¿Quiénes eran los filisteos?
Si hiciéramos esta pregunta a la gente a nuestro alrededor
posiblemente muchos nos podrían decir que era un pueblo enemigo de los israelitas.
La mayoría se acordaría del filisteo más famoso de todos los tiempos, Goliat, y
de su trágico final a manos de un muchachito llamado David, ejemplo insuperable
del refrán aquel que dice que más vale maña que fuerza.
También le sonaría a más de uno la historia de Sansón y sus
luchas contra los filisteos y de cómo termina sus días inmolándose en un templo
filisteo donde derriba sus columnas y aplasta a todos los ahí presentes.
Estatua de Sansón derribando las columnas en Asdod (Israel)
Es posible que algún otro, aficionado a la geografía o las
etimologías, nos dijera que es precisamente este pueblo el que dio nombre a la
región donde se asentaron: Palestina.
Seguramente con esto se acabaría toda la información que el
común de los mortales nos sabría dar de este pueblo tan interesante; y es que
los filisteos son, a día de hoy, todavía un pueblo misterioso del que poco
sabemos, más allá de lo que nos cuenta de ellos la Biblia, donde aparecen
mencionados en 223 ocasiones.
Así es, aparte de esas 223 menciones en el Antiguo
Testamento, apenas se han hecho grandes hallazgos arqueológicos que aporten
algo más de luz sobre este pueblo. No se sabe qué lengua hablaban; sólo nos han
llegado un par de palabras y algunos nombres propios como Goliath, Pikol y
Maaka, insuficientes para establecer a que familia lingüística pertenecía la
lengua de los filisteos, si bien es cierto que se descarta que ésta fuera
semita, es decir que estuviera emparentada con el hebreo, el fenicio, el árabe,
el arameo o el babilonio.
En este artículo nos vamos a ocupar de este pueblo teniendo
en cuenta dos puntos de vista:
1. Los filisteos en la Biblia
2. Datos extrabíblicos de los filisteos
Es decir, vamos a ocuparnos por una parte de todos aquellos
pasajes bíblicos donde aparecen citados los filisteos, pero vamos a hacer
también un sucinto resumen de todo lo que se sabe hoy en día de ellos. En esta
segunda parte mencionaremos la información más importante que se tiene a día de
hoy sobre los filisteos y que ha sido aportada por disciplinas como la
historiografía, la arqueología, la lingüística o la antropología.
Comencemos pues con la primera parte.
1. Los filisteos
en la Biblia
A. Orígenes de los
filisteos
B. Abraham, Isaac y
Abimelec, rey de Gerar
C. Los Jueces de Israel o los filisteos como enemigos
D. Sansón
E. Samuel: Profeta y último Juez de Israel
F. Saúl, primer rey
judío lucha contra los filisteos
G. David y Goliat
H. David acaba con la
hegemonía de los filisteos
I. Los filisteos van
desvaneciéndose tras la muerte de David
J. Resumen
A. Orígenes de los
filisteos
La primera noticia que se tiene de los filisteos es la
mención que se hace de ellos en el décimo capítulo del Génesis, en la
denominada tabla de las naciones, es decir una lista de patriarcas fundadores
de todos los pueblos de la tierra, descendientes todos ellos de Noé.
En este décimo capítulo del Génesis se nos dice que Noé tuvo
tres hijos: Sem, Cam y Jafet.
Cam a su vez tuvo cuatro hijos: Cus, Mizraim, Fut y Canaán.
Mizraim (es el nombre hebreo para denominar Egipto).
Mizraim, a su vez, engendró a Ludim, a Anamim, a Lehabim, a
Naftuhim, a Patrusim, a Caftorim y a Casluhim, de donde salieron los filisteos.
(Génesis 10, versículos 1-14)
Vamos a examinar más en detalle lo que se nos cuenta aquí:
Los filisteos serían pues nietos de Mizraim (por lo tanto un
pueblo camita), bisnietos de Cam y tataranietos de Noé.
Al descender de Mizraim (que es la denominación hebrea tanto
histórica como actual de Egipto) nos están diciendo que los filisteos venían de
este país.
Si nos damos cuenta a partir del mismo Mizraim todos sus
descendientes tienen un nombre acabado en -im,
que no es otra cosa que el plural masculino en hebreo. Es decir nos encontramos
con el nombre de tribus, de pueblos.
B. Abraham, Isaac
y Abimelec, rey de Gerar
La segunda vez que la Biblia menciona a los filisteos es en
el capítulo 21, cuando Abraham, una vez ha nacido Isaac, hace un pacto con
Abimelec, rey filisteo de Gerar, el cual le permite a él y su familia habitar
en tierra de los filisteos.
En el capítulo 26 del Génesis se vuelven a mencionar los
filisteos. Esta vez en relación con Isaac, el cual viendo que se venía una
hambruna en la tierra que habitaba, decide emigrar a Egipto.
JHWH se le aparece en sueños y le indica que no marche a
Egipto sino que permanezca mejor en Gerar, entre los filisteos.
Aquí se nos narra un episodio que en el que el rey Abimelec
se disgusta con Isaac. Algunos han apuntado que el Abimelec de este pasaje
bíblico (Génesis 26, versículos 6-11) no sería realmente el mismo rey Abimelec
que hizo el pacto con Abraham, sino un hijo de este rey de igual nombre.
El disgusto viene de que Isaac, temiendo que los filisteos
le arrebatasen la vida para quedarse con su mujer Rebeca, que era de gran
belleza, decide hacerla pasar por su hermana.
El rey los sorprende cogidos de la mano y reprende a Isaac, acusándolo
de haber puesto en peligro a su pueblo ya que si alguien se hubiera acostado
con Rebeca hubiera traído el pecado a su reino.
El episodio nos recuerda mucho a lo que sucediera con su
padre Abraham en Egipto, donde hizo creer al faraón que su mujer Sara en
realidad era su hermana.
Siguen los siguientes versículos (del 12 al 35) contándonos
como Isaac prospera enormemente en tierra de los filisteos, lo que le granjea
envidia entre estos, que se dedican a cegarle los pozos de agua. Para un pueblo
de pastores esto no dejaba de ser una canallada.
Isaac, con paciencia, vuelve a abrir los pozos.
Abimelec lo expulsa de su tierra e Isaac marcha a Beerseba.
Ahí se le aparece JHWH y le confirma que es el Dios de su padre Abraham, que
está con él y que multiplicará su descendencia. Isaac le levanta un altar.
Abimelec rechaza a Abraham. Cuadro de Wenceslas Hollar
Abimelec, viendo que JHWH está con Isaac, acude en persona
con su capitán Ficol (o Pikol) y cierra un pacto de buena voluntad con Isaac.
La Via Maris o
Ruta de los Filisteos
Más adelante, ya en el libro del Éxodo, capítulo 13, se
menciona otra vez a los filisteos. Cuando el Faraón permite al pueblo de Israel
salir de Egipto guiado por Moisés, JHWH decide no llevarlos directamente
bordeando la costa hacia el norte, porque el primer pueblo con el que se iban a
encontrar serían los filisteos, que habitaban en la franja costera del suroeste
de Canaán y por lo tanto en zona fronteriza con Egipto.
Si los israelitas llegaban exhaustos a tierras filisteas
serían recibidos con hostilidad y se entablaría una guerra, lo cual llevaría a
los hebreos a arrepentirse de haber abandonado Egipto y a querer regresar.
El camino que hubieran tomado los israelitas era el conocido
en la antigüedad como Via Maris
(Ruta del Mar) o también Ruta de los Filisteos, dado que dicha vía transcurría
por la planicie de Filistea y que aparece en Mateo, capítulo 4, versículos
15-16:
“Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,
Camino del mar, al otro lado del Jordán,
Galilea de los gentiles;
El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz;
Y a los asentados en región de sombra de muerte,
Luz les resplandeció” (Reina Valera 1960)
Esta Via Maris
conectaba Egipto con Mesopotamia, Asiria y la península de Anatolia.
La pentápolis filistea
El tercer libro de la Biblia que
menciona a los filisteos es el libro de Josué, concretamente el capítulo trece,
versículos 1-3.
“De los cinco príncipes de los filisteos, el gazeo, el asdodeo, el
ascaloneo, el geteo y el ecroneo; también los aveos”. Aquí aparece citada
la famosa pentápolis filistea, esto es, las cinco ciudades estado filisteas,
cada una gobernada por su príncipe: Asdod,
Ascalón, Ecrón, Gat y Gaza. Volveremos a hablar de ellas más adelante.
Las cinco ciudades-estado filisteas (en rojo)
C. Los Jueces de Israel o los filisteos como enemigos
Es en el cuarto libro de la Biblia
que menciona a los filisteos, el libro de los Jueces, donde estos aparecen ya
como enemigos declarados de Israel.
En aquellos tiempos, es decir en
tiempos de los Jueces, más o menos desde 1230 a.C. hasta que Israel tiene a su
primer monarca Saúl (hacia el 1050 a.C.) los israelitas están desorganizados,
no tienen líderes claros y sus instituciones no están del todo definidas. Por
si eso no fuera suficiente, dos pueblos vecinos quieren acabar con ellos: los
cananeos y los filisteos.
Los jueces vendrían a ser realmente
luchadores o libertadores de Israel, enviados por JHWH, quien, a pesar de que
su pueblo se entrega una y otra vez a la adoración de ídolos cananeos (Baal y Astarot)
después de la muerte de Josué (lugarteniente de Moisés), decide ayudarlos a
través de los jueces, porque JHWH no abandona a su pueblo.
En este libro de los Jueces se
relatan las guerras de liberación que tienen lugar entre israelitas y los
cananeos en un primer lugar, para pasar a narrar la guerra entre israelitas y
filisteos.
Los Jueces de Israel fueron 14:
- Otoniel
- Aod:
- Samgar:
- Débora (Y Barac)
- Gedeón:
- Abimelec
- Tola:
- Jair:
- Jefté:
- Ibzán:
- Elón:
- Abdón:
- Sansón:
- Samuel:
Del primero de estos jueces que nos
relata la Biblia es del tercero: Samgar, del cual poco se sabe, salvo que era
hijo de Anat y que hirió a 600 filisteos en una batalla con una aguijada de
bueyes (una vara de azuzar) salvando a Israel. (Jueces, capítulo 3, versículo 31).
