martes, 29 de diciembre de 2020

¿Se puede rezar a la Virgen María?

1. Introducción

2. El culto a la Virgen en las sociedades católicas

3. ¿Qué dice la iglesia católica sobre la Virgen María?

4. ¿Qué dice la Biblia sobre la Virgen María?

5. ¿Cuándo cometemos idolatría?

6. ¿Cómo debemos tratar entonces los cristianos a la Virgen María?

 

1. Introducción

Una pregunta muy importante que nos podemos y debemos hacer los cristianos es la siguiente: ¿a quién debemos dirigirnos en nuestras oraciones?

Es decir ¿debemos dirigirnos en ellas sólo a Dios?, ¿o podemos también rezar a Jesús?

¿Se puede rezar a otras personas, como por ejemplo a la Virgen María o a los santos?

 

2. El culto a la Virgen en las sociedades católicas

En la iglesia católica la adoración de María y de los santos desempeña un papel importantísimo. En el caso de muchos creyentes católicos el peso de su patrón local o de la advocación mariana regional llega a ser mayor que la figura de Jesús o incluso que Dios mismo.

Así podemos ver que mucha gente, que se declara atea y no quiere saber nada de Dios, acude con devoción a las diferentes romerías de su pueblo y pasea con emoción la imagen de su santo.

Un ejemplo típico de esto último lo podemos ver en el famoso cineasta turolense Luis Buñuel.

Desde su juventud Buñuel se definía como ateo y profundamente anticlerical y así lo dejaba ver en sus películas. Sin embargo sentía un profundo respeto, rayano en la veneración, por la Virgen del Pilar.

Si nos fijamos en las principales oraciones de la iglesia católica vemos que la mitad o más de ellas van dirigidas a la Virgen María, y así tenemos: la Salve (Salve Regina), el Ave María, el Ángelus, la Regina Coeli o Bajo tu Amparo, por citar las más conocidas. También se hace referencia a la Virgen en el Rosario, en los conocidos como Misterios Gloriosos, que se rezan los miércoles y los domingos, especialmente en los puntos 4: “La Asunción de Nuestra Señora a los Cielos” y 5: “La Coronación de la Santísima Virgen como Reina de Cielos y Tierra”.

Todas las fiestas en España, tanto las llamadas mayores como las menores, están dedicadas a un santo o a una advocación mariana, siendo el punto central de las fiestas la procesión del santo patrón o la romería a la ermita más cercana.

Da la impresión de que gran parte de la vida cristiana en los países católicos gira en torno a los santos y a María.

Estatua del Papa Juan Pablo II con la imagen de la Virgen de Guadalupe, de Pacho Cárdenas   

El gran teólogo alemán Karl Barth decía a menudo que el catolicismo más que cristianismo era realmente marianismo, pues tenía en el centro de su adoración a María y no a Jesús.

Los mejicanos rezan principalmente a la Virgen de Guadalupe, los zaragozanos a la Virgen del Pilar, los catalanes a la Virgen de Montserrat y los andaluces a la Virgen del Rocío.

Jesús ocupa un puesto muy secundario en la vida espiritual de los católicos, y es muy común que si hablas de Jesús y la importancia de su mensaje con un católico, piense que pertenezcas a una “secta rara y sospechosa”.

La iglesia católica niega que sus fieles adoren a la virgen María y aducen que los católicos tan sólo le profesan un profundo respeto, pero la verdad es que todos sus ministros, desde el papa, pasando por los cardenales, los obispos y llegando hasta el sacerdote de la parroquia más pequeña del planeta se anima y promueve el culto a la virgen (y a todos los santos).

Hace un par de décadas colgaban carteles en las iglesias católicas españolas con el siguiente lema: “A Dios a través de Jesús y a Jesús a través de María”, lo cual, como veremos más adelante es profundamente contrario a lo que enseñan las Escrituras.

 

3. ¿Qué dice la iglesia católica sobre la Virgen María?

A lo largo de casi veinte siglos la iglesia católica ha ido desarrollando una serie de dogmas marianos, fruto de la especulación, y que no tienen base bíblica alguna.

El primer dogma de todos ellos, y el más importante, pues a partir de esta premisa se construye el edificio teológico de la Mariología, es el que establece que María es la Madre de Dios.

Debido a esto, la Iglesia católica ha colocado a María en un lugar especial, nada menos que la persona más importante del cristianismo, sólo por detrás de su hijo Jesús de Nazaret.

En el año 431 d.C., en la ciudad de Éfeso tuvo lugar un concilio en el que se consignó el dogma de la Maternidad Divina de Cristo.

Este dogma propugna que María es la madre de Jesús, tanto de la persona humana como de la persona divina.

El segundo dogma es el de la Perpetua Virginidad de María.

Según este dogma la Virgen María fue virgen siempre, en todo momento: antes, durante y después del parto de Jesús.

