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jueves, 12 de marzo de 2020

¿Quién fue Drusila?

1. Introducción

2. Familia

3. Matrimonios
      Epífanes de Comagene
      Aziz de Emesa
      El gobernador Félix

4. Hijos

5. Drusila en los Evangelios
      A. Llegada a Judea desde Grecia
      B. Detención de Pablo en el templo
C. Pablo ante el Sanedrín
      D. Pablo es enviado a Cesarea
E. Juicio de Pablo ante Marco Antonio Félix
      F. Drusila y Félix escuchan a Pablo

6. Muerte de Drusila

7. Drusilla en las artes


1. Introducción
Drusila era la menor de las tres hijas que tenía el rey Herodes Agripa I.
El nombre de Drusila viene del griego Δρόυσιλλα (Dróusilla) “regada por el rocío” es el correspondiente femenino del nombre latino Drusus, que a su vez viene del celta Drausus.

2. Familia
Hija de Cipros y del rey Herodes Agripa I, de quien se quedó huérfana con tan solo seis años, esta princesa era la más joven de sus hermanos, pues había nacido en el año 38 d.C.

Drusila era hermana de
a) Herodes Agripa II (nacido en 27 d.C.)
b) Berenice (nacida en 28 d.C.)
c) Mariamna III (nacida en 34 o 35 d.C.)

Nos cuenta Flavio Josefo (Antigüedades Judías, libro XIX, capítulo IX), que, a la muerte del rey Herodes Agripa I, sus súbditos griegos de Cesarea y también los samaritanos de Sebaste someten a una burla obscena tanto a Drusilla como a sus dos hermanas Berenice y Mariamna.

El escarnio en cuestión consistió en que dichos ciudadanos, salieron a la calle con gran jolgorio y algazara a manifestar su júbilo por el fallecimiento de dicho monarca.

Un grupo de exaltados irrumpen en los jardines reales y sustraen las estatuas de las hijas del rey: Berenice, Mariamna y Drusila. Las arrastran a unos burdeles donde representan actos lascivos con dichas imágenes.

3. Matrimonios

Epífanes de Comagene
Cuando Drusila apenas era una chiquilla de seis años sus padres acordaron su matrimonio con Epífanes de Comagene (príncipe de Comagene - un pequeño reino armenio situado en la actual Turquía-).

El acuerdo matrimonial se disolvió debido a que el prometido no quiso convertirse al judaísmo -como era necesario para poder casarse con una princesa judía-.

Al parecer el punto que menos convencía a dicho Epífanes de Comagene era el hecho de tener que circuncidarse.

Aziz de Emesa
Otro príncipe sirio, Aziz de Emesa (también llamado Azize, Azizos o Azizus, en griego ζιζος), no objetó nada a ser circuncidado, y, de esta manera contrajo matrimonio con Drusila, que a la sazón contaba con tan sólo catorce años.

Emesa, la actual ciudad de Homs en Siria, era una minúscula monarquía cliente de Roma.
Parece ser que este marido suyo sirio era muy cruel, por lo que Drusila decidió divorciarse de él, algo que la ley judía no contempla en absoluto.

El gobernador Félix
Hacia el año 54 d.C., ya divorciada de su primer marido, Aziz de Emesa, decide contraer matrimonio con Marco Antonio Félix que era el gobernador romano de la provincia de Judea.

El historiador judío Flavio Josefo, nos cuenta en su obra Antigüedades Judías -más concretamente en capítulo VII de su libro XX- cómo fue el encuentro entre Félix y Drusilla.

Según Flavio Josefo, siendo ya Marco Antonio Félix procurador de Judea, cuando vio a la joven Drusila, que era la más hermosa de mujeres, quedó prendado de su belleza y comenzó a cortejarla.
Para ello le mandó a Drusila a un tal Simón (en otro documento Flavio Josefo llama a este hechicero Átomos), judío chipriota que decía ser nigromante, a hacer las labores de celestina.

Este Simón instó a Drusila a abandonar a su marido para que se casara con Marco Antonio Félix, el cual le aseguraba que la haría feliz.

Probablemente Drusila accediera movida por esa promesa de felicidad que le hacía el romano, pues sabía que el procurador actuaba por amor, no por intereses políticos de terceras personas, como fue el caso de su matrimonio con Aziz de Emesa, que fue concertado por su hermano Agripa II, cuando tuvo que hacer de pater familiae, al fallecer su padre, el rey Agripa I (artífice, a su vez, de la malograda unión de Drusila con Epífanes de Comagene).

Drusila accedió y acabo contrayendo matrimonio con Marco Antonio Félix, lo cual, como ya hemos mencionado anteriormente, contravenía las leyes judías.

