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domingo, 7 de julio de 2019

1. Flavio Josefo


Flavio Josefo (en latín Titus Flavius Josephus, en griego Φλάβιος ώσηπος, en hebreo Yosef ben Mattityahu y en arameo Yossef bar Mattityahu) fue un historiador y diplomático judío fariseo que nació en Jerusalén, alrededor del año 37-c. y vivió hasta los años 100-101 d.C.

                                             Retrato ficticio de Flavio Josefo

Venía de familia de sacerdotes, por lo que conocía muy bien el mundo y las tradiciones judías.
En el año 64 d.C. tenemos constancia de su labor como diplomático. Con tan sólo 26 años Josefo debe acudir a Roma a negociar con un joven Nerón (que tenía la misma edad que Flavio Josefo) la liberación de 12 sacerdotes judíos que se encontraban prisioneros en la capital del Imperio por haber participado en unas revueltas en Jerusalén. Allí conoce a la esposa del emperador, Popea Sabina, que intercede por el judío.
De vuelta a Judea se topa de frente con la Gran Revuelta Judía del año 66 d.C., que en realidad más que una revuelta era una guerra: la Primera Guerra Judeo-romana.
Josefo pasa a ser el comandante militar de Galilea, y el Sanedrín de Jerusalén le encomienda la defensa de la fortaleza en Yodfat (o Jotapata).  Flavio Josefo y los demás judíos ahí destacados rsisten el embate romano durante 47 días. Cuando la conquista del bastión es inminente, los defensores planean un suicidio colectivo, pero Flavio Josefo se niega a tal cosa.
El oficial romano al mando de la rendición de Yodfat no es otro que el futuro emperador Flavio Vespasiano.
Flavio Josefo es hecho prisionero y llevado ante el general. Este momento fue de vital importancia en la vida de Josefo, pues le vaticina a Vespasiano que tanto él como su hijo Tito serían en breve emperadores de Roma.
El año 69 d.C., llamado de los cuatro emperadores, pues en tan solo 18 meses el Imperio Romano ve pasar a cuatro Emperadores: Galba, Otón, Vitelio y, por último, Vespasiano.
Cuando se cumple dicha profecía, Vespasiano pone en libertad a Josefo, que pasa a formar parte de la familia de Vespasiano (es decir la familia Flavia) y adopta el cognomen de esta: Flavio. Estamos, como digo, en el año 69 d. C., los judíos todavía se encuentran en guerra contra los romanos, que son encabezados por la familia Flavia (Vespasiano y Tito). Es por eso que la mayoría de los judíos ven en la adopción de Flavio Josefo por los enemigos una traición imperdonable por parte de éste.
En el año siguiente a su liberación y adopción por la familia Flavia, es decir en el terrible año 70 d. C., Flavio Josefo se une a las tropas de Tito, comandante militar romano en Judea.
Ahí es testigo de primera mano tanto de la destrucción de Jerusalén como del Segundo Templo por parte de los soldados romanos que le prenden fuego.
Su condición de judío romanizado, culto, hijo de sacerdotes y diplomático hacen que tenga un papel importante como mediador ente ambas partes contendientes.
Un año más tarde abandona Judea para instalarse en Roma, en una propiedad del propio emperador Vespasiano, que además le concede la tan codiciada ciudadanía romana.
Comienza aquí a poner por escrito su testimonio como testigo de lo vivido en Judea a las órdenes del ejército romano.
De Flavio Josefo se ha dicho que murió entre los años 100-101 d.C., es decir siendo ya emperador de Roma el hispánico Trajano.
Se considera a Flavio Josefo como la mejor fuente no cristiana sobre Jesús y el cristianismo, así como muy importante por su cercanía cronológica a Jesús.
En sus escritos podemos encontrar menciones a sectas judías de la época como eran los fariseos, saduceos, esenios, o grupos nacionalistas como los macabeos.
También aparecen en sus obras personajes neotestamentarios como Jesús, Juan el Bautista, o el procurador Poncio Pilato.
Se ha dicho también que sus escritos han sido de enorme importancia a la hora de dar con la tumba del rey Herodes.

Jesús en los escritos de Flavio Josefo
Flavio Josefo escribió cuatro obras en griego:
- La guerra de los judíos
- Antigüedades judías
- Contra Apión
- La vida de Flavio Josefo (Autobiografía).
Dado que era odiado por los judíos por ser considerado un traidor, sus obras no se tradujeron al hebreo.

Nosotros nos vamos a centrar aquí únicamente en aquella obra donde se menciona a Jesús: Antigüedades judías.

