1. Introducción
2. El culto a la
Virgen en las sociedades católicas
3. ¿Qué dice la
iglesia católica sobre la Virgen María?
4. ¿Qué dice la
Biblia sobre la Virgen María?
5. ¿Cuándo cometemos
idolatría?
6. ¿Cómo debemos tratar
entonces los cristianos a la Virgen María?
1. Introducción
Una pregunta muy importante que nos podemos y debemos hacer
los cristianos es la siguiente: ¿a quién debemos dirigirnos en nuestras
oraciones?
Es decir ¿debemos dirigirnos en ellas sólo a Dios?, ¿o
podemos también rezar a Jesús?
¿Se puede rezar a otras personas, como por ejemplo a la
Virgen María o a los santos?
2. El culto a la
Virgen en las sociedades católicas
En la iglesia católica la adoración de María y de los santos
desempeña un papel importantísimo. En el caso de muchos creyentes católicos el
peso de su patrón local o de la advocación mariana regional llega a ser mayor
que la figura de Jesús o incluso que Dios mismo.
Así podemos ver que mucha gente, que se declara atea y no
quiere saber nada de Dios, acude con devoción a las diferentes romerías de su
pueblo y pasea con emoción la imagen de su santo.
Un ejemplo típico de esto último lo podemos ver en el famoso
cineasta turolense Luis Buñuel.
Desde su juventud Buñuel se definía como ateo y
profundamente anticlerical y así lo dejaba ver en sus películas. Sin embargo
sentía un profundo respeto, rayano en la veneración, por la Virgen del Pilar.
Si nos fijamos en las principales oraciones de la iglesia
católica vemos que la mitad o más de ellas van dirigidas a la Virgen María, y
así tenemos: la Salve (Salve Regina), el Ave María, el Ángelus, la Regina Coeli
o Bajo tu Amparo, por citar las más conocidas. También se hace referencia a la
Virgen en el Rosario, en los conocidos como Misterios Gloriosos, que se rezan
los miércoles y los domingos, especialmente en los puntos 4: “La Asunción de
Nuestra Señora a los Cielos” y 5: “La Coronación de la Santísima Virgen como
Reina de Cielos y Tierra”.
Todas las fiestas en España, tanto las llamadas mayores como
las menores, están dedicadas a un santo o a una advocación mariana, siendo el
punto central de las fiestas la procesión del santo patrón o la romería a la
ermita más cercana.
Da la impresión de que gran parte de la vida cristiana en
los países católicos gira en torno a los santos y a María.
El gran teólogo alemán Karl Barth decía a menudo que el
catolicismo más que cristianismo era realmente marianismo, pues tenía en el
centro de su adoración a María y no a Jesús.
Los mejicanos rezan principalmente a la Virgen de Guadalupe,
los zaragozanos a la Virgen del Pilar, los catalanes a la Virgen de Montserrat
y los andaluces a la Virgen del Rocío.
Jesús ocupa un puesto muy secundario en la vida espiritual de los católicos, y es muy común que si hablas de Jesús y la importancia de su mensaje con un católico, piense que pertenezcas a una “secta rara y sospechosa”.
La iglesia católica niega que sus fieles adoren a la virgen
María y aducen que los católicos tan sólo le profesan un profundo respeto, pero
la verdad es que todos sus ministros, desde el papa, pasando por los
cardenales, los obispos y llegando hasta el sacerdote de la parroquia más
pequeña del planeta se anima y promueve el culto a la virgen (y a todos los
santos).
Hace un par de décadas colgaban carteles en las iglesias
católicas españolas con el siguiente lema: “A Dios a través de Jesús y a Jesús
a través de María”, lo cual, como veremos más adelante es profundamente
contrario a lo que enseñan las Escrituras.
3. ¿Qué dice la
iglesia católica sobre la Virgen María?
A lo largo de casi veinte siglos la iglesia católica ha ido
desarrollando una serie de dogmas marianos, fruto de la especulación, y que no
tienen base bíblica alguna.
El primer dogma de todos ellos, y el más importante, pues a
partir de esta premisa se construye el edificio teológico de la Mariología, es
el que establece que María es la Madre de Dios.
Debido a esto, la Iglesia católica ha colocado a María en un
lugar especial, nada menos que la persona más importante del cristianismo, sólo
por detrás de su hijo Jesús de Nazaret.
En el año 431 d.C., en la ciudad de Éfeso tuvo lugar un
concilio en el que se consignó el dogma de la Maternidad Divina de Cristo.
Este dogma propugna que María es la madre de Jesús, tanto de
la persona humana como de la persona divina.
El segundo dogma es el de la Perpetua Virginidad de María.
Según este dogma la Virgen María fue virgen siempre, en todo
momento: antes, durante y después del parto de Jesús.
Después de dar a luz a Jesús no tuvo otros hijos. Dios la
mantuvo siempre virgen hasta el día de la Asunción, en el que fue llevada a los
cielos.
Este dogma quedó establecido en la primavera del año 553,
durante el transcurso del llamado Segundo Concilio de Constantinopla.