El juez Samgar masacra a 600 filisteos con una aguijada de bueyes
En el capítulo 10 del libro de los
jueces nos indica el narrador (tradicionalmente se atribuye la autoría de este
libro al profeta Samuel, que también fue Juez) cuál fue el pecado de los israelitas
por el cual era castigado con los ataques de sus enemigos: Servir a Baal, a Astarot, a los dioses de Siria, a
los dioses de Sidón, a los dioses de Moab, a los dioses de los hijos de Amón y
a los dioses de los filisteos así como dejar a JHWH y no servirle.
JHWH entrega en castigo a su pueblo
al dominio filisteo por 40 años.
D. Sansón
Probablemente el más popular de los
14 Jueces fue el decimotercer juez, Sansón, que es una de las figuras más
conocidas del Antiguo Testamento.
El cine ha llevado varias veces a
la pantalla la accidentada vida de este juez israelita y casi todos conocemos
las aventuras de este auténtico azote de filisteos, cuya extraordinaria fuerza
provenía de su melena, que no debía cortarse so pena de quedar sin para combatir contra sus enemigos y llevar a
cabo actos heroicos, inalcanzables para la gente común, como luchar sin más
armas que sus propias manos contra un león, acabar con todo un ejército con
solo una mandíbula de burro y hasta derribar un templo filisteo con su propia
fuerza.
Sansón llegó a dirigir a los
israelitas después de 40 años de cautividad bajo dominio los malvados
filisteos, conduciéndolos a la victoria sobre los filisteos, en el episodio
donde se inmola en un templo filisteo, al echar abajo sus columnas acabando con
todos los filisteos ahí presentes, después de 20 años de haber sido juez sobre
Israel.
El nacimiento de Sansón recuerda al
de Isaac, puesto que nace también de una mujer estéril a la cual se le aparece
un ángel del señor y le anuncia que dará a luz a un niño que acaudillará y
libertará a su pueblo oprimido.
Sansón era hijo de Manoa y
descendía de la tribu de Dan.
El ángel del Señor le había
advertido a su madre que Sansón no debía beber ni vino ni sidra, ni debía
cortarse el pelo, pues en el radicaría toda su fuerza.
Cuando Sansón creció vio en Timnat
a una mujer filistea y quiso tomarla como mujer. A los padres de Sansón les
desagrada la idea e incluso le preguntan si es que acaso no hay mujeres entre
las israelitas para tener que ir a buscarse una entre los incircuncisos.
Cuando Sansón desciende a Timnat
con sus padres a pedir la mano de la muchacha aparece un león y Sansón lo
despedaza como si fuera un cabrito, con sus propias manos.
Sansón y el león
A continuación se casa con la
muchacha y en el banquete de boda les promete a los treinta invitados filisteos
un traje de lino y otro de fiesta si aciertan una adivinanza que él mismo se
inventa, sino la aciertan deberán ser ellos quién le recompensen con lo mismo.
Los filisteos amenazan a la
muchacha la cual le acaba sonsacando el secreto a Sansón.
Sansón baja a Ascalón (una de las
cinco ciudades filisteas) y mata a treinta filisteos despojándoles de sus
vestidos para pagar a los treinta que habían adivinado su acertijo.
Las treinta zorras
Sansón, herido por la traición de
su mujer, la repudia. Su suegro se la entrega a un compañero.
Cuando Sansón se entera de esto
decide vengarse. Para ello caza trescientas zorras y tomando teas junta cola
con cola y les coloca una tea entre cada dos colas. Enciende las teas y suelta
a las zorras entre los sembrados de los filisteos quemándoles de esta manera
las mieses agavilladas en el campo, así como las vides y los olivos.
Un episodio similar tiene lugar dos
mil años más tarde en la china medieval. En protagonista es en esta ocasión Gengis
Khan, el cual viendo que no había manera de rendir una ciudad china amurallada
que estaba asediando desde hacía meses ya, tiene una idea brillante y muy
similar a la de Sansón con las vulpejas.
El Gran Khan solicita de sus
enemigos mil gatos y diez mil golondrinas como pago para retirarse y dejarlos
en paz. Una vez obtenido el pago les ata una tea en la cola. Los pobres
animales vuelven por instinto a la ciudad donde tenían sus hogares, sus
madrigueras o nidos: los gatos por tierra y las golondrinas por aire.
De esta manera en Khan consigue
incendiar la ciudad y acabar con ella.
Volviendo a Sansón tenemos que
decir que la quema de sus cosechas no sentó nada bien a los filisteos, los
cuales, una vez supieron quien habían sido el autor y cuál había sido la causa
deciden cobrar venganza con el suegro y la mujer de Sansón quemándolos vivos.
Sansón jura venganza.
Golpea
a los filisteos hasta dejarlos a todos fuera de combate y se marcha al monte
Etam, donde se queda a vivir en una cueva escavada en la roca.
Sansón lucha contra los
filisteos
Los
filisteos forman un ejército y marchan a la región de la tribu de Judá, donde
levantan un campamento cerca de Lehi.
Los
habitantes de la región de Judá se ponen nerviosos y se empiezan a preguntar
por qué razón quieren entrar en guerra contra ellos los filisteos.
Los
filisteos responden que sólo quieren prender a Sansón para ajustar cuentas.
Tres
mil miembros de la tribu de Judá acuden a la cueva del monte Etam donde moraba
Sansón y le increpan por haber airado a sus dominadores.
“Hemos
venido a atarte y a entregarte a los filisteos" le dicen.
Sansón
hace jurar a los judíos que no lo van a matar. Cuando está seguro de que sus
hermanos le van a respetar la vida se entrega, se deja atar con dos cuerdas
nuevas y permite que lo conduzcan al campamento que los filisteos habían
instalado en Lehi.
Los
filisteos irrumpen en gritos de triunfo cuando ven a Sansón sometido y es en
ese momento cuando Sansón se deshace de sus ataduras con toda la facilidad del
mundo.
Tomando
una quijada de burro que había tirada ataca a los filisteos matando a mil de
sus enemigos. Después de la carnicería arroja el hueso y el lugar pasa a
llamarse Ramat-Lehi (El cerro de la Quijada).
Sansón escapa de Gaza
En
una ocasión acudió Sansón a Gaza y fue a ver a una prostituta. (Llama la
atención que la Biblia no oculte este detalle poco edificante en relación con
uno de sus héroes)
En
cuanto se corre la voz en Gaza de que su gran enemigo Sansón está en la ciudad,
en los aposentos de la ramera, los filisteos deciden cercar la casa y colocan
hombres también apostados en la puerta de la ciudad.
Deciden
esperar a la salida del sol, para caer sobre Sansón por sorpresa y apresarle.
Sansón
descansó hasta medianoche, luego se levantó y se dirigió a la puerta de la ciudad,
cogió las dos hojas de la puerta y las arrancó de cuajo con sus postes, se las
puso al hombro y se las llevó a la cima del monte que está en dirección a
Hebrón.
Sansón arranca las puertas de la muralla de Gaza de cuajo
Sansón y Dalila
No
mucho después de este episodio nuestro héroe se enamora de una mujer, Dalila,
que vivía en el valle de Sorec.
Sansón y Dalila en un cuadro de Julio Romero de Torres
Cuando
los príncipes filisteos se enteraron de esto acudieron a Dalila y le pidieron
que le sonsacara de donde sacaba su enorme poderío. Si Dalila se prestaba a
colaborar recibiría 1100 siclos (monedas de plata) de cada uno de los
príncipes.
Dalila
comienza a acosar a Sansón con preguntas:
Sansón
le contesta que su fuerza desaparecerá si lo atan con siete mimbres frescos que
todavía no se hayan secado. Cuando Sansón se queda dormido los filisteos lo
atan con siete mimbres verdes y se quedan al acecho en una habitación contigua.
Dalila
da la voz de alarma y cuando Sansón despierta se deshace de los mimbres sin
esfuerzo.
Dalila
empieza aquí a realizarla a Sansón un auténtico chantaje emocional: si Sansón
no le revelaba el secreto de su fuerza eso significaba que realmente no la
amaba.
Vuelve
otra vez al jueguecito de tirarle de la lengua a Sansón que esta vez contesta
que su prodigiosa fuerza se verá menguada si lo amarran con cuerdas
completamente nuevas, que nunca antes hayan sido usadas. De nuevo la misma
escena con los filisteos escondidos en el cuarto de al lado. De nuevo en vano
Más
chantaje emocional: no me quieres Sansón, no confías en mí, me engañas, te
burlas de mi amor, etc.
La
tercera vez Sansón le responde a Dalila que se volvería un alfeñique si ella
tejiera sus siete trenzas en el telar y las fijara con una estaca. Se repite la
misma operación con el mismo resultado de las anteriores veces.
Vuelve
Dalila a los lamentos y a las acusaciones contra Sansón. Esta vez vuelve a la
carga con más tenacidad si cabe: día a día le somete a un bombardeo constante
hasta que Sansón cede y le acaba confesando la verdad: su portentoso vigor
radicaba en su melena, si perdía su pelo perdía su fuerza.
Esta
vez Dalila se da cuenta de que le está diciendo la verdad y avisa a los
príncipes filisteos, que le entregan las monedas prometidas.
Dalila
hace que Sansón se duerma en su regazo y cuando este se encuentra en un
profundo sueño un filisteo se acerca y le corta sus siete trenzas, perdiendo
Sansón de esta manera todas sus fuerzas.
Cuando
Dalila lo despertó alertándole de que venían los filisteos, como ya había hecho
en tres ocasiones anteriores, Sansón no pudo zafarse y cayó prisionero de los
filisteos porque JHWH lo había abandonado.
Dalila le corta las trenzas a Sansón
Cautiverio de Sansón
Lo
primero que hicieron los filisteos cuando atraparon a Sansón fue sacarle los
ojos. Ciego y maniatado lo llevan a Gaza donde lo arrojan a una mar morra donde
deberá pasar resto de sus días moliendo cereal encadenado a una rueda de
molino.
Pero
los filisteos cometen aquí un error que tendrá trágicas consecuencias para
ellos: se olvidan de que a su prisionero le va creciendo poco a poco el cabello
y con ello va recobrando lentamente sus fuerzas.
Sansón, prisionero de los filisteos, es castigado a girar un rueda de molino
Venganza y muerte de Sansón
Pasado
un tiempo se reunieron los príncipes filisteos para festejar la captura de
Sansón y para ofrecer sacrificios a su deidad Dagón.
En
plena celebración se le ocurre a alguien que podían traer al causante de tantos
males a la fiesta y someterlo a público escarnio. La idea tiene acogida y sacan
a Sansón de las ergástulas donde estaba recluido para que les sirva a todos de
diversión.
