2. Familia
3. Matrimonios
Epífanes de Comagene
Aziz de Emesa
El gobernador Félix
4. Hijos
5. Drusila en los
Evangelios
A. Llegada a Judea desde Grecia
B. Detención de Pablo en el templo
C. Pablo ante el Sanedrín
D. Pablo es enviado a Cesarea
E. Juicio de Pablo ante Marco Antonio Félix
F. Drusila y Félix escuchan a Pablo
6. Muerte de Drusila
7. Drusilla en las
artes
1. Introducción
Drusila era la menor de las tres hijas que tenía el rey
Herodes Agripa I.
El nombre de Drusila viene del griego Δρόυσιλλα (Dróusilla)
“regada por el rocío” es el correspondiente femenino del nombre latino Drusus,
que a su vez viene del celta Drausus.
2. Familia
Hija de Cipros y del rey Herodes Agripa I, de quien se quedó
huérfana con tan solo seis años, esta princesa era la más joven de sus
hermanos, pues había nacido en el año 38 d.C.
Drusila era hermana de
a) Herodes Agripa II (nacido en 27 d.C.)
b) Berenice (nacida en 28 d.C.)
c) Mariamna III (nacida en 34 o 35 d.C.)
Nos cuenta Flavio Josefo (Antigüedades Judías, libro XIX,
capítulo IX), que, a la muerte del rey Herodes Agripa I, sus súbditos griegos
de Cesarea y también los samaritanos de Sebaste someten a una burla obscena
tanto a Drusilla como a sus dos hermanas Berenice y Mariamna.
El escarnio en cuestión consistió en que dichos ciudadanos,
salieron a la calle con gran jolgorio y algazara a manifestar su júbilo por el
fallecimiento de dicho monarca.
Un grupo de exaltados irrumpen en los jardines reales y
sustraen las estatuas de las hijas del rey: Berenice, Mariamna y Drusila. Las
arrastran a unos burdeles donde representan actos lascivos con dichas imágenes.
3. Matrimonios
Epífanes de Comagene
Cuando Drusila apenas era una chiquilla de seis años sus padres
acordaron su matrimonio con Epífanes de Comagene (príncipe de Comagene - un pequeño
reino armenio situado en la actual Turquía-).
El acuerdo matrimonial se disolvió debido a que el prometido
no quiso convertirse al judaísmo -como era necesario para poder casarse con una
princesa judía-.
Al parecer el punto que menos convencía a dicho Epífanes de
Comagene era el hecho de tener que circuncidarse.
Aziz de Emesa
Otro príncipe sirio, Aziz de Emesa (también llamado Azize,
Azizos o Azizus, en griego Ἄζιζος),
no objetó nada a ser circuncidado, y, de esta manera contrajo matrimonio con
Drusila, que a la sazón contaba con tan sólo catorce años.
Emesa, la actual ciudad de Homs en Siria, era una minúscula
monarquía cliente de Roma.
Parece ser que este marido suyo sirio era muy cruel, por lo
que Drusila decidió divorciarse de él, algo que la ley judía no contempla en
absoluto.
El gobernador Félix
Hacia el año 54 d.C., ya divorciada de su primer marido, Aziz
de Emesa, decide contraer matrimonio con Marco Antonio Félix que era el
gobernador romano de la provincia de Judea.
El historiador judío Flavio Josefo, nos cuenta en su obra
Antigüedades Judías -más concretamente en capítulo VII de su libro XX- cómo fue
el encuentro entre Félix y Drusilla.
Según Flavio Josefo, siendo ya Marco Antonio Félix
procurador de Judea, cuando vio a la joven Drusila, que era la más hermosa de
mujeres, quedó prendado de su belleza y comenzó a cortejarla.
Para ello le mandó a Drusila a un tal Simón (en otro
documento Flavio Josefo llama a este hechicero Átomos), judío chipriota que
decía ser nigromante, a hacer las labores de celestina.
Este Simón instó a Drusila a abandonar a su marido para que
se casara con Marco Antonio Félix, el cual le aseguraba que la haría feliz.
Probablemente Drusila accediera movida por esa promesa de
felicidad que le hacía el romano, pues sabía que el procurador actuaba por
amor, no por intereses políticos de terceras personas, como fue el caso de su
matrimonio con Aziz de Emesa, que fue concertado por su hermano Agripa II,
cuando tuvo que hacer de pater familiae, al fallecer su padre, el rey Agripa I
(artífice, a su vez, de la malograda unión de Drusila con Epífanes de Comagene).
Drusila accedió y acabo contrayendo matrimonio con Marco
Antonio Félix, lo cual, como ya hemos mencionado anteriormente, contravenía las
leyes judías.
