente, y el que siembra con generosidad también con generosidad
cosechará”. (2 Corintios 9, 6) RVA 2015.
2. A todos nos dan un don y
de todos se espera un fruto
Werner
Gitt se va a servir ahora de dos parábolas para explicar y argumentar sus
siguientes 6 principios.
Se trata
de:
a)
la parábola de las monedas de Mateo (Mateo 25, 14-30) y
b)
de la parábola del dinero de Lucas (Lucas 19, 11-27).
El
segundo principio que observa Werner Gitt en lo tocante a la recompensa se
podría formular de la siguiente manera: A todas las personas se les entrega un
don y por lo tanto, de todos se espera que obtengamos un fruto.
3. Jesús recompensa de manera justa
Al
siervo que había multiplicado por diez el dinero encomendado se le entrega
autoridad sobre diez ciudades y a aquel otro que había obtenido cinco veces más
beneficio, se le concede el gobierno de cinco ciudades.
Aquí
vemos un principio de proporcionalidad exacto.
No
todos recibimos los mismos dones: unos reciben más y otros menos. Pero la
recompensa será proporcional a lo trabajado.
4. Jesús recompensa de manera extraordinariamente generosa
Jesús nos promete:
“Den, y se les dará; medida
buena, apretada, sacudida y rebosante se les dará en su regazo”. (Lucas 6,
38) RVA 2015.
“Bienaventurados son cuando los vituperen y
los persigan, y digan toda clase de mal contra ustedes por mi causa, mintiendo.
Gócense y alégrense, porque su recompensa es grande en los cielos; pues así
persiguieron a los profetas que fueron antes de ustedes”. (Mateo 5, 11-12)
“Bienaventurados son cuando los hombres los
aborrecen, cuando los apartan de sí y los vituperan, y desechan el nombre de
ustedes como si fuera malo, por causa del Hijo del Hombre. Gócense en aquel día
y salten de alegría porque he aquí su galardón es grande en el cielo; pues así
hacían los padres de ustedes a los profetas”. (Lucas 6, 22-23)
Aquí
vemos la generosidad con la que Jesús recompensará a sus siervos.
5. El que acoge a un siervo
de Dios, recibe el salario del siervo de Dios.
“El que
los recibe a ustedes a mí me recibe, y el que me recibe a mí recibe al que me
envió. El que recibe a un profeta porque es profeta, recibirá recompensa de
profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, recibirá recompensa de
justo. Cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría
solamente porque es mi discípulo, de cierto les digo que jamás perderá su
recompensa”. (Mateo 10, 40-42) RVA 2015.
Si,
por ejemplo, acogemos a un misionero en nuestro hogar, obtendremos la misma
recompensa en el Reino de los Cielos que ese siervo de Dios al que hemos
alojado en nuestra casa.
Si
hospedamos a alguien porque es un profeta, recibiremos en los cielos el mismo
premio que ese profeta. Tan solo por haberlo albergado y
atendido en nuestra morada.
Debemos
ser conscientes de que aquí nos encontramos con una lógica que va más allá de
la razón humana. Esta forma de recompensar es divina.
6. Al que tiene se le dará más pero al que no tiene se le quitará lo que
tenga.
- Mateo
nos dice al respecto: “Su señor respondió
y le dijo: “¡Siervo malo y perezoso! ¿Sabías que cosecho donde no sembré y
recojo donde no esparcí? Por lo tanto, debías haber entregado mi dinero a los
banqueros y, al venir yo, habría recibido lo que es mío con los intereses. Por
tanto, quítenle las mil monedas y denlas al que tiene diez mil monedas”.
(Mateo 25, 26-28) RVA 2015
- Y
Lucas: “Y dijo a los que estaban
presentes: «Quítenle el dinero y denlo al que tiene más dinero». Ellos le dijeron:
«Señor, él ya tiene mucho dinero». Él respondió: «Pues yo les digo que a todo
el que tiene, le será dado; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será
quitado»”. (Lucas 19, 24-26) RVA 2015
7. El que no trabaje será
castigado
“Al siervo inútil échenlo en las tinieblas de afuera. Allí habrá llanto y crujir de dientes”. (Mateo 25, 30) RVA 2015.
Es
interesante e importante darse cuenta de que ya sabemos qué recompensa nos
espera. No va a haber sorpresas, no nos vamos a encontrar con un castigo o un
premio inesperado. Jesús nos deja bien claro cómo se va a producir el reparto
de retribuciones.
4. Conclusión
Seamos conscientes de que la vida es fugaz y de que todo lo
que en ella hagamos desaparecerá.
Cambiemos el chip y establezcamos prioridades muy claras en
nuestra vida.
Pongamos a Jesús en el centro de nuestras vidas y
establezcamos como objetivo principal la acumulación de tesoros en el
cielo.
Sigamos el ejemplo de María que dejo sus quehaceres para escuchar
a Jesús. No hagamos como su hermana Marta que desatendió a Jesús para dedicarse
a sus tareas.
“El Señor, le dijo: «Marta,
Marta, te afanas y te preocupas por muchas cosas. Pero una sola cosa es
necesaria. Pues María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada»”.
(Lucas 10, 41-42) RVA 2015
Mencionábamos unos versículos del Libro del Eclesiastés al
principio de este artículo y ahora lo cerramos con otra cita muy similar del
mismo libro:
«Acuérdate de tu
Creador en los días de tu juventud: antes que vengan los días malos, y lleguen
los años de los cuales digas: “No tengo en ellos contentamiento»”
(Eclesiastés 12, 1) RVA 2015, porque “Es
que el polvo vuelve a la tierra, como era; y el espíritu vuelve a Dios, quien
lo dio. «Vanidad de vanidades», dijo el Predicador; «todo es vanidad».
(Eclesiastés 12, 7-8) RVA 2015.
“Señor, gracias por explicarnos de forma tan clara qué esperas de todos nosotros. Danos fuerzas y valor para llevar a cabo la misión de sembradores de tu Palabra que nos has encomendado. Te pedimos que podamos obtener una gran cosecha y que cuando nos encontremos con tu Hijo en los cielos, estéis satisfechos con nuestro trabajo realizado. No dejes que nos apartemos de tu camino y nos distraigamos con los problemas de este mundo”.
Fuentes:
- Todas
las citas bíblicas están sacadas de la biblia Reina Valera Actualizada 2015
- Todas
las imágenes están sacadas de Wikipedia.