domingo, 4 de abril de 2021

Nunca tantos le debieron tanto a tan pocos

1. Los Pocos

2. El Único


1. Los Pocos

El día 1 de septiembre de 1939 las tropas de la Alemania nazi invaden Polonia con nocturnidad y toda la alevosía imaginable. Francia e Inglaterra, hartas de ver como Adolf Hitler, haciendo de su capa un sayo, iba anexionándose poquito a poco pedazos de Europa, le declaran la guerra. Comienza así la Segunda Guerra Mundial.

Soldados alemanes en la frontera polaca el 01 de septiembre de 1939.

Durante los siguientes siete meses, sin embargo, no se produce ninguna hostilidad entre los países declarantes de la guerra y Alemania.

Los ingleses, maliciándose que en cualquier momento los alemanes intentarían ocupar Francia, envían al país galo la llamada Fuerza Expedicionaria Británica (British Expeditionary Force) en invierno de 1939.

La calma se rompe el 10 de mayo de 1940 cundo Alemania invade Bélgica, Luxemburgo, los Países Bajos y Francia.

Las tropas germanas entran en Bélgica y desde la región belga de las Ardenas penetran en el país galo.

Soldados alemanes en los bosques de las Ardenas (Bélgica)

Nadie se esperaba una maniobra así, pues se creía que los espesos bosques de las Ardenas hacían imposible el paso de los tanques y otros vehículos acorazados.

Las tropas francesas y británicas estacionadas en el norte de Francia se ven sorprendidas. Cuando quieren reaccionar al ataque enemigo ya es demasiado tarde: han sido rodeados.

Ahora se trata de salvar a la mayor parte de soldados posible. Para ello se lleva a cabo la llamada operación Dynamo, consistente en evacuar desde la localidad francesa de Dunquerque a las tropas atrapadas, para poder reorganizarse desde Inglaterra.

El día 22 de junio de 1940 Francia asume que no puede continuar ofreciendo resistencia a las tropas germanas y firma un armisticio (el armisticio de Rethondes)

Tan sólo han pasado seis semanas desde que los primeros soldados alemanes cruzaran la frontera belga para invadir Francia y toda Europa continental está bajo la bota nazi.

Inglaterra se queda sola ante el peligro.

Anulada toda resistencia contra los nazis en el continente, a Hitler sólo le queda acabar con Inglaterra para asegurarse el dominio de toda Europa.

Comienza así la llamada operación León Marino (Unternehmen Seelöwe) para invadir Gran Bretaña.

Con esta misión los alemanes pretendían desembarcar en las costas del este de Inglaterra para someter las tropas británicas y los restos del ejército francés que se habían refugiado ahí.

Planes alemanes de invasión de Inglaterra de la Operación León Marino

Para poder llevar a cabo tan ambicioso proyecto la Wehrmacht había planeado un ataque combinado entre las fuerzas aéreas (Luftwaffe) y la marina de guerra alemana.

Hermann Göring, ministro de aviación, presume de que acabará con las fuerza británicas en cuestión de días.

La Luftwaffe cuenta con un número cuatro veces mayor de aviones que las fuerzas aéreas británicas, la famosa RAF (Royal Air Force), además la moral de las tropas aliadas está por los suelos.

Tan seguros están los dirigentes alemanes que durante todo el mes de julio del año 1940 no llevan a cabo ninguna acción contra Inglaterra.

Se esperan hasta mediados mes de agosto para comenzar a atacar las instalaciones de la RAF.

El 15 de agosto, el ministro alemán de aviación, Hermann Göring, da luz verde a la Operación Día del Águila (Adlertag), consistente en desplegar numerosos ataques fortísimos contra bases militares y aeródromos de la RAF.

Bomba alemana con la irónica inscripción "Habano especial para Churchill". Agosto de 1940

En plena crisis, el Primer Ministro Británico, Winston Churchill, que sólo llevaba tres meses en su cargo, se presenta en la cámara baja de su país, también conocida como la Cámara de los Comunes, y después de afearles la cobardía a aquellos políticos partidarios de llegar un acuerdo con Hitler, pronuncia un discurso de menos de 5 minutos en el que alaba el enorme sacrificio que los pilotos de la RAF están realizando por Inglaterra en particular y por la democracia en general.

Sir Winston Churchill

De ese valeroso discurso de Churchill se conoce sobre todo una frase que ha hecho historia: “Never was so much owed by so many to so few” y que ha sido traducida al español como “nunca tantos le debieron tanto a tan pocos”.

Never was so much owed by so many to so few

A partir de entonces a los pilotos de la RAF se le empezará a conocer como The Few (los pocos)

Memorial a los pilotos caídos en la Batalla de Gran Bretaña. Capel-le-Ferne (Kent)

2. El Único

Efectivamente, los abnegados pilotos británicos estaban dando sus vidas por contener la barbarie nazi, cuando todo apuntaba a que llevaban las de perder, pues frente a los 900 cazas que tenía la RAF, la Luftwaffe contaba con más de 1400, por no hablar de los bombarderos alemanes, cuyo número casi triplicaba al de sus enemigos.