Tampoco le exigió Drusila a Félix que se convirtiera al judaísmo para que este se casara con ella, total, su unión con el gobernador romano ya era, desde el punto de vista judío, completamente inmoral e ilícita, pues la princesa ya estaba casada y al unirse a Marco Antonio Félix estaba cometiendo público adulterio.

Por si esto fuera poco su nueva unión era con un hombre gentil, algo que no podían hacer las mujeres judías.

4. Hijos
Con el gobernador romano Félix, Drusila tuvo un hijo, Marco Antonio Agripa y una hija, Antonia Clementiana (que fue más tarde la abuela de Lucio Anneo Domicio Próculo).
Marco Antonio Agripa, a su vez, pudo tener una hija, Antonia Agripina, que aparece mencionada en una pintada mural en Egipto.

Descendientes prominentes de Drusila - aunque no se sabe con total seguridad- pudieron ser:
a) el cuestor Marco Antonio Fronto Salviano
b) el hijo del anterior, Marco Antonio Félix Magnus, Pontífice Máximo en el año 225.

5. Drusila en los Evangelios
Drusila sólo aparece mencionada en una ocasión en los Evangelios, concretamente en el capítulo 24 del libro de los Hechos de los Apóstoles, donde se nos refiere lo siguiente:
Algunos días después, vino Félix con Drusila su esposa, que era judía. Mandó traer a Pablo, y le oyó acerca de la fe en Cristo Jesús. Cuando Pablo disertaba de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se llenó de miedo y respondió:
—Por ahora, vete; pero cuando tenga oportunidad, te llamaré.”
(Versículos 24 y 25 del capítulo 24 del libro de los Hechos de los Apóstoles, RVA 2015)

Pablo ante Félix, Drusila sentada a su derecha. William Hoghath

Para saber cómo se llegó a dicho encuentro entre el Apóstol de Tarso y Félix y Drusila hemos hecho un pequeño resumen de los acontecimientos que hicieron que Pablo fuera detenido y puesto a disposición de Félix, que, como ya sabemos, era el gobernador de Judea.

A. Llegada de Pablo a Judea desde Grecia
Después de un periplo por Grecia y Macedonia, donde Pablo había visitado y predicado a las comunidades cristianas de ciudades como Troas y Mileto, el apóstol, movido por el espíritu de Dios decide marchar a Jerusalén.

Se despide de sus hermanos y embarca hacia Fenicia, pasando por Cos y Rodas.
De Tiro, en Fenicia, llega por mar a Cesarea, ya en tierra de judíos.

Ahí los miembros de la comunidad cristiana le desaconsejan que vaya a Jerusalén, pues con toda seguridad caerá en manos de los judíos que lo entregarán a los gentiles, o sea a los romanos.

B. Detención de Pablo en el templo
Desde Cesarea, acompañado por varios ayudantes, sube a Jerusalén y ahí se reúne con la comunidad cristiana local.

En dicha comunidad había cuatro hombres que habían hecho votos y que debían ser acompañados por Pablo al templo a purificarse, después de haberse rapado la cabeza.

Es en ese momento cuando unos judíos que venían de Asia “comenzaron a alborotar a todo el pueblo y le echaron mano,  gritando: «¡Hombres de Israel! ¡Ayuden! ¡Este es el hombre que por todas partes anda enseñando a todos contra nuestro pueblo, la ley y este lugar! Y además de esto, ha metido griegos dentro del templo y ha profanado este lugar santo». Hech. 21, 27- 28.

¿Por qué reaccionaron así estos judíos? Según nos cuenta Lucas en el libro de los Hechos de los Apóstoles, al parecer dichos hebreos habían visto a Pablo en Jerusalén a Trófimo, un efesio, y sospechaban que Pablo lo había introducido en el templo, algo prohibidísimo, pues los no judíos tenían vedada la entrada al mismo.

Dicha acusación era gravísima, pues la infracción de dicha prohibición conllevaba la pena de muerte.  
Se produce un gran tumulto entre el pueblo, echan mano de Pablo y lo sacan a la fuerza del templo cierran las puertas.

Cuando ya iban a proceder a linchar a Pablo aparece el tribuno romano de la compañía, el cual había sido avisado del incidente, junto con soldados y centuriones.
Los alborotadores, al ver a llegar a las autoridades romanas con cara de pocos amigos, interrumpen la paliza que le estaban propinando al apóstol.

Los romanos encadenan a Pablo y se lo llevan escoltado a su fortaleza.
Antes de ser introducido en la fortaleza, Pablo pide el uso de la palabra, y dirigiéndose a los judíos que lo increpaban en hebreo aprovecha para explicar su mensaje.

Una vez dentro de la torre el tribuno decide someter a Pablo a unos cuantos latigazos para averiguar de qué trata todo este lio.