Antigüedades judías
Esta es su segunda obra, después de escribir la Guerra de los judíos.
Este trabajo consta de 21 libros o volúmenes fue "Antigüedades de los judíos", y que fue redactado siendo emperador de Roma Tito Flavio Domiciano, es decir el hijo pequeño de Vespasiano y por ende hermano menor del Emperador Tito, al cual siguió tras su muerte.
Estamos hablando de que esta obra fue escrita entre los años 93 y 94 d.C.
En esta obra, que se llama Antigüedades judías, pero bien pudo haberse llamado Historia del pueblo judío, tenía un fin bien claro, se trataba de dar a conocer la historia de los judíos y sus escrituras a los gentiles o paganos (es decir, a griegos y romanos, principalmente).
En su libro Flavio Josefo quiere dejar bien claro que no hay pueblo más antiguo en la tierra que el pueblo judío.
Comienza su relato, siguiendo fielmente la tradición narrativa judía, con la Creación y lo termina con la Gran Revuelta Judía del año 66 d.C.
Explica quienes fueron personajes bíblicos tan relevantes como Abraham o Moisés y como estos fueron quienes transmitieron sus saberes a la civilización egipcia, que a su vez, ilustraron a los griegos, paradigma del conocimiento en la Antigüedad.
Pero lo que de verdad hace esta obra de Flavio Josefo tan famosa es la mención que se hace en ella de Jesús de Nazaret, en lo que se ha dado en llamar el Testimonio Flaviano.

Testimonio Flaviano

Primera mención a Jesús
En el libro XVIII de las mencionadas Antigüedades judías, concretamente en los capítulos 63 y 64 aparece la figura de Jesús de la siguiente manera:
«Por este tiempo apareció Jesús, un hombre sabio, si es que es en verdad se le puede llamar hombre, pues fue autor de milagros sorprendentes, un maestro para las personas que reciben la verdad con placer. Le siguieron muchos judíos y gentiles también. Era el Cristo. Cuando algunos de nuestros hombres principales lo acusan a Pilato, éste lo condena a la Cruz.
Sin embargo, aquellos que anteriormente lo habían amado no le abandonaron. Se apareció vivo al tercer día, tal y como habían predicho los santos profetas que también habían predicho tantísimas maravillas de Él. Y hasta el día de hoy, la tribu de los cristianos, que son llamados así por su nombre, no ha desaparecido».
A día de hoy este pequeño Testimonio Flaviano sigue siendo objeto de enorme controversia y algunos estudiosos afirma que ha habido interpolaciones cristianas en un texto original que se limitaba a hablar de Jesús sin calificarle de Mesías, ni de atribuirle milagros o que no mencionaba su resurrección.
Dentro de los estudiosos tenemos posturas que van desde el más puro escepticismo y afirman que todo lo que aparece en los capítulos 63 y 64 del libro XVIII (es decir el propio Testimonio Flaviano al completo) es una interpolación cristiana posterior, hasta posturas que defienden la autenticidad integra del Testimonio, pasando por aquellos que ven un texto original flaviano donde se menciona de manera subjetiva e imparcial a Jesús y donde una mano cristiana habría introducido en siglos posteriores ciertos retoques apologéticos.
Sea como fuere, la verdad es que este Testimonio Flaviano
a) No se puso en duda hasta el siglo XIX
b)  Todos los manuscritos de las Antigüedades Judía que nos han llegado hasta la actualidad contienen el Testimonio Flaviano tal y como lo reproducimos arriba (el texto que presentamos aquí es una traducción del griego y puede estar sujeta a tantas modificaciones como traducciones se hagan del mismo).

Segunda mención a Jesús
Existe una segunda mención a Jesús por parte de este autor judío en el libro XX de la misma obra (Antigüedades Judías), concretamente en los capítulos 200-203.
En el libro XX, escribe también acerca del «hermano del llamado Jesucristo, de nombre Santiago»:
«El joven Anán (también llamado Ananías o Anano) que, como ya hemos comentado, recibió el sumo sacerdocio, era hombre severo y valeroso. Pertenecía a la secta de los saduceos que en comparación con las otras sectas judías son los más intransigentes cuando imparten justicia. Siendo Anán de esta naturaleza y aprovechando de la ocasión que Festo había fallecido y Albino todavía se encontraba de camino, convocó el Sanedrín e hizo llamar a juicio a Jacobo, hermano de Jesús al que llamaban Cristo así como a otros más. Los acusó de infringir la Ley y los condenó a lapidación
Sigue el texto flaviano contándonos cómo los habitantes de Jerusalén escribieron en secreto al rey Agripa (Herodes Agrippa II) y a Albino para informarles de cómo se había comportado Anán autodenominándose Sumo Sacerdote, convocando el Sanedrín (sin tener autoridad para ello) y había condenado a muerte a un reo (sin tener tampoco competencia para ello.
Todo ello causa que el rey Agripa lo destituya del cargo.

Mención a Juan el Bautista
Cabe comentar que en el mismo libro de Antigüedades judías, concretamente en el ya mencionado libro XVIII (capítulo 5) se menciona la muerte de Juan el Bautista por orden de Herodes Antipas:
«Varios judíos creyeron que los ejércitos de Herodes habían sido derrotados a causa de la ira divina, sufriendo así su merecido castigo por haber dado muerte Juan, el llamado Bautista. Herodes lo hizo asesinar, pese a ser un hombre justo que exhortaba a la práctica de la virtud, invitando a vivir rectamente y con temor a Dios, para de esta manera ser dignos del bautismo