1. Introducción
2. Consejos
materiales
3. Consejos
espirituales
A. ¿Cómo debemos tratar a nuestro prójimo?
B. ¿Cómo debemos comportarnos con Dios?
C. ¿Cómo puede el ser humano obtener la
salvación?
4. Conclusión
1. Introducción
La Biblia es libro con más sabiduría de todos los que
podemos encontrar y esto es así porque contiene la Palabra de Dios.
Nuestro Padre, omnisciente y todopoderoso, ha querido
revelarnos a sus hijos todo lo que queremos y necesitamos saber para salvarnos
y también para llevar aquí en la Tierra la mejor de las existencias.
En la Biblia podemos encontrar sabias directrices y recomendaciones
tanto de aspectos materiales como de asuntos espirituales.
Así pues, en las Sagradas Escrituras obtenemos los mejores
consejos sobre todo tipo de cuestiones que interesan al ser humano, como por
ejemplo: ¿qué hacer para ser feliz?, ¿cómo obtener éxito y prosperidad en la
vida?, ¿cómo debo comportarme con mis semejantes?, ¿cómo ser buen padre, buena
madre, buen hijo o buen marido?, ¿qué cosas me convienen y qué cosas no me
convienen?
2. Consejos
materiales
Hay quién se queja de hemos sido arrojados a este mundo
absurdo para sobrevivir en medio de todo tipo de peligros y amenazas.
Para el ateo, este mundo en el que nos ha tocado vivir puede
parecer una autentica jungla donde sólo prospera el más fuerte.
Efectivamente esto es un valle de lágrimas y nuestro efímero
paso por él tiene momentos dulces y otros amargos.
Decía el director de cine italiano Roberto Benigni sobre el
título de su obra maestra, “La vita è
bella”, que había que procurar no confundir la vida es bella con la vida es
fácil.
La vida no es fácil. La vida es dura y en algunos momentos
muy desagradable, pero aun así es bella.
Para no extraviarnos, para no desesperar y volvernos locos,
Dios nos ha puesto en las manos un “manual de instrucciones” en las manos.
Esa “guía de uso” que el Altísimo nos ha dado es la Biblia.
Las Sagradas Escrituras son las mejores “instrucciones para
el usuario” que el hombre jamás pudiera tener.
El problema es que la soberbia lleva a muchos a pensar que
no necesitan consultar el “modo de empleo” porque ellos lo saben todo mucho
mejor.
Otros piensan que el manual está obsoleto, que ya no tiene
validez.
A otros no les gusta el contenido y deciden ignorarlo, como
el que desprecia la información que recoge un prospecto médico porque le indica
que quizá no deba abusar del alcohol u otras sustancias mientras dura su
tratamiento.
Vamos a ocuparnos en esta parte del artículo de aquellas
reglas y exhortaciones que se mencionan en la Biblia y que hacen referencia a
los aspectos más mundanos de nuestro día a día.
Si todos siguiéramos las directrices y sugerencias que
aparecen a lo largo de los 66 libros de las Sagradas Escrituras, llevaríamos
una vida más plácida, feliz y exitosa.
En este aspecto, la Biblia ofrece asesoramiento prudente
para todas las áreas de nuestra vida cotidiana, como pueda ser el trabajo, el
dinero, la relaciones, la amistad, el amor, la familia, la salud, la
alimentación, el descanso, el ocio, etc.
Podríamos estar citando centenares de versículos sobre los
diferentes temas que acabamos de mencionar y llenaríamos páginas y más páginas,
pero también aburriríamos al lector.
Para no cansar con citas, vamos a ver simplemente algunos de
los mejores consejos que nos ofrecen las Sagradas Escrituras para mejorar
nuestra calidad de vida.
No podemos presentar ejemplos de todos y cada uno de los
numerosos aspectos que conforman la vida diaria del ser humano, así que nos
imitaremos a los más habituales.
Veamos qué dice la Biblia sobre los siguientes temas:
Alcohol
La Biblia no dice expresamente que esté prohibido beber
alcohol.
Es más, en algunos versículos encntramos que el vino es un
regalo de Dios:
- “Dios te dé del rocío del cielo y de lo más
preciado de la tierra: trigo y vino en abundancia”. (Génesis 27, 28)
- “Él te amará, te
bendecirá y te multiplicará. También bendecirá el fruto de tu vientre y el
fruto de tu tierra, tu grano y tu vino nuevo y tu aceite, la cría de tus vacas
y el aumento de tus ovejas, en la tierra que juró a tus padres que te daría.”
(Deuteronomio 7, 13)
Lo que sí nos indican las Sagradas Escrituras es que debemos
beber con moderación y no caer en la embriaguez:
- “No estés con los
bebedores de vino ni con los comilones de carne. Porque el bebedor y el comilón
empobrecerán, y el dormitar hará vestir harapos”. (Proverbios 23, 20-21)
- “¡Ay de los que se
levantan muy de mañana para ir tras la bebida, y siguen hasta la noche, hasta
que el vino los enciende!” (Isaías 5, 11)
La prueba más clara de que beber vino no pecado la tenemos
en el hecho de que el mismo Jesús lo tomaba:
Jesús convirtió agua en vino para sus anfitriones en las
famosas bodas de Caná y en la última cena compartió el vino con sus discípulos.
Tan público y evidente era que Jesús bebía vino que incluso
podemos leer:
- “Y vino el Hijo del
Hombre, que come y bebe, y dicen: ‘¡He aquí un hombre comilón y bebedor de
vino, amigo de publicanos y de pecadores!’. Pero la sabiduría es justificada
por sus hechos”. (Mateo 11, 19)
Alimentación
Sabemos que para el cristiano no hay alimentos impuros. El
Señor le dijo a Pedro tres veces seguidas que podíamos comer de todo: “La voz volvió a él por segunda vez: —Lo que
Dios ha purificado, no lo tengas tú por común”. (Hechos 10, 15)
Aun así la Biblia nos previene contra la glotonería:
- “No codicies sus
manjares delicados, porque es pan de engaño”. (Proverbios 23,3).
- “El que guarda la
ley es hijo inteligente, pero el que se junta con glotones avergüenza a su
padre.” (Proverbios 28,7)
Amistad
Los hombres debemos tener amigos y cuidarlos.
- “El aceite y el
perfume alegran el corazón; y la dulzura de un amigo más que el consejo del
alma” (Proverbios 27, 9).