La
Biblia nos cuenta como mientras someten al Juez hebreo a todo tipo de burlas,
alaban y dan gracias a su dios Dagón por haber hecho posible su aprehensión.
Sansón
pide permiso para apoyarse entre dos columnas del edificio, que eran
precisamente los pilares que cargaban con el peso de la construcción.
El
libro de los Jueces, en su capítulo 16, que es donde se nos refiere el final de
Sansón, nos cuenta que la casa estaba repleta de filisteos, entre los cuales se
encontraban los príncipes y demás dirigentes. Sólo en el piso de arriba había
más de tres mil hombres y mujeres, los cuales, mirando hacia abajo veían como
denigraban y humillaban al judío.
Sansón
le dirige una última oración a JHWH pidiéndole que le dé la fuerza suficiente
para poder vengarse.
Y
empujando con todas sus fuerza las dos columnas principales gritó: “Muera yo y
conmigo los filisteos”, justo antes de que todo el edificio se derrumbara y
aplastara a todos los filisteos que se encontraban en su interior.
Sansón echa abajo el recinto lleno de filisteos que se burlaban de él
Los
hermanos de Sansón acompañados del resto de sus familiares recogieron su
cadáver y lo enterraron junto a su padre Manoa.
Sansón
había sido juez de los judíos durante 20 años.
E. Samuel: Profeta y último
Juez de Israel
La
pérdida de Sansón es duro golpe para los judío, pero JHWH decide no abandonar
plenamente a su pueblo a pesar de que se entregaba a la adoración de falsos
ídolos filisteos, cananeos y de demás pueblos vecinos.
Fiel
a su promesa Dios envía a Samuel para que oriente a los israelitas.
Samuel
era hijo de Elcana y de Ana.
Su
madre Ana, la segunda esposa de Elcana, era estéril. Su madre oró a Dios sin
desfallecer para que le diera un hijo y así sucedió.
La
familia al completo tenía por costumbre acudir todos los años en peregrinaje a
Silo, donde se encontraba en tabernáculo que albergaba el Arca de la Alianza.
Ahí Elcana, el paterfamilias, ofrecía sacrificios a Dios. Por aquel entonces
eran sacerdotes Ofni y Finees, hijos de Elí, que cometían todo tipo de
sacrilegios pues no respetaban las cosas sagradas. Robaban carne de las
ofrendas de los israelitas, se acostaban con las mujeres que custodiaban la
entrada al tabernáculo.
Cuando
su padre Elí les reprendía sus malvados hijos no le hacían caso.
El
año que Ana destetó a Samuel, acudió la familia, como siempre hacía a Silo y
esta vez la madre entregó al niño a Elí, el viejo sacerdote del tabernáculo de
Silo, para que su hijo pasara a ser su pupilo.
Un
día un profeta se acerca a Elí y le anuncia que Dios va a castigar con la
muerte a sus dos hijos impíos. Dios no quiere que ni Ofni y Finees ni nadie de
su descendencia sean jamás sacerdotes. Queda así vacante el puesto de sacerdote
que ocupará más adelante Samuel, cuando lo vástagos de Elí perezcan en batalla
contra el enemigo filisteo.
Siendo
Samuel todavía muy joven y dedicándose a ser ayudante de Elí, el Señor llama a
Samuel y le confirma lo que ya le había avisado a Elí a través de un profeta:
sus hijos eran unos pecadores e iban a pagar por ello con su vida.
A
partir de entonces Dios se va apareciendo con regularidad a Samuel en Silo,
para hablar con él y darle instrucciones: Samuel se convierte en un profeta y
su fama alcanza todos los rincones de Israel
Samuel y los filisteos
Nos
encontramos inmersos, como ya hemos anotado anteriormente, en un periodo
convulso en el que el pueblo israelí ha vencido a sus vecinos los cananeos pero
todavía no se ha sacudido el yugo filisteo.
Este
es el marco histórico en que nace y crece Samuel, es decir en plena guerra de
liberación judía contra los filisteos.
La batalla de Eben-Ezer y la
pérdida del Arca de la Alianza
Siendo
Samuel un profeta conocido por todo su pueblo, deciden los filisteos atacar
Israel.
Salen
los judíos a defenderse y establecen su campamento en Eben-Ezer, mientras que
los filisteos acampan en Afec.
Atacan
los filisteos y se entabla una cruenta batalla de la que salen victoriosos los filisteos.
Más de cuatro mil judíos yacen en el campo de batalla.
Los
ancianos de Israel se sorprenden de que JHWH no haya ayudado a su pueblo en la
contienda y deciden traer el Arca de la Alianza desde Silo hasta Eben-Ezer,
para que sirva a modo de talismán y asista a los judíos en el próximo combate.
El
siguiente enfrentamiento es un desastre para los hebreos:
Vencen
los filisteos, perecen 30.000 judíos (entre ellos los hijos de Elí: Ofni y
Finees) y, por si esto fuera poco, el Arca de la Alianza cae en manos de los
filisteos.
Los filisteos les roban el Arca de la Alianza a los judíos tras su derrota en Eben-Ezer
En
el momento en que le traen las malas noticias a Elí éste cae de espaldas y
muere desnucado, después de haber sido sacerdote durante 40 años.
Los
filisteos se llevan el Arca de Eben-Ezer a Asdod y la depositan en el templo de
Dagón, junto a una imagen de este ídolo.
Nos
cuenta el libro de Samuel que al día siguiente de haber colocado el Arca junto
a Dagón, los ciudadanos de Asdod se encuentran a la estatua de Dagón postrada
en tierra frente al Arca de la Alianza.
Primeramente
no le dan importancia a este hecho y vuelven a colocar la estatua de pie en su
sitio.
Pero
al día siguiente, cuando entran en el templo y se encuentran de nuevo al ídolo
boca abajo, postrado delante del Arca, su sorpresa es mayúscula. El pasmo es
aún mayor al encontrarse, a la altura del umbral, la cabeza y las dos manos de
la estatua separadas del tronco.
Los filisteos colocan el Arca de la Alianza en el templo de Dagón
(obsérvese abajo a la izquierda la imagen de Dagón despedazada)
(obsérvese abajo a la izquierda la imagen de Dagón despedazada)
Un castigo cae sobre tres
ciudades filisteas
Sobre
la ciudad filistea de Asdod cae un castigo divino: todos sus habitantes sufren
tumores. La gente de Asdod reconoce la causa de su aflicción y deciden llavarse
el arca a otra ciudad.
Así
es como el arca llega a otra ciudad filistea, Gat, que corre la misma suerte.
Cunde el pánico entre los pobladores de Gat que deciden trasladar el arca a
Ecrón.
Los
vecinos de Ecrón, ciudad filistea también, protestan enérgicamente sabedores de
la pena que les espera si el Arca de la Alianza se queda entre ellos y les
piden a los portadores del arca que la devuelvan a su lugar de origen.
La peste de Asdod de Nicolás Poussin
Devolución del arca
El arca de la Alianza permaneció en poder de los filisteos
siete meses, los cuales viendo las nefastas consecuencias que ello traía las
ciudades por donde pasaba el Arca deciden reunir a todos los sabios, ancianos,
adivinos y sacerdotes para determinar qué hacer con ella.
La respuesta de estos es que no basta con devolverla hay que
compensar a JHWH por las molestias ocasionadas. Para ello deberán confeccionar,
a modo de ofrenda, cinco figuras de oro con forma de tumor y cinco en forma de
rata, pues cinco eran las ciudades-estado filisteas y cinco sus príncipes, que
también se habían visto afectados por los tumores.
Los sabios les dan una instrucción más a los filisteos:
deberán hacer una carreta nueva que deberá ser arrastrada por dos vacas que
nunca hayan cargado con un yugo. En esta carreta se portará el Arca de la
Alianza así como una caja contigua que contendrá la ofrenda de oro.
Una vez este cargado todo en la carreta deberán dejar que
las vacas vayan a donde ellas quieran. Si se dirigen hacia Bet Semes eso quiere
decir que todos los castigos venían de Dios. Si la carreta toma otra otro rumbo
es que los tumores surgieron entre el pueblo filisteo por casualidad.
Las vacas marchan directamente a Bet-Semes. Los príncipes filisteos acompañan
la carreta hasta que alcanzan Bet-Semes. Una vez aquí la carreta se para frente
a una gran roca que se encontraba en el campo de Josué.
Los filisteos devuelven el Arca de la Alianza
Los habitantes de Bet-Semes se alegran sobremanera al volver
su arca y deciden hacer allí mismo una ofrenda a JHWH: sacrifican a las dos
vacas y las asan con la madera de la carreta
De Bet-Semes a
Quiriat-Jearim
Algunos habitantes de Bet-Semes quisieron mirar dentro del
arca movidos por la curiosidad y murieron. En total fueron 70.
Se apodera el pánico del resto y deciden pedirles a los
vecinos de Quiriat-Jearim que vengan a buscarla y se la lleven a su ciudad.
Así es como llega el Arca del Señor a Quiriat-Jearim, donde
permaneció muchos años.
Pasa el tiempo y los judíos estaban ansiosos porque Dios no
se les manifestaba de ninguna manera.
Samuel les indica que si quieren servir de verdad a Dios
deben deshacerse de todas las imágenes de dioses extranjeros, olvidarse de
ellos y volver su corazón a JHWH. Sólo de esta manera el Señor les librara de
la opresión de los filisteos.
Samuel congrega a
su pueblo en Mizpa
Los judíos le obedecen y destruyen todas las estatuas de Baal
y Astarté. Hecho esto Samuel les ordena que se reúnan todos los israelitas en
Mizpa, en tierra de la tribu de Benjamín, porque quiere rogar ante Dios por
ellos.
Una vez congregados en Mizpa (o Mizpah) llevan a cabo una
serie de ritos para congraciarse con Dios: derraman agua ante el Señor, ayunan
durante un día entero y confiesan públicamente haber pecado contra el Señor.
Samuel pide ayuda
a Dios para vencer a los filisteos
Es ahí en Mizpa donde Samuel se convierte en juez de los
judíos.
Decir juez significa que pasa a ser el líder que los orienta
y gobierna como habían hecho antes que él otra docena de jueces.
Llega a oídos de los príncipes filisteos que los judíos se
han hecho fuertes en Mizpa y determinar entablar una batalla contra ellos.
Samuel le ofrece un corderito al Señor en sacrificio
clamando su asistencia en la batalla que estaba a punto de tener lugar.
JHWH hace caer unos truenos portentosos sobre el ejército
filisteo que queda confundido y son aplastados por los hebreos.