El tercer dogma mariano de la iglesia católica es el de la Inmaculada
Concepción de la Santísima Virgen María.
En este dogma, decretado en 1854, se defiende que la Virgen
María ha estado siempre libre del pecado original.
Cuando la iglesia dice siempre, quiere decir, efectivamente,
siempre. Es decir, esto implica no sólo que María nació sin pecado, sino que ya
en el vientre de su madre se hallaba libre de toda culpa. María es inmaculada
desde el momento mismo de su concepción.
Lo que el papa Pío IX promulgó como dogma en el año 1854 era
un deseo y una creencia que se hallaba presente en la iglesia católica desde
hace siglos.
Se dispuso que la festividad de la Inmaculada Concepción de
la Virgen María se celebra el 8 de diciembre, es decir, exactamente nueve meses
antes de la festividad de la Natividad de la Virgen, que se celebra el día 8 de
septiembre.
El cuarto dogma mariano es el de la Asunción de la
Bienaventurada Virgen María.
En este dogma se afirma que María
fue llevada en cuerpo y alma al Cielo, una vez concluidos sus días aquí en la
Tierra.
Esta creencia fue declarada dogma por el papa Pío XII en su Constitución Apostólica “Munificentissimus Deus”, el día 1 de noviembre de 1950.
Otras creencias fuertemente arraigadas y defendidas por la
iglesia son:
1. María Corredentora (Co-Redemptrix)
Este convencimiento de que María participa indirectamente en
la salvación de los hombres, está muy extendida en la iglesia católica.
Existen numerosas peticiones por parte de los fieles, así
como del clero, para que el papa eleve a dogma (sería entonces el quinto dogma
mariano) esta creencia.
Declarar a María corredentora supone aceptar que desempeña
un papel, siquiera secundario, en la salvación de los hombres.
Se defiende su función como corredentora por el hecho de que
María dio a luz a Jesús, nuestro salvador. De aquí se deduce que algo tiene que
ver en la redención. María ha participado en la salvación de los seres humanos
al haber traído al mundo a Jesús.
2. Intercesora o Mediadora:
María desempeña un papel secundario como intercesora de los
pecadores ante Dios.
Todos los creyentes que así lo deseen pueden acudir a María
y solicitar mediante la oración su intercesión.
Dado que es la madre de Jesús y está en el cielo, y por lo
tanto más cerca de Dios, sus peticiones son escuchadas antes que las de los
simpes mortales.
En el párrafo 62 de la encíclica Lumen Gentium se señala que:
“con
su asunción a los cielos, no abandonó su misión salvadora, sino que continúa
procurándonos con su múltiple intercesión los dones de la salvación eterna”.
3. María es la Madre de todos los creyentes:
El papa Pablo VI otorgó el título de “Madre de la Iglesia” a
María en el transcurso del Concilio Vaticano II. Más tarde, ya en 1987, el papa
Juan Pablo II utilizó este título en su Encíclica “Redemptoris Mater”.
María es la madre del Salvador, por lo tanto lo es también
de todos los redimidos.
Los creyentes somos los miembros de la iglesia junto con
Jesús, que es la cabeza. Con Jesús formamos una unidad. Por tanto si María es
la madre de Jesús, también lo es de todos los fieles, es decir de los miembros
del cuerpo místico de su Hijo.
4. Reina del Cielo
María es la madre de Dios, del rey de los cielos, por lo
tanto ella también es reina del Cielo.
En muchas iglesias católicas podemos ver estatuas de María
Reina del Cielo con una corona en su cabeza con doce estrellas.
Para representar a María Reina del Cielo, la iglesia
católica se remite al pasaje del Apocalipsis donde leemos: ”Apareció en el cielo una gran señal: una
mujer vestida del sol y con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una
corona de doce estrellas. Y estando encinta, gritaba con dolores de parto y
sufría angustia por dar a luz”. (Apocalipsis, capítulo 12, versículos 1 y
2. RVA 2015).
Para los católicos, la mujer a la que se refiere Juan en su
libro de las Revelaciones, es inequívocamente María. Para los evangélicos es
una metáfora de Israel, y las doce estrellas hacen alusión a las doce tribus.
Todo aquel creyente que esté familiarizado con las
Escrituras sabe perfectamente dos cosas acerca de los dogmas que acabamos de
mencionar:
a) No sólo no aparece absolutamente en ningún lugar de la
Biblia nada de lo que defienden estos dogmas marianos, sino que
b) Lo que en dichos dogmas se defiende es completamente
contrario al mensaje recogido en los Evangelios.
¿De qué pasaje bíblico sacan los doctores de la iglesia la
conclusión de que efectivamente tuvo lugar la Asunción de María?, ¿dónde se
menciona tal acontecimiento?, ¿por qué se obstina la iglesia católica en
afirmar que María es corredentora cuando en el Nuevo Testamento aparece una y
otra vez que sólo Jesús es el salvador de los hombres?
Los dogmas y creencias católicas acerca de María, en
apariencia piadosos e inofensivos, son enseñanzas clara y abiertamente
contrarias a lo que enseña la Biblia.
