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miércoles, 29 de mayo de 2019

Las pruebas de la Resurrección de Cristo según Lee Strobel


Las pruebas de la Resurrección de Cristo según Lee Strobel

En este artículo vamos a ocuparnos de Lee Strobel un apologeta y divulgador de Cristo estadounidense muy popular, especialmente en los EEUU.
Autor de más de una veintena de libros apologéticos, Lee Strobel es también un infatigable conferenciante que da charlas sobre Jesús animando a la gente a conocer a Cristo.

El periodista estadounidense Lee Strobel


Aquí vamos a dejar un resumen del contenido de una de sus impresionantes charlas que dio en la Universidad Californiana de Biola, con el título “The Case for Christ”. La charla lleva el nombre de uno de sus libros que ha tenido una enorme acogida.
En esta conferencia, que dura apenas 46 minutos, Lee Strobel nos presenta 4 pruebas irrefutables de que Jesucristo resucito de entre los muertos.
Todo el artículo que tienes delante, querido lector, está sacado de esta conferencia.
No son mis palabras sino las de Lee Strobel las que vas a leer, no pretendo hacer el artículo mío ni mucho menos.
Mi intención con la publicación de este artículo y la subida o vinculación de este vídeo es simplemente dar a conocer a este formidable orador y divulgador que es Mister Lee Strobel al público hispanohablante así como acercar la figura de Jesús al paciente lector.
En este caso concretamente quiero ayudar a difundir el mensaje que nos presenta Lee Strobel en su charla: Jesucristo ha resucitado y tenemos pruebas históricas que así lo evidencian.
Como el nos las presenta te las acerco yo a ti amigo lector.

Lee Strobel - The Case For Christ
A la hora de hablar de la fuerza que el mensaje de Cristo puede tener en nuestras vidas si lo aceptamos, Lee Strobel suele poner siempre de ejemplo su propia vida, es decir, como el paso a ser un mal padre y marido, irascible, frustrado y con problemas de alcohol, que no sabía muy bien qué hacer con su vida, principalmente porque no le encontraba ningún sentido.
Un buen día su mujer hizo una nueva amiga que era cristiana. Al poco tiempo su esposa le comunica a Lee que se había abrazado la fe. Aquello fue un mazazo tremendo para Lee que sopesó la idea de divorciarse de ella.
Día a día Lee observaba como su en la vida de su mujer se habían establecido cambios notables: en sus valores, en su carácter, etc.
Así es como llega un día en que su mujer le invita a Lee a acompañarla a la iglesia a escuchar una charla que impartía el reverendo con el nombre “Basic Christianity”
Lee salió más tarde de la iglesia pensando dos cosas:
a) Seguía siendo ateo
b) Si todo lo que había dicho el sacerdote era cierto, eso tenía consecuencias para su vida.
Decide ponerse a investigar que grado de veracidad tiene todo aquel “conjunto de leyendas” que era para él la Biblia.
Poniendo sus conocimientos en leyes y su formación como periodista en la investigación que estaba llevando a cabo, llega a una conclusión determinante: con las pruebas y evidencias que había logrado acumular tras dos años de estudios le costaba más esfuerzo mantener su ateísmo que creer en Cristo.
Su vida da un vuelco espectacular a partir del momento en que decide poner su vida en manos de Jesús.

La clave
Una cosa le quedó muy clara desde el principio de su investigación; si quería llegar a saber si el cristianismo era verdadero y el resto de las religiones del mundo falsas, si quería investigar este punto a fondo todo lo que tenía que hacer era responder a una pregunta: ¿resucitó o no resucitó Jesús de entre los muertos? (Did Jesus or did he not return from the death?)
Esa era la clave.

¿Por qué es esa la clave?
Porque Jesús proclamó que él era el Mesías y el Hijo de Dios. Es más, llego a decir que él y Dios eran una y la misma cosa (lo que suscitó la ira de la audiencia que quiso lapidarlo inmediatamente por blasfemo).
Podemos pensar que estas autoproclamaciones no tienen importancia. Tú, paciente lector o cualquiera, puede hacerlas, de hecho ha habido numerosísimos locos o embaucadores que a lo largo de la historia así lo han hecho.
Pero hay una diferencia decisiva entre éstos últimos y Jesús.
Si Jesús afirma que es el Hijo de Dios, muere y al tercer día resucita de entre los muertos, es bastante probable que sea verdad aquello que dijo.
El mismo Apóstol Pablo así lo reconoce en 1 Corintios, capítulo 15, versículo 17 cuando dice: “y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados” (Reina Valera 1960)

