martes, 12 de septiembre de 2023

La Biblia es única. El libro más sabio

1. Introducción

2. Consejos materiales

3. Consejos espirituales

      A. ¿Cómo debemos tratar a nuestro prójimo?

      B. ¿Cómo debemos comportarnos con Dios?

      C. ¿Cómo puede el ser humano obtener la salvación?

4. Conclusión

 

1. Introducción

La Biblia es libro con más sabiduría de todos los que podemos encontrar y esto es así porque contiene la Palabra de Dios.

Nuestro Padre, omnisciente y todopoderoso, ha querido revelarnos a sus hijos todo lo que queremos y necesitamos saber para salvarnos y también para llevar aquí en la Tierra la mejor de las existencias.

En la Biblia podemos encontrar sabias directrices y recomendaciones tanto de aspectos materiales como de asuntos espirituales.

Así pues, en las Sagradas Escrituras obtenemos los mejores consejos sobre todo tipo de cuestiones que interesan al ser humano, como por ejemplo: ¿qué hacer para ser feliz?, ¿cómo obtener éxito y prosperidad en la vida?, ¿cómo debo comportarme con mis semejantes?, ¿cómo ser buen padre, buena madre, buen hijo o buen marido?, ¿qué cosas me convienen y qué cosas no me convienen?

 

2. Consejos materiales

Hay quién se queja de hemos sido arrojados a este mundo absurdo para sobrevivir en medio de todo tipo de peligros y amenazas.

Para el ateo, este mundo en el que nos ha tocado vivir puede parecer una autentica jungla donde sólo prospera el más fuerte.

Efectivamente esto es un valle de lágrimas y nuestro efímero paso por él tiene momentos dulces y otros amargos.

Decía el director de cine italiano Roberto Benigni sobre el título de su obra maestra, “La vita è bella”, que había que procurar no confundir la vida es bella con la vida es fácil.

La vida no es fácil. La vida es dura y en algunos momentos muy desagradable, pero aun así es bella.

Para no extraviarnos, para no desesperar y volvernos locos, Dios nos ha puesto en las manos un “manual de instrucciones” en las manos.

Esa “guía de uso” que el Altísimo nos ha dado es la Biblia.

Las Sagradas Escrituras son las mejores “instrucciones para el usuario” que el hombre jamás pudiera tener.

El problema es que la soberbia lleva a muchos a pensar que no necesitan consultar el “modo de empleo” porque ellos lo saben todo mucho mejor.  

Otros piensan que el manual está obsoleto, que ya no tiene validez.

A otros no les gusta el contenido y deciden ignorarlo, como el que desprecia la información que recoge un prospecto médico porque le indica que quizá no deba abusar del alcohol u otras sustancias mientras dura su tratamiento.

Vamos a ocuparnos en esta parte del artículo de aquellas reglas y exhortaciones que se mencionan en la Biblia y que hacen referencia a los aspectos más mundanos de nuestro día a día.

Si todos siguiéramos las directrices y sugerencias que aparecen a lo largo de los 66 libros de las Sagradas Escrituras, llevaríamos una vida más plácida, feliz y exitosa.

En este aspecto, la Biblia ofrece asesoramiento prudente para todas las áreas de nuestra vida cotidiana, como pueda ser el trabajo, el dinero, la relaciones, la amistad, el amor, la familia, la salud, la alimentación, el descanso, el ocio, etc.

Podríamos estar citando centenares de versículos sobre los diferentes temas que acabamos de mencionar y llenaríamos páginas y más páginas, pero también aburriríamos al lector.

Para no cansar con citas, vamos a ver simplemente algunos de los mejores consejos que nos ofrecen las Sagradas Escrituras para mejorar nuestra calidad de vida.

No podemos presentar ejemplos de todos y cada uno de los numerosos aspectos que conforman la vida diaria del ser humano, así que nos imitaremos a los más habituales.

Veamos qué dice la Biblia sobre los siguientes temas:

 

Alcohol

La Biblia no dice expresamente que esté prohibido beber alcohol.

Es más, en algunos versículos encntramos que el vino es un regalo de Dios:

-  Dios te dé del rocío del cielo y de lo más preciado de la tierra: trigo y vino en abundancia”.  (Génesis 27, 28)

- “Él te amará, te bendecirá y te multiplicará. También bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra, tu grano y tu vino nuevo y tu aceite, la cría de tus vacas y el aumento de tus ovejas, en la tierra que juró a tus padres que te daría.” (Deuteronomio 7, 13)

Lo que sí nos indican las Sagradas Escrituras es que debemos beber con moderación y no caer en la embriaguez:

- “No estés con los bebedores de vino ni con los comilones de carne. Porque el bebedor y el comilón empobrecerán, y el dormitar hará vestir harapos”. (Proverbios 23, 20-21)

- “¡Ay de los que se levantan muy de mañana para ir tras la bebida, y siguen hasta la noche, hasta que el vino los enciende!” (Isaías 5, 11)

La prueba más clara de que beber vino no pecado la tenemos en el hecho de que el mismo Jesús lo tomaba:

Jesús convirtió agua en vino para sus anfitriones en las famosas bodas de Caná y en la última cena compartió el vino con sus discípulos.

El vino está presente en varios episodios del Nuevo Testamento

Tan público y evidente era que Jesús bebía vino que incluso podemos leer:

- “Y vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: ‘¡He aquí un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores!’. Pero la sabiduría es justificada por sus hechos”. (Mateo 11, 19)

 

Alimentación

Sabemos que para el cristiano no hay alimentos impuros. El Señor le dijo a Pedro tres veces seguidas que podíamos comer de todo: “La voz volvió a él por segunda vez: —Lo que Dios ha purificado, no lo tengas tú por común”. (Hechos 10, 15)

Aun así la Biblia nos previene contra la glotonería:

- “No codicies sus manjares delicados, porque es pan de engaño”. (Proverbios 23,3).

- “El que guarda la ley es hijo inteligente, pero el que se junta con glotones avergüenza a su padre.” (Proverbios 28,7)

 

Amistad

Los hombres debemos tener amigos y cuidarlos.

- “El aceite y el perfume alegran el corazón; y la dulzura de un amigo más que el consejo del alma” (Proverbios 27, 9).

- “Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos” (Juan 15, 13)

Pero también tenemos que prestar atención a que nuestras amistades no nos aparten de Dios y conduzcan por el camino del pecado.

- “El hombre violento persuade a su amigo y le hace andar por camino no bueno”. (Proverbios 16,29)

- No se dejen engañar: “Las malas compañías corrompen las buenas costumbres” (1 Corintios 15, 33)

 

Aprovechar bien el tiempo

El tiempo que Dios nos da en esta vida es un bien escaso y conviene aprovecharlo al máximo:

- “Anden sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo.” (Colosenses 4, 5)


Autoridad

Sobre el tema de la autoridad y la postura que tenía Jesucristo al respecto se ha discutido muchísimo.

¿Debemos obedecer siempre a nuestros jefes, superiores, gobernantes, reyes, etc?, ¿o tenemos que ser rebeldes a todo símbolo de poder porque los cristianos sólo debemos aceptar la autoridad de Dios?

Todos conocemos la respuesta que Jesús dio a la pregunta capciosa que le hacen unos fariseos con la intención de acusarlo más tarde de rebelde: “Dinos, pues, ¿qué te parece? ¿Es lícito dar tributo al César o no?”