Devociones marianas
Todo este conjunto de creencias, que iban aumentando con el
paso de los años, dieron lugar a un auténtico culto a María, a la cual se fue
venerando cada vez más, llegando a ocupar un puesto en la adoración de los
fieles que sólo le corresponde a Dios.
La Iglesia Católica reverencia a la Virgen María e insiste
en que no hacerlo supone desobedecer la Palabra de Dios.
A lo largo de todo el año se celebran romerías, misas y
procesiones en honor a la Virgen María, según sus diferentes advocaciones, y
así tenemos las siguientes festividades:
- El 1 de enero es el día de la Solemnidad de Santa María,
Madre de Dios.
- El 2 de febrero se celebra la Presentación de Jesús y la Purificación
de Nuestra Señora
- El 11 de febrero se celebra la festividad de la Virgen de
Lourdes.
- El 25 de marzo es el día de la Anunciación
- El 13 de mayo es el día de nuestra Señora de Fátima
- El 24 de mayo es la festividad de María Auxiliadora.
- El 31 de mayo es el día de la Visitación de Nuestra Señora
(es decir la Visitación de María a su pariente Isabel)
- El 27 de junio es el día de la Virgen del Perpetuo Socorro
- 16 de julio. Nuestra Señora del Carmen.
- El 15 de agosto se festeja la Asunción de la Virgen (la
principal festividad mariana)
- 22 de agosto. María Reina
- 8 de septiembre. Natividad de María
- 12 de septiembre. Dulce Nombre de María
- 7 de octubre. Nuestra Señora del Rosario
- El 11 de octubre. Fiesta de la Divina Maternidad de Nuestra
Señora.
- El 12 de octubre. Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza.
- 21 de noviembre. Presentación de María
- 8 de diciembre. Inmaculada Concepción de la Virgen.
- 12 de diciembre. Nuestra Señora de Guadalupe
4. ¿Qué dice la
Biblia de la Virgen María?
María aparece en la Biblia una veintena de veces.
La primera mención que encontramos de la Virgen María en la
Biblia aparece en el libro del profeta Isaías, concretamente en el capítulo 7,
versículo 14, donde podemos leer: “Por
tanto, el mismo Señor les dará la señal: He aquí que la virgen concebirá y dará
a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel” (RVA 2015)
Siglos más tarde, Mateo se referirá al cumplimiento de esta
profecía cuando escribe en el primer capítulo de su evangelio, versículos 22 y
23: “Todo esto aconteció para que se
cumpliera lo que habló el Señor por medio del profeta, diciendo:
He aquí, la virgen
concebirá y dará a luz un hijo, y llamarán su nombre Emanuel, que traducido
quiere decir: Dios con nosotros”. (RVA 2015)
Veamos aquí los principales episodios donde aparece María en
los evangelios:
1. Anuncio del
nacimiento de Jesús
En el evangelio de Lucas, concretamente en su primer
capítulo, versículos 26-38, se nos narra como el ángel Gabriel fue enviado por
Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, para que visitara a María, una
muchacha virgen, recién casada con un judío descendiente del rey David, de
nombre José. (Lucas 1, 26-27),
(Mateo 1, 18).
El ángel saluda a María y le anuncia que ha recibido el
favor de Dios. María se asusta y no entiende nada (Lucas 1, 28-29)
El ángel la tranquiliza y le dice que ha hallado gracia ante
Dios (Lucas 1, 30)
Gabriel le comunica a María que va a ser madre de un varón
al que pondrá de nombre Jesús, el cual será aclamado como Hijo de Dios, reinará
sobre la casa de Jacob y su reino no tendrá fin. (Lucas 1, 31-33)
El ángel le explica que concebirá a Jesús por el Espíritu
Santo, motivo por el cual también al niño lo llamarán Hijo de Dios. (Lucas 1,
34-35)
Por último, el ángel le comunica a María, que también su parienta
Elisabet va a concebir a un varón a pesar de su avanzada edad y de que era
considerada estéril, pues nada es imposible para Dios. (Lucas 1, 36-37)
María contesta: ―Aquí tienes a la sierva del Señor. Que se
haga conmigo como me has dicho. (Lucas 1, 38)
2. El ángel del Señor
se le aparece a José
José, su marido, era un hombre justo. Cuando se entera de
que María está en cinta, decide abandonarla en secreto, para no someterla a
escarnio público (Mateo 1, 19).
Un ángel del Señor se le aparece a José en sueños y le
tranquiliza diciéndole que el niño que espera María es obra del Espíritu Santo
(Mateo 1, 20-21).
José obedece al ángel del Señor y acepta a María (Mateo 1,
24).
3. María visita a su
parienta Elisabet
Al poco tiempo del anuncio del ángel, María se pone en
camino y sale de Nazaret a visitar a su prima Elisabet, para felicitarla y para
contarle lo que acaba de pasarle.