Resultados de su investigación
Lee Strobel resume en esta conferencia los resultados de sus dos años de investigaciones sobre la Resurrección de Jesús. Para ello usa cuatro palabras clave, cuatro palabras que comienzan todas por la letra e. Estas cuatro palabras clave son:
1. EXECUTION (ejecución)
2. EARLY ACCOUNTS (relatos tempranos)
3. EMPTY TOMB (tumba vacía)
4. EYEWITNESSES (testigos oculares)

1. Execution (ejecución)
Ningún historiador ni investigador discute que Jesús fuera ejecutado bajo Poncio Pilato.
No sólo tenemos múltiplos informes del siglo I al respecto, sino que tenemos también cinco menciones más externas a los Evangelios:
1. Flavio Josefo
2. Tacito
3. Luciano
4. Mara Bar Sarapión
5. El Talmud judío

Las cinco fuentes confirman que Jesús fue ejecutado.
Lee Strobel concluye este punto diciendo que este hecho esta históricamente muy bien documentado, teniendo en cuenta que sobre los acontecimientos de aquella época apenas hay fuentes y mucho menos tantas referencias como en este caso.
El hecho de que Jesús fue ejecutado mediante la crucifixión es un hecho histórico fuera de toda discusión.

2. Early Accounts (relatos tempranos)
Un segundo punto a tener muy en cuenta es que disponemos de relatos muy tempranos sobre la muerte y la Resurrección de Jesús.
¿Por qué es importante esto?
Es importante tener en cuenta este aspecto de la inmediatez del relato de la Pasión y Resurrección de Cristo para poder diferenciar claramente un hecho histórico, como es este, de una leyenda.
Las leyendas que se forman a partir de un hecho tardan muchos años en convertirse en tales. Tiene que pasar un largo periodo de tiempo hasta que se asientan.
Frente a los tópicos de una leyenda tenemos el credo de la primitiva comunidad cristiana.

Los primeros cristianos se reunían para compartir su fe basada en un hecho que ellos sabían que era verdadero: la Resurrección de Cristo.
Estos primeros cristianos trataban de transmitir un testimonio, no de crearlo, ni modificarlo, elaborarlo, comentarlo o ampliarlo de alguna manera.
Ese testimonio es el que nos quiere traspasar Pablo de Tarso
Os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce.Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí” (Primera Carta a los Corintios, capítulo 15, versículos 3 a 8. Reina Valera 1960)
Pablo escribió su Carta a los Corintios entre los años 54 y 55 d.C., es decir unos 24 ó 25 años después de la crucifixión de Jesucristo, que tuvo lugar en la Pascua judía del año 30 d.C.
Pero antes de esa carta sabemos que ya para los años 34-36 d.C. Pablo ya se encontraba predicando entre los judíos el mensaje cristiano de la primitiva comunidad cristiana.

El asunto aquí es que apenas hay un vacío entre la muerte de Jesús y el desarrollo posterior de una leyenda sobre la Resurrección, es todo muy inmediato. Acababan de ver a Cristo resucitado los primeros cristianos y ya se encontraban predicando.
Tenemos el testimonio de los testigos desde el primer momento.
En cuestión de meses se formó el primitivo credo cristiano (el Kerigma), esto es históricamente hablando oro: tenemos testimonios de primera mano.
James D. G. Dunn, un erudito experto en los primeros años de la Iglesia comenta al respecto: “This tradition, we can be entirely confident, was formulated as tradition within months of Jesus’ death.” (Esta tradición, podemos estar totalmente seguros, se formuló como tal tradición a los pocos meses de la muerte de Jesús)
Estos testimonios ya estaban circulando en los años inmediatamente posteriores a la muerte de Jesús en un entorno enormemente hostil a la primitiva Iglesia. En la sociedad judía de aquella época había miles de personas deseosas de poder rebatir ese credo y que sin embargo no podían.

3. Empty Tomb (tumba vacía)
De acuerdo a los Evangelios, Jesús fue enterrado en un sepulcro propiedad de José de Arimatea. La tumba fue sellada y se puso una guarnición de soldados a vigilarla, pero al tercer día el sepulcro se encontraba vacío.
A la hora de estudiar las circunstancias de la desaparición del cuerpo de Jesús Lee Strobel nombra tres aspectos muy importantes a tener en cuenta
A. The Jerusalem Factor (el factor Jerusalén)
B. The Criterion of Embarrasment (el criterio del inconveniente)
C. The Enemy Attestation (certificación por parte del enemigo)

A: The Jerusalem Factor (el factor Jerusalén)
El lugar donde se encontraba el sepulcro era conocido en Jerusalén tanto por sus seguidores cristianos como por sus detractores.
Si la tumba no hubiera estado vacía, hubiera sido imposible para un movimiento fundado en la idea de la Resurrección de Cristo defender este hecho en la misma ciudad donde Jesús había sido ejecutado.