Tampoco le exigió Drusila a Félix que se convirtiera al
judaísmo para que este se casara con ella, total, su unión con el gobernador
romano ya era, desde el punto de vista judío, completamente inmoral e ilícita,
pues la princesa ya estaba casada y al unirse a Marco Antonio Félix estaba
cometiendo público adulterio.
Por si esto fuera poco su nueva unión era con un hombre
gentil, algo que no podían hacer las mujeres judías.
4. Hijos
Con el gobernador romano Félix, Drusila tuvo un hijo, Marco
Antonio Agripa y una hija, Antonia Clementiana (que fue más tarde la abuela de
Lucio Anneo Domicio Próculo).
Marco Antonio Agripa, a su vez, pudo tener una hija, Antonia
Agripina, que aparece mencionada en una pintada mural en Egipto.
Descendientes prominentes de Drusila - aunque no se sabe con
total seguridad- pudieron ser:
a) el cuestor Marco Antonio Fronto Salviano
b) el hijo del anterior, Marco Antonio Félix Magnus,
Pontífice Máximo en el año 225.
5. Drusila en los
Evangelios
Drusila sólo aparece mencionada en una ocasión en los
Evangelios, concretamente en el capítulo 24 del libro de los Hechos de los
Apóstoles, donde se nos refiere lo siguiente:
“Algunos días después,
vino Félix con Drusila su esposa, que era judía. Mandó traer a Pablo, y le oyó
acerca de la fe en Cristo Jesús. Cuando Pablo disertaba de la justicia, del
dominio propio y del juicio venidero, Félix se llenó de miedo y respondió:
—Por ahora, vete; pero
cuando tenga oportunidad, te llamaré.”
(Versículos 24 y 25 del capítulo 24 del libro de los Hechos
de los Apóstoles, RVA 2015)
Pablo ante Félix, Drusila sentada a su derecha. William Hoghath
Para saber cómo se llegó a dicho encuentro entre el Apóstol
de Tarso y Félix y Drusila hemos hecho un pequeño resumen de los
acontecimientos que hicieron que Pablo fuera detenido y puesto a disposición de
Félix, que, como ya sabemos, era el gobernador de Judea.
A. Llegada de Pablo a
Judea desde Grecia
Después de un periplo por Grecia y Macedonia, donde Pablo
había visitado y predicado a las comunidades cristianas de ciudades como Troas
y Mileto, el apóstol, movido por el espíritu de Dios decide marchar a
Jerusalén.
Se despide de sus hermanos y embarca hacia Fenicia, pasando
por Cos y Rodas.
De Tiro, en Fenicia, llega por mar a Cesarea, ya en tierra
de judíos.
Ahí los miembros de la comunidad cristiana le desaconsejan
que vaya a Jerusalén, pues con toda seguridad caerá en manos de los judíos que
lo entregarán a los gentiles, o sea a los romanos.
B. Detención de Pablo
en el templo
Desde Cesarea, acompañado por varios ayudantes, sube a
Jerusalén y ahí se reúne con la comunidad cristiana local.
En dicha comunidad había cuatro hombres que habían hecho
votos y que debían ser acompañados por Pablo al templo a purificarse, después
de haberse rapado la cabeza.
Es en ese momento cuando unos judíos que venían de Asia “comenzaron a alborotar a todo el pueblo y le
echaron mano, gritando: «¡Hombres de
Israel! ¡Ayuden! ¡Este es el hombre que por todas partes anda enseñando a todos
contra nuestro pueblo, la ley y este lugar! Y además de esto, ha metido griegos
dentro del templo y ha profanado este lugar santo». Hech. 21, 27- 28.
¿Por qué reaccionaron así estos judíos? Según nos cuenta
Lucas en el libro de los Hechos de los Apóstoles, al parecer dichos hebreos habían
visto a Pablo en Jerusalén a Trófimo, un efesio, y sospechaban que Pablo lo
había introducido en el templo, algo prohibidísimo, pues los no judíos tenían
vedada la entrada al mismo.
Dicha acusación era gravísima, pues la infracción de dicha
prohibición conllevaba la pena de muerte.
Se produce un gran tumulto entre el pueblo, echan mano de
Pablo y lo sacan a la fuerza del templo cierran las puertas.
Cuando ya iban a proceder a linchar a Pablo aparece el
tribuno romano de la compañía, el cual había sido avisado del incidente, junto
con soldados y centuriones.
Los alborotadores, al ver a llegar a las autoridades romanas
con cara de pocos amigos, interrumpen la paliza que le estaban propinando al
apóstol.
Los romanos encadenan a Pablo y se lo llevan escoltado a su
fortaleza.
Antes de ser introducido en la fortaleza, Pablo pide el uso
de la palabra, y dirigiéndose a los judíos que lo increpaban en hebreo
aprovecha para explicar su mensaje.
Una vez dentro de la torre el tribuno decide someter a Pablo
a unos cuantos latigazos para averiguar de qué trata todo este lio.