Después de dar a luz a Jesús no tuvo otros hijos. Dios la mantuvo siempre virgen hasta el día de la Asunción, en el que fue llevada a los cielos.

Este dogma quedó establecido en la primavera del año 553, durante el transcurso del llamado Segundo Concilio de Constantinopla.

El tercer dogma mariano de la iglesia católica es el de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María.

En este dogma, decretado en 1854, se defiende que la Virgen María ha estado siempre libre del pecado original.

Cuando la iglesia dice siempre, quiere decir, efectivamente, siempre. Es decir, esto implica no sólo que María nació sin pecado, sino que ya en el vientre de su madre se hallaba libre de toda culpa. María es inmaculada desde el momento mismo de su concepción.

Lo que el papa Pío IX promulgó como dogma en el año 1854 era un deseo y una creencia que se hallaba presente en la iglesia católica desde hace siglos.

Se dispuso que la festividad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María se celebra el 8 de diciembre, es decir, exactamente nueve meses antes de la festividad de la Natividad de la Virgen, que se celebra el día 8 de septiembre.

El cuarto dogma mariano es el de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María.

En este dogma se afirma que María fue llevada en cuerpo y alma al Cielo, una vez concluidos sus días aquí en la Tierra.

Esta creencia fue declarada dogma por el papa Pío XII en su Constitución Apostólica “Munificentissimus Deus”, el día 1 de noviembre de 1950.

Asunción de María de Annibale Carracci en Santa María del Popolo. Roma

Otras creencias fuertemente arraigadas y defendidas por la iglesia son: 

1. María Corredentora (Co-Redemptrix)

Este convencimiento de que María participa indirectamente en la salvación de los hombres, está muy extendida en la iglesia católica.

Existen numerosas peticiones por parte de los fieles, así como del clero, para que el papa eleve a dogma (sería entonces el quinto dogma mariano) esta creencia.

Declarar a María corredentora supone aceptar que desempeña un papel, siquiera secundario, en la salvación de los hombres.

Se defiende su función como corredentora por el hecho de que María dio a luz a Jesús, nuestro salvador. De aquí se deduce que algo tiene que ver en la redención. María ha participado en la salvación de los seres humanos al haber traído al mundo a Jesús.

2. Intercesora o Mediadora:

María desempeña un papel secundario como intercesora de los pecadores ante Dios.

Todos los creyentes que así lo deseen pueden acudir a María y solicitar mediante la oración su intercesión.

Dado que es la madre de Jesús y está en el cielo, y por lo tanto más cerca de Dios, sus peticiones son escuchadas antes que las de los simpes mortales.

En el párrafo 62 de la encíclica Lumen Gentium se señala que:  con su asunción a los cielos, no abandonó su misión salvadora, sino que continúa procurándonos con su múltiple intercesión los dones de la salvación eterna”.

3. María es la Madre de todos los creyentes:

El papa Pablo VI otorgó el título de “Madre de la Iglesia” a María en el transcurso del Concilio Vaticano II. Más tarde, ya en 1987, el papa Juan Pablo II utilizó este título en su Encíclica “Redemptoris Mater”.

María es la madre del Salvador, por lo tanto lo es también de todos los redimidos.

Los creyentes somos los miembros de la iglesia junto con Jesús, que es la cabeza. Con Jesús formamos una unidad. Por tanto si María es la madre de Jesús, también lo es de todos los fieles, es decir de los miembros del cuerpo místico de su Hijo.

4.  Reina del Cielo

María es la madre de Dios, del rey de los cielos, por lo tanto ella también es reina del Cielo.

En muchas iglesias católicas podemos ver estatuas de María Reina del Cielo con una corona en su cabeza con doce estrellas.

Para representar a María Reina del Cielo, la iglesia católica se remite al pasaje del Apocalipsis donde leemos: ”Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol y con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. Y estando encinta, gritaba con dolores de parto y sufría angustia por dar a luz”. (Apocalipsis, capítulo 12, versículos 1 y 2. RVA 2015).

Para los católicos, la mujer a la que se refiere Juan en su libro de las Revelaciones, es inequívocamente María. Para los evangélicos es una metáfora de Israel, y las doce estrellas hacen alusión a las doce tribus.

 

Todo aquel creyente que esté familiarizado con las Escrituras sabe perfectamente dos cosas acerca de los dogmas que acabamos de mencionar:

a) No sólo no aparece absolutamente en ningún lugar de la Biblia nada de lo que defienden estos dogmas marianos, sino que

b) Lo que en dichos dogmas se defiende es completamente contrario al mensaje recogido en los Evangelios.

¿De qué pasaje bíblico sacan los doctores de la iglesia la conclusión de que efectivamente tuvo lugar la Asunción de María?, ¿dónde se menciona tal acontecimiento?, ¿por qué se obstina la iglesia católica en afirmar que María es corredentora cuando en el Nuevo Testamento aparece una y otra vez que sólo Jesús es el salvador de los hombres?