Cuando Pablo revela que es ciudadano romano lo dejan en paz.
El tribuno resuelve que, ya que el percance se ha producido por motivos religiosos, sean las autoridades religiosas judías, es decir el Sanedrín, los que se encarguen de resolver este asunto.

C. Pablo ante el Sanedrín
Pablo actúa astutamente aquí ante un jurado abiertamente hostil a su causa.
Decide enredarlos en polémicas teológicas sacando a colación que él cree en la resurrección de los muertos.

Teniendo en cuenta que el colegio de sabios estaba dividido en dos facciones: los fariseos, que al igual que Pablo creían en la resurrección de la carne y los saduceos que no tenían fe en tal creencia, Pablo aprovecha para abrir un debate y dejar que se ocupen en tratar complejas disquisiciones y que se olviden momentáneamente de las graves acusaciones que pesan sobre él.

Al final de la discusión de maestros de la ley, el bando fariseo llega a la conclusión de que no ve falta ni delito alguno en Pablo.
Por si acaso el tribuno lo saca del Sanedrín de nuevo escoltado.

D. Pablo es enviado a Cesarea
Un grupo de judíos se comprometen a acabar con la vida de Pablo a toda costa y traman una emboscada para matarlo.

A oídos del tribuno llega información sobre dicho complot y decide poner a salvo a su prisionero enviándolo a Cesarea.
Claudio Lisias, pues así se llamaba el procurador, le manda al cautivo Pablo al procurador Marco Antonio Félix, junto con una misiva donde le pone en conocimiento de la situación.

En dicha carta Lisias expone que él encuentra inocente al reo, pero que su vida corre peligro debido a una conjura en su contra. También le dice al procurador que ha informado a sus acusadores para que acudan a Cesarea a declarar delante de él todo lo que tengan que decir.

Marco Antonio Félix informa a Pablo, una vez lo tiene en su presencia, de que escuchará su causa cuando se personen también sus acusadores.
Así pues, ordena que lo encarcelen en el Pretorio de Herodes.

E. Juicio de Pablo ante Marco Antonio Félix
Pasados cinco días arriban a Cesarea el sumo sacerdote Ananías, acompañado de algunos ancianos del Sanedrín y un tal Tértulo, que hace de abogado acusador.

Presentándose ante procurador Marco Antonio Félix, comienzan a testificar en contra de Pablo.
Lo primero que hace Tértulo como experto orador que es, es adular al gobernador. Tértulo es un zorro astuto que se conoce al dedillo todas las artimañas retóricas que hay que aplicar para ganarse las voluntades de los hombres.

Comienza así su discurso con lo que se conoce como captatio benevolentiae (o sea halagos y lisonjas varias).
Le recuerda a Félix que la paz, el orden y la prosperidad que están disfrutando los judíos se la deben a él, y dicho esto, una vez que hemos conseguido las simpatías de la autoridad, comienza verdaderamente la acusación de Tértulo.

Los cargos que se le imputan a Pablo son los siguientes:
a) Ser el promotor de sediciones entre los judíos de todo el mundo (nota bene: no sólo de Judea)
 b) Ser cabecilla de la secta de los nazarenos (curiosamente Tértulo se refiere aquí a los cristianos con el nombre de nazarenos).
c) Intentar profanar el templo de Jerusalén (al pretender introducir a un pagano en su interior) algo que pudo ser impedido por los judíos.

Las acusaciones vertidas sobre Pablo eran gravísimas ya que en aquella época los ánimos del pueblo judío estaban muy revueltos, pues los zelotes habían causado numerosos quebraderos de cabeza a las fuerzas de ocupación romanas.

Inculpar a un judío ser un revolucionario, provocar motines o querer profanar el templo (es decir, llevar a cabo una acción que tenía por resultado siempre violentos tumultos entre los más exaltados) podía llevar al acusado a perder la vida con mucha probabilidad.

Pero Pablo sabe cuidar de sí mismo; si magistral fue la acusación de Tértulo, no menos admiración merece la defensa que ofrece Pablo a las graves imputaciones que se le hacen.
Pablo se presenta como un simple judío piadoso que jamás ha discutido con nadie, ni el templo, ni en sinagogas, ni en las calles.

Tampoco ha provocado nunca ningún tumulto entre los judíos y añade que ahí está la gente para confirmar que, efectivamente, así ha sido siempre.
Admite únicamente servir al Dios de sus padres siguiendo las enseñanzas, eso sí, de Cristo, al que los judíos no aceptan.

Resumiendo la defensa paulina:
a) no hay pruebas de que Pablo cometiera nada de aquello de que se le acusaba
b)  nadie puede testificar contra él, pues nada ha hecho y
c)  además ya ha sido declarado inocente en un juicio anterior ante el mismísimo sanedrín al completo.