A lo que Jesús contesta “den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios” (Mateo 22, 15-21) y (Marcos 12, 13-17)

Las Sagradas Escrituran nos conminan a pagar impuestos:

- “Paguen a todos lo que deben: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra.” (Romanos 13, 7-8)

Y también nos exigen que obedezcamos a las autoridades:

- “No maldecirás a los jueces ni hablarás mal del gobernante de tu pueblo.” (Éxodo 22, 28)

- “Sométase toda persona a las autoridades superiores porque no hay autoridad que no provenga de Dios; y las que hay, por Dios han sido constituidas. Así que, el que se opone a la autoridad se opone a lo constituido por Dios; y los que se oponen recibirán condenación para sí mismos.” (Romanos 13, 1-2)

Incluso se nos insta a rezar por nuestros gobernantes:

- “Por esto exhorto, ante todo, que se hagan súplicas, oraciones, intercesiones y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que llevemos una vida tranquila y reposada en toda piedad y dignidad. Esto es bueno y aceptable delante de Dios nuestro Salvador” (1 Timoteo 2, 1-3)

 

Descanso

La Biblia nos anima a trabajar, a ser laboriosos, no por afán de lucro sino para poder gozar de un cierto bienestar.

Pero también se hace hincapié en numerosas ocasiones en lo importante que es descansar, tanto para reponer fuerzas como para tener un tiempo libre que dedicar a honrar a Dios.

El mismo Dios descansó tras completar la Creación, es por eso que estableció que los seres humanos tuvieran un día libre de trabajo consagrado al Señor:

“Seis días te dedicarás a tus labores; pero en el séptimo día cesarás, para que descansen tu buey y tu asno, y renueven fuerzas el hijo de tu sierva y el forastero” (Éxodo 23, 12)

 

Dinero

La Biblia no dice que el dinero sea malo en si, ni que sea una cosa despreciable.

El dinero no es más que una herramienta de intercambio de bienes y servicios.

En algunos versículos se nos recomienda ahorrar:

Tesoro precioso y aceite hay en la morada del sabio, pero el hombre necio lo disipará.” (Proverbios 21, 20)

Pero hay que tener cuidado en que la sana austeridad no se convierta en avaricia:

Sean sus costumbres sin amor al dinero, contentos con lo que tienen ahora porque él mismo ha dicho: Nunca te abandonaré ni jamás te desampararé” (Romanos 13, 5)

 

En muchas partes de las Sagradas Escrituras se nos advierte de lo pernicioso que es el amor al dinero:

-  Porque el amor al dinero es raíz de todos los males; el cual codiciando algunos, fueron descarriados de la fe y se traspasaron a sí mismos con muchos dolores.” (I Timoteo 6, 10)

El desmesurado apego al dinero nos puede llegar a convertir en su esclavo, y lo que es mucho peor, nos puede hacer colocarlo en primer lugar por delante de Dios:

- “Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá al uno y amará al otro, o se dedicará al uno y menospreciará al otro. No pueden servir a Dios y a las riquezas” (Mateo 6, 24)

 

Familia

La familia es lo más importante que Dios nos ha dado en esta vida y es nuestro deber cuidar de los nuestros:

- “Si alguien no tiene cuidado de los suyos, y especialmente de los de su casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo.” (I Timoteo 5, 8)

Como hijos debemos querer, honrar, respetar y cuidar de nuestros padres, así como obedecerlos:

- “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se prolonguen sobre la tierra que el Señor tu Dios te da.” (Éxodo 20, 12)

- “Hijos, obedezcan a sus padres en todo porque esto es agradable en el Señor.” (Colosenses 3, 20)

Dice la Biblia que los hijos son un don de Dios y una recompensa (Salmo 127, 3-4)

Como padres tenemos el deber de amar, cuidar y educar a nuestros hijos, con disciplina y con amor:

- “Corrige a tu hijo y te dará reposo; él dará satisfacciones a tu alma.” (Proverbios 29, 17).

- “Y ustedes, padres, no provoquen a ira a sus hijos, sino críenlos en la disciplina y la instrucción del Señor.” (Efesios 6, 4)

La familia es un regalo de Dios que hay que cuidar como lo más valioso que tenemos

No debemos olvidar a los demás miembros de la familia, especialmente a los hermanos:

- “¡Cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos convivan en armonía!” (Salmos 133, 1)

 

Felicidad

Dios quiere que seamos felices y disfrutemos de la vida pero con mesura:

- “Alégrate, joven, en tu juventud; deja que tu corazón disfrute de la adolescencia. Sigue los impulsos de tu corazón y responde al estímulo de tus ojos, pero ten en cuenta que Dios te juzgará por todo esto. Aleja de tu corazón el enojo, y echa fuera de tu ser la maldad, porque confiar en la juventud y en la flor de la vida es un absurdo.” (Eclesiastés 11, 9)

La fuente de toda alegría es el propio Dios, sólo se puede ser feliz si se vive según su Palabra:

- “Me mostrarás la senda de la vida. En tu presencia hay plenitud de gozo, delicias en tu diestra para siempre”. (Salmos 16, 11)

Pero la felicidad absoluta la obtendremos en el Reino de los Cielos, en compañía de Jesús. La alegría ahí será eterna:

- “yo los veré otra vez. Se gozará mucho su corazón, y nadie les quitará su gozo”. (Juan 16, 22)

 

Matrimonio

En relación con el tema de la familia, mencionado anteriormente, está el tema del matrimonio, que aquí trataremos aparte.

Ya desde un principio, Dios nos creó hombres y mujeres, para que nos uniéramos, siendo a partir de ese momento una sola carne: 

- “Por tanto, el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”. (Génesis 2, 24)

Tal unidad ha sido establecida por Dios y no la puede separar nadie, ninguna institución humana:

- “Por tanto, lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre”. (Mateo 19, 6) y (Marcos 10, 6-9)

Esa unidad, llamada matrmonio, permanece mientra vivan ambos conyuges:

- “La esposa está ligada mientras viva su esposo. Pero si su esposo muere, está libre para casarse con quien quiera, con tal que sea en el Señor”. (1 Corintios 7, 39)

Es por eso que venir a romper tan sagrada unión supone un enorme pecado, como se indica en el Antiguo Testamento

- “No cometerás adulterio.” (Éxodo 20, 14)

- “Así sucede con el que se enreda con la mujer de su prójimo; no quedará impune ninguno que la toque”. (Proverbios 6,29)

Jesús va un paso más allá y nos indica que aquel que desea a otra mujer ya ha cometido adulterio en su corazón:

- “Ustedes han oído que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo les digo que todo el que mira a una mujer para codiciarla ya adulteró con ella en su corazón”. (Mateo 5, 27-28)

El punto de vista de Jesús sobre el el divorcio es claro e inequívoco:

- “Él les dijo: Cualquiera que se divorcia de su mujer y se casa con otra comete adulterio contra ella. Y si la mujer se divorcia de su marido y se casa con otro comete adulterio”. (Marcos 10, 11-12)

La fidelidad conyugal es, por lo tanto, importantisima.

 

Prosperidad

Las Sagradas Escrituras prometen que, si ponemos a Dios en el primer puesto de nuestras prioridades y cumplimos sus mandamientos, veremos el fruto de nuestro trabajo y gozaremos de prosperidad:

- “Nunca se aparte de tu boca este libro de la Ley; más bien, medita en él de día y de noche, para que guardes y cumplas todo lo que está escrito en él. Así tendrás éxito y todo te saldrá bien”. (Josué 1, 8)

 

Tatuajes y piercings

Hasta sobre un tema tan aparentemente banal pero actual nos da la Biblia información sobre cual debe ser nuestra actitud:

- “No os hagáis heridas en el cuerpo por causa de los muertos, ni tatuajes en la piel. Yo soy el Señor. ” (Levítico 19, 28)

Ni los tatuajes ni los piercings son agradables al Señor

Trabajo

Desde el mismo momento en que el hombre fue creado por Dios ya le fue encomendada una ocupación:

- “Tomó, pues, el Señor Dios al hombre y lo puso en el jardín de Edén, para que lo cultivara y lo guardara”. (Génesis 2, 15)

Pensamos que el trabajo es un castigo divino que se ganó Adán por incumplir el único mandamiento que Dios le impuso: no comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, pero la verdad es que, antes de pecar, el Todopoderoso ya había dispuesto el jardín de Edén para que el hombre lo cuidara.