- “Nadie tiene amor
más grande que el dar la vida por sus amigos” (Juan 15, 13)
Pero también tenemos que prestar atención a que nuestras
amistades no nos aparten de Dios y conduzcan por el camino del pecado.
- “El hombre violento
persuade a su amigo y le hace andar por camino no bueno”. (Proverbios
16,29)
- No se dejen engañar: “Las
malas compañías corrompen las buenas costumbres” (1 Corintios 15, 33)
Aprovechar bien el
tiempo
El tiempo que Dios nos da en esta vida es un bien escaso y
conviene aprovecharlo al máximo:
- “Anden sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo.” (Colosenses 4, 5)
Autoridad
Sobre el tema de la autoridad y la postura que tenía
Jesucristo al respecto se ha discutido muchísimo.
¿Debemos obedecer siempre a nuestros jefes, superiores,
gobernantes, reyes, etc?, ¿o tenemos que ser rebeldes a todo símbolo de poder
porque los cristianos sólo debemos aceptar la autoridad de Dios?
Todos conocemos la respuesta que Jesús dio a la pregunta
capciosa que le hacen unos fariseos con la intención de acusarlo más tarde de
rebelde: “Dinos, pues, ¿qué te parece?
¿Es lícito dar tributo al César o no?”
A lo que Jesús contesta “den
al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios” (Mateo 22, 15-21)
y (Marcos 12, 13-17)
Las Sagradas Escrituran nos conminan a pagar impuestos:
- “Paguen a todos lo
que deben: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto,
respeto; al que honra, honra.” (Romanos 13, 7-8)
Y también nos exigen que obedezcamos a las autoridades:
- “No maldecirás a los
jueces ni hablarás mal del gobernante de tu pueblo.” (Éxodo 22, 28)
- “Sométase toda
persona a las autoridades superiores porque no hay autoridad que no provenga de
Dios; y las que hay, por Dios han sido constituidas. Así que, el que se opone a
la autoridad se opone a lo constituido por Dios; y los que se oponen recibirán
condenación para sí mismos.” (Romanos 13, 1-2)
Incluso se nos insta a rezar por nuestros gobernantes:
- “Por esto exhorto,
ante todo, que se hagan súplicas, oraciones, intercesiones y acciones de
gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en
eminencia, para que llevemos una vida tranquila y reposada en toda piedad y
dignidad. Esto es bueno y aceptable delante de Dios nuestro Salvador” (1
Timoteo 2, 1-3)
Descanso
La Biblia nos anima a trabajar, a ser laboriosos, no por
afán de lucro sino para poder gozar de un cierto bienestar.
Pero también se hace hincapié en numerosas ocasiones en lo
importante que es descansar, tanto para reponer fuerzas como para tener un
tiempo libre que dedicar a honrar a Dios.
El mismo Dios descansó tras completar la Creación, es por
eso que estableció que los seres humanos tuvieran un día libre de trabajo consagrado
al Señor:
“Seis días te dedicarás a tus labores; pero en el séptimo
día cesarás, para que descansen tu buey y tu asno, y renueven fuerzas el hijo
de tu sierva y el forastero” (Éxodo 23, 12)
Dinero
La Biblia no dice que el dinero sea malo en si, ni que sea
una cosa despreciable.
El dinero no es más que una herramienta de intercambio de
bienes y servicios.
En algunos versículos se nos recomienda ahorrar:
“Tesoro precioso y
aceite hay en la morada del sabio, pero el hombre necio lo disipará.” (Proverbios
21, 20)
Pero hay que tener cuidado en que la sana austeridad no se
convierta en avaricia:
“Sean sus costumbres
sin amor al dinero, contentos con lo que tienen ahora porque él mismo ha dicho:
Nunca te abandonaré ni jamás te desampararé” (Romanos 13, 5)
En muchas partes de las Sagradas Escrituras se nos advierte
de lo pernicioso que es el amor al dinero:
- “Porque el amor al dinero es raíz de todos
los males; el cual codiciando algunos, fueron descarriados de la fe y se
traspasaron a sí mismos con muchos dolores.” (I Timoteo 6, 10)
El desmesurado apego al dinero nos puede llegar a convertir
en su esclavo, y lo que es mucho peor, nos puede hacer colocarlo en primer
lugar por delante de Dios:
- “Nadie puede servir
a dos señores; porque aborrecerá al uno y amará al otro, o se dedicará al uno y
menospreciará al otro. No pueden servir a Dios y a las riquezas” (Mateo 6,
24)
Familia
La familia es lo más importante que Dios nos ha dado en esta
vida y es nuestro deber cuidar de los nuestros:
- “Si alguien no tiene
cuidado de los suyos, y especialmente de los de su casa, ha negado la fe y es
peor que un incrédulo.” (I Timoteo 5, 8)
Como hijos debemos querer, honrar, respetar y cuidar de
nuestros padres, así como obedecerlos:
- “Honra a tu padre y
a tu madre, para que tus días se prolonguen sobre la tierra que el Señor tu
Dios te da.” (Éxodo 20, 12)
- “Hijos, obedezcan a
sus padres en todo porque esto es agradable en el Señor.” (Colosenses 3, 20)
Dice la Biblia que los hijos son un don de Dios y una
recompensa (Salmo 127, 3-4)
Como padres tenemos el deber de amar, cuidar y educar a
nuestros hijos, con disciplina y con amor:
- “Corrige a tu hijo y
te dará reposo; él dará satisfacciones a tu alma.” (Proverbios 29, 17).
- “Y ustedes, padres,
no provoquen a ira a sus hijos, sino críenlos en la disciplina y la instrucción
del Señor.” (Efesios 6, 4)
No debemos olvidar a los demás miembros de la familia,
especialmente a los hermanos:
- “¡Cuán bueno y cuán
agradable es que los hermanos convivan en armonía!” (Salmos 133, 1)
Felicidad
Dios quiere que seamos felices y disfrutemos de la vida pero
con mesura:
- “Alégrate, joven, en
tu juventud; deja que tu corazón disfrute de la adolescencia. Sigue los
impulsos de tu corazón y responde al estímulo de tus ojos, pero ten en cuenta
que Dios te juzgará por todo esto. Aleja de tu corazón el enojo, y echa fuera
de tu ser la maldad, porque confiar en la juventud y en la flor de la vida es
un absurdo.” (Eclesiastés 11, 9)
La fuente de toda alegría es el propio Dios, sólo se puede
ser feliz si se vive según su Palabra:
- “Me mostrarás la
senda de la vida. En tu presencia hay plenitud de gozo, delicias en tu diestra
para siempre”. (Salmos 16, 11)
Pero la felicidad absoluta la obtendremos en el Reino de los
Cielos, en compañía de Jesús. La alegría ahí será eterna:
- “yo los veré otra
vez. Se gozará mucho su corazón, y nadie les quitará su gozo”. (Juan 16, 22)
Matrimonio
En relación con el tema de la familia, mencionado
anteriormente, está el tema del matrimonio, que aquí trataremos aparte.