Los dogmas y creencias católicas acerca de María, en apariencia piadosos e inofensivos, son enseñanzas clara y abiertamente contrarias a lo que enseña la Biblia.

 

Devociones marianas

Todo este conjunto de creencias, que iban aumentando con el paso de los años, dieron lugar a un auténtico culto a María, a la cual se fue venerando cada vez más, llegando a ocupar un puesto en la adoración de los fieles que sólo le corresponde a Dios.

La Iglesia Católica reverencia a la Virgen María e insiste en que no hacerlo supone desobedecer la Palabra de Dios.

A lo largo de todo el año se celebran romerías, misas y procesiones en honor a la Virgen María, según sus diferentes advocaciones, y así tenemos las siguientes festividades:    

- El 1 de enero es el día de la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios.

- El 2 de febrero se celebra la Presentación de Jesús y la Purificación de Nuestra Señora

- El 11 de febrero se celebra la festividad de la Virgen de Lourdes.

- El 25 de marzo es el día de la Anunciación

- El 13 de mayo es el día de nuestra Señora de Fátima

- El 24 de mayo es la festividad de María Auxiliadora.

- El 31 de mayo es el día de la Visitación de Nuestra Señora (es decir la Visitación de María a su pariente Isabel)

- El 27 de junio es el día de la Virgen del Perpetuo Socorro

- 16 de julio. Nuestra Señora del Carmen.

- El 15 de agosto se festeja la Asunción de la Virgen (la principal festividad mariana)

- 22 de agosto. María Reina

- 8 de septiembre. Natividad de María

- 12 de septiembre. Dulce Nombre de María

- 7 de octubre. Nuestra Señora del Rosario

- El 11 de octubre. Fiesta de la Divina Maternidad de Nuestra Señora.

- El 12 de octubre. Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza.

- 21 de noviembre. Presentación de María

- 8 de diciembre. Inmaculada Concepción de la Virgen.

- 12 de diciembre. Nuestra Señora de Guadalupe

 

4. ¿Qué dice la Biblia de la Virgen María?

María aparece en la Biblia una veintena de veces.

La primera mención que encontramos de la Virgen María en la Biblia aparece en el libro del profeta Isaías, concretamente en el capítulo 7, versículo 14, donde podemos leer: “Por tanto, el mismo Señor les dará la señal: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel” (RVA 2015)

Siglos más tarde, Mateo se referirá al cumplimiento de esta profecía cuando escribe en el primer capítulo de su evangelio, versículos 22 y 23: “Todo esto aconteció para que se cumpliera lo que habló el Señor por medio del profeta, diciendo:

He aquí, la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarán su nombre Emanuel, que traducido quiere decir: Dios con nosotros”. (RVA 2015)

Veamos aquí los principales episodios donde aparece María en los evangelios:

 

1. Anuncio del nacimiento de Jesús

En el evangelio de Lucas, concretamente en su primer capítulo, versículos 26-38, se nos narra como el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, para que visitara a María, una muchacha virgen, recién casada con un judío descendiente del rey David, de nombre José. (Lucas 1, 26-27), (Mateo 1, 18).

El ángel saluda a María y le anuncia que ha recibido el favor de Dios. María se asusta y no entiende nada (Lucas 1, 28-29)

El ángel la tranquiliza y le dice que ha hallado gracia ante Dios (Lucas 1, 30)

Gabriel le comunica a María que va a ser madre de un varón al que pondrá de nombre Jesús, el cual será aclamado como Hijo de Dios, reinará sobre la casa de Jacob y su reino no tendrá fin. (Lucas 1, 31-33)

El ángel le explica que concebirá a Jesús por el Espíritu Santo, motivo por el cual también al niño lo llamarán Hijo de Dios. (Lucas 1, 34-35)

Por último, el ángel le comunica a María, que también su parienta Elisabet va a concebir a un varón a pesar de su avanzada edad y de que era considerada estéril, pues nada es imposible para Dios. (Lucas 1, 36-37)

María contesta: ―Aquí tienes a la sierva del Señor. Que se haga conmigo como me has dicho. (Lucas 1, 38)

 

2. El ángel del Señor se le aparece a José

José, su marido, era un hombre justo. Cuando se entera de que María está en cinta, decide abandonarla en secreto, para no someterla a escarnio público (Mateo 1, 19).

Un ángel del Señor se le aparece a José en sueños y le tranquiliza diciéndole que el niño que espera María es obra del Espíritu Santo (Mateo 1, 20-21).

José obedece al ángel del Señor y acepta a María (Mateo 1, 24).

 

3. María visita a su parienta Elisabet

Al poco tiempo del anuncio del ángel, María se pone en camino y sale de Nazaret a visitar a su prima Elisabet, para felicitarla y para contarle lo que acaba de pasarle.