Dios nos conmina a ser trabajadores y laboriosos para prosperar:

- “Un poco de dormir, un poco de dormitar y un poco de cruzar las manos para reposar. Así vendrá tu pobreza como un vagabundo, y tu escasez como un hombre armado.” (Proverbios 6, 10-11)

- “El que cultiva su tierra se saciará de pan, pero el que persigue cosas vanas es falto de entendimiento.” (Proverbios 12, 11)

 

Gozar del fruto de nuestra labor es completamente legítimo, pues la bonanza económica es un don de Dios:

- “Cuando comas del trabajo de tus manos serás feliz y te irá bien.” (Salmo 128, 2)

- “Y también, que es un don de Dios que todo hombre coma y beba y goce del fruto de todo su duro trabajo.” (Eclesiastés 3, 13)

 

Los cristianos tenemos el deber de trabajar, cuidar del bienestar de los nuestros y ganarnos el pan honradamente con el esfuerzo diario:

- “Tengan por aspiración vivir en tranquilidad, ocuparse en sus propios asuntos y trabajar con sus propias manos, como les hemos mandado; a fin de que se conduzcan honestamente para con los de afuera y que no tengan necesidad de nada.” (1 Tesalonicenses 4, 11-12)

- “Si alguien no tiene cuidado de los suyos, y especialmente de los de su casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo.”  (1 Timoteo 5, 8)

Pero también hay que descansar y dedicar el tiempo de ocio y reposo a bendecir a Dios.

 

Tenemos que ser conscientes en todo momento que es Dios quien provee y que todo está en manos de nuestro Padre, así que establezcamos claramente las prioridades, no nos obsesionemos con la prosperidad material y coloquemos siempre a Dios en primer lugar:

- “Por tanto les digo: No se afanen por su vida, qué han de comer o qué han de beber; ni por su cuerpo, qué han de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo, que no siembran ni siegan ni recogen en graneros; y su Padre celestial las alimenta. ¿No son ustedes de mucho más valor que ellas?” (Mateo 6, 25- 26)

-“Trabajen, no por la comida que perece sino por la comida que permanece para vida eterna que el Hijo del Hombre les dará; porque en este, Dios el Padre ha puesto su sello.” (Juan 6, 27)

 

Ganémonos todos la vida trabajando de forma honrada 

Es por eso que debemos realizar todos los trabajos teniendo a Dios en mente y con amor:

- “Encomienda al Señor tus obras, y tus pensamientos serán afirmados.” (Proverbios 16, 3)

- “Todas sus cosas sean hechas con amor.” (1 Corintios 16, 14)

- “Y todo lo que hagan, háganlo de buen ánimo como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibirán la recompensa de la herencia. ¡A Cristo el Señor sirven!” (Colosenses 3, 23-24)

 

3. Consejos espirituales

Si muchos son los consejos que las Sagradas Escrituras nos dan para que llevemos una vida lo más apacible y alejada de problemas, muchísimo más numerosas son las orientaciones y pautas que nos ofrecen para nuestra vida espiritual.

A lo largo de sus numerosas páginas, las Sagradas escrituras nos indican qué espera Dios de nosotros, cómo debemos adorarle y cómo quiere que nos comportemos:

“¡Oh hombre, Él te ha declarado lo que es bueno! ¿Qué requiere de ti el Señor? Solamente hacer justicia, amar misericordia y caminar humildemente con tu Dios”. (Miqueas 6, 8)

Vamos a tratar aquí los aspectos más importantes, como son los siguientes: ¿Qué espera Dios de nosotros? ¿Cómo quiere el Señor que actuemos con nuestros semejantes?, ¿Cómo espera el Señor que nos comportemos con Él?, ¿cómo puede el hombre salvarse?

 

A. ¿Cómo debemos tratar a nuestro prójimo?

 

Veamos aquí, de manera sucinta, “las instrucciones” que la Biblia nos da sobre como debemos comportarnos con las demás personas.

 

Amor

Dios es amor:

- “Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Y todo aquel que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.” (1 Juan 4, 7-8)

Dios nos exige amor hacia nuestro prójimo.

No importa que el prójimo sea desconocido:

- “Sin embargo, no debe haber necesitado en medio de ti, porque el Señor te bendecirá con abundancia en la tierra que el Señor tu Dios te da por heredad para que tomes posesión de ella”.  (Deuteronomio 15, 4)

o bien extranjero:

- “Por tanto, amarás al extranjero, porque extranjeros fueron ustedes en la tierra de Egipto.  (Deuteronomio 10, 19)

o uno de los nuestros, es decir un paisano:

- “Cuando uno de tus hermanos esté necesitado en alguna de tus ciudades en la tierra que el Señor tu Dios te da, no endurecerás tu corazón ni le cerrarás tu mano a tu hermano necesitado. Le abrirás tu mano con liberalidad, y sin falta le prestarás lo que necesite.” (Deuteronomio 15, 7-8).

y lo más revolucionario y escandaloso: debemos amar y tratar bien a nuestros propios enemigos:

-“Pero a ustedes, los que oyen, les digo: Amen a sus enemigos y hagan bien a los que los aborrecen; bendigan a los que los maldicen y oren por los que los maltratan.” (Lucas 6, 27-28)

Especialmente debemos tener en cuenta a los más desfavorecidos:

- “Así ha dicho el Señor: Practiquen el derecho y la justicia; libren a quien es despojado de mano del opresor; no maltraten ni traten con violencia al forastero ni al huérfano ni a la viuda; no derramen sangre inocente en este lugar.” (Jeremías 22, 3)

- “Pero cuando hagas banquete, llama a los pobres, a los mancos, a los cojos y a los ciegos. Y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden retribuir pero te será recompensado en la resurrección de los justos.” (Lucas 14, 13-14)

En las Sagradas Escrituras nos enseñan en detalle más aspectos del amor que debemos profesar a nuestros semejantes:

Nos dice por ejemplo:

En qué medida hay que amar:

- “Ama a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor.” (Levítico 19, 18)

Debemos amar en la misma medida que nos ama Jesús y tanto nos amó que dio la vida por nosotros.

- “Un mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Como los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros. En esto conocerán todos que son mis discípulos: si tienen amor los unos por los otros.” (Juan 13, 34-35)

La Biblia nos deja muy claro en qué consiste el amor y hacer buenas obras:

- “¿No consiste en compartir tu pan con el hambriento y en llevar a tu casa a los pobres sin hogar? ¿No consiste en cubrir a tu prójimo cuando lo veas desnudo, y en no esconderte de quien es tu propia carne?” (Isaías 58, 7)

- “Porque tuve hambre, y me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me recibieron; estuve desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; estuve en la cárcel, y vinieron a mí”. (Mateo 25, 35-36)

El Señor nos exige que amemos y ante Dios habremos de comparecer para dar cuenta de si, a lo largo de nuestra vida, hemos o no amado a nuestro prójimo 

- “Ay del que edifica su casa sin justicia, y sus salas sin derecho, sirviéndose de su prójimo de balde, sin pagarle su salario.” (Jeremías 22, 13)

- “Cualquiera que le llame a su hermano ‘necio’ será culpable ante el Sanedrín; y cualquiera que le llame ‘fatuo’ será expuesto al infierno de fuego.” (Mateo 5, 21-22)