Todo aquel filisteo que intenta huir de Mizpa es perseguido
implacablemente hasta pasada la ciudad de Bet Car y es rematado por el camino.
Dios envía un portentoso rayo contra los ejércitos filisteos que los aturde
Dios envía un portentoso rayo contra los ejércitos filisteos que los aturde
Así es como los israelitas se liberaron de la soberanía de
los filisteos. La mano de JHWH protegió a los judíos mientras vivió Samuel.
Y así es también como los judíos fueron reconquistando todas
las ciudades que a lo largo del largo dominio filisteo habían ido cayendo en
manos de los incircuncisos, desde la pentápolis filistea (Asdod, Ascalón,
Ecrón, Gat y Gaza), hasta todas las tierras que rodeaban la pentápolis
filistea.
Samuel se retiró a Ramá, donde permaneció como juez de
Israel.
Los israelitas
quieren tener un rey
Samuel envejece y pone a sus dos hijos, Joel y Abías, como
jueces de Israel, pero no eran precisamente adecuados para esta difícil tarea,
pues eran codiciosos y se dejaban corromper.
Los ancianos de Israel deciden hablar con Samuel en Ramá y
pedirle que les dé un rey, como todos los pueblos gentiles tienen.
Esta petición no sólo disgusta a Samuel, también disgusta a
JHWH.
Samuel les concede lo que pide, eso sí, avisándoles de
antemano de los inconvenientes que supone estar sujeto al poder de un monarca
que va a pasar a disponer plenamente de las vidas de sus súbditos.
Es así como Dios le envía un día a Samuel a un joven apuesto
de la tribu de Benjamín, Saúl, que deberá liberar a su pueblo de los filisteos.
Samuel lo unge como rey de Israel.
F. Saúl, primer
rey judío lucha contra los filisteos
Cuando Saúl contaba con 30 años de edad empezó a gobernar
Israel.
Una de las primeras medidas que toma como rey, dado que los
judíos estaban rodeados de enemigos, es formar un ejército tomando como
soldados a jóvenes israelitas.
Un día de su segundo año de reinado, su hijo primogénito,
Jonathan, que tenía a su mando a 1000 hombres decide atacar a la guarnición de filisteos
que se encontraba a la sazón acantonada
en Guibeá.
Llegan las noticias a los filisteos de la derrota que ha
sufrido su guarnición de soldados por parte de Jonathan y se apresuran a
preparar un poderoso ejército para contraatacar a los judíos.
La Biblia nos habla de 3000 carros de guerra, 6000 jinetes y
tantos soldados como arena había en la orilla del mar.
Con semejante ejército acampado en las cercanías de Micmas, los judíos son presas del pánico y
corren a esconderse en cuevas, en fosos, entre matojos, entre peñascos y rocas,
e incluso en pozo, zanjas y cisternas.
El monopolio de
las armas en manos de los filisteos
Los filisteos dividen su ejército en tres tropas y mandan
cada una de ellas por caminos diferentes a atacar a los judíos, que estaban
acantonados en Gabaa de Benjamín.
El primer libro de Samuel, en su capítulo 14 (versículos
19-22) no da una noticia histórica valiosísima: los filisteos controlaban la
producción de hierro y no permitían a sus enemigos tener acceso a ningún tipo
de arma.
- En todo Israel no había ni un solo herrero.
- Había una prohibición de que los judíos poseyeran ningún
tipo de arma.
- Los únicos utensilios que les permitían tener a los
israelitas eran herramientas agrícolas como hoces, arados, azadas, aguijadas o
hachas.
- Cuando los judíos necesitaban afilar dichos instrumentos
debían acudir a los herreros filisteos que les cobraban unos precios abusivos.
Tan escasas eran las armas entre los hebreos que cuando los
judíos iban a defenderse de los filisteos en la batalla de Micmas. Nadie en
todo el pueblo judío, tampoco entre sus soldados, tenía ni lanza ni espada,
excepto su rey Saúl y su primogénito y lugarteniente Jonathan.
En esta estábamos
cuando se llegar un destacamento de filisteos al campamento de los judíos, en
Micmas.
La astucia y valor de
Jonathan
Un
día Jonathan decide ir a echar un vistazo a las tropas enemigas acompañado
solamente de un escudero.
Nadie
en el campamento judío se entera de la incursión secreta de Jonathan entre los
soldados filisteos.
Para
llegar a donde estaban los filisteos Jonathan y su escudero tenían que pasar
por un estrecho desfiladero entre dos rocas. Jonathan le comunica a su fiel
escudero que confía en la ayuda del Señor para llevar a buen puerto su empresa.
La
idea es la siguiente: se van a dejar ver por los vigilantes del campamento
filisteo. Si les dicen que se queden ahí quietos obedecerán pero si les piden
que se acerquen hasta donde están apostados ellos esa será la señal de que Dios
está con ellos y les va a ayudar en su loca empresa.
Los
filisteos, al divisar las figuras de sólo dos israelitas, piensan que estos
están saliendo poco a poco de sus escondrijos entre la maleza, los peñascos y
otros accidentes del terreno.
Los
soldados filisteos les ordenan que se dirijan a donde se encuentran ellos, pues
tienen algo que decirles.
Ya
en ese momento sabe Jonathan que el Señor le ha concedido la victoria a
Israel. Jonatán trepa con dificultas por
la pared del desfiladero con su escudero siguiéndole. Jonathan va derribando
uno a uno a los soldados filisteos y su escudero, que se encontraba detrás, los
va rematando.
En
este choque entre judíos y filisteos, Jonathan y su ayudante matan a unos
veinte enemigos.
La victoria israelita
Los filisteos son entonces presas del pánico y se produce
una desbandada en sus filas.
El rey Saúl, comandante del ejército israelí congrega a sus
tropas y, aprovechando el caos producido entre los enemigos se lanza a un
ataque.
Al parecer era tan grande el pánico y la confusión que se
había extendido en el campamento filisteo que éstos se llegaban a matar unos a
otros.
Por si esto fuera poco, los hebreos tránsfugas que tiempo
atrás se habían pasado a las filas de los filisteos, y que en ese momento se
encontraban con ellos en el campamento, los abandonan se pasan al bando judío.
Además todos aquellos judíos que se hallaban agazapados en
todos los recovecos de los montes de Efraín, escondidos por temor al enorme
poderío desplegado por el ejército enemigo, al ver la espantada de sus rivales
se envalentonaron, salieron de sus escondites y se pusieron a perseguir a todos
los filisteos que huían y dándoles alcance los mataban.
El juramento de Saúl
Saúl había jurado que nadie en su ejército probaría bocado
hasta que se vengaran de los filisteos. Su hijo Jonathan violó ese juramento al
probar un poco de miel con la punta de su vara.
También pecaron los judíos, puesto que cuando los filisteos
huyeron de su campamento dejando atrás todos sus víveres, los israelitas
cayeron, desfallecidos de hambre como estaban, sobre el ganado y sacrificándolo
ahí mismo se comieron la carne sin haberla desangrado, como indica el Levítico.
Saúl levanta un altar
a Dios, y, por indicación de un sacerdote, se dirige a Él para preguntarle si
debe o no perseguir esa misma noche a los filisteos, caer sobre ellos,
aniquilarlos y quedarse con todo el botín.
Dios no quiere contestar por los pecados de su pueblo. Es
así como dejan escapar al ejército filisteo, sin salir en su persecución.
G. David y Goliat
Los filisteos congregan sus ejércitos para la guerra y
acampan en Efes-Damim, entre Soco y Azeca, dos pueblos de Judá.
Saúl reúne a su ejército también y se instalan en el valle
de Elá.
Los filisteos se habían apostado en un monte y los judíos en
otro monte enfrente, en medio de ambas colinas pasaba un río.
Todo parecía indicar que se trataba de otra batalla más de
entre tantas que habían llevado a cabo ambos pueblos, pero esta vez iba a ser
diferente: los filisteos traía un arma secreta. Se trataba de un coloso de la
ciudad filistea de Gat, que tenía una impresionante altura de seis codos y un
palmo (unos tres metros), es decir un auténtico gigante.
Goliat iba pertrechado con un casco y una cota de malla,
ambos de bronce. La cota pesaba cinco mil siclos de bronce (unos cincuenta y
cinco kilos)
Las espinillas las protegían unas grebas de bronce, y como
armas portaba una jabalina de bronce en sus hombros, cuya punta pesaba seiscientos
siclos de hierro (unos siete kilos) y una formidable espada.
El primer día que Goliat salió de su campamento para
desafiar en singular combate a los soldados israelitas, éstos viendo su
estatura y fuerza se asustaron enormemente.
Goliat les ofrecía a los judíos que eligieran a uno de sus
guerreros, el cual debía luchar contra él. Si vencía el titán filisteo los
judíos serían esclavos de los filisteos. Pero si alguien de entre las filas del
ejército judío era capaz de vencerle y acabar con él, en ese caso serían los
filisteos los que servirían a los israelitas.
David, el pequeño
pastor de Belén
Había un pastor de la tribu de Efraím que vivía en Belén.
Este pastor se llamaba Isaí y tenía 8 hijos. Sus tres hijos mayores estaban
combatiendo a las órdenes de Saúl (eran Eliab, Abinadab
David, el benjamín de la familia, pastoreaba el rebaño de
ovejas de la familia por los alrededores de Belén, pues no tenía edad todavía
para combatir.
Un día, su padre Isaí le encomienda que les lleve a sus
hermanos que se encontraban en el frente, unos víveres: trigo tostado y diez
panes. También debía llevar diez quesos para el jefe a cargo de mil soldados.
Isaí le encarga también a David no sólo que se entere de
cómo están sus tres hermanos mayores sino también que le traiga una prueba de
que están bien.
David marcha al valle de Elá, al campamento judío, con las
provisiones. Saluda y abraza a sus hermanos y se interesa por su estado.
Goliat solía todas las mañanas y tardes a desafiar a los
judíos y así estuvo insistiendo con sus bravuconadas cuarenta días seguidos.
David, que esa mañana estaba ahí presente para oír al
gigante proponiendo el duelo, enfurece ante el atrevimiento del filisteo, ¿Cómo
puede tener la osadía de desafiar al ejército de JHWH?
David acaba con
Goliat
David le pide al rey Saúl que le deje salir a combatir con
aquel fanfarrón irrespetuoso. Evidentemente esto causa extrañeza e hilaridad
entre los ahí presentes, ¿cómo iba a vencer un pastorcillo a un gigante que
además era un veterano guerrero?