Cuando Pablo revela que es ciudadano romano lo dejan en paz.
El tribuno resuelve que, ya que el percance se ha producido
por motivos religiosos, sean las autoridades religiosas judías, es decir el
Sanedrín, los que se encarguen de resolver este asunto.
C. Pablo ante el
Sanedrín
Pablo actúa astutamente aquí ante un jurado abiertamente
hostil a su causa.
Decide enredarlos en polémicas teológicas sacando a colación
que él cree en la resurrección de los muertos.
Teniendo en cuenta que el colegio de sabios estaba dividido
en dos facciones: los fariseos, que al igual que Pablo creían en la
resurrección de la carne y los saduceos que no tenían fe en tal creencia, Pablo
aprovecha para abrir un debate y dejar que se ocupen en tratar complejas
disquisiciones y que se olviden momentáneamente de las graves acusaciones que
pesan sobre él.
Al final de la discusión de maestros de la ley, el bando
fariseo llega a la conclusión de que no ve falta ni delito alguno en Pablo.
Por si acaso el tribuno lo saca del Sanedrín de nuevo
escoltado.
D. Pablo es enviado a
Cesarea
Un grupo de judíos se comprometen a acabar con la vida de
Pablo a toda costa y traman una emboscada para matarlo.
A oídos del tribuno llega información sobre dicho complot y
decide poner a salvo a su prisionero enviándolo a Cesarea.
Claudio Lisias, pues así se llamaba el procurador, le manda
al cautivo Pablo al procurador Marco Antonio Félix, junto con una misiva donde
le pone en conocimiento de la situación.
En dicha carta Lisias expone que él encuentra inocente al
reo, pero que su vida corre peligro debido a una conjura en su contra. También
le dice al procurador que ha informado a sus acusadores para que acudan a
Cesarea a declarar delante de él todo lo que tengan que decir.
Marco Antonio Félix informa a Pablo, una vez lo tiene en su
presencia, de que escuchará su causa cuando se personen también sus acusadores.
Así pues, ordena que lo encarcelen en el Pretorio de
Herodes.
E. Juicio de Pablo
ante Marco Antonio Félix
Pasados cinco días arriban a Cesarea el sumo sacerdote
Ananías, acompañado de algunos ancianos del Sanedrín y un tal Tértulo, que hace
de abogado acusador.
Presentándose ante procurador Marco Antonio Félix, comienzan
a testificar en contra de Pablo.
Lo primero que hace Tértulo como experto orador que es, es
adular al gobernador. Tértulo es un zorro astuto que se conoce al dedillo todas
las artimañas retóricas que hay que aplicar para ganarse las voluntades de los
hombres.
Comienza así su discurso con lo que se conoce como captatio benevolentiae (o sea halagos y lisonjas varias).
Le recuerda a Félix que la paz, el orden y la prosperidad
que están disfrutando los judíos se la deben a él, y dicho esto, una vez que
hemos conseguido las simpatías de la autoridad, comienza verdaderamente la
acusación de Tértulo.
Los cargos que se le imputan a Pablo son los siguientes:
a) Ser el promotor de sediciones entre los judíos de todo el
mundo (nota bene: no sólo de Judea)
b) Ser cabecilla de
la secta de los nazarenos (curiosamente Tértulo se refiere aquí a los
cristianos con el nombre de nazarenos).
c) Intentar profanar el templo de Jerusalén (al pretender
introducir a un pagano en su interior) algo que pudo ser impedido por los
judíos.
Las acusaciones vertidas sobre Pablo eran gravísimas ya que
en aquella época los ánimos del pueblo judío estaban muy revueltos, pues los
zelotes habían causado numerosos quebraderos de cabeza a las fuerzas de
ocupación romanas.
Inculpar a un judío ser un revolucionario, provocar motines
o querer profanar el templo (es decir, llevar a cabo una acción que tenía por
resultado siempre violentos tumultos entre los más exaltados) podía llevar al
acusado a perder la vida con mucha probabilidad.
Pero Pablo sabe cuidar de sí mismo; si magistral fue la
acusación de Tértulo, no menos admiración merece la defensa que ofrece Pablo a
las graves imputaciones que se le hacen.
Pablo se presenta como un simple judío piadoso que jamás ha
discutido con nadie, ni el templo, ni en sinagogas, ni en las calles.
Tampoco ha provocado nunca ningún tumulto entre los judíos y
añade que ahí está la gente para confirmar que, efectivamente, así ha sido
siempre.
Admite únicamente servir al Dios de sus padres siguiendo las
enseñanzas, eso sí, de Cristo, al que los judíos no aceptan.
Resumiendo la defensa paulina:
a) no hay pruebas de que Pablo cometiera nada de aquello de
que se le acusaba
b) nadie puede
testificar contra él, pues nada ha hecho y
c) además ya ha sido
declarado inocente en un juicio anterior ante el mismísimo sanedrín al
completo.