Ya desde un principio, Dios nos creó hombres y mujeres, para
que nos uniéramos, siendo a partir de ese momento una sola carne:
- “Por tanto, el
hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola
carne”. (Génesis 2, 24)
Tal unidad ha sido establecida por Dios y no la puede
separar nadie, ninguna institución humana:
- “Por tanto, lo que
Dios ha unido, no lo separe el hombre”. (Mateo 19, 6) y (Marcos 10, 6-9)
Esa unidad, llamada matrmonio, permanece mientra vivan ambos
conyuges:
- “La esposa está
ligada mientras viva su esposo. Pero si su esposo muere, está libre para
casarse con quien quiera, con tal que sea en el Señor”. (1 Corintios 7, 39)
Es por eso que venir a romper tan sagrada unión supone un
enorme pecado, como se indica en el Antiguo Testamento
- “No cometerás
adulterio.” (Éxodo 20, 14)
- “Así sucede con el
que se enreda con la mujer de su prójimo; no quedará impune ninguno que la
toque”. (Proverbios 6,29)
Jesús va un paso más allá y nos indica que aquel que desea a
otra mujer ya ha cometido adulterio en su corazón:
- “Ustedes han oído
que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo les digo que todo el que mira a
una mujer para codiciarla ya adulteró con ella en su corazón”. (Mateo 5, 27-28)
El punto de vista de Jesús sobre el el divorcio es claro e
inequívoco:
- “Él les dijo:
Cualquiera que se divorcia de su mujer y se casa con otra comete adulterio
contra ella. Y si la mujer se divorcia de su marido y se casa con otro comete
adulterio”. (Marcos 10, 11-12)
La fidelidad conyugal es, por lo tanto, importantisima.
Prosperidad
Las Sagradas Escrituras prometen que, si ponemos a Dios en
el primer puesto de nuestras prioridades y cumplimos sus mandamientos, veremos
el fruto de nuestro trabajo y gozaremos de prosperidad:
- “Nunca se aparte de
tu boca este libro de la Ley; más bien, medita en él de día y de noche, para
que guardes y cumplas todo lo que está escrito en él. Así tendrás éxito y todo
te saldrá bien”. (Josué 1, 8)
Tatuajes y piercings
Hasta sobre un tema tan aparentemente banal pero actual nos
da la Biblia información sobre cual debe ser nuestra actitud:
- “No os hagáis heridas en el cuerpo por causa de los muertos, ni tatuajes en la piel. Yo soy el Señor. ” (Levítico 19, 28)
Trabajo
Desde el mismo momento en que el hombre fue creado por Dios
ya le fue encomendada una ocupación:
- “Tomó, pues, el
Señor Dios al hombre y lo puso en el jardín de Edén, para que lo cultivara y lo
guardara”. (Génesis 2, 15)
Pensamos que el trabajo es un castigo divino que se ganó
Adán por incumplir el único mandamiento que Dios le impuso: no comer del árbol
del conocimiento del bien y del mal, pero la verdad es que, antes de pecar, el
Todopoderoso ya había dispuesto el jardín de Edén para que el hombre lo
cuidara.
Dios nos conmina a ser trabajadores y laboriosos para
prosperar:
- “Un poco de dormir,
un poco de dormitar y un poco de cruzar las manos para reposar. Así vendrá tu
pobreza como un vagabundo, y tu escasez como un hombre armado.” (Proverbios
6, 10-11)
- “El que cultiva su
tierra se saciará de pan, pero el que persigue cosas vanas es falto de
entendimiento.” (Proverbios 12, 11)
Gozar del fruto de nuestra labor es completamente legítimo,
pues la bonanza económica es un don de Dios:
- “Cuando comas del
trabajo de tus manos serás feliz y te irá bien.” (Salmo 128, 2)
- “Y también, que es
un don de Dios que todo hombre coma y beba y goce del fruto de todo su duro
trabajo.” (Eclesiastés 3, 13)
Los cristianos tenemos el deber de trabajar, cuidar del
bienestar de los nuestros y ganarnos el pan honradamente con el esfuerzo
diario:
- “Tengan por
aspiración vivir en tranquilidad, ocuparse en sus propios asuntos y trabajar
con sus propias manos, como les hemos mandado; a fin de que se conduzcan
honestamente para con los de afuera y que no tengan necesidad de nada.” (1
Tesalonicenses 4, 11-12)
- “Si alguien no tiene
cuidado de los suyos, y especialmente de los de su casa, ha negado la fe y es
peor que un incrédulo.” (1 Timoteo
5, 8)
Pero también hay que descansar y dedicar el tiempo de ocio y
reposo a bendecir a Dios.
Tenemos que ser conscientes en todo momento que es Dios
quien provee y que todo está en manos de nuestro Padre, así que establezcamos
claramente las prioridades, no nos obsesionemos con la prosperidad material y
coloquemos siempre a Dios en primer lugar:
- “Por tanto les digo:
No se afanen por su vida, qué han de comer o qué han de beber; ni por su
cuerpo, qué han de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más
que el vestido? Miren las aves del cielo, que no siembran ni siegan ni recogen
en graneros; y su Padre celestial las alimenta. ¿No son ustedes de mucho más
valor que ellas?” (Mateo 6, 25- 26)
-“Trabajen, no por la
comida que perece sino por la comida que permanece para vida eterna que el Hijo
del Hombre les dará; porque en este, Dios el Padre ha puesto su sello.”
(Juan 6, 27)
Es por eso que debemos realizar todos los trabajos teniendo
a Dios en mente y con amor:
- “Encomienda al Señor
tus obras, y tus pensamientos serán afirmados.” (Proverbios 16, 3)
- “Todas sus cosas
sean hechas con amor.” (1 Corintios 16, 14)
- “Y todo lo que
hagan, háganlo de buen ánimo como para el Señor y no para los hombres, sabiendo
que del Señor recibirán la recompensa de la herencia. ¡A Cristo el Señor
sirven!” (Colosenses 3, 23-24)
3. Consejos espirituales
Si muchos son los consejos que las Sagradas Escrituras nos
dan para que llevemos una vida lo más apacible y alejada de problemas,
muchísimo más numerosas son las orientaciones y pautas que nos ofrecen para
nuestra vida espiritual.