Oídas ambas partes, Félix, aplaza el juicio hasta que llegue el tribuno Lisias.
Pablo vuelve a prisión custodiado por su seguridad.

F. Drusila y Félix escuchan a Pablo
Aquí tenemos el único pasaje de los Evangelios donde se menciona a Drusila.
En el capítulo 24 del libro de los Hechos de los Apóstoles, Lucas nos informa de que, varios días después del careo entre Pablo y Tértulo, Félix que estaba acompañado de su esposa Drusila, ordenó que trajeran a Pablo ante su presencia y ambos escucharon acerca de la fe en Cristo Jesús.

Cuando Pablo disertaba sobre la justicia, el dominio propio y el juicio venidero, Félix se llenó de miedo y le dijo que se fuera y que más tarde hablarían.

¿Por qué si Félix no creía que Pablo fuera culpable de nada seguía manteniéndolo encarcelado?
Al parecer tenía varias razones:
a) Quería oírle hablar con él de vez en cuando
b) esperaba que Pablo le ofreciera algún dinero para comprar su libertad.
c) Quería llevarse bien con los judíos en un momento en que estos estaban especialmente sensibles y predispuestos a organizar motines.
d) Seguramente tampoco quería contrariar a su esposa Drusila que también era judía.

Tenemos aquí a un Félix que es políticamente prudente, pero corrupto y que además no acepta el mensaje de Cristo, ni siquiera oyéndolo en numerosas ocasiones de la mismísima boca del apóstol Pablo.

Si a esto le añadimos que reprimía los motines cruelmente, que rompió un matrimonio, usando además para ello las artes de un hechicero y que no tuvo empacho alguno en hacer público su adulterio, pues tenemos aquí otro personaje opuesto completamente a lo que se espera de un buen cristiano.

El libro de los Hechos de los Apóstoles nos informa de que a los dos años de este primer encuentro con Pablo, Félix fue depuesto y pasó a ocupar su cargo Porcio Festo, el cual para ganarse a los judíos siguió manteniendo preso a Pablo.

6. Muerte de Drusila
Como ya hemos comentado más arriba, Drusila tuvo dos hijos con el gobernador romano Félix.
Flavio Josefo nos comenta en el capítulo VII del libro XX de su obra Antigüedades Judías, como Drusila y su único hijo varón, Marco Antonio Agripa, murieron juntos, al igual que numerosos habitantes de Pompeya y Herculano, durante la erupción del Vesubio el 24 de agosto del año 79 d.C. siendo emperador de Roma Tito.

Y digo que Flavio Josefo sólo comenta de pasada que ambos perecieron en aquella catástrofe natural, porque se deja para luego una descripción más detallada que no aparece en ningún otro capítulo, sea por olvido o bien porque el escrito que contiene el relato del fallecimiento de Drusila y Marco Antonio Agripa se ha extraviado.

Como prácticamente todos los miembros de la familia herodiana Drusila es un ejemplo de cómo no hay que comportarse ante Dios, pues, había:
a)  despreciado su fe judía,
b) se había divorciado de su marido,
c) vivía en pecado con otro hombre, es decir era una adúltera,
d) se había casado con un gentil (algo no contemplado en la Ley judía), algo que seguramente no verían con buenos ojos sus súbditos judíos
e) era motivo de escándalo por su unión ilegítima con un romano
f) y había rechazado a Cristo, cuando Pablo le habló del mismo.

7. Drusilla en las artes
“Drusilla, Fille d'Agrippa Ier” es una tragedia escrita en versos alejandrinos por Jean-Luc Marchand en el año 2018, que está inspirada en la obra Bérénice de Jean Racine.

A partir del marco histórico que crea Jean Racine en su clásica “Bérénice”, Jean-Luc Marchand decide continuar la historia de la hermana pequeña de Berenice, Drusila, narrándonos el destino que dicha princesa tuvo.

Drusilla, de Jean-Luc Marchand

El autor, gran conocedor del entorno histórico-cultural de entonces, nos cuenta la aventuras de Drusilla.

Como, por ejmplo, cuando en el reino de Cálcide, la princesa Drusila se encuentra con el joven Epífanes, hijo del rey de Commagene, con quien estaba prometida desde que ambos eran niños.
Drusila se enamora de él, pero vemos cómo los demás personajes impiden que ese amor salga adelante.

Con numerosas intrigas de palacio magistralmente dispuestas, así como talento para la narración, Jean-Luc Marchand consigue en esta obra conducirnos al año 49, "donde se superponen el antiguo reino de Alejandro y el nuevo Imperio Romano".