Aun así, la RAF no se rindió, ofreció una resistencia admirable y después de cinco duros años de batalla consiguieron lo que, en un principio, parecía imposible: vencer a la Alemania nazi.

Ciertamente todo el mundo puede y debe estar agradecido a Inglaterra, a la RAF y a Winston Churchill por su coraje y determinación a la hora de acabar contra la mayor amenaza contra la civilización que la humanidad haya visto nunca.

Inglaterra, Europa, Occidente y todas las democracias del mundo están en deuda con aquel puñado de hombres (unos pocos miles) que ofrecieron una implacable resistencia a la amenaza nazi y trastocaron los planes de Hitler de hacerse con el poder en todo Europa, propinándole el primero de una serie de reveses que acabaron con la derrota de la Alemania nazi el 8 de mayo de 1945.

Podríamos caer en la tentación de pensar que, efectivamente, la firme oposición de los pilotos de la RAF frente a los nazis es el mayor sacrificio que nadie ha realizado nunca por el ser humano, pero nos equivocaríamos de cabo a rabo.

Ha habido incontables acciones heroicas a lo largo de la historia, pero ninguna supera ni de lejos en generosidad, entrega y amor al regalo que nos hizo un judío galileo hace 2000 años, al ofrecerse para pagar Él solo, con su sacrificio en la cruz, por todos los pecados cometidos por la humanidad a lo largo de su historia, y reconciliarnos así con Dios Padre.

 

Fijémonos algo más detenidamente en lo que acabamos de leer:


1. Jesús solo.

Él solo, es decir una única persona, no un grupo o un conjunto de personas más o menos numeroso, asume la culpa.

Todo el peso de los pecados recae sobre los hombros de un hombre. Nadie más está en Gólgota para repartirse el castigo a medias con Jesús.

 

2. Todos los pecados.

Jesús paga con su sacrificio absolutamente todos los pecados cometidos por el ser humano en la historia, desde el principio de la humanidad hasta el final; desde el primer pecado hasta el último. No hay ninguna falta, ningún crimen, por grave, infame o aberrante que este sea, que Cristo no limpiara con su sangre.

 

3. De todos

Cuando decimos que Jesús se responsabiliza de todas las faltas y asume toda la culpa, estamos hablando de todas las manchas, errores y maldades de todas las personas, de toda la humanidad, de aquellos que nacieron antes que Él, de sus contemporáneos y de todos aquellos que habían de vivir, y por lo tanto pecar, en las generaciones venideras.

No hay, no ha habido, ni habrá, ningún ser humano, por vil, mezquino, rastrero, abyecto y malvado que haya sido, sea o vaya a ser cuyas deudas no haya pagado Cristo en la Cruz.

 

El sacrificio de Jesús es supremo, superlativo absoluto, insuperable. El favor que Jesús nos hace a los hombres es tan grande, tan sublime, que al ser humano le cuesta concebir tanta generosidad, tanta gracia, tanto bien, tanto amor.

Todo de forma completamente inmerecida, todo de forma completamente gratuita.

Dios Padre, el creador del universo, Dios Todopoderoso, el Altísimo, sacrifica nada menos que a su único Hijo para reconciliarse con nosotros.

¿Qué hemos hecho nosotros para merecer semejante favor? Nada, absolutamente nada. Es un regalo que nos hace Dios de forma completamente inmerecida.

No nos hemos ganado semejante premio acumulando buenas obras, día tras día, a lo largo de nuestras cortas o largas vidas, no.

Jesús ha pagado con su sangre el precio de la entrada al cielo. Es un precio carísimo. Tan caro que ningún ser humano podría haberlo pagado. Pero Él se hace cargo del coste.

Y una vez que están saldadas todas nuestras deudas, una vez que ha sido abonado el impagable importe que costaba el acceso a la morada de Dios Padre, Jesús nos ofrece gratuitamente la entrada en su Reino. ¿No queremos acaso acompañar a nuestro salvador a su casa?, ¿No queremos pasar con Él el resto de la eternidad?

Démosle gracias todos los días, en todo momento y lugar a Jesús por el tremendo e inconcebible acto de amor y sacrificio abnegado que llevo a cabo aquel día de pascua hace ya casi 2000 años en la cruz de Gólgota.

Señor, sé de sobras que soy un pecador, indigno del sacrificio que realizaste por mis faltas en la cruz. Por eso te agradezco con todo mi corazón, toda mi mente, todo mi ser, toda mi alma y todo mi espíritu la ofrenda que llevaste a cabo para reconciliarnos con nuestro Padre. Gracias, gracias, gracias. Infinitas gracias, Señor. Que no se nos olvide nunca el altísimo precio que tuviste que pagar por nuestras culpas. Que no se borren nunca las palabras de gratitud de nuestras bocas, de nuestras mentes, ni de nuestras almas. Alabado seas por siempre Jesús. Gracias


Fuentes: Todas las imágenes están sacadas de Wikipedia 

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