A lo largo de sus numerosas páginas, las Sagradas escrituras
nos indican qué espera Dios de nosotros, cómo debemos adorarle y cómo quiere
que nos comportemos:
“¡Oh hombre, Él te ha
declarado lo que es bueno! ¿Qué requiere de ti el Señor? Solamente hacer
justicia, amar misericordia y caminar humildemente con tu Dios”. (Miqueas
6, 8)
Vamos a tratar aquí los aspectos más importantes, como son
los siguientes: ¿Qué espera Dios de nosotros? ¿Cómo quiere el Señor que
actuemos con nuestros semejantes?, ¿Cómo espera el Señor que nos comportemos
con Él?, ¿cómo puede el hombre salvarse?
A. ¿Cómo debemos
tratar a nuestro prójimo?
Veamos aquí, de manera sucinta, “las instrucciones” que la
Biblia nos da sobre como debemos comportarnos con las demás personas.
Amor
Dios es amor:
- “Amados, amémonos
unos a otros, porque el amor es de Dios. Y todo aquel que ama ha nacido de Dios
y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.”
(1 Juan 4, 7-8)
Dios nos exige amor hacia nuestro prójimo.
No importa que el prójimo sea desconocido:
- “Sin embargo, no
debe haber necesitado en medio de ti, porque el Señor te bendecirá con
abundancia en la tierra que el Señor tu Dios te da por heredad para que tomes
posesión de ella”. (Deuteronomio 15,
4)
o bien extranjero:
- “Por tanto, amarás
al extranjero, porque extranjeros fueron ustedes en la tierra de Egipto.” (Deuteronomio 10, 19)
o uno de los nuestros, es decir un paisano:
- “Cuando uno de tus
hermanos esté necesitado en alguna de tus ciudades en la tierra que el Señor tu
Dios te da, no endurecerás tu corazón ni le cerrarás tu mano a tu hermano
necesitado. Le abrirás tu mano con liberalidad, y sin falta le prestarás lo que
necesite.” (Deuteronomio 15, 7-8).
y lo más revolucionario y escandaloso: debemos amar y tratar
bien a nuestros propios enemigos:
-“Pero a ustedes, los
que oyen, les digo: Amen a sus enemigos y hagan bien a los que los aborrecen;
bendigan a los que los maldicen y oren por los que los maltratan.” (Lucas
6, 27-28)
Especialmente debemos tener en cuenta a los más desfavorecidos:
- “Así ha dicho el
Señor: Practiquen el derecho y la justicia; libren a quien es despojado de mano
del opresor; no maltraten ni traten con violencia al forastero ni al huérfano
ni a la viuda; no derramen sangre inocente en este lugar.” (Jeremías 22, 3)
- “Pero cuando hagas
banquete, llama a los pobres, a los mancos, a los cojos y a los ciegos. Y serás
bienaventurado; porque ellos no te pueden retribuir pero te será recompensado
en la resurrección de los justos.” (Lucas 14, 13-14)
En las Sagradas Escrituras nos enseñan en detalle más
aspectos del amor que debemos profesar a nuestros semejantes:
Nos dice por ejemplo:
En qué medida hay que amar:
- “Ama a tu prójimo
como a ti mismo. Yo soy el Señor.” (Levítico 19, 18)
Debemos amar en la misma medida que nos ama Jesús y tanto
nos amó que dio la vida por nosotros.
- “Un mandamiento
nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Como los he amado, ámense
también ustedes los unos a los otros. En esto conocerán todos que son mis
discípulos: si tienen amor los unos por los otros.” (Juan 13, 34-35)
La Biblia nos deja muy claro en qué consiste el amor y hacer
buenas obras:
- “¿No consiste en
compartir tu pan con el hambriento y en llevar a tu casa a los pobres sin
hogar? ¿No consiste en cubrir a tu prójimo cuando lo veas desnudo, y en no
esconderte de quien es tu propia carne?” (Isaías 58, 7)
- “Porque tuve hambre,
y me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me
recibieron; estuve desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; estuve en
la cárcel, y vinieron a mí”. (Mateo 25, 35-36)
El Señor nos exige que amemos y ante Dios habremos de comparecer
para dar cuenta de si, a lo largo de nuestra vida, hemos o no amado a nuestro
prójimo
- “Ay del que edifica
su casa sin justicia, y sus salas sin derecho, sirviéndose de su prójimo de
balde, sin pagarle su salario.” (Jeremías 22, 13)
- “Cualquiera que le
llame a su hermano ‘necio’ será culpable ante el Sanedrín; y cualquiera que le
llame ‘fatuo’ será expuesto al infierno de fuego.” (Mateo 5, 21-22)
- “Entonces le
responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o forastero, o
desnudo, o enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?”. Entonces les responderá
diciendo: “De cierto les digo, que en cuanto no lo hicieron a uno de estos más
pequeños, tampoco me lo hicieron a mí”. Entonces irán estos al tormento eterno,
y los justos a la vida eterna.” (Mateo 25, 44-46)
También se nos indica cómo debemos de llevar a cabo nuestras
buenas obras:
-“Pero cuando tú hagas
obras de misericordia, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, de modo que
tus obras de misericordia sean en secreto. Y tu Padre que ve en secreto te
recompensará”. (Mateo 6, 3-4)
Tan importante es el amor que Jesús resume todo el contenido
de las Escrituras en tres versículos:
- “Jesús le dijo:
—Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu
mente. Este es el grande y el primer mandamiento. Y el segundo es semejante a
él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen
toda la Ley y los Profetas.” (Mateo 22, 37-40)
Pablo de Tarso resume todos los mandamientos en uno sólo, ¡amad!:
- “Porque los
mandamientos —no cometerás adulterio, no cometerás homicidio, no robarás, no
codiciarás, y cualquier otro mandamiento— se resumen en esta sentencia: Amarás
a tu prójimo como a ti mismo. (Romanos 13, 9)
El amor se da sin esperar nada a cambio:
- “Más bien, amen a sus enemigos y hagan bien y den prestado
sin esperar ningún provecho. Entonces la recompensa de ustedes será grande y
serán hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y los
perversos.” (Lucas 6, 35)
El amor debe permearlo todo en nuestra vida y estar siempre
presente:
- “Todas sus cosas
sean hechas con amor.” (1 Corintios 16, 14)
Amando imitamos a Dios, que es misericordioso y todo amor:
- “Por tanto, sean
imitadores de Dios como hijos amados, y anden en amor, como Cristo también nos
amó y se entregó a sí mismo por nosotros como ofrenda y sacrificio en olor
fragante a Dios.” (Efesios 5, 1-2)
Amar es tener vida eterna, odiar es perderla
- “Nosotros sabemos
que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos. El
que no ama permanece en la muerte. Todo el que odia a su hermano es un asesino,
y sabéis que en ningún asesino permanece la vida eterna.” (1 Juan 3, 14-15)
El que no ama no conoce a Dios pero el que ama está
acompañado de Dios:
- “Queridos hermanos,
amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama
ha nacido de él y lo conoce. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es
amor.” (1 Juan 4, 7-8)
- “Dios es amor. Y el
que permanece en el amor permanece en Dios y Dios permanece en él” (1 Juan
4, 16)
Arrogancia
La arrogancia es un pecado que Dios detesta:
- “Abominación es al
Señor todo altivo de corazón; de ninguna manera quedará impune” (Proverbios
16,5)
- “porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.” (Mateo 23, 12)
Calumnias y
difamaciones
Pocas cosas hay en la vida más rastreras, viles y mezquinas
que la calumnia y la difamación:
- “Al que
solapadamente difama a su prójimo, a ese yo lo silenciaré; no soportaré al de
ojos altaneros y de corazón arrogante”. (Salmos 101, 5)
Compartir
Hemos hablado más arriba sobre el amor que debemos tener con
nuestros congéneres.