Se dirige a las montañas de Judá, llega a casa de Zacarías y Elisabet y los saluda. Cuando su pariente Elisabet escucha el saludo de María, el bebé (es decir el futuro Juan Bautista) salta en su vientre. En ese momento, Elisabet, llena del Espíritu Santo, proclama a viva voz:

¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿De dónde se me concede esto, que la madre de mi Señor venga a mí? Porque he aquí, cuando llegó a mis oídos la voz de tu saludo, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le ha sido dicho de parte del Señor” (Lucas 1, 42-45. Reina Valera Actualizada).

 

4. El Magníficat de María

Y María dijo:

— “Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador, porque ha mirado la bajeza de su sierva. He aquí, pues, desde ahora me tendrán por bienaventurada todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho grandes cosas conmigo”. (Lucas 1, 46-49. Reina Valera Actualizada)

Continúa varios versos más el cántico que María pronuncia, haciendo referencia a las grandezas que Dios ha realizado con su pueblo Israel.

 

5. Circuncisión de Juan Bautista

María permanece en casa de sus familiares unos tres meses, seguramente hasta Elisabet dio a luz a Juan, pues cuando María la visita, Elisabet se encontraba ya en el sexto mes de gestación.

Así pues podemos pensar que, con toda seguridad, María fue testigo de lo que le sucede a Zacarías, el cual recupera de repente el habla y comienza a alabar a Dios en el momento de la circuncisión de Juan. (Lucas 1, 62-66)

 

6. Edicto de César Augusto

A los tres meses María retorna a su casa en Nazaret. Los evangelios no nos dan ninguna noticia más sobre los siguientes seis meses de embarazo.

El único acontecimiento previo al parto del cual nos informa Lucas es el famoso edicto del emperador César Augusto, el cual ordena que se lleve a cabo un censo de todos los súbditos de Roma.

Este censo se realiza cuando Cirenio era gobernador de Siria. Todo el mundo tenía que inscribirse en dicho registro, cada uno en su ciudad de origen.

José vivía con su mujer en Nazaret, ciudad situada en Galilea, es decir en el norte, pero era natural de Belén, que se hallaba en Judea, o sea, en el sur.

Así que no tuvo más remedio que ponerse en camino, junto con María, que en ese momento estaba a punto de salir de cuentas, para acudir a Belén, al sur montañoso (Lucas 2, 1-5).

 

7. María da a luz a Jesús en Belén

Habiendo llegado ya ambos a Belén, María se pone de parto. Buscan una posada donde alojarse pero no encuentran ningún sitio disponible, así que Jesús viene al mundo en un establo.

Su madre lo limpia, lo envuelve en paños y lo acuesta en un pesebre (Lucas 2, 6-7).

 

8. La adoración de los pastores de Belén

- De madrugada se aparecen unos ángeles a un grupo de pastores que estaban cuidando a las ovejas para anunciarles que les ha nacido su salvador. 

Los pastores, que estaban con sus rebaños a las afueras de Belén, se dirigen a ver al niño. Cuando entran en la casa y ven al niño con María su madre se postran, lo adoran y les cuentan a María y a José lo que los ángeles les han dicho sobre Jesús. (Lucas 2, 8-20)

Todos los ahí presentes se maravillan de las noticias que traen los pastores.

Por su parte María, tal y como nos comenta Lucas,guardaba todas estas cosas meditándolas en su corazón”.

 

9. La visita de los sabios de oriente

Llegan a Jerusalén unos sabios provenientes de Oriente los cuales seguían una estrella de guía. Los maestros de la Ley les dicen que en las escrituras consta que el Mesías ha de nacer en Belén.

Cuando llegaron a donde estaba Jesús, se lo encuentran junto con su madre María y, postrándose, lo adoran.

Curiosamente los sabios de Oriente adoran sólo a Jesús, no a María. (Mateo 2, 1-12)

 

10. Presentación de Jesús en el templo

María y José eran judíos piadosos que cumplían con los preceptos bíblicos.

Uno de estos preceptos, ya lo hemos visto con Juan Bautista, era el de circuncidar al varón al octavo día, como estableció Dios por boca de Moisés.

Así pues, a los ocho días, lo circuncidaron y le pusieron de nombre Jesús, como les había indicado el ángel del Señor, antes incluso de ser concebido. (Lucas 2, 21)

Otro de los decretos de la Torah ordena presentar al varón recién nacido al Señor en el templo de Jerusalén y ofrecer una ofrenda consistente en un par de tórtolas o pichones, como efectivamente llevaron a cabo María y José (Lucas 2, 22-24).

Ahí mismo, en el templo de Jerusalén se encuentran con dos personajes devotos que además de bendecir al niño y a profetizar sobre él.

María y José vuelven a quedarse maravillados de lo que escuchan.

El primero que les aborda es Simón, el cual le vaticina a María que su alma será traspasada por una espada (Lucas 2, 35).