- “Entonces le responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o forastero, o desnudo, o enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?”. Entonces les responderá diciendo: “De cierto les digo, que en cuanto no lo hicieron a uno de estos más pequeños, tampoco me lo hicieron a mí”. Entonces irán estos al tormento eterno, y los justos a la vida eterna.” (Mateo 25, 44-46)

También se nos indica cómo debemos de llevar a cabo nuestras buenas obras:

-“Pero cuando tú hagas obras de misericordia, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, de modo que tus obras de misericordia sean en secreto. Y tu Padre que ve en secreto te recompensará”. (Mateo 6, 3-4)

Tan importante es el amor que Jesús resume todo el contenido de las Escrituras en tres versículos:

- “Jesús le dijo: —Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el grande y el primer mandamiento. Y el segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas.” (Mateo 22, 37-40)

Pablo de Tarso resume todos los mandamientos en uno sólo, ¡amad!:

- “Porque los mandamientos —no cometerás adulterio, no cometerás homicidio, no robarás, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento— se resumen en esta sentencia: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. (Romanos 13, 9)

 

El amor se da sin esperar nada a cambio:

- “Más bien, amen a sus enemigos y hagan bien y den prestado sin esperar ningún provecho. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y los perversos.” (Lucas 6, 35)

 

El amor debe permearlo todo en nuestra vida y estar siempre presente:

- “Todas sus cosas sean hechas con amor.” (1 Corintios 16, 14)

 

Amando imitamos a Dios, que es misericordioso y todo amor:

- “Por tanto, sean imitadores de Dios como hijos amados, y anden en amor, como Cristo también nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros como ofrenda y sacrificio en olor fragante a Dios.” (Efesios 5, 1-2)

 

Amar es tener vida eterna, odiar es perderla

- “Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos. El que no ama permanece en la muerte. Todo el que odia a su hermano es un asesino, y sabéis que en ningún asesino permanece la vida eterna.” (1 Juan 3, 14-15)

 

El que no ama no conoce a Dios pero el que ama está acompañado de Dios:

- “Queridos hermanos, amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de él y lo conoce. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.” (1 Juan 4, 7-8)

- “Dios es amor. Y el que permanece en el amor permanece en Dios y Dios permanece en él” (1 Juan 4, 16)

 

Arrogancia

La arrogancia es un pecado que Dios detesta:

- “Abominación es al Señor todo altivo de corazón; de ninguna manera quedará impune” (Proverbios 16,5)

- “porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.” (Mateo 23, 12)

La arrogancia y la vanidad son signos de escasa sabiduría

Calumnias y difamaciones

Pocas cosas hay en la vida más rastreras, viles y mezquinas que la calumnia y la difamación:

- “Al que solapadamente difama a su prójimo, a ese yo lo silenciaré; no soportaré al de ojos altaneros y de corazón arrogante”. (Salmos 101, 5)

 

Compartir

Hemos hablado más arriba sobre el amor que debemos tener con nuestros congéneres.

En español existe un antiguo y sabio dicho que reza: “una cosa es predicar y otra dar trigo”.

Efectivamente, las buenas palabras son importantes pero donde de verdad se ve el amor son en las buenas obras.

Y que mejor demostración de amor que compartir con aquellos que más lo necesitan:

- “Cuando llegue el tiempo de la cosecha, no seguéis hasta el último rincón de vuestros campos ni recojáis todas las espigas que allí queden. No rebusquéis hasta el último racimo de sus viñas, ni recojáis las uvas que se hayan caído. Dejadlas para los pobres y los extranjeros. Yo soy el Señor vuestro Dios.” (Levítico 19, 9-10)

Compartir es un claro signo de amor 

- “No os olvidéis de hacer el bien y de compartir con otros lo que tenéis, porque esos son los sacrificios que agradan a Dios.  (Hebreos 13, 16)

 

Consolar

Más adelante hablaremos de la empatía y de lo importante que es saber meterse en la piel del otro para entender lo que siente.

Cuando veamos sufrir a un hermano debemos de estar ahí para darle ánimos y ayudar en todo lo que podamos:

- “Con la consolación con que nosotros mismos somos consolados por Dios, también nosotros podemos consolar a los que están en cualquier tribulación.” (2 Corintios 1, 4)

 

Dar ejemplo

Los cristianos tenemos la obligación de dar ejemplo, tanto a los demás creyentes como a los no creyentes, pues por nuestros frutos se nos conocerá.

Tan importante como servir de ejemplo es no resultar motivo de escándalo:

- “Hagan todo sin murmuraciones y contiendas, para que sean irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación torcida y perversa, en la cual ustedes resplandecen como luminares en el mundo” (Filipenses 2, 14-15)

- “Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean prudentes, mostrándote en todo como ejemplo de buenas obras.” (Tito 2, 6-7)

- “Tengan una conducta ejemplar entre los gentiles, para que en lo que ellos los calumnian como a malhechores, al ver las buenas obras de ustedes, glorifiquen a Dios en el día de la visitación.”(1 Pedro 2, 12)

 

Empatía

Empatía es la capacidad que tenemos de comprender los sentimientos y emociones de las otras personas:

Debemos tener siempre empatía:

- “Alegraos con los que están alegres; llorad con los que lloran.” (Romanos 12, 15)

- “Acuérdense de los presos como si ustedes estuvieran en cadenas junto con ellos; y de los afligidos, puesto que también ustedes están en el cuerpo.” (Hebreos 13, 1-3)

 

Generosidad

Ya hemos hablado antes de la importancia de compartir y compartir puede solamente alguien que es generoso.

Jesús nos puso un magnífico ejemplo con el episodio del óbolo de la viuda:

- “Estando Jesús sentado frente al arca del tesoro, observaba cómo el pueblo echaba dinero en el arca. Muchos ricos echaban mucho, y una viuda pobre vino y echó dos monedas pequeñas de poco valor. Él llamó a sus discípulos y les dijo: — De cierto les digo que esta viuda pobre echó más que todos los que echaron en el arca. Porque todos han echado de su abundancia; pero esta, de su pobreza, echó todo lo que tenía, todo su sustento.” (Marcos 12, 41-44)

El desprendimiento de la aquella viuda pasó a la historia

Hospitalidad

- “compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad.” (Romanos 12, 13)

- “No se olviden de la hospitalidad porque por esta algunos hospedaron ángeles sin saberlo.” (Hebreos 13, 2)

 

Humildad

Tenemos que ser humildes porque Jesús, siendo Dios, se hizo hombre y se rebajó a morir en la cruz por nuestros pecados:

- “Haya en ustedes esta manera de pensar que hubo también en Cristo Jesús: Existiendo en forma de Dios, él no consideró el ser igual a Dios como algo a que aferrarse; sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres; y, hallándose en condición de hombre, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!” (Filipenses 2, 5-8)

La obediencia, la voluntad de servicio y la humildad nos colocan en un plano discreto, secundario, pero finalmente son las más recompensadas de las virtudes:

- “Todo el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.” (Lucas 14, 11).

 

Justicia

Una de las cualidades de Dios que más se resaltan y repiten a lo largo de las Sagradas Escrituras es su justicia.

La frase “Dios es justo” aparece en el Pentateuco, en los Salmos y nos lo recuerdan constantemente tanto los antiguos profetas como Jesús y sus apóstoles.

Dios ama la justicia:

- “Practicar la justicia y el derecho es más aceptable al Señor que el sacrificio”. (Proverbios 21, 3).