B. The Criterion of Embarrasment (el criterio del inconveniente)
Si un evangelista, o cualquier autor que esté dando testimonio de algo, está diciendo alguna cosa que es avergonzante para él, o le deja en mal lugar o incluso perjudica a su propia causa, lo más probable es que esté diciendo la verdad.
¿Por qué? Porque si se estuviera inventando el relato no introduciría elementos perjudiciales para el autor o para la credibilidad de lo que está narrando.
Un ejemplo de esto lo tenemos con los dos primeros testigos de la tumba vacía: dos mujeres, una de las cuales había estado endemoniada anteriormente.
Hay que saber que en aquella época, tanto en el ámbito judío como en el mundo romano el testimonio de una mujer no se consideraba creíble, las mujeres no eran de fiar, de hecho, ni siquiera se les permitía testificar en un juicio.

                          Noli me tangere (no me toques) de Jerónimo Cósida

a) Flavio Josefo escribe lo siguiente sobre el testimonio de las mujeres: “but let not the testimony of women be admitted” (que no se admita el testimonio de las mujeres)
b) El Talmud judío dice al respecto: “Any evidence which a woman gives is not valid to offer” (Todas las pruebas que una mujer aporta no son válidas para ofrecerlas)
Si el autor del relato de la Resurrección y la tumba vacía se lo estuviera inventando no incluiría este elemento tan poco conveniente para su relato como es el protagonismo de las dos mujeres, primeros y únicos testigos de la tumba vacía.
De hecho, en el siglo II, los cristianos fueron atacados por escritores no cristianos que les echaban en cara precisamente este hecho: dos mujeres como testigos. Decían claramente que no podían creer la historia de la tumba vacía porque los testigos eran mujeres. Esta circunstancia perjudicaba enormemente a la causa cristiana.

C. The Enemy Attestation (certificación por parte del enemigo)
Incluso los oponentes de Cristo admitieron que la tumba de Jesús estaba vacía.
¿Qué dijeron los enemigos de Jesús?
Admitieron que el sepulcro estaba vacío. Lo que no dijeron fue “ve a la tumba donde lo sepultaron y allí verás el cuerpo”
¿Cuál fue la respuesta que dieron los enemigos de Cristo cuando los Apóstoles declararon que había resucitado de entre los muertos?
Según la Biblia y fuentes extrabíblicas, las respuestas que dieron fue que los discípulos robaron el cuerpo.
Aquí, los primeros detractores del cristianismo, están aceptando explícitamente que la tumba estaba vacía, a la vez que lo justificaban diciendo que los discípulos habían sustraído el cuerpo de Cristo.

¿Quiénes pudieron haber robado el cuerpo?
a) ¿Los romanos? 
No, los romanos querían ver a Jesús muerto.

b) ¿Los judíos?
Para los judíos la desaparición del cuerpo de Jesús fue un auténtico quebradero de cabeza.

c) ¿Los discípulos?
Y cómo se explicaría entonces el cambio radical que sufrieron sus vidas, pasando de estar escondidos y acobardados y para pasar a das testimonio de la Resurrección de Jesús con lo que ello comportaba: martirio.
Hay algún estudioso ateo de los evangelios, como Gerd Lüdemann que ha achacado las apariciones de Jesús a supuestas alucinaciones colectivas que habrían sufrido los discípulos y otros testigos. La neurología, la psiquiatría y la psicología nos dicen que las alucinaciones son como los sueños: experiencias personales únicas y no compartibles. No es posible que más de 500 personas sueñes la misma cosa a la vez, de igual manera que tampoco es posible que sean todos víctimas de una y la misma alucinación simultáneamente.

4. Eyewitnesses (testigos oculares)
No sólo tenemos que considerar el hecho de que la tumba estaba vacía sino que además sabemos que Jesús se aparece por un periodo de tiempo a más de 515 testigos, que van desde escépticos, dubitantes, incrédulos, oponentes, hasta seguidores de Cristo. Hombres y mujeres, apariciones individuales y a grupos, en espacios cerrados y al aire libre, a diversas horas del día.

                    El apóstol Tomás no creyó hasta que no introdujo su dedos en
                                                 las llagas del Resucitado
   
La gente habla con Jesús resucitado, lo toca, come con él.
Tenemos 9 testimonios (dentro y fuera de la Biblia) que confirman, que corroboran que Jesús resucitó y se apareció a la gente.