David logra convencer al monarca con dos argumentos:
a) Él ya ha podido acabar con peligrosas alimañas como osos
y leones cuando acechaban los rebaños de su padre.
b) Dios estaba con él en aquellas peligrosas situaciones en
las que tenía que batirse con las fieras y le amparaba. De igual manera ahora
también le iba a asistir el Dios vivo, con mayor motivo pues el coloso estaba
desafiando al ejército del Señor.
Preparan al chico para el desigual duelo con un uniforme,
casco y coraza, e incluso le entregan una espada; pero David no está
acostumbrado a semejante impedimenta y no puede dar ni un paso. Se desembaraza
de todas las protecciones y se marcha al rio a buscar piedras planas, las más
adecuadas para utilizar como proyectiles con su honda.
Pertrechado de esta guisa se dirige a Goliat el cual se ríe
de él, lo desprecia y lo amenaza con echar sus despojos de carnaza a las aves
rapaces y a las alimañas del campo.
David, con toda la calma del mundo le responde que puede ser
que Goliat vaya armado con lanza, jabalina y espada, pero él viene en nombre
del Señor Todopoderoso, el Señor de los ejércitos de Israel, al cual ha faltado
al respeto. Añade que no será el cuerpo de David el que sirva de carroña a las
bestias del campo sino el de todo el ejército filisteo, pues Dios los entregará
a los judíos.
Y diciendo esto, con la rapidez de un rayo, el pastor sacó
una piedra la colocó en su honda para ir a incrustársela en la frente. Se
precipita a donde está Goliat, le arrebata la espada y con ella le corta la
cabeza.
David abate con su honda al gigante Goliat cuadro de Osmar Schinder
El ejército judío, eufórico ante semejante proeza se arma de
valor y se arroja sobre los filisteos, causando una gran mortandad entre sus
filas. Desde Saaraim hasta Gat y Ecrón, todo el camino quedó lleno de cuerpos
sin vida de los filisteos. Acabada la masacre, los israelitas vuelven a rapiñar
el campamento filisteo. David se lleva la cabeza de Goliat a Jerusalén, como
trofeo.
H. David acaba con
la hegemonía de los filisteos
La dote de David
Saúl
pasa de un sincero aprecio por el muchacho, que tan gran favor ha hecho a su
pueblo al librarlos del gigante Goliat, a sentir cada vez más envidia, pues el pueblo
lo aclamaba más que a él.
Al
ver la admiración que despertaba David entre los judíos empieza a temer que
éste llegue un día a usurpar su trono.
Llevado
por sentimientos encontrados Saúl decide casarlo con su hija más joven: Mical,
que se había encaprichado de él.
Saúl
trama un plan malintencionado con el que matar dos pájaros de un tiro: El rey
le propone a David que le entregue, como pago de la dote por la mano de su hija
pequeña dote, cien prepucios de filisteos.
De
esta manera Saúl quiere por un lado que David mate a un centenar de enemigos, pero
por otro lado esperaba que David pereciera en tan descabellada empresa y así se
quitaba un posible rival, ya que veía que David, con su creciente popularidad,
empezaba a hacerle sombra.
Pues
bien, parece ser que le salió el tiro por la culata, pues David no le trajo
cien sino doscientos prepucios de filisteos abatidos. Saúl no tiene más remedio
que entregar a su hija Mical por esposa.
Saúl
da cuenta de que JHWH está con David y no sólo siente un gran temor por su
yerno, sino también una gran inquina.
Para
acabar de hacer más grande la envidia del Rey Saúl, cada vez que había una
campaña contra los filisteos, David tenía más éxito en el campo de batalla que
todos los oficiales de Saúl juntos. David se convierte en un héroe admirado por
todo su pueblo.
Saúl decide matar a David y
este huye a Gad.
Saúl,
llevado por la envidia, decide acabar con David, que tiene que huir.
David en Gat
En
su temor, completamente canfuso, David acude a Aquis, rey de la ciudad estado
filistea de Gat.
Los
oficiales del rey Aquis reconocen al héroe judío tan alabado por su pueblo.
Pero cuando quieren atraparlo David se finge estar loco pintarrajeando los
dinteles de las puertas y echando saliva por la boca. El rey se enoja con sus
súbditos por traerle a su presencia a un orate y lo echan de la ciudad.
Continúa
la persecución de Saúl y David tiene que seguir huyendo, refugiándose en la
cueva de Adulam y en Mizpa de Moab.
Después
de una matanza de sacerdotes judíos, perpetrada por Saúl y sus hombres, por
haber dado cobijo y viandas a David.
David
se siente culpable del terrible fin que han sufrido los sacerdotes que le
ayudaron.
Los filisteos atacan Keila y
David la defiende
Un
día los filisteos asaltan la ciudad de Keila y desvalijan las eras y los
graneros.
Cuando
David se entera del ataque filisteo le consulta al Señor si debe o no acudir a
combatir contra los filisteos. La respuesta es afirmativa: David debe dirigirse
a Keila, presentar batalla y liberarla de las manos de los filisteos.
Los soldados de David tienen miedo y no
quieren ir a luchar. David vuelve a preguntar al Señor, que le responde, que no
dude en socorrer a los habitantes de Keila, pues Él le va a poner en sus manos
a los filisteos.
David
y sus tropas se presentan en Keila, combaten contra los filisteos y los vencen
clamorosamente, recuperando el botín que habían robado los filisteos y
liberando la ciudad.
Saúl
por su parte también combate a los filisteos que estaban saqueando Israel. Sus
obligaciones como monarca de los judíos le obligaban a poner en primer lugar de
sus prioridades defender su reino del ataque filisteo, si bien es cierto que su
obsesión en aquellos días era dar con David para acabar con su vida. Por eso la
Biblia nos informa de cómo, en alguna ocasión en que el Rey está a punto de
acorralar a David, tiene que interrumpir su empresa para ir a batirse contra
los filisteos que se encontraban en algún punto del territorio judío
asolándolo. (1
Samuel, capítulo 23, versículo 27)
De
hecho, tan pronto como Saúl vuelve de luchar contra los filisteos, se dedica
con ardor a perseguir a David, al cual acosa sin tregua.
David entre los filisteos
David
no puede vivir en paz. La persecución a la que le somete Saúl es implacable.
En
dos ocasiones David tiene la ocasión de acabar con Saúl: en el desierto de En-Gadi y
en el desierto de Zif, pero no lo hace por respeto a su persona, ya que Saúl no
deja de ser el ungido por Dios.
Por
mucho que Saúl, viendo las muestras de afecto de David, se arrepienta y le
prometa respetar su vida, David sabe que no puede vivir seguro en ningún lugar
de Israel, pues tarde o temprano volverá Saúl a hostigarle.
Decide,
pues, irse a vivir a territorio filisteo y escoge para ello la ciudad de Gat,
de donde era oriundo Goliat. Marcha con sus seiscientos hombres a Gat y se pone
bajo la protección del monarca de esa ciudad-estado: Aquis, al cual le pide un
pueblo para poder establecerse.
Aquis
le concede Siclag, donde se queda a vivir David un año y cuatro meses.
Saúl,
efectivamente deja de perseguirlo.
David
se dedica a atacar a gesuritas,
los gezritas y los amalecitas a los cuales les arrebataba el ganado e incluso la ropa que
vestían.
Saúl y la adivina
de Endor
Por aquel entonces los filisteos deciden reunir sus fuerzas
y atacar a Saúl. Aquis, el rey de Gat, le pide a su protegido David que le
acompañe junto a su séquito de 600 hombres a la guerra.
Los filisteos acampan en Sunem y Saúl levanta su campamento
en Gilboa. Viendo Saúl el ejército filisteo, empalidece y se desanima. Decide consultar
al Señor, pero Dios no le responde de ninguna manera, pues Saúl había sido
desobediente.
Recurre a una médium de Endor a la que le pide que invoque
al profeta Samuel, que había muerto y había sido enterrado en Ramá.
Se aparece Samuel y le anuncia dos cosas:
a) Que Dios le ha quitado a Saúl su reino y se lo va a
entregar a David.
b) Que Saúl e Israel caerán en manos de los filisteos.
David en las filas de
los filisteos
Los ejércitos filisteos se congregan en Afec, mientras que los
israelitas acampan en Jezrel.
Cuando los caudillos filisteos van alineando sus tropas se
fijas en que, entre ellas, hay un grupo de hebreos. Sorprendidos le preguntan a
Aquis con qué fin están allí esos israelitas. Reconocen, entre las tropas
extranjeras, a David, su gran enemigo y recelan de él. Tienen miedo de que en
medio de la refriega los judíos cambien de bando y les ataquen a ellos.
Presionan a Aquis para que devuelva a David a su casa y eso
es lo que sucede; a la mañana siguiente David y su sequito deben volver al país
filisteo.
Los filisteos dan
muerte a Saúl y a sus tres hijos
Una vez se ha marchado David a Siclag, donde le espera una desagradable
sorpresa, pues la han saqueado os amalecitas, los filisteos se arrojan contra
los israelitas y éstos huyen.
Ese día perecen muchísimos judíos, entre ellos los tres
hijos de Saúl: Jonatán, a Abinadab y a Malquisúa. Saúl queda malherido por las flechas enemigas
y viendo que no puede escapar y que sus enemigos seguramente le van a dar
tormento, se arroja contra su misma espada y muere.
Los judíos que vivían en las ciudades y aldeas cercanas al
campo de batalla huyen despavoridos, dejándolas a merced de los filisteos que
las ocupan y hacen suyas.
Al día siguiente de la derrota acuden los filisteos al campo
de batalla a rapiñar armas y otros objetos como botín de guerra. Ahí se
encuentran el cadáver de Saúl ensartado en su propia espada y le cortan la
cabeza para llevársela como trofeo.
Los mensajeros filisteos anuncian por todo Filistea la
noticia de la muerte de Saúl en los templos de sus ídolos.
Cuelgan los cuerpos de Saúl y sus hijos del muro de Bet-San.
Los judíos de Jabes de Galaad acuden a Bet-San, descuelgan
los cadáveres expuestos de Saúl y sus hijos y les dan sepultura.
David es ungido
rey de Israel y conquista
Jerusalén
Acuden todas las tribus israelitas y sus ancianos a Hebrón y
ungen a David rey de todo Israel.
David tenía treinta años cuando empezó su reinado y gobernó
en Israel durante cuarenta años.
Siendo ya David rey de Israel, reúne a sus soldados y cae
sobre Jerusalén para arrebatársela a los jebuseos, que eran sus habitantes
originales.