En español existe un antiguo y sabio dicho que reza: “una cosa es predicar y otra dar trigo”.
Efectivamente, las buenas palabras son importantes pero
donde de verdad se ve el amor son en las buenas obras.
Y que mejor demostración de amor que compartir con aquellos
que más lo necesitan:
- “Cuando llegue el
tiempo de la cosecha, no seguéis hasta el último rincón de vuestros campos ni
recojáis todas las espigas que allí queden. No rebusquéis hasta el último
racimo de sus viñas, ni recojáis las uvas que se hayan caído. Dejadlas para los
pobres y los extranjeros. Yo soy el Señor vuestro Dios.” (Levítico 19,
9-10)
- “No os olvidéis de
hacer el bien y de compartir con otros lo que tenéis, porque esos son los
sacrificios que agradan a Dios.”
(Hebreos 13, 16)
Consolar
Más adelante hablaremos de la empatía y de lo importante que
es saber meterse en la piel del otro para entender lo que siente.
Cuando veamos sufrir a un hermano debemos de estar ahí para
darle ánimos y ayudar en todo lo que podamos:
- “Con la consolación
con que nosotros mismos somos consolados por Dios, también nosotros podemos
consolar a los que están en cualquier tribulación.” (2 Corintios 1, 4)
Dar ejemplo
Los cristianos tenemos la obligación de dar ejemplo, tanto a
los demás creyentes como a los no creyentes, pues por nuestros frutos se nos
conocerá.
Tan importante como servir de ejemplo es no resultar motivo
de escándalo:
- “Hagan todo sin
murmuraciones y contiendas, para que sean irreprensibles y sencillos, hijos de
Dios sin mancha en medio de una generación torcida y perversa, en la cual
ustedes resplandecen como luminares en el mundo” (Filipenses 2, 14-15)
- “Exhorta asimismo a
los jóvenes a que sean prudentes, mostrándote en todo como ejemplo de buenas
obras.” (Tito 2, 6-7)
- “Tengan una conducta
ejemplar entre los gentiles, para que en lo que ellos los calumnian como a
malhechores, al ver las buenas obras de ustedes, glorifiquen a Dios en el día
de la visitación.”(1 Pedro 2, 12)
Empatía
Empatía es la capacidad que tenemos de comprender los
sentimientos y emociones de las otras personas:
Debemos tener siempre empatía:
- “Alegraos con los
que están alegres; llorad con los que lloran.” (Romanos 12, 15)
- “Acuérdense de los
presos como si ustedes estuvieran en cadenas junto con ellos; y de los
afligidos, puesto que también ustedes están en el cuerpo.” (Hebreos 13,
1-3)
Generosidad
Ya hemos hablado antes de la importancia de compartir y
compartir puede solamente alguien que es generoso.
Jesús nos puso un magnífico ejemplo con el episodio del óbolo
de la viuda:
- “Estando Jesús
sentado frente al arca del tesoro, observaba cómo el pueblo echaba dinero en el
arca. Muchos ricos echaban mucho, y una viuda pobre vino y echó dos monedas
pequeñas de poco valor. Él llamó a sus discípulos y les dijo: — De cierto les
digo que esta viuda pobre echó más que todos los que echaron en el arca. Porque
todos han echado de su abundancia; pero esta, de su pobreza, echó todo lo que
tenía, todo su sustento.” (Marcos 12, 41-44)
Hospitalidad
- “compartiendo para
las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad.” (Romanos 12, 13)
- “No se olviden de la
hospitalidad porque por esta algunos hospedaron ángeles sin saberlo.”
(Hebreos 13, 2)
Humildad
Tenemos que ser humildes porque Jesús, siendo Dios, se hizo
hombre y se rebajó a morir en la cruz por nuestros pecados:
- “Haya en ustedes
esta manera de pensar que hubo también en Cristo Jesús: Existiendo en forma de
Dios, él no consideró el ser igual a Dios como algo a que aferrarse; sino que
se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los
hombres; y, hallándose en condición de hombre, se humilló a sí mismo haciéndose
obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!” (Filipenses 2, 5-8)
La obediencia, la voluntad de servicio y la humildad nos
colocan en un plano discreto, secundario, pero finalmente son las más
recompensadas de las virtudes:
- “Todo el que a sí
mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.”
(Lucas 14, 11).
Justicia
Una de las cualidades de Dios que más se resaltan y repiten
a lo largo de las Sagradas Escrituras es su justicia.
La frase “Dios es justo” aparece en el Pentateuco, en los
Salmos y nos lo recuerdan constantemente tanto los antiguos profetas como Jesús
y sus apóstoles.