La segunda persona que se dirige a ellos era una profetisa de nombre Ana, la cual comienza a explicar a todos los presentes quién es ese niño y cuál es su cometido. (Lucas 2, 36-38)

Una vez que han cumplido con las disposiciones de la Ley del Señor se vuelven a Nazaret.

El niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él. (Lucas 2, 39-40)

 

11. La huida a Egipto

Mateo nos cuenta, en el segundo capítulo de su evangelio, cómo los sabios de Oriente preguntan en Jerusalén dónde encontrar al Rey de los Judíos.

Herodes I, llamado más tarde el Grande, se alarma al oír que ha nacido un rey y decide eliminar a todos los varones de corta edad.

Un ángel del Señor se presenta en sueños a José y le pone al corriente de los planes del monarca.

José actúa de inmediato: toma esa misma noche al niño y a su madre y se marcha a Egipto. (Mateo 2, 14)

Huida a Egipto. Giotto di Bondone. Capella dei Scrovegni. Padua.

12. De vuelta a Galilea

El ángel se aparece de nuevo en sueños a José y le anuncia que Herodes ha muerto y que el niño ya no corre peligro.

Ahora es un hijo del monarca, Herodes Arquelao, quien gobierna en Judea.

Este Arquelao tiene fama de ser tan sangriento como su padre, por lo que el paterfamilias opta por evitar Judea e instalarse en Galilea, concretamente en Nazaret (Mateo 2, 19-23)

 

13. El niño Jesús entre los maestros

Una interesante anécdota, que sólo recoge Lucas en el segundo capítulo de su evangelio, es la que protagoniza un adolescente Jesús en el Templo de Jerusalén con unos maestros de la Ley.

Es el único episodio que tenemos noticia de la infancia y adolescencia de Jesús.

Lucas nos cuenta que era costumbre en la familia de Jesús acudir todos los años en peregrinaje a Jerusalén para celebrar allí la fiesta de la Pascua.

Cuando Jesús cumplió doce años, una edad muy importante para los judíos, pues se considera que a esa edad soy ya adultos, la familia sube a Jerusalén como venía siendo costumbre.

Pero al acabar la fiesta, cuando todo el mundo se disponía a abandonar la capital de Judea, Jesús decide quedarse.

Su padres marchan hacia el norte, en caravana, con parientes y vecinos, y dan por hecho que Jesús está con algún familiar o conocido.

Pero al pasar un día se inquietan pues no lo encuentran por ninguna parte y determinan volver a Jerusalén, donde efectivamente se hallaba el joven.

Tres días de angustiosa búsqueda lo encuentran en el templo departiendo con los maestros de la Ley, los cuales estaban asombrados de su entendimiento y de las respuestas que daba. Cuando María le echa en cara a Jesús el susto que les ha dado, éste contesta: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que tengo que ocuparme de los asuntos mi Padre?

Sus padres no entienden a qué se refiere su hijo, pero María va guardando todas estas pequeñas anécdotas y reflexiona sobre el sentido que pueden tener. (Lucas 2, 41 - 52)

Podemos imaginar qué se le pasaba por la cabeza a María. Primero la visita un ángel y le dice que va a serla madre de Dios. Luego vienen unos pastores a ver al niño recién nacido, a los cuales se les han aparecido unos ángeles para anunciar la venida al mundo de su salvador.

A continuación vienen unos sabios de Oriente con regalos para la familia y se postran ante la criatura.

A los pocos días del parto, toda la familia acude a Jerusalén para presentar al niño ante el Señor en el templo.

Dos ancianos piadosos comienzan a alabar al bebé nada más verlo y profetizan grandes cosas de él.

Más tarde, doce años después, Jesús se distancia de su familia cuando estos volvían a Nazaret, para quedarse debatiendo de Teología con unos maestros de la Ley.

La respuesta que da el muchacho a su afligida madre es que su sitio es la casa de Dios, pues debe ocuparse de los asuntos de su padre.

A estas alturas, después de haber vivido ya tantas experiencias extraordinarias, podemos preguntarnos: ¿qué pensaba María de su hijo Jesús?

 

14. La familia de Jesús

Sobre la familia de Jesús se ha hablado, escrito, especulado, debatido y discutido largo y tendido a lo largo de 2000 años.

La iglesia católica defiende a capa y espada que la virgen fue siempre virgen y que no tuvo más hijos que Jesús.

Las diferentes iglesias evangélicas, partiendo de la base de que hay que creer lo que dicen las Escrituras y no las tradiciones y dogmas que se han inventado los hombres, admiten que María tuvo más hijos.

Mateo, Marcos y Lucas recogen a este respecto un episodio idéntico en los tres evangelios donde se menciona la existencia de hermanos de Jesús.

En la versión de Mateo y Marcos, Jesús se encontraba hablando con fariseos que lo acusaban de expulsar demonios con el poder de Belcebú.