David derrota a
los filisteos
Cuando llega a oídos de los filisteos que David ha sido
ungido rey de Israel, determinan atacarle y desplazan sus tropas hasta el valle
de Refaim.
David pregunta a Dios si debe o no acometer a los filisteos,
pues quiere saber si el Señor estará con él y le concederá la victoria. El
Señor le responde que le entregara los filisteos a sus manos. David se dirige a Baal-Perazim y derrota al ejército
filisteo.
Los filisteos dejan allí olvidados sus ídolos, y David y sus
soldados los entregan a las llamas.
David derrota a los filisteos en Baal-Perazim y destruye sus ídolos
David derrota a los filisteos en Baal-Perazim y destruye sus ídolos
Los filisteos vuelven a la carga y arremeten contra David,
desplegando sus tropas por el valle de Refaim.
David consulta de nuevo al Señor, que le recomienda que se
espere y no ataque de inmediato. Debe rodearlos y atacar por detrás.
En cuanto David escuche un ruido similar al de pasos en una
marcha sobre las copas de los árboles debe atacar, dado que esa es la señal de
que el Señor va por delante para vencer a los filisteos. Eso hizo David y
aplastó a los filisteos.
Según el libro de Crónicas (capítulo 14) después de esta
derrota sobre los filisteos la fama de David como guerrero invencible se
propago por todas las regiones y el Dios hizo que todos los pueblos le temiesen
y respetasen.
A lo largo de su largo reinado, David combatió en numerosas
ocasiones más contra los filisteos y finalmente logro someterlos. El segundo
libro de Samuel, capítulo 8, nos relata como David, después de la aplastante
derrota que les infringió a los filisteos, volvió a combatir de nuevo no sólo
contra ellos, arrebatándoles el control de Méteg Amá, sino que también subyugó
a los moabitas, que se convirtieron en sus vasallos. Igualmente venció a otros
reyes vecinos y a los sirios cuando acudieron a socorrer a sus aliados.
El Rey David se
arriesga a morir
Una vez el Rey David, combatiendo contra los filisteos,
estuvo muy cerca de perecer.
Esto ocurrió, tal y como aparece mencionado en el segundo
libro de Samuel (capítulo 21), un día que salió David con sus oficiales a
combatir a los filisteos.
En un momento dado, David se queda sin fuerzas y un gigante
filisteo de nombre Isbibenob intenta aabar con él.
Por suerte un oficial judío, Abisay, acude en su ayuda abate
al coloso filisteo.
Viendo los oficiales lo cerca que ha estado sus rey de morir
en el campo de batalla deciden hacer prometer a David que nunca más pondrá su
vida en riesgo saliendo a batallar junto a ellos. La pérdida de David sería
enorme para su pueblo, ya que los dejaría sin su luz y guía.
En el mismo capítulo de este segundo libro de Samuel se nos
relatan tres batallas más de los istaelitas contra los filisteos.
En la primera un tal Sibecay, que era jusatita (es decir de
la ciudad de Jusá -junto a Belén) acabó con la vida del gigante Saf. En otra
batalla librada también en Gob, un tal Eljanán, natural de Belén, abatió a un filisteo
de nombre Goliat y que al igual que el famoso gigante que se enfrentara con el
rey David, era oriundo de la ciudad filistea de Gat y cuya lanza era como el
rodillo de un telar.
En la tercera batalla que se nos narra y que se desarrolló
en Gat, el protagonista es, de nuevo otro gigante, un hombre que tenía
veinticuatro dedos, seis en cada mano y seis en cada pie y que no cesaba de
provocar a los israelitas. En este caso es Jonatán, un hermano de David, el que
acaba con la vida del gigante.
Los tres valientes
en Adulam
En
el capítulo 23 del segundo libro de Samuel, justo después de un himno que se
llama de las últimas palabras de David, se nos narra que entre todos los
valerosos oficiales del ejército israelita hay tres que destacan por su fuerza,
valor y por las bajas que lograron causar a los filisteos. Estos son:
a) Joseb-basebet el tacmonita, que era el más importante de entre los tres
oficiales más famosos, consiguió acabar con su lanza a ochocientos hombres en
una contienda.
b)
En segundo lugar esta Eleazar hijo de Dodó el ajojita.
De
este arrojado oficial nos cuenta la Biblia que se encontraba con David en una
ocasión, cuando las tropas israelitas desafiaron a los filisteos, los cuales se
habían reunido en Pasdamín para presentar batalla. En un determinado momento los
israelitas se retiran de la lid. Eleazar sin embargo se queda en el campo de
batalla y llega a derribar tantos filisteos que, a causa del cansancio, la mano
se le queda pegada a la espada. Una vez vencidos los filisteos regresan los
israelitas con Eleazar, aunque esta vez sólo por rapiñar el botín de guerra que
habían dejado los caído en el combate.
c) El tercer valiente es Sama hijo de Agué el
ararita. Del cual se nos cuenta, que cierto día que el ejército israelita puso
pies en polvorosa frente al enemigo filisteo en un campo de lentejas, Sama
resistió y consiguió vencer a los filisteos.
Pues
bien, en otra ocasión, estos tres valientes acuden a la cueva de Adulam, donde
se encontraba su rey David.
Una
tropa del ejército filisteo se hallaba acampada en el valle de Refaim. Por aquel entonces había también
una guarnición filistea en la ciudad de Belén.
David
tenía mucha sed y en momento dado deja caer que le encantaría poder beber agua
del pozo que está en la entrada de Belén. Los tres valientes, de los que hemos
hablado anteriormente, ni cortos ni perezosos se deslizan en el campamento
filisteo, extraen agua del pozo de Belén y se la llevan a su rey, el cual se
niega a beberla.
Tomando
el agua que, con gran riesgo para sus vidas le habían traído sus fieles y
abnegados ayudantes, la derrama en honor a JHWH, pues declara que beber esa
agua, que tan cara les hubiera podido costar a sus tres hombres, sería como
beber de su sangre.
I. Los filisteos
van desvaneciéndose tras la muerte de David
Los filisteos bajo el reinado de Salomón
Tras
cuarenta años de reinado en Israel David muere y le remplaza en el trono su
hijo Salomón.
Durante
los años de reinado de Salomón no se menciona en la Biblia que se llevaran a
cabo guerras contra los filisteos. Salomón, el sabio, tercer monarca de Israel,
al contrario que sus predecesores Saúl y David que combatieron con ardor al
filisteo (y no sólo a este pueblo, también a otros) pudo disfrutar de un
reinado pacífico tan largo como el de su padre (de 1037 a. C. hasta 998 a.C.).
Roboán y la división del
reino de Israel
Las
cosas empiezan a cambiar para el pueblo judío cuando a la muerte de Salomón se
sucede en el trono su hijo Roboán.
Salomón
había mandado construir el Templo de Jerusalén. Para financiar las costosas
obras había cargado de impuestos a su pueblo, lo cual creó un enorme malestar
entre sus súbditos.
Por
aquel entonces vivía Jeroboán, un funcionario de Salomón que no estaba de
acuerdo con los excesivos impuestos de su rey. El profeta Ahías le anticipa a
Jeroboán que será el monarca de un reino al norte de Judá, donde estarán
reunidas 10 tribus de las 12.
Se
produce así la división del reino en dos partes:
a)
al norte Jeroboán con sus diez tribus establece la capital de su reino Israel
en Siquem.
b)
al sur Roboán con las tribus de Benjamín y Judá con capital de su reino Judá en
Jerusalén.
Reino de Israel al norte y reino de Judá al sur
Reino de Israel al norte y reino de Judá al sur
Reino de Israel
Jeroboam,
rey de Israel, muere hacia los años 910 a 909 a. C.
Le
sigue su hijo Nadab que combatió a los filisteos en Gibetón.
Nadab,
segundo rey del reino de Israel, intenta conquistar la ciudad de Gibetón, que
estaba ocupada por los filisteos, y la somete a un cerco, pero uno de sus
lugartenientes, Baasa, lo asesina para usurpar su trono, se extingue así esta
corta dinastía.
25
años más tarde el ejército israelita vuelve a someter a sitio la ciudad de
Gibetón para poder conseguirla esta vez, pero de nuevo las intrigas y
traiciones hacen que los soldados del reino del norte estén más ocupados con
sus guerras internas que interesados en combatir a su ancestral enemigo
filisteo.
En
esta ocasión reinaba Elá en Israel. Elá era el hijo de Baasa, el usurpador, y
por tanto, cuarto rey de este reino.
Un
oficial de caballería de su ejército, Zimri, que tenía mucho poder, pues tenía
a su disposición la mitad de los carros de combate, andaba conspirando contra
Elá y en una ocasión en que este monarca estaba borracho, Zimri, aprovechó para
asesinarlo a él y a toda su familia, con lo que, de nuevo, se pone fin a otra
corta dinastía.
Zimri,
a su vez, pudó gobernar tan sólo 7 días, pues cuando el ejército, que como ya
hemos mencionado más arriba, se encontraba sitiando Gibetón, se enteró del
magnicidio decidió abandonar el cerco a la ciudad filistea y acudir a vengar a
su rey.
Nombran
rey a un general del ejército, Omrí, el cual dirige sus tropas contra Tirsa, la
ciudad donde se había refugiado Zimri, y rodeando el palacete donde se
encontraba el magnicida le prenden fuego. Así perece Zimri.
Reino de Judá
Bajo
el reinado de Josafat, cuarto rey de Judá, se nos cuenta en el segundo libro de
Crónicas (capítulo 8) que los filisteos le traían a este monarca tributos de
plata y otros regalos, por lo que podemos deducir que estaban sometidos a Judá
y obligados a pagar tributo.
Más
adelante (en 2 Crónicas 21) leemos como JHWH castiga al hijo de Josafat, Joram,
por abandonarse a Dios y entregarse al culto de ídolos. Los filisteos se sacuden
el yugo judío y aliándose con tribus árabes se dirigen a Judá y la invaden. Se
apoderan de todos los tesoros del palacio real así como de los hijos y mujeres
de Joram. Sólo queda su hijo Ocozías, el menor.
Tienen
que pasar muchos años desde este episodio para que se vuelva a mencionar a los
filisteos en la Biblia. En esta ocasión está en el trono Uzías, décimo rey de
Judá, él cual hacía lo recto ante los ojos de Dios.
Eran
aquellos los días del profeta Zacarías, al cual hacía caso este monarca.
Uzías
no sólo combatió con éxito contra los filisteos, sino que consiguió
arrebatarles las ciudades de Gat, Yabne y Asdod. Hizo levantar poblaciones
judías en la región de Asdod y entre los filisteos.