Se dirige a las montañas de Judá, llega a casa de Zacarías y
Elisabet y los saluda. Cuando su pariente Elisabet escucha el saludo de María,
el bebé (es decir el futuro Juan Bautista) salta en su vientre. En ese momento,
Elisabet, llena del Espíritu Santo, proclama a viva voz:
“¡Bendita tú entre las
mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿De dónde se me concede esto, que la
madre de mi Señor venga a mí? Porque he aquí, cuando llegó a mis oídos la voz
de tu saludo, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que
creyó, porque se cumplirá lo que le ha sido dicho de parte del Señor”
(Lucas 1, 42-45. Reina Valera Actualizada).
4. El Magníficat de
María
Y María dijo:
— “Engrandece mi alma
al Señor; y mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador, porque ha mirado la
bajeza de su sierva. He aquí, pues, desde ahora me tendrán por bienaventurada
todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho grandes cosas conmigo”.
(Lucas 1, 46-49. Reina Valera Actualizada)
Continúa varios versos más el cántico que María pronuncia,
haciendo referencia a las grandezas que Dios ha realizado con su pueblo Israel.
5. Circuncisión de
Juan Bautista
María permanece en casa de sus familiares unos tres meses,
seguramente hasta Elisabet dio a luz a Juan, pues cuando María la visita,
Elisabet se encontraba ya en el sexto mes de gestación.
Así pues podemos pensar que, con toda seguridad, María fue
testigo de lo que le sucede a Zacarías, el cual recupera de repente el habla y
comienza a alabar a Dios en el momento de la circuncisión de Juan. (Lucas 1,
62-66)
6. Edicto de César
Augusto
A los tres meses María retorna a su casa en Nazaret. Los
evangelios no nos dan ninguna noticia más sobre los siguientes seis meses de
embarazo.
El único acontecimiento previo al parto del cual nos informa
Lucas es el famoso edicto del emperador César Augusto, el cual ordena que se
lleve a cabo un censo de todos los súbditos de Roma.
Este censo se realiza cuando Cirenio era gobernador de
Siria. Todo el mundo tenía que inscribirse en dicho registro, cada uno en su
ciudad de origen.
José vivía con su mujer en Nazaret, ciudad situada en
Galilea, es decir en el norte, pero era natural de Belén, que se hallaba en
Judea, o sea, en el sur.
Así que no tuvo más remedio que ponerse en camino, junto con
María, que en ese momento estaba a punto de salir de cuentas, para acudir a
Belén, al sur montañoso (Lucas 2, 1-5).
7. María da a luz a
Jesús en Belén
Habiendo llegado ya ambos a Belén, María se pone de parto.
Buscan una posada donde alojarse pero no encuentran ningún sitio disponible,
así que Jesús viene al mundo en un establo.
Su madre lo limpia, lo envuelve en paños y lo acuesta en un
pesebre (Lucas 2, 6-7).
8. La adoración de
los pastores de Belén
- De madrugada se aparecen unos ángeles a un grupo de
pastores que estaban cuidando a las ovejas para anunciarles que les ha nacido
su salvador.
Los pastores, que estaban con sus rebaños a las afueras de
Belén, se dirigen a ver al niño. Cuando entran en la casa y ven al niño con
María su madre se postran, lo adoran y les cuentan a María y a José lo que los
ángeles les han dicho sobre Jesús. (Lucas 2, 8-20)
Todos los ahí presentes se maravillan de las noticias que
traen los pastores.
Por su parte María, tal y como nos comenta Lucas, “guardaba
todas estas cosas meditándolas en su corazón”.
9. La visita de los
sabios de oriente
Llegan a Jerusalén unos sabios provenientes de Oriente los
cuales seguían una estrella de guía. Los maestros de la Ley les dicen que en
las escrituras consta que el Mesías ha de nacer en Belén.
Cuando llegaron a donde estaba Jesús, se lo encuentran junto
con su madre María y, postrándose, lo adoran.
Curiosamente los sabios de Oriente adoran sólo a Jesús, no a
María. (Mateo 2, 1-12)
10. Presentación de
Jesús en el templo
María y José eran judíos piadosos que cumplían con los
preceptos bíblicos.
Uno de estos preceptos, ya lo hemos visto con Juan Bautista,
era el de circuncidar al varón al octavo día, como estableció Dios por boca de Moisés.
Así pues, a los ocho días, lo circuncidaron y le pusieron de
nombre Jesús, como les había indicado el ángel del Señor, antes incluso de ser concebido.
(Lucas 2, 21)
Otro de los decretos de la Torah ordena presentar al varón
recién nacido al Señor en el templo de Jerusalén y ofrecer una ofrenda
consistente en un par de tórtolas o pichones, como efectivamente llevaron a
cabo María y José (Lucas 2, 22-24).
Ahí mismo, en el templo de Jerusalén se encuentran con dos
personajes devotos que además de bendecir al niño y a profetizar sobre él.
María y José vuelven a quedarse maravillados de lo que
escuchan.
El primero que les aborda es Simón, el cual le vaticina a
María que su alma será traspasada por una espada (Lucas 2, 35).