Estas nueve fuentes son:
1. El Credo (Primera Carta a los Corintios capítulo 15)
2. El testimonio de Pablo de Tarso sobre los discípulos.
3. El libro de los Hechos de los Apóstoles, que es, podríamos decir, el resumen de lo que predicaron los discípulos. El primer Kerigma.
El mensaje central de la primitiva comunidad cristiana era “Jesucristo ha resucitado de entre los muertos”.
4. El Evangelio de Mateo
5. El Evangelio de Marcos
6. El Evangelio de Lucas
7. El Evangelio de Juan
8. Los escritos de Clemente de Roma, Padre de la Iglesia, ordenado por Pedro.
9. Policarpo de Esmirna, Padre de la Iglesia y obispo de esta ciudad.

Todo el artículo que acabas de leer, querido lector, está sacado de la conferencia, que como ya hemos comentado más arriba dio Lee Strobel en la Universidad de Biola California) y que puedes ver aquí.




domingo, 21 de abril de 2019

¿Cuál es la pregunta más importante?


¿Cuál es la pregunta más importante que se puede hacer un ser humano?


Si quisiéramos saber cuál es la pregunta más importante que un ser humano puede hacerse a lo largo de su vida podríamos llegar seguramente a muchas y muy diferentes conclusiones.
Podríamos hacernos preguntas como las siguientes:
¿Qué puedo hacer para ganar mucho dinero y ser rico?
¿Cómo podría hacerme famoso?
¿Cuál es la carrera que más salidas tiene luego en el mercado laboral?
Estas son preguntas que todos nos hemos podido hacer en algún momento de nuestras vidas, pero, aun siendo ciertamente importantes, no son las únicas que nos planteamos.

Podríamos seguir con ejemplos como:
¿Cuántos años viviré?
¿Qué puedo hacer para vivir sano y tener una larga vida?
Podemos hacernos otro tipo de preguntas más profundas a las que quizá no sepamos darnos una respuesta satisfactoria:
¿Qué puedo hacer para ser feliz?
¿Cuál es sentido de la vida?
¿De dónde venimos?
¿A dónde vamos?
Como vemos son muchas y muy distintas las cuestiones que nos planteamos. Algunas nos interesan más, otras menos, algunas pueden llegar incluso a obsesionarnos. Para unas tenemos respuesta, para otras podríamos estar toda la vida especulando y no llegaríamos a una conclusión definitiva.
Hay, sin embargo, una pregunta que todos nos hacemos en algún punto de nuestra existencia y para la que desearíamos tener una respuesta clara: ¿Se acaba todo con esta vida o hay algo más?
Si preguntáramos por ahí a modo de encuesta nos encontraríamos posiblemente casi tantas respuestas diferentes como encuestados.

Tendríamos principalmente tres tipos de respuesta:

a) El ateo, racionalista, etc. contestará que no hay nada después de esta vida: El homo sapiens no deja de ser un animal como cualquier otro y como tal está sujeto a las leyes de la biología. El ser humano es un cúmulo de células que envejece y acaba muriendo. Se transforma el polvo y a este se lo lleva el viento.
b) El agnóstico. A esta categoría pertenece seguramente la mayoría de los mortales, por lo menos en las sociedades occidentales. No están para nada seguros de que haya realmente una vida después de esta, pero se resisten a aceptar que todo se acaba cuando exhalamos nuestro último aliento.
c) El que cree en una vida posterior. Aquí tendríamos a su vez un montón de visiones distintas según la religión a la que pertenece cada individuo. Nos encontraríamos diferentes respuestas según si le preguntamos a un budista, a un musulmán, a un cristiano o a un espiritista, por ejemplo.
En este último apartado podríamos incluir también un grupo aparte de gente que, de alguna manera, creería que va a continuar existiendo una vez abandone este mundo material pero no tiene muy claro de qué manera.

Como vemos tendríamos muchas respuestas diferentes y no sabríamos muy bien a quién darle la razón.
Podríamos vernos representados por alguno de los tres grupos, e incluso podemos saltar de una a otra clase a lo largo de nuestras vidas, pasando así de creyentes a agnósticos o de agnósticos a ateos.
El hecho de que haya tantos planteamientos diferentes es causa y también efecto de eso que se ha dado en llamar relativismo y que viene a decir que no existe una verdad universal, sino que todo es válido sólo desde el punto subjetivo. Con esta idea tan extendida en el mundo occidental llegamos a la sociedad postmoderna que es en la que vivimos usted y yo.
Pero el hecho es que por más vueltas que le demos al asunto acabamos de encontrar una respuesta satisfactoria o por lo menos convincente. ¿Por qué será?
La respuesta la encontraremos en el siguiente artículo:
¿Hay una respuesta a la pregunta más importante?