Por eso nosotros también debemos ser justos siempre y todas las circunstancias:

- “No explotes a tu prójimo, ni lo despojes de nada. No retengas el salario de tu jornalero hasta el día siguiente.” (Levítico 19, 13)

- “No perviertas la justicia, ni te muestres parcial en favor del pobre o del rico, sino juzga a todos con justicia.” (Levítico 19, 15)

Ser justo supone amar y buscar siempre el bien:

- “Aprendan a hacer el bien, busquen el derecho, reprendan al opresor, defiendan al huérfano, amparen a la viuda.” (Isaías 1, 17)

Los justos tendrán su recompensa:

- “Los justos heredarán la tierra y vivirán para siempre sobre ella.” (Salmo 37, 29)

- “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.” (Mateo 5, 6)

- “Él recompensará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que por su perseverancia en las buenas obras buscan gloria, honra e incorrupción; pero enojo e ira a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad sino que obedecen a la injusticia” (Romanos 2, 6-8)

Al hombre lo podemos engañar haciéndole creer que somos justos y buenas personas, a Dios no:

No se engañen; Dios no puede ser burlado. Todo lo que el hombre siembre, eso mismo cosechará” (Gálatas 6, 7).

 

Mentira

- “No robarán ni mentirán ni se engañarán el uno al otro.” (Levítico 19, 11)

 

Murmuraciones

En diversas partes de la Biblia se nos advierte de lo peligrosos y dañinos que son los rumores y las habladurías:

- “El hombre perverso provoca la contienda, y el chismoso aparta los mejores amigos”. (Provervios 16,28)

- “Las palabras del chismoso parecen suaves, pero penetran hasta lo recóndito del ser”. (Proverbios 26, 22).

El mismo Dios nos ordena que no extendamos bulos:

 No andes difundiendo calumnias entre tu pueblo, ni expongas la vida de tu prójimo con falsos testimonios. Yo soy el Señor.” (Levítico 19, 16)

Recordemos que Jesús nos dijo lo siguiente:

Pero yo les digo que en el día del juicio los hombres darán cuenta de toda palabra ociosa que hablen. Porque por tus palabras serás justificado y por tus palabras serás condenado”. (Mateo 12, 36-37)

 

Pacifismo

Se nos invita a ser pacíficos y a detestar la agresividad y la violencia:

- “Si el ánimo del gobernante se exalta contra ti, no abandones tu puesto; porque la serenidad apacigua grandes ofensas.” (Eclesiastés 10, 4)

- “Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, tengan paz con todos los hombres.” (Romanos 12, 18)

- “que no hablen mal de nadie, que no sean contenciosos sino amables demostrando toda consideración por todos los hombres.” (Tito 3, 2)

"La paz sea con vosotros" deseaba Jesús a sus discípulos

- “Procuren la paz con todos, y la santidad sin la cual nadie verá al Señor.” (Hebreos 12, 14).

 

Perdón

Dios nos ama. La mayor muestra de su amor es el perdón que nos ofrece a través del sacrificio de su único hijo, nuestro señor Jesucristo.

A lo largo de todo el Antiguo Testamento vemos como el pueblo de Israel se olvida de su Dios, lo abandona y traiciona adorando a dioses cananeos.

Es entonces cuando le sobrevienen toda clase de males de la mano de los pueblos enemigos que le rodean.

Cuando Israel se ve al borde de la aniquilación se acuerda del Dios de sus padres y clama al Señor en busca de ayuda.

El Señor se apiada de su pueblo y lo saca del atolladero en el que anda metido.

Esto sucede una y otra vez a lo largo de los siglos, generación tras generación de israelitas, y es prácticamente una constante que se repite a lo largo de todos los libros del Antiguo Testamento.

Dios perdona y, además, lo hace en innumerables ocasiones.

Por eso nos invita a que también nosotros perdonemos a nuestro prójimo.

Ya nos señaló Jesús en varias ocasiones la importancia que tiene el perdón:

- “Porque si perdonan a los hombres sus ofensas, su Padre celestial también les perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los hombres, tampoco su Padre les perdonará sus ofensas.” (Mateo 6, 14-15)

- “Perdonen, y serán perdonados” (Lucas 6, 37)

Igual que hace Dios en su infinita misericordia, que nos perdona cada vez que de verdad nos arrepentimos, debemos nosotros perdonar a nuestros hermanos las ocasiones que sean necesario:

- “Entonces Pedro se acercó y le dijo: — Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí y yo le perdonaré? ¿Hasta siete veces? Jesús le dijo: — No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete.” (Mateo 18, 21-22)

Tan importante es el perdón, que Jesús lo incluyó en la oración del Padrenuestro con la que quiso enseñar a sus discípulos a orar:

- “Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.” (Mateo 6, 12)

Recordemos por último que Jesús, colgado en la cruz tuvo unas palabras de perdón para sus verdugos:

- “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23, 34)


Respeto

El respeto es uno de esos valores que parecen haberse perdido en las sociedades occidentales y que sin embargo tanto admiramos y alabamos en otras culturas.

La Biblia nos deja muy claro que debemos ser respetuosos con todo el mundo y especialmente con la gente mayor:

- “Ponte de pie en presencia de los mayores. Respeta a los ancianos. Teme a tu Dios. Yo soy el Señor.” (Levítico 19, 32)

 

Robar

Robar es uno de los pecados más graves.

Está recogido en el decálogo, en séptimo lugar:

- “No robarás” (Éxodo 20, 15)

Cuando pensamos en robar se nos viene a la cabeza la imagen de un individuo sustrayéndole a alguien la cartera con el dinero. Evidentemente eso es robar pero robar va más allá de ese gesto.

Gran pecado es no respetar los bienes del prójimo

Robar es perjudicar a alguien en sus bienes mediante el engaño:

- “No cambiarás de lugar los linderos de tu prójimo, los cuales habrán sido establecidos por los antepasados en la heredad tuya, que recibirás en la tierra que el Señor tu Dios te da para que tomes posesión de ella.” (Deuteronomio 19, 14)

Estafar o timar:

- “No cometáis injusticias falseando las medidas de longitud, de peso y de capacidad. Usad balanzas, pesas y medidas justas. Yo soy el Señor vuestro Dios, que os saqué de Egipto.” (Levítico 19, 35-36)

Robar es también aceptar sobornos:

- “En ti reciben soborno para derramar sangre. Cobras usura e intereses, y te aprovechas de tu prójimo con extorsión. Te has olvidado de mí’, dice el Señor Dios” (Ezequiel 22, 12)

Lucrarse mediante la usura:

- ¡Ay del que multiplica lo que no es suyo! ¿Hasta cuándo ha de amontonar sobre sí las prendas empeñadas?”. (Habacuc 2, 6)

Pagar justamente a los trabajadores y no retenerles el jornal:

- “‘No oprimirás a tu prójimo ni le robarás. El salario del jornalero no será retenido contigo en tu casa hasta la mañana siguiente.” (Levítico 19, 13)

No pagar los impuestos:

- “Paguen a todos lo que deben: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra.” (Romanos 13, 7)

Especialmente grave es aprovecharse de los más desfavorecidos:

- “¡Ay de los que establecen leyes inicuas y dictan decretos opresivos para apartar del juicio a los pobres, para privar de sus derechos a los afligidos de mi pueblo, para hacer de las viudas su botín y para despojar a los huérfanos!” (Isaías 10, 1-2)

Que Dios detesta la estafa, el robo y la corrupción lo vemos claramente en el famoso incidente de Jesús expulsando a los mercaderes del templo, única ocasión donde vemos a Jesucristo utilizando la violencia:

- “Entró Jesús en el templo y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo. Volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas, y les dijo: —Escrito está: Mi casa será llamada casa de oración, pero ustedes la han hecho cueva de ladrones” (Mateo 21, 12-13, Marcos 11, 15-17, Lucas 19, 45-46)

 

Servir

Jesús nos dijo en varias ocasiones que él no vino para ser servido sino para servir y que esa misma actitud espera de todo aquel que desee seguirlo:

- “Entre ustedes no será así. Más bien, cualquiera que anhele ser grande entre ustedes será su servidor; y el que anhele ser el primero entre ustedes, será su siervo. De la misma manera, el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos”. (Mateo 20, 26-28, Marcos 10, 43-45, Lucas 22, 26-27)

Predicando con el ejemplo, el hijo de Dios no tuvo reparo en inclinarse y lavarles los pies a sus discípulos:

- “se levantó de la cena; se quitó el manto y, tomando una toalla, se ciñó con ella. Luego echó agua en una vasija y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secarlos con la toalla con que estaba ceñido.” (Juan 13, 4-5)

Bajó a la tierra a servir y así lo hizo hasta el momento de su último suspiro:

- “Haya en ustedes esta manera de pensar que hubo también en Cristo Jesús: Existiendo en forma de Dios, él no consideró el ser igual a Dios como algo a que aferrarse; sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres; y, hallándose en condición de hombre, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!” (Filipenses 2, 5-8)

 

B. ¿Cómo debemos comportarnos con Dios?


Veamos aquí que nos indican las Sagradas Escrituras acerca de lo que Dios espera de nosotros en nuestro trato con Él.