La segunda persona que se dirige a ellos era una profetisa
de nombre Ana, la cual comienza a explicar a todos los presentes quién es ese
niño y cuál es su cometido. (Lucas 2, 36-38)
Una vez que han cumplido con las disposiciones de la Ley del
Señor se vuelven a Nazaret.
El niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y
la gracia de Dios estaba sobre él. (Lucas 2, 39-40)
11. La huida a Egipto
Mateo nos cuenta, en el segundo capítulo de su evangelio,
cómo los sabios de Oriente preguntan en Jerusalén dónde encontrar al Rey de los
Judíos.
Herodes I, llamado más tarde el Grande, se alarma al oír que
ha nacido un rey y decide eliminar a todos los varones de corta edad.
Un ángel del Señor se presenta en sueños a José y le pone al
corriente de los planes del monarca.
José actúa de inmediato: toma esa misma noche al niño y a su
madre y se marcha a Egipto. (Mateo 2, 14)
12. De vuelta a
Galilea
El ángel se aparece de nuevo en sueños a José y le anuncia
que Herodes ha muerto y que el niño ya no corre peligro.
Ahora es un hijo del monarca, Herodes Arquelao, quien gobierna
en Judea.
Este Arquelao tiene fama de ser tan sangriento como su
padre, por lo que el paterfamilias opta por evitar Judea e instalarse en
Galilea, concretamente en Nazaret (Mateo 2, 19-23)
13. El niño Jesús
entre los maestros
Una interesante anécdota, que sólo recoge Lucas en el
segundo capítulo de su evangelio, es la que protagoniza un adolescente Jesús en
el Templo de Jerusalén con unos maestros de la Ley.
Es el único episodio que tenemos noticia de la infancia y
adolescencia de Jesús.
Lucas nos cuenta que era costumbre en la familia de Jesús
acudir todos los años en peregrinaje a Jerusalén para celebrar allí la fiesta
de la Pascua.
Cuando Jesús cumplió doce años, una edad muy importante para
los judíos, pues se considera que a esa edad soy ya adultos, la familia sube a
Jerusalén como venía siendo costumbre.
Pero al acabar la fiesta, cuando todo el mundo se disponía a
abandonar la capital de Judea, Jesús decide quedarse.
Su padres marchan hacia el norte, en caravana, con parientes
y vecinos, y dan por hecho que Jesús está con algún familiar o conocido.
Pero al pasar un día se inquietan pues no lo encuentran por
ninguna parte y determinan volver a Jerusalén, donde efectivamente se hallaba
el joven.
Tres días de angustiosa búsqueda lo encuentran en el templo
departiendo con los maestros de la Ley, los cuales estaban asombrados de su
entendimiento y de las respuestas que daba. Cuando María le echa en cara a
Jesús el susto que les ha dado, éste contesta: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que tengo que ocuparme de los
asuntos mi Padre?”
Sus padres no entienden a qué se refiere su hijo, pero María
va guardando todas estas pequeñas anécdotas y reflexiona sobre el sentido que
pueden tener. (Lucas 2, 41 - 52)
Podemos imaginar qué se le pasaba por la cabeza a María.
Primero la visita un ángel y le dice que va a serla madre de Dios. Luego vienen
unos pastores a ver al niño recién nacido, a los cuales se les han aparecido
unos ángeles para anunciar la venida al mundo de su salvador.
A continuación vienen unos sabios de Oriente con regalos
para la familia y se postran ante la criatura.
A los pocos días del parto, toda la familia acude a
Jerusalén para presentar al niño ante el Señor en el templo.
Dos ancianos piadosos comienzan a alabar al bebé nada más
verlo y profetizan grandes cosas de él.
Más tarde, doce años después, Jesús se distancia de su
familia cuando estos volvían a Nazaret, para quedarse debatiendo de Teología
con unos maestros de la Ley.
La respuesta que da el muchacho a su afligida madre es que
su sitio es la casa de Dios, pues debe ocuparse de los asuntos de su padre.
A estas alturas, después de haber vivido ya tantas
experiencias extraordinarias, podemos preguntarnos: ¿qué pensaba María de su
hijo Jesús?
14. La familia de
Jesús
Sobre la familia de Jesús se ha hablado, escrito,
especulado, debatido y discutido largo y tendido a lo largo de 2000 años.
La iglesia católica defiende a capa y espada que la virgen
fue siempre virgen y que no tuvo más hijos que Jesús.
Las diferentes iglesias evangélicas, partiendo de la base de
que hay que creer lo que dicen las Escrituras y no las tradiciones y dogmas que
se han inventado los hombres, admiten que María tuvo más hijos.
Mateo, Marcos y Lucas recogen a este respecto un episodio idéntico
en los tres evangelios donde se menciona la existencia de hermanos de Jesús.
En la versión de Mateo y Marcos, Jesús se encontraba
hablando con fariseos que lo acusaban de expulsar demonios con el poder de
Belcebú.
En la versión de Lucas no se menciona ninguna discusión con
nadie.
Sea como fuere, el caso es que un momento determinado
aparecen la madre y los hermanos de Jesús y solicitan hablar con él.