Dios ama la justicia:
- “Practicar la
justicia y el derecho es más aceptable al Señor que el sacrificio”.
(Proverbios 21, 3).
Por eso nosotros también debemos ser justos siempre y todas
las circunstancias:
- “No explotes a tu
prójimo, ni lo despojes de nada. No retengas el salario de tu jornalero hasta
el día siguiente.” (Levítico 19, 13)
- “No perviertas la
justicia, ni te muestres parcial en favor del pobre o del rico, sino juzga a
todos con justicia.” (Levítico 19, 15)
Ser justo supone amar y buscar siempre el bien:
- “Aprendan a hacer el
bien, busquen el derecho, reprendan al opresor, defiendan al huérfano, amparen
a la viuda.” (Isaías 1, 17)
Los justos tendrán su recompensa:
- “Los justos
heredarán la tierra y vivirán para siempre sobre ella.” (Salmo 37, 29)
- “Bienaventurados los
que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.” (Mateo
5, 6)
- “Él recompensará a
cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que por su perseverancia en
las buenas obras buscan gloria, honra e incorrupción; pero enojo e ira a los
que son contenciosos y no obedecen a la verdad sino que obedecen a la
injusticia” (Romanos 2, 6-8)
Al hombre lo podemos engañar haciéndole creer que somos
justos y buenas personas, a Dios no:
“No se engañen; Dios
no puede ser burlado. Todo lo que el hombre siembre, eso mismo cosechará”
(Gálatas 6, 7).
Mentira
- “No robarán ni
mentirán ni se engañarán el uno al otro.” (Levítico 19, 11)
Murmuraciones
En diversas partes de la Biblia se nos advierte de lo
peligrosos y dañinos que son los rumores y las habladurías:
- “El hombre perverso
provoca la contienda, y el chismoso aparta los mejores amigos”. (Provervios
16,28)
- “Las palabras del
chismoso parecen suaves, pero penetran hasta lo recóndito del ser”.
(Proverbios 26, 22).
El mismo Dios nos ordena que no extendamos bulos:
“No andes difundiendo calumnias entre tu pueblo, ni expongas la vida de
tu prójimo con falsos testimonios. Yo soy el Señor.” (Levítico 19, 16)
Recordemos que Jesús nos dijo lo siguiente:
“Pero yo les digo que
en el día del juicio los hombres darán cuenta de toda palabra ociosa que
hablen. Porque por tus palabras serás justificado y por tus palabras serás
condenado”. (Mateo 12, 36-37)
Pacifismo
Se nos invita a ser pacíficos y a detestar la agresividad y
la violencia:
- “Si el ánimo del
gobernante se exalta contra ti, no abandones tu puesto; porque la serenidad
apacigua grandes ofensas.” (Eclesiastés 10, 4)
- “Si es posible, en
cuanto dependa de ustedes, tengan paz con todos los hombres.” (Romanos 12,
18)
- “que no hablen mal
de nadie, que no sean contenciosos sino amables demostrando toda consideración
por todos los hombres.” (Tito 3, 2)
- “Procuren la paz con
todos, y la santidad sin la cual nadie verá al Señor.” (Hebreos 12, 14).
Perdón
Dios nos ama. La mayor muestra de su amor es el perdón que
nos ofrece a través del sacrificio de su único hijo, nuestro señor Jesucristo.
A lo largo de todo el Antiguo Testamento vemos como el pueblo
de Israel se olvida de su Dios, lo abandona y traiciona adorando a dioses
cananeos.
Es entonces cuando le sobrevienen toda clase de males de la
mano de los pueblos enemigos que le rodean.
Cuando Israel se ve al borde de la aniquilación se acuerda
del Dios de sus padres y clama al Señor en busca de ayuda.
El Señor se apiada de su pueblo y lo saca del atolladero en
el que anda metido.
Esto sucede una y otra vez a lo largo de los siglos,
generación tras generación de israelitas, y es prácticamente una constante que
se repite a lo largo de todos los libros del Antiguo Testamento.
Dios perdona y, además, lo hace en innumerables ocasiones.
Por eso nos invita a que también nosotros perdonemos a
nuestro prójimo.
Ya nos señaló Jesús en varias ocasiones la importancia que
tiene el perdón:
- “Porque si perdonan
a los hombres sus ofensas, su Padre celestial también les perdonará a ustedes.
Pero si no perdonan a los hombres, tampoco su Padre les perdonará sus ofensas.”
(Mateo 6, 14-15)
- “Perdonen, y serán
perdonados” (Lucas 6, 37)
Igual que hace Dios en su infinita misericordia, que nos
perdona cada vez que de verdad nos arrepentimos, debemos nosotros perdonar a
nuestros hermanos las ocasiones que sean necesario:
- “Entonces Pedro se
acercó y le dijo: — Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí y yo le
perdonaré? ¿Hasta siete veces? Jesús le dijo: — No te digo hasta siete, sino
hasta setenta veces siete.” (Mateo 18, 21-22)
Tan importante es el perdón, que Jesús lo incluyó en la
oración del Padrenuestro con la que quiso enseñar a sus discípulos a orar:
- “Perdónanos nuestras
deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.” (Mateo 6,
12)
Recordemos por último que Jesús, colgado en la cruz tuvo
unas palabras de perdón para sus verdugos:
- “Padre, perdónalos,
porque no saben lo que hacen” (Lucas 23, 34)
Respeto
El respeto es uno de esos valores que parecen haberse
perdido en las sociedades occidentales y que sin embargo tanto admiramos y
alabamos en otras culturas.
La Biblia nos deja muy claro que debemos ser respetuosos con
todo el mundo y especialmente con la gente mayor:
- “Ponte de pie en
presencia de los mayores. Respeta a los ancianos. Teme a tu Dios. Yo soy el
Señor.” (Levítico 19, 32)
Robar
Robar es uno de los pecados más graves.
Está recogido en el decálogo, en séptimo lugar:
- “No robarás”
(Éxodo 20, 15)
Cuando pensamos en robar se nos viene a la cabeza la imagen
de un individuo sustrayéndole a alguien la cartera con el dinero. Evidentemente
eso es robar pero robar va más allá de ese gesto.