 

Amor a Dios

El primer y mayor mandamiento es amar a Dios con todo nuestro corazón, toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas:

- “Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas.” (Deuteronomio 6, 4-5)

Jesús nos indica exactamente lo mismo:

- “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el grande y el primer mandamiento.  (Mateo 22, 37-38; Marcos 12, 29-30 y Lucas 10, 27)

Dios y Jesús deben ocupar el primer puesto en la escala de nuestras prioridades:

- “El que ama a padre o a madre más que a mí no es digno de mí, y el que ama a hijo o a hija más que a mí no es digno de mí.”  (Mateo 10, 37)

¿Cómo amaremos a Dios?

A Dios le demostramos nuestro amor de diferentes maneras:


a) Cumpliendo todos sus mandamientos:

- “Ahora pues, Israel, ¿qué pide el Señor tu Dios de ti? Solo que temas al Señor tu Dios, que andes en todos sus caminos, que ames y sirvas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, y que guardes los mandamientos del Señor y sus estatutos que yo te prescribo hoy, para tu bien.” (Deuteronomio 10, 12-13)

- “Bienaventurados los íntegros de camino, los que andan según la ley del Señor. Bienaventurados los que guardan sus testimonios y con todo el corazón le buscan. Pues no hacen iniquidad los que andan en sus caminos. Tú mandaste que tus ordenanzas fuesen muy guardadas.” (Salmos 119, 1-4)

- “Y este es el amor: que andemos según sus mandamientos.” (2 Juan 1, 6)


b) Teniendo presente a Dios en todo lo que hacemos en la vida:

- “Encomienda al Señor tus obras, y tus pensamientos serán afirmados.” (Proverbios 16, 3)

- “Acuérdate de tu creador en los días de tu juventud, antes que lleguen los días malos y vengan los años en que digas: «No encuentro en ellos placer alguno»” (Eclesiastés 12, 1)


c) Confiando en Dios:

Debemos poner toda nuestra confianza en Dios porque el Señor aleja de nosotros nuestros temores y es nuestro protector:

- “Cuando te acuestes no tendrás temor; más bien, te acostarás y tu sueño será dulce. No tendrás temor del espanto repentino ni de la ruina de los impíos, cuando llegue, porque el Señor será tu confianza y él guardará tu pie de caer en la trampa.” (Proverbios 3, 24-26)

Dios provee. Lo más importante es dedicarnos a obedecer a Dios y seguir sus mandamientos. Dios se encargará de que no nos falte de nada:

- “Por tanto, no se afanen diciendo: ‘¿Qué comeremos?’ o ‘¿Qué beberemos?’ o ‘¿Con qué nos cubriremos?’.  Porque los gentiles buscan todas estas cosas, pero el Padre de ustedes que está en los cielos sabe que tienen necesidad de todas estas cosas. Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. Así que, no se afanen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su propio afán. Basta a cada día su propio mal.” (Mateo 6, 31-34)

Nada debemos temer pues el acude siempre en nuestra ayuda:

- “Sean sus costumbres sin amor al dinero, contentos con lo que tienen ahora porque él mismo ha dicho: Nunca te abandonaré ni jamás te desampararé. De manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi socorro, y no temeré. ¿Qué me podrá hacer el hombre?” (Hebreos 13, 5-6)


d) Teniendo un reverencial temor a Dios

- “»Teme al Señor tu Dios, sírvele solamente a él, y jura solo en su nombre. No sigas a esos dioses de los pueblos que te rodean, pues el Señor tu Dios está contigo y es un Dios celoso; no vaya a ser que su ira se encienda contra ti y te borre de la faz de la tierra.” (Deuteronomio 6, 13-15)

- “El Señor nuestro Dios nos mandó temerle y obedecer estos preceptos, para que siempre nos vaya bien y sigamos con vida. Y así ha sido hasta hoy.” (Deuteronomio 6, 24)


e) Honrando a Dios de corazón:

- “David bendijo al Señor a la vista de toda la congregación. Y dijo David: “¡Bendito seas tú, oh Señor Dios de Israel, nuestro Padre desde la eternidad y hasta la eternidad! Tuyos son, oh Señor, la grandeza, el poder, la gloria, el esplendor y la majestad; porque tuyas son todas las cosas que están en los cielos y en la tierra. Tuyo es el reino, oh Señor, y tú te enalteces como cabeza sobre todo. Las riquezas y la honra provienen de ti. Tú lo gobiernas todo; en tu mano están la fuerza y el poder, y en tu mano está la facultad de engrandecer y de fortalecer a todos. Y ahora, oh Dios nuestro, nosotros te damos gracias y alabamos tu glorioso nombre.” (I Crónicas 29, 10-13)

- “Alaben al Dios de los cielos: ¡Porque para siempre es su misericordia!” (Salmos 136, 26)

- “¡Aleluya! ¡Alaben al Señor desde los cielos! ¡Alábenle en las alturas! ¡Alábenle, ustedes todos sus ángeles! ¡Alábenle, ustedes todos sus ejércitos! ¡Alábenle, sol y luna! ¡Alábenle, ustedes todas las estrellas relucientes! ¡Alábenle, cielos de los cielos y las aguas que están sobre los cielos! Alaben el nombre del Señor porque él mandó y fueron creados. Él los estableció para siempre, por la eternidad; les puso ley que no será quebrantada. Alaben al Señor desde la tierra, los grandes animales acuáticos y todos los océanos, el fuego y el granizo, la nieve y el vapor, el viento tempestuoso que ejecuta su palabra, los montes y todas las colinas, los árboles frutales y todos los cedros, los animales y todo el ganado, los reptiles y las aves que vuelan, los reyes de la tierra y todas las naciones, los príncipes y todos los jueces de la tierra, los jóvenes y también las jóvenes, los ancianos junto con los niños. Alaben el nombre del Señor porque solo su nombre es sublime; su majestad es sobre tierra y cielos. Él enaltece el poderío de su pueblo; la alabanza de todos sus fieles, los hijos de Israel, el pueblo a él cercano. ¡Aleluya!” (Salmo 148, 1-14)

-¡Todo lo que respira alabe al Señor! ¡Aleluya!” (Salmos 150, 6)

- “Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas. No seas sabio en tu propia opinión; más bien, teme al Señor y huye del mal. Esto infundirá salud a tu cuerpo y fortalecerá tu ser. Honra al Señor con tus riquezas y con los primeros frutos de tus cosechas. Así tus graneros se llenarán a reventar y tus bodegas rebosarán de vino nuevo.” (Proverbios 3, 5-10)

- “y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su compasión, como está escrito: «Por eso te alabaré entre las naciones; cantaré salmos a tu nombre».” (Romanos 15, 9)

- “Y en otra parte: «¡Alabad al Señor, naciones todas! ¡Pueblos todos, cantadle alabanzas!»” (Romanos 15, 11)

- “Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación” (2 Corintios 1, 3)


f) Siendo obedientes:

El primer pecado que cometieron Adán y Eva y que tuvo unas consecuencias terribles fue el de la desobediencia.