Alguien avisa a Jesús de la llegada de sus familiares y le
comunica que su madre y sus hermanos desean hablar con él, a lo que Jesús
contesta: “¿Quién es mi madre y quiénes
son mis hermanos?” y señalando a sus discípulos dice: “Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la palabra de Dios y la
hacen” (Mateo 12, 46-50), (Marcos 3, 31-35) y (Lucas 8, 19-21)
15. Jesús es rechazado en Nazaret
De nuevo se hace referencia a la familia de Jesús en un
episodio acaecido en Nazaret, donde todo el mundo lo conocía.
Esta vez nos encontramos que sólo Mateo y Marcos recogen lo
acaecido. Ambas versiones son idénticas:
Jesús estaba enseñando en una sinagoga de Nazaret y tenía a
su público completamente atónito.
Los oyentes que conocían a Jesús de toda la vida se
preguntaban maravillados: “«¿De dónde
tiene este esta sabiduría y estos milagros? ¿No es
este el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos
Jacobo, José, Simón y Judas?, ¿No están todas sus
hermanas con nosotros?, ¿De dónde, pues, le vienen a este todas estas cosas?»
Se escandalizaban de
él. Pero Jesús les dijo:
— «No hay profeta sin
honra sino en su propia tierra y en su casa».
Y no hizo allí muchos
milagros a causa de la incredulidad de ellos. (Mateo 13, 53-58) y (Marcos
6, 1 - 4) Reina Valera Actualizada 2015.
16. La boda de Caná
El evangelista Juan recoge el primer milagro que realiza
Jesús.
Éste tuvo lugar en Caná de Galilea donde se celebraba un a
boda a la que habían sido invitados Jesús y sus discípulos, pero también su
Madre María.
En un momento dado se acaba el vino y María le pide a Jesús
que haga algo al respecto. Jesús se resiste a actuar pues cree que todavía no
ha llegado su momento.
Pero María insiste y comienza a dar instrucciones a los
sirvientes para que preparen todo lo necesario.
Se traen unas grandes tinajas y Jesús convierte el agua de
su interior en vino. (Juan 2, 1-12)
17. Baja a Capernaúm
con su madre, hermanos y familia
Jesús obra su primer milagro, como ya hemos señalado,
durante la celebración de la boda de Caná, al término de la cual, baja junto
con sus discípulos, su madre María y sus hermanos a Capernaum. (Juan 2, 11-12)
Aquí Juan no nos informa de los nombres de dichos hermanos.
Tampoco se nos dice si se hallaban también presentes en la boda de Caná, aunque
es bastante posible que así lo fuera.
Tampoco sabemos si en ese momento sus familiares acompañaban
a Jesús como seguidores de enseñanzas o simplemente como compañeros de viaje.
18. Al pie de la cruz
El evangelista Juan es también el único que nos informa, en
el capítulo 19 de su libro, de la presencia de María durante los últimos
momentos de vida de Jesús.
Podemos imaginar lo terrible que debe ser para una madre ver
a su hijo agonizar de una manera tan atroz y tan injusta.
Ver a tu propio hijo, carne de tu carne, atravesado,
sangrando, torturado, con dificultades para respirar y además víctima de
crueles burlas es durísimo.
Pero María no estaba sola en aquellos momentos tan amargos.
Junto a ella, al pie de la cruz se hallaban también su hermana (de la que
desconocemos el nombre), María esposa de Cleofas y María Magdalena.
Jesús se despide de su madre encomendándole a su discípulo
amado que se haga cargo de ella como si fuera su propia madre:
“¡Cuando Jesús vio a
su madre, y al discípulo a quien amaba de pie junto a ella, dijo a su madre:
—Mujer, he ahí tu
hijo.
Después dijo al
discípulo:
—He ahí tu madre.
Y desde aquella hora
el discípulo la recibió en su casa”.
(Juan 19, 26-27) Reina Valera Actualizada 2015.
19. Jesús asciende al
cielo
En el libro de los Hechos de los Apóstoles se nos cuenta
cómo Jesús se aparece resucitado varias veces a sus discípulos.
En la última ocasión, Jesús les anuncia que serán testigos
de su mensaje por toda la tierra. Dicho esto fue elevado a las alturas y
desaparece de su vista.
Esto ocurre en el Monte de los Olivos, a las afueras de
Jerusalén.
Los discípulos deciden volver a la capital y permanecer
allí, como les ha indicado Jesús en una de sus apariciones, en una vivienda que
compartían todos.
Y es en este contexto donde aparece mencionada María por
última vez: “Todos estos perseveraban
unánimes en oración junto con las mujeres y con María la madre de Jesús y con
los hermanos de él”. (Hechos 1, 14) Reina Valera Actualizada 2015.
Aquí tenemos que María y los hermanos de Jesús ya formaban
parte del núcleo principal de seguidores de Jesús y se reunían con asiduidad
para rezar.
A partir de aquí nada más se nos dice de María, nada más
sabemos de ella.