En la versión de Lucas no se menciona ninguna discusión con nadie.

Sea como fuere, el caso es que un momento determinado aparecen la madre y los hermanos de Jesús y solicitan hablar con él.

Alguien avisa a Jesús de la llegada de sus familiares y le comunica que su madre y sus hermanos desean hablar con él, a lo que Jesús contesta: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?” y señalando a sus discípulos dice: “Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la palabra de Dios y la hacen” (Mateo 12, 46-50), (Marcos 3, 31-35) y (Lucas 8, 19-21)

 

15. Jesús es rechazado en Nazaret

De nuevo se hace referencia a la familia de Jesús en un episodio acaecido en Nazaret, donde todo el mundo lo conocía.

Esta vez nos encontramos que sólo Mateo y Marcos recogen lo acaecido. Ambas versiones son idénticas:

Jesús estaba enseñando en una sinagoga de Nazaret y tenía a su público completamente atónito.

Los oyentes que conocían a Jesús de toda la vida se preguntaban maravillados: “«¿De dónde tiene este esta sabiduría y estos milagros?  ¿No es este el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Jacobo, José, Simón y Judas?, ¿No están todas sus hermanas con nosotros?, ¿De dónde, pues, le vienen a este todas estas cosas?»

Se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo:

— «No hay profeta sin honra sino en su propia tierra y en su casa».

Y no hizo allí muchos milagros a causa de la incredulidad de ellos. (Mateo 13, 53-58) y (Marcos 6, 1 - 4) Reina Valera Actualizada 2015.

 

16. La boda de Caná

El evangelista Juan recoge el primer milagro que realiza Jesús.

Éste tuvo lugar en Caná de Galilea donde se celebraba un a boda a la que habían sido invitados Jesús y sus discípulos, pero también su Madre María.

En un momento dado se acaba el vino y María le pide a Jesús que haga algo al respecto. Jesús se resiste a actuar pues cree que todavía no ha llegado su momento.

Pero María insiste y comienza a dar instrucciones a los sirvientes para que preparen todo lo necesario.

Se traen unas grandes tinajas y Jesús convierte el agua de su interior en vino. (Juan 2, 1-12)

 

17. Baja a Capernaúm con su madre, hermanos y familia

Jesús obra su primer milagro, como ya hemos señalado, durante la celebración de la boda de Caná, al término de la cual, baja junto con sus discípulos, su madre María y sus hermanos a Capernaum. (Juan 2, 11-12)

Aquí Juan no nos informa de los nombres de dichos hermanos. Tampoco se nos dice si se hallaban también presentes en la boda de Caná, aunque es bastante posible que así lo fuera.

Tampoco sabemos si en ese momento sus familiares acompañaban a Jesús como seguidores de enseñanzas o simplemente como compañeros de viaje.

 

18. Al pie de la cruz

El evangelista Juan es también el único que nos informa, en el capítulo 19 de su libro, de la presencia de María durante los últimos momentos de vida de Jesús.

Podemos imaginar lo terrible que debe ser para una madre ver a su hijo agonizar de una manera tan atroz y tan injusta.

Ver a tu propio hijo, carne de tu carne, atravesado, sangrando, torturado, con dificultades para respirar y además víctima de crueles burlas es durísimo.

Pero María no estaba sola en aquellos momentos tan amargos. Junto a ella, al pie de la cruz se hallaban también su hermana (de la que desconocemos el nombre), María esposa de Cleofas y María Magdalena.

Jesús se despide de su madre encomendándole a su discípulo amado que se haga cargo de ella como si fuera su propia madre:

¡Cuando Jesús vio a su madre, y al discípulo a quien amaba de pie junto a ella, dijo a su madre:

—Mujer, he ahí tu hijo.

Después dijo al discípulo:

—He ahí tu madre.

Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa”.

(Juan 19, 26-27) Reina Valera Actualizada 2015.

 

19. Jesús asciende al cielo

En el libro de los Hechos de los Apóstoles se nos cuenta cómo Jesús se aparece resucitado varias veces a sus discípulos.

En la última ocasión, Jesús les anuncia que serán testigos de su mensaje por toda la tierra. Dicho esto fue elevado a las alturas y desaparece de su vista.

Esto ocurre en el Monte de los Olivos, a las afueras de Jerusalén.

Los discípulos deciden volver a la capital y permanecer allí, como les ha indicado Jesús en una de sus apariciones, en una vivienda que compartían todos.

Y es en este contexto donde aparece mencionada María por última vez: “Todos estos perseveraban unánimes en oración junto con las mujeres y con María la madre de Jesús y con los hermanos de él”. (Hechos 1, 14) Reina Valera Actualizada 2015.

Aquí tenemos que María y los hermanos de Jesús ya formaban parte del núcleo principal de seguidores de Jesús y se reunían con asiduidad para rezar.

 

A partir de aquí nada más se nos dice de María, nada más sabemos de ella.