¿Qué es el Domingo de Resurrección?


¿Qué celebramos realmente los cristianos el Domingo de Resurrección?, ¿Somos plenamente conscientes de lo que recordamos este día?

Realmente es éste un día especial, a decir verdad es el día en el que se conmemora el acontecimiento más importante en la historia de la humanidad: la Resurrección de Jesucristo.

¿De verdad es la Resurrección de Jesús el hecho más transcendente en toda la historia del hombre?
Ante el hecho de la Resurrección sólo caben dos posibilidades:
a) o bien Jesús no resucitó
b) o bien Jesús sí resucitó, tal y como nos cuentan los Evangelios.

Si la primera posibilidad fuera cierta, y por lo tanto Jesús no se levantó de entre los muertos, nos encontraríamos, en palabras de Josh McDowell, ante el mayor y más maléfico de los engaños que la mente humana jamás ideó: millones de personas a lo largo de una veintena de siglos habría vivido y muerto en la esperanza de una resurrección que nunca tuvo lugar.
El apóstol Pablo de Tarso se plantea en su primera carta a los Corintios, y concretamente en  lo que seguramente son sus cuatro versículos más conocidos y citados, así como los más importantes (los versículos 16,17 y 18) la cuestión más importante que todo ser humano se puede hacer en la vida: ¿hubo o no hubo Resurrección?
El apóstol llega a la única conclusión a la que se puede llegar: Si no hubo resurrección nuestra fe no tiene sentido.
Leemos sus propias palabras: “Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron. Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres”  1 Corintios 15, 16-19 (Reina-Valera 1960)



El apóstol nos está diciendo aquí cual es la idea principal del cristianismo, a partir de la cual podemos empezar a considerar el mensaje de Jesús recogido en los Evangelios. Si Cristo no resucitó su mensaje son palabras huecas, todo lo que dijo y proclamó de sí mismo serían sólo dislates.
Pero si, por el contrario, al tercer día se levantó de entre los muertos nos encontramos no sólo con un hecho único en la historia sino también con el acontecimiento crucial y definitivo para la humanidad: Jesús venció a la muerte y demostró ser quien dijo ser, el Hijo de Dios.
A partir de este acontecimiento los apóstoles empiezan a creer definitivamente en Jesús, vencen sus miedos y comienzan a predicar que ha resucitado.
Todas las palabras y todas las obras realizadas por el Nazareno en vida reciben con su resurrección un certificado de garantía.  
Podemos imaginarnos el cambió que para los abatidos apóstoles supuso ver de nuevo a su maestro, no sólo la alegría de ver a un viejo amigo al que creían muerto, sino ver también confirmada la fe que tenían depositada en él y que se esfumó cuando contemplaron como todo acababa en la cruz.
Ahora es cuando salen a la calle y proclaman el mensaje de Jesús que tan bien resumen Pablo en su primero carta a los Corintios: “Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” 1 Corintios 15, 3-4 (Reina-Valera 1960)

Así pues, es hoy un día de alegría, pues recordamos el día más grande en toda la historia de la humanidad.
Aprovechamos también para darle las gracias a Jesús de todo corazón por su infinita generosidad. Él, siendo Dios, decide padecer todo tipo de humillaciones, burlas, torturas y la deshonrosa muerte en la cruz para el perdón del ser humano.
Es un regalo tan grande e inmerecido el que nos hace Jesús que sobrepasa todo entendimiento.
Amigo lector que has tenido la paciencia de llegar hasta estas líneas, a ti me dirijo para recordarte el tremendo sacrificio que Jesús hizo por nosotros sólo por amor y te animo a que le des tú también las gracias.
También puedes decirle que lamentas mucho haber pasado olímpicamente de Él y haberle ignorado su mensaje de salvación todos estos años.
Pídele un cambio en tu vida, pídele que desde este momento sea Él el centro de tu vida.
Si aceptas que eres un pecador, le pides sinceramente perdón por tus faltas y confías en que Jesús pagó por todos tus pecados en la cruz, habrás obtenido el premio más grande que nadie en tu vida te ha podido hacer: un billete de acceso a su morada para toda la eternidad.
El precio de la entrada ya ha sido pagado, y ha sido carísimo, a decir verdad hubiera sido impagable para cualquiera. Pero Jesús te la ofrece gratis, tú sólo tienes que aceptar.
Piénsatelo querido amigo, porque en tus manos está decir dónde quieres pasar la eternidad: junto a Jesús o privado de Él.