Robar es perjudicar a alguien en sus bienes mediante el
engaño:
- “No cambiarás de
lugar los linderos de tu prójimo, los cuales habrán sido establecidos por los
antepasados en la heredad tuya, que recibirás en la tierra que el Señor tu Dios
te da para que tomes posesión de ella.” (Deuteronomio 19, 14)
Estafar o timar:
- “No cometáis
injusticias falseando las medidas de longitud, de peso y de capacidad. Usad
balanzas, pesas y medidas justas. Yo soy el Señor vuestro Dios, que os saqué de
Egipto.” (Levítico 19, 35-36)
Robar es también aceptar sobornos:
- “En ti reciben
soborno para derramar sangre. Cobras usura e intereses, y te aprovechas de tu
prójimo con extorsión. Te has olvidado de mí’, dice el Señor Dios”
(Ezequiel 22, 12)
Lucrarse mediante la usura:
- “¡Ay del que multiplica lo que no es suyo!
¿Hasta cuándo ha de amontonar sobre sí las prendas empeñadas?”. (Habacuc 2,
6)
Pagar justamente a los trabajadores y no retenerles el
jornal:
- “‘No oprimirás a tu
prójimo ni le robarás. El salario del jornalero no será retenido contigo en tu
casa hasta la mañana siguiente.” (Levítico 19, 13)
No pagar los impuestos:
- “Paguen a todos lo
que deben: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto,
respeto; al que honra, honra.” (Romanos 13, 7)
Especialmente grave es aprovecharse de los más
desfavorecidos:
- “¡Ay de los que
establecen leyes inicuas y dictan decretos opresivos para apartar del juicio a
los pobres, para privar de sus derechos a los afligidos de mi pueblo, para
hacer de las viudas su botín y para despojar a los huérfanos!” (Isaías 10,
1-2)
Que Dios detesta la estafa, el robo y la corrupción lo vemos
claramente en el famoso incidente de Jesús expulsando a los mercaderes del
templo, única ocasión donde vemos a Jesucristo utilizando la violencia:
- “Entró Jesús en el
templo y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo. Volcó las
mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas, y les dijo:
—Escrito está: Mi casa será llamada casa de oración, pero ustedes la han hecho
cueva de ladrones” (Mateo 21, 12-13, Marcos 11, 15-17, Lucas 19, 45-46)
Servir
Jesús nos dijo en varias ocasiones que él no vino para ser
servido sino para servir y que esa misma actitud espera de todo aquel que desee
seguirlo:
- “Entre ustedes no
será así. Más bien, cualquiera que anhele ser grande entre ustedes será su
servidor; y el que anhele ser el primero entre ustedes, será su siervo. De la
misma manera, el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y
para dar su vida en rescate por muchos”. (Mateo 20, 26-28, Marcos 10,
43-45, Lucas 22, 26-27)
Predicando con el ejemplo, el hijo de Dios no tuvo reparo en
inclinarse y lavarles los pies a sus discípulos:
- “se levantó de la
cena; se quitó el manto y, tomando una toalla, se ciñó con ella. Luego echó
agua en una vasija y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secarlos
con la toalla con que estaba ceñido.” (Juan 13, 4-5)
Bajó a la tierra a servir y así lo hizo hasta el momento de
su último suspiro:
- “Haya en ustedes
esta manera de pensar que hubo también en Cristo Jesús: Existiendo en forma de
Dios, él no consideró el ser igual a Dios como algo a que aferrarse; sino que
se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los
hombres; y, hallándose en condición de hombre, se humilló a sí mismo haciéndose
obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!” (Filipenses 2, 5-8)
B. ¿Cómo debemos
comportarnos con Dios?
Veamos aquí que nos indican las Sagradas Escrituras acerca de lo que Dios espera de nosotros en nuestro trato con Él.
Amor a Dios
El primer y mayor mandamiento es amar a Dios con todo
nuestro corazón, toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas:
- “Escucha, Israel: El
Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón
y con toda tu alma y con todas tus fuerzas.” (Deuteronomio 6, 4-5)
Jesús nos indica exactamente lo mismo:
- “Amarás al Señor tu
Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el
grande y el primer mandamiento.”
(Mateo 22, 37-38; Marcos 12, 29-30 y Lucas 10, 27)
Dios y Jesús deben ocupar el primer puesto en la escala de
nuestras prioridades:
- “El que ama a padre
o a madre más que a mí no es digno de mí, y el que ama a hijo o a hija más que
a mí no es digno de mí.” (Mateo 10,
37)
¿Cómo amaremos a Dios?
A Dios le demostramos nuestro amor de diferentes maneras:
a) Cumpliendo todos sus mandamientos:
- “Ahora pues, Israel,
¿qué pide el Señor tu Dios de ti? Solo que temas al Señor tu Dios, que andes en
todos sus caminos, que ames y sirvas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con
toda tu alma, y que guardes los mandamientos del Señor y sus estatutos que yo
te prescribo hoy, para tu bien.” (Deuteronomio 10, 12-13)
- “Bienaventurados los
íntegros de camino, los que andan según la ley del Señor. Bienaventurados los
que guardan sus testimonios y con todo el corazón le buscan. Pues no hacen
iniquidad los que andan en sus caminos. Tú mandaste que tus ordenanzas fuesen
muy guardadas.” (Salmos 119, 1-4)
- “Y este es el amor:
que andemos según sus mandamientos.” (2 Juan 1, 6)
b) Teniendo presente a Dios en todo lo que hacemos en la
vida:
- “Encomienda al Señor
tus obras, y tus pensamientos serán afirmados.” (Proverbios 16, 3)
- “Acuérdate de tu
creador en los días de tu juventud, antes que lleguen los días malos y vengan
los años en que digas: «No encuentro en ellos placer alguno»” (Eclesiastés
12, 1)
c) Confiando en Dios:
Debemos poner toda nuestra confianza en Dios porque el Señor
aleja de nosotros nuestros temores y es nuestro protector:
- “Cuando te acuestes
no tendrás temor; más bien, te acostarás y tu sueño será dulce. No tendrás
temor del espanto repentino ni de la ruina de los impíos, cuando llegue, porque
el Señor será tu confianza y él guardará tu pie de caer en la trampa.”
(Proverbios 3, 24-26)
Dios provee. Lo más importante es dedicarnos a obedecer a
Dios y seguir sus mandamientos. Dios se encargará de que no nos falte de nada:
- “Por tanto, no se
afanen diciendo: ‘¿Qué comeremos?’ o ‘¿Qué beberemos?’ o ‘¿Con qué nos
cubriremos?’. Porque los gentiles buscan
todas estas cosas, pero el Padre de ustedes que está en los cielos sabe que
tienen necesidad de todas estas cosas. Más bien, busquen primeramente el reino
de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. Así que, no se
afanen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su propio afán.