No se nos dice nada más acerca de su vida, ni en el resto
del libro de los Hechos delos Apóstoles, ni en ninguno de los siguientes 22
libros del Nuevo Testamento.
La ascensión de la Virgen María y otros dogmas marianos que
ha aprobado la iglesia no sólo no constan en la Biblia, sino que son totalmente
contrarios a su mensaje.
La Biblia no nos dice que María permaneciera virgen después
de dar a luz a Jesús, de hecho nos dice que Jesús tenía hermanos y hermanas e
incluso nos da el nombre de los mismos: Jacobo, José, Judas y Simón (Marcos
capítulo 6, versículo 3 y Mateo capítulo 13, versículos 55 y 56).
En ningún pasaje se nos indica que debamos alabar o bendecir
a María, más bien al contrario. El evangelista Lucas nos relata como en una
ocasión en la que Jesús se hallaba enseñando a la gente una mujer le gritó: “¡Bienaventurado el vientre que te llevó y
los pechos que mamaste!”, a lo que Jesús respondió: “Más bien, bienaventurados son los que oyen la palabra de Dios y la
guardan”. (Lucas 11, 27-28 RVA 2015)
Si nos dirigimos a Dios lo debemos hacer únicamente en
nombre de Jesús: “Y todo lo que pidan en
mi nombre, eso haré para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me piden
alguna cosa en mi nombre, yo la haré” (Juan 14, versículos 13 y 14. Reina
Valera Actualizada 2015)
Dos capítulos más adelante, el mismo evangelista recoge las
palabras que Jesús les dirige a sus discípulos: “En aquel día no me preguntarán nada. De cierto, de cierto les digo que
todo cuanto pidan al Padre en mi nombre, él se lo dará. Hasta ahora no han
pedido nada en mi nombre. Pidan y recibirán, para que su gozo sea completo”
(Juan 16, versículos 23 y 24. RVA 2015).
En la primera epístola a Timoteo, capítulo 2, versículos 5,
podemos leer: “Porque hay un solo Dios y
un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, quien se dio a sí
mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo”
(Reina Valera Actualizada 2015).
No se puede decir más claro: sólo hay un mediador. No se
debe acudir ni a María, ni a los llamados santos, ni a los ángeles para
dirigirse a Dios. Sólo hay un mediador y este es Jesús.
Si Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres ¿por
qué dirigen tantos sus oraciones a María para que interceda por nosotros ante
Dios?
Y podemos seguir preguntándonos: si ya tenemos a Jesús como
intercesor ¿qué necesidad tenemos de acudir a otras personas para que aboguen
por nosotros ante el Todopoderoso?, ¿es que acaso no nos parece suficiente la
intervención de Jesús, su propio hijo, que tenemos que recurrir a otros
intermediarios?
El apóstol Pablo, en su Carta a los Hebreos escribe: ”Por esto también puede salvar por completo a
los que por medio de él se acercan a Dios, puesto que vive para siempre para
interceder por ellos” (Hebreos 7, versículo 25. RVA 2015).
De nuevo las Escrituras dejan completamente claro que sólo
Jesús salva y actúa como mediador entre Dios y los hombres: “pues vive por
siempre intercede por nosotros”.
También se afirma que María nació sin pecado y que a lo
largo de su vida tampoco cometió ninguno. De ser cierto esto María no
necesitaría ningún salvador y, sin embargo, Lucas nos relata que María, una vez
se le ha aparecido el ángel del Señor y le ha comunicado que va a ser madre del
mesías, parte a ver a su pariente Elisabeth, que también se encuentra en cinta.
Cuando ambas mujeres se saludan, María proclama: “Engrandece
mi alma al Señor; y mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador, porque ha mirado la bajeza de su sierva. He aquí,
pues, desde ahora me tendrán por bienaventurada todas las generaciones, porque
el Poderoso ha hecho grandes cosas conmigo”. (Lucas 1, 46-49. Reina Valera
Actualizada).
¿Cómo puede decir María que Dios es su salvador, si ella no
precisa salvación, pues es ella no ha conocido nunca el pecado?
Como vemos, todos los dogmas marianos no son sino una
invención humana, que no sólo no tienen base bíblica sino que además están en
abierta contradicción con lo que dicen las Escrituras.
5. ¿Cuándo
cometemos idolatría?
Comete idolatría todo aquel que, aun creyéndose buen y fiel
cristiano, lleva a cabo las siguientes prácticas:
- Cuando toma parte en procesiones donde se muestran
imágenes, tallas, figuras, cuadros, bustos, etc. de vírgenes.
- Cuando se asiste a una romería en la que se muestran y
veneran imágenes, tallas, figuras, cuadros, bustos, etc. de vírgenes
- Cuando se desplaza a alguna ermita, capilla, iglesia,
catedral, santuario, etc. en peregrinación, para solicitar la intercesión de la
virgen.
- Cuando depositan flores, velas, cirios, incienso delante
de cualquier imagen.
- Cuando ofrece dinero para el mantenimiento del culto, o la
capilla, iglesia, etc. donde se adora a la virgen.