Obediencia es lo que nos pide el Señor, obediencia a su Palabra:

- “»Obedeced todos mis estatutos. Poned por obra todos mis preceptos. Yo soy el Señor»”. (Levítico 19, 37)

- “Así será, siempre y cuando obedezcas todos estos mandamientos que te ordeno hoy y hagas lo recto ante el Señor tu Dios”. (Deuteronomio 13, 18)

- “No todo el que me dice ‘Señor, Señor’ entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.” (Mateo 7, 21)

El mayor ejemplo de obediencia lo tenemos en Jesús que siendo Dios se rebajó a hacerse hombre para morir en la cruz:

- “Vuestra actitud debe ser como la de Cristo Jesús, quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. Y, al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!” (Filipenses 2, 5-8)


g) Comunicándonos con Dios mediante la oración:

Con nuestro padre nos comunicamos a través de la oración.

Jesús nos animó en diversas ocasiones a dirigirnos a nuestro padre para hablar con Él.

Nos enseñó la eficacia de la oración con las siguientes palabras:

Pues si ustedes, siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más su Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden?” (Mateo 7, 11)

- “Alegraos en la esperanza, mostrad paciencia en el sufrimiento, perseverad en la oración.” (Romanos 12, 12)


h) Alabando y adorando sólo a Dios, sin tener otros dioses:

- “No tendrás otros dioses delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo ni abajo en la tierra ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás ante ellas ni les rendirás culto” (Éxodo 20, 3-5)

- “No os volváis a los ídolos inútiles, ni os hagáis dioses de metal fundido. Yo soy el Señor vuestro Dios.” (Levítico 19, 4)


i)  Respetando el nombre de Dios

- “No juréis en mi nombre solo por jurar, ni profanéis el nombre de vuestro Dios. Yo soy el Señor.” (Levítico 19, 12)

- “No profanen mi santo nombre, pues yo he de ser santificado en medio de los hijos de Israel.” (Levítico 22, 32)


j) Alejándonos de prácticas ocultistas:

- “No practiquéis la adivinación ni los sortilegios” (Levítico 19, 26)

- “No acudáis a la nigromancia, ni busquéis a los espiritistas, porque os haréis impuros por causa de ellos. Yo soy el Señor vuestro Dios.” (Levítico 19, 31)


k) Estudiando la Palabra de Dios:

- “Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores, ni cultiva la amistad de los blasfemos, sino que en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella.” (Salmos 1, 1-2)

Estudiando las Sagradas Escrituras conocemos mejor al Señor


l) Dando gracias siempre, en todo momento y lugar, a Dios:

- “Las riquezas y la honra provienen de ti. Tú lo gobiernas todo; en tu mano están la fuerza y el poder, y en tu mano está la facultad de engrandecer y de fortalecer a todos. Y ahora, oh Dios nuestro, nosotros te damos gracias y alabamos tu glorioso nombre.” (1 Crónicas 29, 12-13)

- “Cantando y alabando al Señor en su corazón; dando gracias siempre por todo al Dios y Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo” (Efesios 5, 19-20)


m) Bendiciendo siempre su santo nombre:

- “Bendeciré al Señor en todo tiempo; su alabanza estará siempre en mi boca.” (Salmo 34, 1)


n) Creyendo en Jesús:

- “Esta es la obra de Dios: que crean en aquel que él ha enviado.”    (Juan 6, 29)


ñ) Poniendo por obra las palabras de Jesús:

- “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras y las hace, será semejante a un hombre prudente que edificó su casa sobre la peña. Y cayó la lluvia, vinieron torrentes, soplaron vientos y golpearon contra aquella casa. Pero no se derrumbó, porque se había fundado sobre la peña.” (Mateo 7, 24-25)


o) Dando testimonio de Dios con valentía:

- “Y serán aborrecidos de todos por causa de mi nombre. Pero el que persevere hasta el fin, este será salvo.” (Mateo 10, 22)

- “Por tanto, a todo el que me confiese delante de los hombres, yo también lo confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos.”  (Mateo 10, 32-33)


p) No juntándonos con impíos y blasfemos:

- “porque el Señor abomina al perverso, pero su íntima comunión es con los rectos.” (Proverbios 3, 32)

- “Pero ahora les escribo que no se asocien con ninguno que, llamándose hermano, sea inmoral sexual, avaro, idólatra, calumniador, borracho o estafador. Con tal persona ni aun coman.” (1 Corintios 5, 11)

- “No se dejen engañar: Las malas compañías corrompen las buenas costumbres” (1 Corintios 15, 33)


q) Poniendo toda nuestra esperanza en Dios:

- “Que el Dios de la esperanza os llene de toda alegría y paz a vosotros que creéis en él, para que reboséis de esperanza por el poder del Espíritu Santo.” (Romanos 15, 13).


r) Viviendo de forma íntegra y decente:

-¿Cómo puede el joven llevar una vida íntegra? Viviendo conforme a tu palabra.” (Salmo 119, 9)

- “Vivamos decentemente, como a la luz del día, no en orgías y borracheras, ni en inmoralidad sexual y libertinaje, ni en disensiones y envidias. Más bien, revestíos del Señor Jesucristo, y no os preocupéis por satisfacer los deseos de la naturaleza pecaminosa.” (Romanos 13, 13-14)

 

Ya hemos señalado anteriormente que a Dios le demostramos nuestro amor cumpliendo sus mandamientos, y cumplir con sus preceptos supone evitar siempre el pecado.

El pecado es toda violación de la ley de Dios, sea de pensamiento, sentimiento, obra u omisión y palabra.

El pecado supone una rebelión contra Dios y sus mandamientos.

Dios detesta el pecado.

El cielo es un lugar libre de pecado y por lo tanto no se puede dejar que entre nadie con pecado.

Debemos evitar a toda costa el pecado:

- “Apártense de toda apariencia de mal.” (1 Tesalonicenses 5, 22)

El pecado nos separa de Dios:

- “Las iniquidades de ustedes son las que hacen separación entre ustedes y su Dios. Sus pecados han hecho que su rostro se oculte de ustedes para no escuchar.” (Isaías 59, 2)

- “porque todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios” (Romanos 3, 23)

El pecado supone la muerte. Pero con su sacrificio en la cruz, Jesús pagó el precio de rescate por el pecado:

- “Porque la paga del pecado es muerte; pero el don de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.” (Romanos 6, 23)

¿Qué pecados debemos evitar? Todos. Algunos de los más importantes y que más veces aparecen mencionados en las Sagradas Escrituras son los siguientes:

 

La codicia

La codicia es mencionada en el decálogo de la Ley de Moisés:

- “No codiciarás la casa de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna que sea de tu prójimo”. (Éxodo 20, 17)

La codicia acarrea los peores males:

- “Porque los que desean enriquecerse caen en tentación y trampa, y en muchas pasiones insensatas y dañinas que hunden a los hombres en ruina y perdición.” (1 Timoteo 6, 9)

La codicia es el deseo insaciable de riquezas que puede al hombre a cometer los peores crímenes

Criticar y hablar mal de los demás

- “No juzguen, para que no sean juzgados. 2 Porque con el juicio con que juzguen serán juzgados, y con la medida con que midan se les medirá.” (Mateo 7, 1-2 y Lucas 6, 37-42)

- “Hermanos, no hablen mal los unos de los otros. El que habla mal de su hermano o juzga a su hermano habla mal de la ley y juzga a la ley. Y si tú juzgas a la ley, entonces no eres hacedor de la ley sino juez”. (Santiago 4, 11)

 

Decir palabrotas o groserías

De nuestra boca salen palabras de agradecimiento a Dios, bendiciones y oraciones.