El
nieto de Uzías y duodécimo rey de Judá, Acaz, fue un monarca perverso e
idólatra. Dios le castiga con un ataque de los filisteos que le arrebatan a
Judá las ciudades de Bet-semes, Ajalón, Gederot, Soco, Timna y Gimzo. Los
filisteos se instalan en esas villas.
La
siguiente mención que tenemos de los filisteos en la Biblia es en el segundo
libro de los reyes, en el capítulo 18, donde se nos narra la vida del
decimotercer rey de Judá, Ezequías, hijo de Uzías.
De
Ezequías se nos dice que venció a los filisteos hasta Gaza y sus territorios.
Desde
la muerte de David hasta el reinado de Ezequías han pasado tres siglos en los
que la Biblia apenas menciona a los filisteos, lo cual es indicador de que los
golpes que David les había asestado habían sido demoledores para este pueblo
pagano. Su poder hallaba ya en decadencia y ya no suponían una gran amenaza
para el pueblo judío, si bien es cierto que de vez en cuando realizaban alguna
incursión en territorio judío y tomaban algo de botín o alguna ciudad.
Después
de este monarca los filisteos sólo aparecen mencionados en dos ocasiones en los
salmos 56 y 83 y en los profetas Isaías (3 veces), Jeremías (3 veces), Ezequiel
(4 veces), Amos (3 veces), Abdias, Sofonías y Zacarías.
Con
el versículo 6, del capítulo 9 de Zacarías (En Asdod se sentará un bastardo y
destruiré la soberbia de los filisteos - Reina Valera 1960) se mencionan por
última vez los filisteos en la Biblia.
Con
las invasiones asiria y babilonia en Israel y Judá desaparece del todo el poder
de los filisteos que pasan a asimilarse a los pueblos semitas que les rodean y
se desvanecen de esta manera de la historia de Israel y de Oriente Próximo no
sin dejar una última impronta en la región, nada más y nada menos que su
nombre: Palestina derivada del hebreo PӘlesheth
(Filistea).
J. Fin de
los filisteos
El profeta Amós, que vivió hasta el año 738 a. C., predijo
lo siguiente: “Y destruiré a los moradores de Asdod, y a los gobernadores de
Ascalón; y volveré mi mano contra Ecrón, y el resto de los filisteos perecerá,
ha dicho Jehová el Señor” (Amós, capítulo 1, versículo 8. Reina Valera 1960)
Curiosamente, seis años más tarde de su desaparición,
en el año 732 a. C. el rey asirio Tiglat-Pileser III sometió no sólo Judá sino
también la pentápolis filistea, que pasan a ser vasallos de Asiria y a pagarle
tributos. Se considera generalmente, que hacia el siglo V a.C. los filisteos ya
habían sido asimilados por sus vecinos semitas y de esta manera desaparecen
como pueblo de la historia.
K. Resumen
Como ya dijimos más arriba, la primera vez que se
menciona a los filisteos es en el capítulo 10 del Génesis, en la llamada Tabla
de las Naciones, donde los filisteos aparecen llamados Caftorim (es decir
cretenses), como hijos de Mizraim (Mizraim en hebreo significa Egipto), nietos
de Cam y por lo tanto biznietos de Noé.
Ya en la época de Abraham vivían algunos filisteos en
Canaán y si bien es cierto que no se portaron mal con este patriarca y con su
hijo Isaac, sí que es verdad que en tiempos de este último comienzan ya los
primeros piques y roces por envidia de los filisteos hacia los judíos.
Más adelante cuando Moisés saco a su pueblo de Egipto
tuvieron que dar un rodeo para no pisar tierras filisteas, pues sabían que los
filisteos los recibirían con mucha hostilidad.
Hacía el año 1250 a.C. Israel todavía no está
organizada ni política ni institucionalmente. No tienen ningún gran líder como
Abraham, Jacob o Moisés, tampoco tienen todavía monarcas ni nada parecido. Es
en esa época de caos institucional cuando aparece por primera vez la figura de
los filisteos como el archienemigo del pueblo judío, al que tiene sometido.
Los judíos no pueden ver cumplido su sueño de ser
soberanos de su tierra prometida. Es en estos tiempos oscuros de desesperación,
cuando los hebreos, reciben ayuda de Dios en forma de los Jueces.
Estos jueces combaten contra los filisteos, que son un
pueblo de impíos idolatras a los que llaman despectivamente “incircuncisos”.
Sus dos jueces más importantes son Sansón y Samuel,
que además era profeta.
Con la muerte de Samuel se acaba el tiempo de los
jueces. Los judíos deciden ellos mismos constituirse en monarquía y eligen como
primer soberano a Saúl, el cual combate con furor a los filisteos. A Saúl,
muerto a manos de los filisteos, no le sigue ningún hijo suyo, ni nadie de su
familia, sino que JHWH prefiere que tome las riendas de su pueblo un pequeño
pastorcillo de Belén, obediente y lleno de valor que se llama David.
David combate con ahínco a los filisteos, ya desde su
adolescencia, cuando llega a acabar en sólo y con su honda como única arma
contra el temible coloso filisteo Goliat, que sumía en mayor de los pavores al
soldado judío más plantado.
Una vez hecho rey, David combate a los filisteos sin
descanso y llega a causarles unas bajas considerables, ya que a partir de la
figura del Rey David, los filisteos, que tan numerosas ocasiones habían
aparecido en la Biblia como el mayor quebradero de cabeza del pueblo israelita,
pasan ser mencionados sólo en unas pocas ocasiones más.
Con la llegada de los asirios y babilonios y el
cautiverio de Judá e Israel, los filisteos se desvanecen en la historia.
2. Datos extrabíblicos de los filisteos
Origen
Los filisteos eran un pueblo que formaba parte de los
denominados pueblos del mar.
El nombre que les dieron los hebreos era pelishtim,
que a su vez se derivaba del acadio (es decir la lengua de los babilonios) palastu.
Los griegos, a partir de la denominación hebrea, los llamaron palaistinei,
y de allí se pasara a denominar, ya en la antigüedad, esta región como Palestina.
Pudieron llegar de la isla de Creta, de ahí alcanzar Egipto
para más tarde acabar asentándose en el sureste de Canaán.
La primera mención, fuera de los escritos bíblicos, que
tenemos de los filisteos la encontramos en el templo de Medinet Habu, que fue
mandado construir por el faraón egipcio Ramsés III (1186 a 1156 a. C.) de la XX
Dinastía. En este templo se encuentra una inscripción en la que los egipcios
festejan una victoria sobre los llamados «pueblos del mar», entre los que se
encontraban, entre otros 4 pueblos aliados, los peleset (prst en el original; la vocalización moderna más aceptada es parusata)
Los palestinos con su penacho en cresta sobre la cabeza luchando contra los egipcios
Los palestinos con su penacho en cresta sobre la cabeza luchando contra los egipcios
Parece ser que el faraón Ramsés
III, viendo que los derrotados filisteos ya no suponían una amenaza, les
concedió permiso para asentarse en el litoral del sur de Canaán y les exigió
tributos.
Los filisteos se asientan en su
nueva región y establecen una pentarquía, es decir una confederación de cinco
ciudades-estado.
Al parecer tres de las cinco
ciudades que luego formarían la famosa pentápolis filistea (Asdod, Ascalón y
Gaza) eran hacia finales del siglo 12. a. C. todavía centros egipcios.
Hipótesis sobre el origen del
pueblo filisteo
Existen varias hipótesis que intentan
desentrañar el misterio que envuelve el origen de este pueblo.
Una de ellas es la “hipótesis egea“,
según la cual los filisteos son naturales de las islas del mar Egeo y también
de la península griega y, a su vez, se podrían identificar con los pelasgos (es
decir los primitivos moradores de Grecia antes de que llegaran los griegos
indoeuropeos).
Otra de estas hipótesis es aquella
que sitúa el origen de los filisteos en Creta. La pista de este origen la han
querido ver algunos estudiosos en un pictograma cincelado en el conocido como
Disco de Festo, encontrado en el palacio minoico de Festos.
Al parecer en dicho pictograma, que
se repite a lo largo de una espiral dividida en secuencias por todo el disco,
se aprecia una cabeza tocada con un casco adornado con un penacho en forma de
cresta, que recuerda a un guerrero hoplita griego pero también recuerda mucho
al adorno que llevan en el casco de los plst o peleset (es decir los filisteos)
capturados que aparecen esculpidos en los relieves del muro del templo
funerario de Medinet Habu, en Tebas (Egipto) y que fue mandado cincelar por el
faraón Ramsés III, tras conseguir una derrota sobre los filisteos y otros
pueblos más que se habían aliado para formar lo que pasó a conocerse como “pueblos
del mar”.
Una tercera hipotesis es la denominada “hipótesis anatólica“. Según esta tesis la
península anatólica, y concrétamente la costa suroeste, sería el lugar de origen
del pueblo filisteo.
Al
parecer, un pueblo que sí es originario de esa región, los carios llevaban
también un penacho en forma de cresta sobre sus cascos a modo de adorno, lo que
se ha querido interpretar como una prueba de los carios y los filisteos
estarían emparentados.
Otra
posibilidad es que la población indígena de la costa palestina se vieran
sometidos a una enorme influencia cultural por parte de marineros y
comerciantes chipriotas y que mezcla de ambas culturas dieran origen al pueblo
filisteo, esto es lo que se conoce como etnogénesis.
La pentápolis filistea
- En algún momento del siglo XIII
a.C., Los filisteos fundaron o bien ocuparos cinco ciudades: Asdod, Ascalón, Ecrón, Gat y Gaza, es
decir, la famosa pentápolis filistea.
Asdod y Ascalón son ciudades que a
día de hoy todavía existen y se encuentran en la actual Israel, son pues,
ciudades israelíes.
Ecrón (hoy Akir) y Gat, son ambas ciudades
desaparecidas y que hoy en día han sido identificadas por la mayoría de los
arqueólogos con las ruinas de Akir (Ecrón) y Tell es-Safi (Gat)
Gaza (hoy en día Ghazza, en árabe),
es la mayor ciudad en la franja del mismo nombre y pertenece al estado de
Palestina.
Estas ciudades-estado estaban
gobernadas individualmente por un rey, la Biblia nos habla de un seren, una de las pocas palabras de
origen filisteo que se han conservado y que algún estudioso ha querido
emparentar con la palabra griega týrannos, lo cual ha sido visto como
una prueba del origen indoeuropeo de los filisteos, puesto que esta palabra
sería un préstamo de alguna lengua anatolia al griego.