No se nos dice nada más acerca de su vida, ni en el resto del libro de los Hechos delos Apóstoles, ni en ninguno de los siguientes 22 libros del Nuevo Testamento.

La ascensión de la Virgen María y otros dogmas marianos que ha aprobado la iglesia no sólo no constan en la Biblia, sino que son totalmente contrarios a su mensaje.

La Biblia no nos dice que María permaneciera virgen después de dar a luz a Jesús, de hecho nos dice que Jesús tenía hermanos y hermanas e incluso nos da el nombre de los mismos: Jacobo, José, Judas y Simón (Marcos capítulo 6, versículo 3 y Mateo capítulo 13, versículos 55 y 56).

En ningún pasaje se nos indica que debamos alabar o bendecir a María, más bien al contrario. El evangelista Lucas nos relata como en una ocasión en la que Jesús se hallaba enseñando a la gente una mujer le gritó: “¡Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que mamaste!”, a lo que Jesús respondió: “Más bien, bienaventurados son los que oyen la palabra de Dios y la guardan”. (Lucas 11, 27-28 RVA 2015)

Si nos dirigimos a Dios lo debemos hacer únicamente en nombre de Jesús: “Y todo lo que pidan en mi nombre, eso haré para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me piden alguna cosa en mi nombre, yo la haré” (Juan 14, versículos 13 y 14. Reina Valera Actualizada 2015)

Dos capítulos más adelante, el mismo evangelista recoge las palabras que Jesús les dirige a sus discípulos: “En aquel día no me preguntarán nada. De cierto, de cierto les digo que todo cuanto pidan al Padre en mi nombre, él se lo dará. Hasta ahora no han pedido nada en mi nombre. Pidan y recibirán, para que su gozo sea completo” (Juan 16, versículos 23 y 24. RVA 2015).

En la primera epístola a Timoteo, capítulo 2, versículos 5, podemos leer: “Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, quien se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo” (Reina Valera Actualizada 2015).

No se puede decir más claro: sólo hay un mediador. No se debe acudir ni a María, ni a los llamados santos, ni a los ángeles para dirigirse a Dios. Sólo hay un mediador y este es Jesús.

Si Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres ¿por qué dirigen tantos sus oraciones a María para que interceda por nosotros ante Dios?

Y podemos seguir preguntándonos: si ya tenemos a Jesús como intercesor ¿qué necesidad tenemos de acudir a otras personas para que aboguen por nosotros ante el Todopoderoso?, ¿es que acaso no nos parece suficiente la intervención de Jesús, su propio hijo, que tenemos que recurrir a otros intermediarios?

El apóstol Pablo, en su Carta a los Hebreos escribe: ”Por esto también puede salvar por completo a los que por medio de él se acercan a Dios, puesto que vive para siempre para interceder por ellos” (Hebreos 7, versículo 25. RVA 2015).

De nuevo las Escrituras dejan completamente claro que sólo Jesús salva y actúa como mediador entre Dios y los hombres: “pues vive por siempre intercede por nosotros”.

También se afirma que María nació sin pecado y que a lo largo de su vida tampoco cometió ninguno. De ser cierto esto María no necesitaría ningún salvador y, sin embargo, Lucas nos relata que María, una vez se le ha aparecido el ángel del Señor y le ha comunicado que va a ser madre del mesías, parte a ver a su pariente Elisabeth, que también se encuentra en cinta.

Cuando ambas mujeres se saludan, María proclama: “Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador, porque ha mirado la bajeza de su sierva. He aquí, pues, desde ahora me tendrán por bienaventurada todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho grandes cosas conmigo”. (Lucas 1, 46-49. Reina Valera Actualizada).

¿Cómo puede decir María que Dios es su salvador, si ella no precisa salvación, pues es ella no ha conocido nunca el pecado?

Como vemos, todos los dogmas marianos no son sino una invención humana, que no sólo no tienen base bíblica sino que además están en abierta contradicción con lo que dicen las Escrituras.

 

5. ¿Cuándo cometemos idolatría?

Comete idolatría todo aquel que, aun creyéndose buen y fiel cristiano, lleva a cabo las siguientes prácticas:

- Cuando toma parte en procesiones donde se muestran imágenes, tallas, figuras, cuadros, bustos, etc. de vírgenes.

Fiesta de la Asunción en Għaxaq, Malta

- Cuando se asiste a una romería en la que se muestran y veneran imágenes, tallas, figuras, cuadros, bustos, etc. de vírgenes

- Cuando se desplaza a alguna ermita, capilla, iglesia, catedral, santuario, etc. en peregrinación, para solicitar la intercesión de la virgen.

- Cuando depositan flores, velas, cirios, incienso delante de cualquier imagen.

- Cuando ofrece dinero para el mantenimiento del culto, o la capilla, iglesia, etc. donde se adora a la virgen.