No la ensuciemos pronunciando palabras sucias y soeces, impropias de un cristiano:

- “Ninguna palabra obscena salga de su boca sino la que sea buena para edificación, según sea necesaria, para que imparta gracia a los que oyen.” (Efesios 4, 29)

- “Pero la inmoralidad sexual y toda impureza o avaricia no se nombren más entre ustedes, como corresponde a santos; ni tampoco la conducta indecente ni tonterías ni bromas groseras, cosas que no son apropiadas sino, más bien, acciones de gracias.” (Efesios 5, 3-4)

 

Envidia

La envidia enferma los corazones y saca lo peor del ser humano. El envidioso no puede ser feliz, ni disfrutar de la vida, pues se amarga codiciando lo que no tiene y odiando a los demás:

- “No tenga tu corazón envidia de los pecadores. Más bien, en todo tiempo permanece tú en el temor del Señor.” (Proverbios 23, 17)

- “Porque donde hay celos y contiendas, allí hay desorden y toda práctica perversa.” (Santiago 3, 16)

 

Hipocresía

Dios odia la hipocresía. Jesús se enfurecía permanentemente con los escribas y fariseos que de puertas afuera se comportaban de manera intachable pero por dentro estaban llenos de pecados.

A Dios se le ama y se le sirve de corazón, sin falsedad ni impostura:

- “Dice, pues, el Señor: “Porque este pueblo se acerca con su boca y me honra solo con sus labios; pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí está basado en mandamientos de hombres.” (Isaías 29, 13)

 

Cometer cualquier tipo de inmoralidad sexual

- Pablo de Tarso, hablando de la la inmoralidad sexual, la impureza, el desenfreno y otras transgresiones, nos recuerda “que los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios”. (Gálatas 5, 19-21)

Veamos ahora cuáles son los principales actos de inmoralidad sexual que menciona la Biblia:

 

A. Adulterio

Dios creó al ser humano hombre y mujer y dispuso que nos casáramos, formando una sola carne, lo que quiere decir que esta unión no la podía disolver nadie en la Tierra.

Debemos ser siempre fieles a nuestro respectivo cónyuge y no romper nuestro matrimonio teniendo relaciones sexuales con otras personas:  

- “Por tanto, el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”. (Génesis 2, 24)

- “No cometerás adulterio.” (Éxodo 20, 14)

 

B. Bestialismo

Con el nombre de bestialismo se denominan las aberrantes prácticas sexuales con animales:

- “No tendrás trato sexual con ningún animal. No te hagas impuro por causa de él. Ninguna mujer tendrá trato sexual con ningún animal. Eso es una depravación.” (Levítico 18, 23)

 

C. Fornicación

Fornicar es mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio:

- “Honroso es para todos el matrimonio, y pura la relación conyugal; porque Dios juzgará a los fornicarios y a los adúlteros”. (Hebreos 13, 4)

 

D. Homosexualidad

Las relaciones sexuales con personas de nuestro mismo sexo son delznables a los ojos de Dios:

- “No te acostarás con un hombre como quien se acuesta con una mujer. Eso es una abominación.” (Levítico 18, 22)

- “¿No saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se engañen: que ni los inmorales sexuales ni los idólatras ni los adúlteros ni los afeminados ni los homosexuales”. (1 Corintios 6, 9)

 

E. Incesto

El incesto es mantener relaciones sexuales con un familiar:

- “Nadie se acercará a ningún pariente cercano para tener relaciones sexuales con él o con ella. Yo soy el Señor.” (Levítico 18, 6)

 

Matar

- “El que derrame sangre de hombre, su sangre será derramada por hombre; porque a imagen de Dios él hizo al hombre” (Génesis 9, 6)

-  No matarás” (Éxodo 20, 13 y Deuteronomio 5, 17)

 

La mentira

La mentira nos aleja de Dios:

- “¿Quién subirá al monte del Señor? ¿Quién permanecerá en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón que no ha elevado su alma a la vanidad ni ha jurado con engaño.” (Salmos 24, 3-4)

- “Los labios mentirosos son abominación al Señor, pero le agradan los que actúan con verdad.” (Proverbios 12, 22)

El demonio es el padre de la mentira:

- “Ustedes son de su padre el diablo, y quieren satisfacer los deseos de su padre. Él era homicida desde el principio y no se basaba en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de lo suyo propio habla porque es mentiroso y padre de mentira.” (Juan 8, 44)

 

Robar

- “El que robaba no robe más sino que trabaje esforzadamente, haciendo con sus propias manos lo que es bueno para tener qué compartir con el que tenga necesidad.” (Efesios 4, 28)

 

C. ¿Cómo puede el ser humano obtener la salvación?

La gente tiene verdadera curiosidad por tener buenas respuestas a preguntas como las siguientes: ¿Qué puedo hacer para ganar más dinero?, ¿cómo puedo tener éxito en la vida?, ¿cómo me podría hacer rico?, ¿qué se hace para vivir hasta los 100 años?, etc. 

Sin embargo, la pregunta que de verdad más debería interesarnos a todos los mortales debería ser ¿qué debo hacer para obtener la vida eterna?

Ante todo, debemos saber que el hombre es un ser pecador.

El pecado separa de Dios y nos impide entrar en el cielo, que es un lugar libre de todo mal.

Todos los hombres somos pecadores por lo que no merecemos gozar de la presencia eterna del Señor.

Pero Dios se compadece de sus hijos y decide salvarnos de la condenación.

Sacrificando a su único hijo, nuestro señor Jesucristo, que murió en la cruz en pago de nuestros pecados, puede el ser humano quedar limpio de toda falta:

- “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3, 16)

De manera completamente inmerecida, hemos recibido el mayor regalo que nadie puede recibir: la salvación:

- “Pero Dios demuestra su amor para con nosotros en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Romanos 5, 8)

Pero Dios no obliga a nadie a recibir el presente que nos ofrece, somos nosotros los que libremente debemos aceptar o rechazar su ofrecimiento.

Obtener la salvación está al alcance de todos, no importa lo malvados y depravados que hayamos sido o las fechorías y canalladas que hayamos podido cometer.

Resumiendo, para poder recibir el perdón que Dios nos ofrece a través de la muerte expiatoria de su hijo en la cruz debemos dar dos pasos:

- El primero es reconocer que somos unos pecadores. Luego le pedimos perdón a Dios por nuestras faltas, arrepintiéndonos profunda y sinceramente de ellas: “Por tanto, arrepiéntanse y conviértanse para que sean borrados sus pecados” (Hechos 3, 19)

El arrepentimiento tiene que salir de lo más profundo del ser humano

Debemos tener la inquebrantable voluntad de no volver a pecar más y de cambiar de vida.

- El segundo paso es creer humildemente en Jesucristo como nuestro salvador y ponernos en sus manos, confiándole nuestras vidas plenamente a él: “Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y si crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo” (Romanos 10, 8-9)

De estos dos gestos depende nuestra salvación, de arrepentirse y de creer en Jesús: “El que cree en él no es condenado; pero el que no cree ya ha sido condenado porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.” (Juan 3, 18)

 

4. Conclusión

Las soluciones a todas las cuestiones que nos planteamos las tenemos desde hace siglos recogidas en las Sagradas Escrituras, la Palabra de Dios.

Somos nosotros, los hombres, quienes no queremos saber nada de su contenido.

Desde este humilde blog animamos a todo aquel que anda buscando respuestas a su vida a sentarse a consultar la Biblia.

En este magnifico libro encontraremos toda la información que de verdad nos interesa.

 


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