Cuando decimos lengua anatolia no
nos referimos al turco, ni mucho menos, ya que los turcos llegaron muchos
siglos después a la península Anatolia. Las lenguas anatolias son un conjunto
de antiguas lenguas indoeuropeas que se hablaron entre el segundo y el primer
milenio a. C. en Asia Menor y que se encuentran ya extinguidas hace más de dos
milenios.
Sea como fuere, los filisteos se
convirtieron en los amos de esa fértil región filistea cuando los egipcios
dejaron de ser una potencia y sometieron a los judíos hasta que las derrotas
infligidas por el rey David los hicieron que este pueblo dejara de ser una
amenaza para los israelitas.
Enemigos de Israel
Como ya hemos mencionado al
comienzo del artículo mucha gente ha oído hablar de los filisteos como pueblo
enemigo de los israelitas, y quien más quien menos conoce la historia de Sansón
y la de David y el gigante filisteo Goliat.
Menos conocido es, sin embargo, que
en un principio existieron relaciones cordiales entre filisteos e israelitas,
como nos lo demuestran pasajes bíblicos, también mencionados más arriba, del
libro del Génesis donde Abraham y más tarde su hijo Isaac vivieron en tierra de
los filisteos, compartiendo tierras, pastos y pozos, unas veces en armonía y
otras no.
Si Abraham e Isaac que vivieron
alrededor del siglo XIX a.C., tuvieron relaciones con los filisteos (que se
supone que se instalaron en Canaán en el siglo XIII) es posible, dado que se ha
entendido que en la época de los patriarcas pudo haber ya pequeños grupos de
filisteos instalados en Canaán.
A la vuelta de los judíos del
cautiverio egipcio, los filisteos pasan a ser vistos como un pueblo usurpador,
explotador, idólatra, incircunciso y se convierten en enemigos acérrimos de
Israel.
Poder militar de los
filisteos
Algunos estudiosos han querido ver en la descripción que nos
hace la Biblia de Goliat a un hoplita griego, lo que reforzaría la hipótesis
del origen griego (egeo) de los filisteos.
a) Como armas ofensivas la Biblia menciona:
- una lanza con la punta de hierro.
- Espada con la hoja de hierro.
b) como armas defensivas tenemos:
- Casco, adornado algunas veces con un penacho en forma de
cresta.
- Espinilleras de bronce o cuero endurecido.
- Coraza, igualmente de bronce o cuero endurecido.
La Biblia menciona dos cosas sobre los filisteos que venían
a ser la razón por la cual éstos eran superiores a los judíos militarmente:
a) Los filisteos controlaban la producción de objetos de
hierro. Sólo ellos tenían derecho a poseer herreros y a forjar armas. Tenían el
monopolio absoluto de la producción de utensilios, armas y herramientas de
hierro.
b) Contaban con carros de combate.
Además de estos dos importantes aspectos hay que mencionar
que los judíos estaban organizados en tribus mientras que los filisteos tenían
reyes.
Por si fuera poco, los filisteos también solían emplazar
guarniciones de soldados en puntos altos y estratégicos de la geografía de
Israel.
Toda esta hegemonía se les acabó a los filisteos con la
llegada del Rey David, que fue el que realmente contribuyó a asestarles un
golpe mortal como potencia militar.
Fuentes escritas
que mencionan a los filisteos
1. En el antiguo Egipto:
a) Sabemos que Ramsés III (1187 a.C. – 1156 a.C.) combatió a los pueblos
del mar entre los que se encontraba un pueblo llamado plst (Peleset, Palaistu) y que los expertos han identificado como los
filisteos. Esto sucedió en su octavo año de reinado y, como era usual entre los
faraones, quiso dejar patente esta derrota mandando cincelar un enorme mural
conmemorativo en una de las paredes de su templo
funerario de Medinet Habu.
Templo funerario de Medinet Habu
Mural cincelado en Medinet Habu conmemorando la batalla contra los pueblos del mar
Detalle de los plst o peleset (filisteos) en combate contra los egipcios
(nótese el penacho en cresta sobre la cabeza de los soldados)
Templo funerario de Medinet Habu
Mural cincelado en Medinet Habu conmemorando la batalla contra los pueblos del mar
Detalle de los plst o peleset (filisteos) en combate contra los egipcios
(nótese el penacho en cresta sobre la cabeza de los soldados)
b) También aparece este pueblo mencionado en el conocido
como Papiro Harris I o Gran Papiro Harris (por haber sido comprado por Anthony Charles Harris)
y que fue encontrado en 1855, en las cercanías del templo funerario de Medinet
Habu antes mencionado.
Este papiro fue redactado muy poco tiempo después de la
muerte del faraón Ramsés III, a comienzos del reinado de su sucesor Ramsés IV.
Este
papiro nos relata hechos y hazañas de tres décadas del reinado Ramsés III (desde
1194 a.C. hasta 1163 a.C.)
Este
papiro menciona combates contra los “pueblos del mar“, así como los intentos
que estos pueblos hicieron por penetrar en Egipto.
Si
bien es cierto que Ramsés pudo aplacarlos tuvo que ceder terrenos al este de su
imperio, es decir en el sur de Canaán, para que se asentaran ahí dos de esos
pueblos del mar, que habían constituido una federación para atacar Egipto. Estamos
hablando de los plst (Peleset, o sea los filisteos) y los Tjeker.
2. En Asiria y Babilonia:
Según
inscripciones asirias, en el siglo VIII a. C., se denominaba, tanto en Asiria
como Babilonia, a la región en la que habitaban los filisteos Palastu (o sea Filistea)
3. Persia:
El
rey persa Dario I. Denominaba a los habitantes de esa misma región palastai o palasti (o sea filisteos).
4. Biblia:
En
la Biblia aparece este pueblo mencionado 223 veces, comenzando por la famosa
Tabla de las Naciones (Génesis, capítulo 10, vesiculos 14 y posteriores) donde
se les denomina Caftorim (o sea
cretenses) y terminando con la profecía de Zacarías (Zacarías, capítulo 9,
versículo 6) donde se vaticina la destrucción del orgullo de los filisteos.
Casi
la mitad de las menciones bíblicas a este pueblo las encontramos en el libro de
Samuel: 101 veces.
Reminiscencias escritas de
los propios filisteos
Como
ya hemos apuntado más arriba, nada se sabe de la lengua de los filisteos pues
estos apenas dejaron nada escrito, o por lo menos nada en lengua filistea.
En
primer texto encontrado que se ha podido atribuir a los filisteos es la llamada
“inscripción de Ecrón” que está redactada en un dialecto cananeo parecido al
fenicio y al hebreo.
La inscripción de Ecrón
La inscripción de Ecrón
En
el año 2007 Frank Moore Cross y Lawrence E. Stager encontraron en la moderna
ciudad israelí de Ascalón (hebreo Ashkelon), antigua ciudad perteneciente a la
famosa pentápolis filistea, unas tablillas con inscripciones en un tipo de
escritura que se ha dado en denominar chipro-minoica lo que reforzaría la
tesis, más arriba mencionada, del origen egeo de los filisteos.
Cerámica
La cerámica de los siglos XII y XI a.C. que los arqueólogos
han podido encontrar en yacimientos y otras ruinas filisteas presenta las siguientes
características:
- Es policroma, es decir presenta varios colores, en
concreto rojo y negro.
- Está hecha con arcilla muy fina y bien cocida.
- Está adornada con formas geométricas que representan animales,
normalmente pájaros y peces.
- Se han encontrado numerosas jarras para beber cerveza,
vino y otras bebidas fermentadas, es decir alcohólicas.
- Se han encontrado algunos sellos que revelan una influencia
egea. Por otra parte otro número de sellos llevaba signos que se asemejan a la
anteriormente citada escrituro chipro-minoica
- A partir del siglo
XI a. C. los filisteos usan cerámica de origen semita, que al parecer era de
mayor calidad.
Religión
Los filisteos adoraban, para mayor aborrecimiento de sus
vecinos israelitas, a varias deidades como Dagón, Derqueto, Astarté o Ba’al
Zebul (hijo de Dagón)
Todos estos ídolos formaban parte de la mitología cananea y
fueron adoptados por los filisteos, que les rendían culto, eso sí, a su propia
manera.
Cada uno de estas deidades tenía santuarios en varias
ciudades filisteas.
Los templos de su ídolo más importante, Dagón, eran naves
grandes con columnas que cargaban techos a menudo abiertos.
La descripción que la Biblia nos hace del recinto donde Sansón
derriba las columnas aplastando a más de tres mil filisteos se ajusta mucho al
aspecto que tenían los templos dedicados a Dagón.
En estos templos había zonas reservadas para quemar los
sacrificios ofrecidos, altares desplazables y plataformas para la oración.
La arqueología ha confirmado que los filisteos solían llevar
a la guerra imágenes de sus divinidades a modo de talismán, algo que ya
sabíamos por la Biblia cuando se nos informa de cómo el rey David, después de
una batalla contra los filisteos en la que resultó victorioso, lo primero que
hizo fue la de entregar al fuego todos los ídolos filisteos.
Los filisteos eran también supersticiosos, pues respetaron
el Arca de la Alianza y cuando se encontraban en posesión de ésta y ello sólo
les reportaba calamidades y castigos divinos, decidieron devolvérsela a los
judíos juntos con una ofrenda compensatoria consistente en diez figurillas de
oro.
Economía
Los filisteos eran un pueblo mediterráneo más y como tal no podían
sustraerse al cultivo del aceite, la vid y el trigo. En la Biblia se nos
mencionan campos de trigo, viñedos y hasta campos de lentejas.
Practicaban también la ganadería y así pues se dedicaron a
la cría del ganado bovino, ovino y caprino. En la Biblia se nos menciona animales
como vacas (las que transportaron el Arca de la Alianza de vuelta a los
judíos), ovejas y cabras que sacrificaban a sus dioses y servían también de alimento
en sus pantagruélicos banquetes, donde no faltaba el vino, a cerveza, la sidra
y otras bebidas fermentadas, de las que, al parecer, eran tan amigos.
Sabemos, y sí lo hemos mencionado anteriormente, que tenían
el monopolio del hierro y les prestaban los servicios de sus herreros a los
judíos sólo para reparar y afilar sus aperos de labranza (pues las armas
quedaban exclusivamente en manos de los filisteos) por un precio altísimo.
Practicaban el comercio, como lo hacían sus vecinos fenicios
del norte, con numerosos pueblos del ámbito mediterráneo.