- Cuando se ofrecen misas con motivo de la festividad de cualquier advocación mariana.

- Por supuesto cuando se reza a la virgen o se entonan himnos o canciones dedicados a su memoria.

- Cuando se depositan exvotos o cualquier otro tipo de objetos delante de imágenes de la virgen a modo de agradecimiento por algún favor o intercesión.

- Cuando se frotan o besan estampitas con la imagen de la virgen

- Cuando se colocan estatuillas o cuadros de la virgen en los hogares, oficinas, etc.

- Cuando nos colgamos del cuello o las muñecas medallitas o imágenes de la virgen.

- Cuando usamos otro tipo de joyas y accesorios como pulseras o pendientes con imágenes de la virgen.

- Cuando nos arrodillamos ante cualquier imagen.

 

6. ¿Cómo debemos tratar entonces los cristianos a la Virgen María?

Los cristianos debemos respetar a María y honrarla como la madre que fue de Jesús.

Además la Biblia, cuando nos habla de María, nos la describe como una mujer cargada de virtudes.


- María ama y teme a Dios:

Cuando María acude a casa de su parienta Elisabeth a visitarla, proclama “Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador, porque ha mirado la bajeza de su sierva. He aquí, pues, desde ahora me tendrán por bienaventurada todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho grandes cosas conmigo”. (Lucas 1, 46-49. Reina Valera Actualizada)

 

- María es obediente:

Cuando el ángel visita a María y le anuncia que va a ser madre del Salvador, ésta contesta: “Aquí tienes a la sierva del Señor. Que se haga conmigo como me has dicho”. (Lucas 1, 38. RVA 2015)

También cumple con los decretos que establece la Torah, cuando al octavo Día acude con su marido al Templo a presentar a su hijo varón a Dios y a circuncidarlo. Siguiendo las instrucciones del ángel, María le pone de nombre a su hijo Jesús.

 

- María sigue las enseñanzas de su hijo Jesús:

El libro de los Hechos nos relata cómo, recién ascendido Jesús a los cielos, los apóstoles se reunían para orar y perseverar en la fe, acompañados de María y sus hijos: “Todos estos perseveraban unánimes en oración junto con las mujeres y con María la madre de Jesús y con los hermanos de él”. (Hechos 1, 14) Reina Valera Actualizada 2015.

María y los hermanos de Jesús forman parte del núcleo principal de la primitiva comunidad cristiana junto con los apóstoles. 

 

- María muy favorecida, llena de gracia y bendita.

María es escogida por Dios para ser la madre terrenal de su hijo. No cabe mayor honor para un mortal.

Además, como recoge Lucas en su evangelio, María es descrita como muy favorecida por Dios (Lucas 1, 28) y llena de gracia ante el Señor (Lucas 1, 30)

Por si fuera poco, su pariente Elisabeth, madre de Juan Bautista, cuando ve a María embarazada, exclama llena de Espíritu:

¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!

(Lucas 1, 42. RVA 2015).

 

Como podemos ver, María no es una mujer cualquiera, es especial; pero es una persona al fin y al cabo, y como tal ser humano no debe ser objeto de adoración bajo ningún concepto.

María no es adorada por los apóstoles, sino que junto a ellos adora a Dios.

De hecho, una vez que su hijo asciende a los cielos, ya no se menciona más su nombre.

En la Carta a los Gálatas del apóstol Pablo leemos los siguientes versículos: “Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiera a los que estaban bajo la ley a fin de que recibiéramos la adopción de hijos” (Gálatas 4, 4. RVA 2015).

El propio apóstol Pablo habla de la madre de Jesús pero sin mencionar su nombre.  María no es lo importante en este pasaje, sino la figura de Jesús que fue enviado por Dios al mundo para salvarnos. Esta es la idea principal de los evangelios y no debemos desviar la atención de la misma.

El teólogo estadounidense William MacDonald escribió en una ocasión que la ausencia de menciones a María en los libros del Nuevo Testamento que siguen a los Hechos de los Apóstoles sería “una protesta silenciosa contra cualquier veneración o incluso idolatría a María”.

 

Resumiendo y ya para concluir, podemos decir que María, como madre de Jesús, merece todo nuestro respeto y como mujer obediente de Dios, toda nuestra admiración.

María, debido a sus muchas virtudes, es un ejemplo a seguir para todos los creyentes, pero nunca, bajo ningún concepto, debe ser objeto de veneración y culto. Nunca, en ninguna ocasión, debemos de dirigir nuestras oraciones a ella.

Adorar a alguien que no sea Dios es cometer idolatría, un pecado gravísimo ante los ojos del señor.

1 comentario:

  1. Yo sé que los católicos rezan y adoran a María con la mejor de sus intenciones. Es un acto piadoso en apariencia, pero en realidad están cometiendo un pecado gravísimo: el pecado de idolatría. Sólo Dios merece la Gloria

    ResponderEliminar