- Cuando se ofrecen misas con motivo de la festividad de
cualquier advocación mariana.
- Por supuesto cuando se reza a la virgen o se entonan
himnos o canciones dedicados a su memoria.
- Cuando se depositan exvotos o cualquier otro tipo de objetos
delante de imágenes de la virgen a modo de agradecimiento por algún favor o
intercesión.
- Cuando se frotan o besan estampitas con la imagen de la
virgen
- Cuando se colocan estatuillas o cuadros de la virgen en
los hogares, oficinas, etc.
- Cuando nos colgamos del cuello o las muñecas medallitas o
imágenes de la virgen.
- Cuando usamos otro tipo de joyas y accesorios como
pulseras o pendientes con imágenes de la virgen.
- Cuando nos arrodillamos ante cualquier imagen.
6. ¿Cómo debemos
tratar entonces los cristianos a la Virgen María?
Los cristianos debemos respetar a María y honrarla como la
madre que fue de Jesús.
Además la Biblia, cuando nos habla de María, nos la describe
como una mujer cargada de virtudes.
- María ama y teme a Dios:
Cuando María acude a casa de su parienta Elisabeth a
visitarla, proclama “Engrandece mi alma
al Señor; y mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador, porque ha mirado la
bajeza de su sierva. He aquí, pues, desde ahora me tendrán por bienaventurada
todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho grandes cosas conmigo”.
(Lucas 1, 46-49. Reina Valera Actualizada)
- María es obediente:
Cuando el ángel visita a María y le anuncia que va a ser
madre del Salvador, ésta contesta: “Aquí
tienes a la sierva del Señor. Que se haga conmigo como me has dicho”. (Lucas
1, 38. RVA 2015)
También cumple con los decretos que establece la Torah,
cuando al octavo Día acude con su marido al Templo a presentar a su hijo varón
a Dios y a circuncidarlo. Siguiendo las instrucciones del ángel, María le pone
de nombre a su hijo Jesús.
- María sigue las enseñanzas de su hijo Jesús:
El libro de los Hechos nos relata cómo, recién ascendido
Jesús a los cielos, los apóstoles se reunían para orar y perseverar en la fe,
acompañados de María y sus hijos: “Todos
estos perseveraban unánimes en oración junto con las mujeres y con María la
madre de Jesús y con los hermanos de él”. (Hechos 1, 14) Reina Valera
Actualizada 2015.
María y los hermanos de Jesús forman parte del núcleo
principal de la primitiva comunidad cristiana junto con los apóstoles.
- María muy favorecida, llena de gracia y bendita.
María es escogida por Dios para ser la madre terrenal de su
hijo. No cabe mayor honor para un mortal.
Además, como recoge Lucas en su evangelio, María es descrita
como muy favorecida por Dios (Lucas 1, 28) y llena de gracia ante el Señor
(Lucas 1, 30)
Por si fuera poco, su pariente Elisabeth, madre de Juan
Bautista, cuando ve a María embarazada, exclama llena de Espíritu:
“¡Bendita tú entre las
mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!”
(Lucas 1, 42. RVA 2015).
Como podemos ver, María no es una mujer cualquiera, es
especial; pero es una persona al fin y al cabo, y como tal ser humano no debe
ser objeto de adoración bajo ningún concepto.
María no es adorada por los apóstoles, sino que junto a
ellos adora a Dios.
De hecho, una vez que su hijo asciende a los cielos, ya no
se menciona más su nombre.
En la Carta a los Gálatas del apóstol Pablo leemos los
siguientes versículos: “Pero cuando vino
la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la
ley, para que redimiera a los que
estaban bajo la ley a fin de que recibiéramos la adopción de hijos”
(Gálatas 4, 4. RVA 2015).
El propio apóstol Pablo habla de la madre de Jesús pero sin
mencionar su nombre. María no es lo
importante en este pasaje, sino la figura de Jesús que fue enviado por Dios al
mundo para salvarnos. Esta es la idea principal de los evangelios y no debemos
desviar la atención de la misma.
El teólogo estadounidense William MacDonald escribió en una
ocasión que la ausencia de menciones a María en los libros del Nuevo Testamento
que siguen a los Hechos de los Apóstoles sería “una protesta silenciosa contra cualquier veneración o incluso idolatría
a María”.
Resumiendo y ya para concluir, podemos decir que María, como
madre de Jesús, merece todo nuestro respeto y como mujer obediente de Dios,
toda nuestra admiración.
María, debido a sus muchas virtudes, es un ejemplo a seguir
para todos los creyentes, pero nunca, bajo ningún concepto, debe ser objeto de
veneración y culto. Nunca, en ninguna ocasión, debemos de dirigir nuestras
oraciones a ella.
Adorar a alguien que no sea Dios es cometer idolatría, un
pecado gravísimo ante los ojos del señor.
Yo sé que los católicos rezan y adoran a María con la mejor de sus intenciones. Es un acto piadoso en apariencia, pero en realidad están cometiendo un pecado gravísimo: el pecado de idolatría. Sólo Dios merece la Gloria
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