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domingo, 7 de julio de 2019

6. Luciano de Samosata

Lucianus Samosatensis, fue un escritor sirio satirista en lengua griega, considerado uno de los primeros humoristas.
Nació en la ciudad siria de Samosata en el año 115 d.C. y murió entre los años 181 d.C a 200 d.C).
De la vida de Luciano sabemos muy poco, pero curiosamente nos ha llegado conservada casi toda su obra en prosa, unas 82 obras: el llamado Corpus Lucianeum.
A Luciano se le ha considerado a lo largo de la Historia uno de los más grandes genios de la sátira en la literatura universal.
Friedrich Engels lo llegó a llamar el Voltaire de la Antigüedad.

                                     Retrato ficticio de Luciano de Samosata

La figura de los cristianos en la obra de Luciano
En una de su obritas, una sátira llamada “La muerte de Peregrino”, Luciano se burla de la ingenuidad e ignorancia de los cristianos que siguen a un líder que no deja de ser un embaucador.
El protagonista de su sátira es Peregrino, un filósofo cínico que más tarde se convierte al cristianismo y para después volver a ser pagano.
La figura de los cristianos aparece en los párrafos 11, 12,13 y 16 de esta obra. Veamos qué es lo que escribe Luciano:
11 «Fue entonces, precisamente, cuando conoció la admirable doctrina de los cristianos, en ocasión de tratarse, en Palestina, con sus sacerdotes, y escribas. Y ¿qué os creéis? En poco tiempo les descubrió que todos ellos eran unos niños inocentes, y que él, sólo él, era el profeta, el sumo sacerdote, el jefe de sinagoga, todo en suma. Algunos libros sagrados él los anotaba y explicaba; otros los redactó él mismo. En una palabra, que lo tenían por un ser divino, se servían de él como legislador y le dirigían cartas como a su jefe. Todavía siguen adorando a aquel gran hombre que fue crucificado en Palestina por haber introducido entre los hombres esta nueva religión».

12: «Prendido por esta razón, Proteo fue a dar con sus huesos en la cárcel, cosa que le granjeó mayor aureola aún para las otras etapas de su vida y con vistas a la fama de milagrero que tanto anhelaba. Pues bien; tan pronto como estuvo preso, los cristianos, considerándolo una desgracia, movieron cielo y tierra por conseguir su libertad. Al fin, como esto era imposible, se procuró al menos proporcionarle cuidados y no precisamente al buen tuntún, sino con todo el interés del mundo. Y ya desde el alba podía verse a las puertas de la cárcel una verdadera multitud de ancianos, viudas y huérfanos e incluso los jerarcas de su secta dormían con él en la prisión, previo soborno de los guardianes. Luego eran introducidos toda clase de manjares, se pronunciaban discursos sagrados y el excelente Peregrino —pues todavía llevaba este nombre— era calificado por ellos de nuevo Sócrates».

13: «Es más: incluso desde ciertas ciudades de Asia llegaron enviados de las comunidades cristianas para socorrer, defender y consolar a nuestro hombre. Porque es increíble la rapidez que muestran tan pronto se divulga un hecho de este tipo. Y es que —para decirlo con pocas palabras—, no tiene bienes propios. Y ya tienes que va a parar a los bolsillos de Peregrino —procedente de manos de esas gentes— una gran suma de dinero en razón de su condena; con ello le ayudaron, y no poco, monetariamente. Y es que los infelices creen a pie juntillas que serán inmortales y que vivirán eternamente, por lo que desprecian la muerte e incluso muchos de ellos se entregan gozosos a ella. Además su fundador les convenció de que todos eran hermanos. Y así, desde el primer momento en que incurren en este delito reniegan de los dioses griegos y adoran en cambio a aquel filósofo crucificado y viven según sus preceptos. Por eso desprecian los bienes, que consideran de la comunidad, si bien han aceptado estos principios sin una completa certidumbre, pues si se les presenta un mago cualquiera, un hechicero, un hombre que sepa aprovecharse de las circunstancias, se enriquece en poco tiempo, dejando burlados a esos hombres tan sencillos»

16: «Salió, pues, por segunda vez de su ciudad natal, dispuesto a recorrer mundo, con los cristianos como único sostén, gracias a cuya protección lo pasaba a lo grande. Y así vivió durante un tiempo. Más tarde, empero, y por haber cometido alguna falta contra ellos —se le vio, según creo, tomar alimentos prohibidos— hallóse desamparado, falto de su protección y entonces pensó que no tenía más remedio que retractarse y reclamar los bienes a su ciudad; y, efectivamente, presentó un memorándum y exigió la entrega de los bienes por orden del emperador. Mas la ciudad envió a su vez también una embajada y aquél nada consiguió al fin, sino que se declaró que se atuviera a su primera decisión, ya que nadie le había obligado a ello»

Traducción de José Alsina Clota, catedrático de filología griega en la Universidad de Barcelona, en Luciano, Obras II, Alma Mater, Barcelona 1966, páginas 130 a 135.

Que se desprende de la lectura de “La muerte de Peregrino”
Leyendo esta pequeña obrita podemos observar cómo era vista la primitiva comunidad cristiana así como su doctrina a ojos de un pagano del siglo II.
Podemos ver que, si bien Luciano no entiende bien el contenido del Evangelio y tampoco parece tener mucho interés en esta comunidad ha destacado en su obrita una serie de aspectos característicos de los primeros cristianos que parecen haberle llamado la atención, estos serían:
1. Jesús fue un palestino líder de una comunidad que lo adoraba.
2. Jesús introdujo unas nuevas enseñanzas.
3. Fue crucificado por defender dichas enseñanzas.
4. Entre algunas de estas enseñanzas estaban:
a) la hermandad entre todos los creyentes, que se consideraban hermanos.
b) la necesidad de convertirse
c) la obligatoriedad de rechazar a otras deidades y no ofrecerles nunca culto.
d) Los seguidores de Jesús debían vivir según las enseñanzas de su maestro.
e) Se consideraban inmortales
f) No temían a la muerte
g) Renunciaban a todos bienes mundanos que cedían a la comunidad de fe.