Oídas ambas partes, Félix, aplaza el juicio hasta que llegue
el tribuno Lisias.
Pablo vuelve a prisión custodiado por su seguridad.
F. Drusila y Félix
escuchan a Pablo
Aquí tenemos el único pasaje de los Evangelios donde se
menciona a Drusila.
En el capítulo 24 del libro de los Hechos de los Apóstoles,
Lucas nos informa de que, varios días después del careo entre Pablo y Tértulo,
Félix que estaba acompañado de su esposa Drusila, ordenó que trajeran a Pablo
ante su presencia y ambos escucharon acerca de la fe en Cristo Jesús.
Cuando Pablo disertaba sobre la justicia, el dominio propio
y el juicio venidero, Félix se llenó de miedo y le dijo que se fuera y que más
tarde hablarían.
¿Por qué si Félix no creía que Pablo fuera culpable de nada
seguía manteniéndolo encarcelado?
Al parecer tenía varias razones:
a) Quería oírle hablar con él de vez en cuando
b) esperaba que Pablo le ofreciera algún dinero para comprar
su libertad.
c) Quería llevarse bien con los judíos en un momento en que
estos estaban especialmente sensibles y predispuestos a organizar motines.
d) Seguramente tampoco quería contrariar a su esposa Drusila
que también era judía.
Tenemos aquí a un Félix que es políticamente prudente, pero
corrupto y que además no acepta el mensaje de Cristo, ni siquiera oyéndolo en
numerosas ocasiones de la mismísima boca del apóstol Pablo.
Si a esto le añadimos que reprimía los motines cruelmente,
que rompió un matrimonio, usando además para ello las artes de un hechicero y
que no tuvo empacho alguno en hacer público su adulterio, pues tenemos aquí
otro personaje opuesto completamente a lo que se espera de un buen cristiano.
El libro de los Hechos de los Apóstoles nos informa de que a
los dos años de este primer encuentro con Pablo, Félix fue depuesto y pasó a
ocupar su cargo Porcio Festo, el cual para ganarse a los judíos siguió
manteniendo preso a Pablo.
6. Muerte de Drusila
Como ya hemos comentado más arriba, Drusila tuvo dos hijos
con el gobernador romano Félix.
Flavio Josefo nos comenta en el capítulo VII del libro XX de
su obra Antigüedades Judías, como Drusila y su único hijo varón, Marco Antonio
Agripa, murieron juntos, al igual que numerosos habitantes de Pompeya y
Herculano, durante la erupción del Vesubio el 24 de agosto del año 79 d.C.
siendo emperador de Roma Tito.
Y digo que Flavio Josefo sólo comenta de pasada que ambos
perecieron en aquella catástrofe natural, porque se deja para luego una
descripción más detallada que no aparece en ningún otro capítulo, sea por
olvido o bien porque el escrito que contiene el relato del fallecimiento de
Drusila y Marco Antonio Agripa se ha extraviado.
Como prácticamente todos los miembros de la familia
herodiana Drusila es un ejemplo de cómo no hay que comportarse ante Dios, pues,
había:
a) despreciado su fe
judía,
b) se había divorciado de su marido,
c) vivía en pecado con otro hombre, es decir era una
adúltera,
d) se había casado con un gentil (algo no contemplado en la
Ley judía), algo que seguramente no verían con buenos ojos sus súbditos judíos
e) era motivo de escándalo por su unión ilegítima con un
romano
f) y había rechazado a Cristo, cuando Pablo le habló del
mismo.
7. Drusilla en las
artes
“Drusilla, Fille d'Agrippa Ier” es una tragedia escrita en
versos alejandrinos por Jean-Luc Marchand en el año 2018, que está inspirada en
la obra Bérénice de Jean Racine.
A partir del marco histórico que crea Jean Racine en su
clásica “Bérénice”, Jean-Luc Marchand decide continuar la historia de la
hermana pequeña de Berenice, Drusila, narrándonos el destino que dicha princesa
tuvo.
Drusilla, de Jean-Luc Marchand
El autor, gran conocedor del entorno histórico-cultural de
entonces, nos cuenta la aventuras de Drusilla.
Como, por ejmplo, cuando en el reino de Cálcide, la princesa
Drusila se encuentra con el joven Epífanes, hijo del rey de Commagene, con
quien estaba prometida desde que ambos eran niños.
Drusila se enamora de él, pero vemos cómo los demás
personajes impiden que ese amor salga adelante.
Con numerosas intrigas de palacio magistralmente dispuestas,
así como talento para la narración, Jean-Luc Marchand consigue en esta obra
conducirnos al año 49, "donde se
superponen el antiguo reino de Alejandro y el nuevo Imperio Romano".