Basta a cada día su propio mal.” (Mateo 6, 31-34)
Nada debemos temer pues el acude siempre en nuestra ayuda:
- “Sean sus costumbres
sin amor al dinero, contentos con lo que tienen ahora porque él mismo ha dicho:
Nunca te abandonaré ni jamás te desampararé. De manera que podemos decir
confiadamente: El Señor es mi socorro, y no temeré. ¿Qué me podrá hacer el
hombre?” (Hebreos 13, 5-6)
d) Teniendo un reverencial temor a Dios
- “»Teme al Señor tu
Dios, sírvele solamente a él, y jura solo en su nombre. No sigas a esos dioses
de los pueblos que te rodean, pues el Señor tu Dios está contigo y es un Dios
celoso; no vaya a ser que su ira se encienda contra ti y te borre de la faz de
la tierra.” (Deuteronomio 6, 13-15)
- “El Señor nuestro
Dios nos mandó temerle y obedecer estos preceptos, para que siempre nos vaya
bien y sigamos con vida. Y así ha sido hasta hoy.” (Deuteronomio 6, 24)
e) Honrando a Dios de corazón:
- “David bendijo al
Señor a la vista de toda la congregación. Y dijo David: “¡Bendito seas tú, oh
Señor Dios de Israel, nuestro Padre desde la eternidad y hasta la eternidad!
Tuyos son, oh Señor, la grandeza, el poder, la gloria, el esplendor y la
majestad; porque tuyas son todas las cosas que están en los cielos y en la
tierra. Tuyo es el reino, oh Señor, y tú te enalteces como cabeza sobre todo.
Las riquezas y la honra provienen de ti. Tú lo gobiernas todo; en tu mano están
la fuerza y el poder, y en tu mano está la facultad de engrandecer y de
fortalecer a todos. Y ahora, oh Dios nuestro, nosotros te damos gracias y
alabamos tu glorioso nombre.” (I Crónicas 29, 10-13)
- “Alaben al Dios de
los cielos: ¡Porque para siempre es su misericordia!” (Salmos 136, 26)
- “¡Aleluya! ¡Alaben
al Señor desde los cielos! ¡Alábenle en las alturas! ¡Alábenle, ustedes todos
sus ángeles! ¡Alábenle, ustedes todos sus ejércitos! ¡Alábenle, sol y luna!
¡Alábenle, ustedes todas las estrellas relucientes! ¡Alábenle, cielos de los
cielos y las aguas que están sobre los cielos! Alaben el nombre del Señor
porque él mandó y fueron creados. Él los estableció para siempre, por la
eternidad; les puso ley que no será quebrantada. Alaben al Señor desde la
tierra, los grandes animales acuáticos y todos los océanos, el fuego y el
granizo, la nieve y el vapor, el viento tempestuoso que ejecuta su palabra, los
montes y todas las colinas, los árboles frutales y todos los cedros, los
animales y todo el ganado, los reptiles y las aves que vuelan, los reyes de la
tierra y todas las naciones, los príncipes y todos los jueces de la tierra, los
jóvenes y también las jóvenes, los ancianos junto con los niños. Alaben el
nombre del Señor porque solo su nombre es sublime; su majestad es sobre tierra
y cielos. Él enaltece el poderío de su pueblo; la alabanza de todos sus fieles,
los hijos de Israel, el pueblo a él cercano. ¡Aleluya!” (Salmo 148, 1-14)
-¡Todo lo que respira
alabe al Señor! ¡Aleluya!” (Salmos 150, 6)
- “Confía en el Señor
de todo corazón, y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus
caminos, y él allanará tus sendas. No seas sabio en tu propia opinión; más
bien, teme al Señor y huye del mal. Esto infundirá salud a tu cuerpo y
fortalecerá tu ser. Honra al Señor con tus riquezas y con los primeros frutos
de tus cosechas. Así tus graneros se llenarán a reventar y tus bodegas
rebosarán de vino nuevo.” (Proverbios 3, 5-10)
- “y para que los
gentiles glorifiquen a Dios por su compasión, como está escrito: «Por eso te
alabaré entre las naciones; cantaré salmos a tu nombre».” (Romanos 15, 9)
- “Y en otra parte:
«¡Alabad al Señor, naciones todas! ¡Pueblos todos, cantadle alabanzas!»”
(Romanos 15, 11)
- “Alabado sea el Dios
y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda
consolación” (2 Corintios 1, 3)
f) Siendo obedientes:
El primer pecado que cometieron Adán y Eva y que tuvo unas
consecuencias terribles fue el de la desobediencia.
Obediencia es lo que nos pide el Señor, obediencia a su
Palabra:
- “»Obedeced todos mis
estatutos. Poned por obra todos mis preceptos. Yo soy el Señor»”. (Levítico
19, 37)
- “Así será, siempre y
cuando obedezcas todos estos mandamientos que te ordeno hoy y hagas lo recto
ante el Señor tu Dios”. (Deuteronomio 13, 18)
- “No todo el que me
dice ‘Señor, Señor’ entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la
voluntad de mi Padre que está en los cielos.” (Mateo 7, 21)
El mayor ejemplo de obediencia lo tenemos en Jesús que
siendo Dios se rebajó a hacerse hombre para morir en la cruz:
- “Vuestra actitud
debe ser como la de Cristo Jesús, quien, siendo por naturaleza Dios, no
consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se
rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante
a los seres humanos. Y, al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se
hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!” (Filipenses 2, 5-8)
g) Comunicándonos con Dios mediante la oración:
Con nuestro padre nos comunicamos a través de la oración.
Jesús nos animó en diversas ocasiones a dirigirnos a nuestro
padre para hablar con Él.
Nos enseñó la eficacia de la oración con las siguientes
palabras:
“Pues si ustedes,
siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más su Padre que está
en los cielos dará cosas buenas a los que le piden?” (Mateo 7, 11)
- “Alegraos en la
esperanza, mostrad paciencia en el sufrimiento, perseverad en la oración.”
(Romanos 12, 12)
h) Alabando y adorando sólo a Dios, sin tener otros dioses:
- “No tendrás otros
dioses delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté
arriba en el cielo ni abajo en la tierra ni en las aguas debajo de la tierra.
No te inclinarás ante ellas ni les rendirás culto” (Éxodo 20, 3-5)
- “No os volváis a los
ídolos inútiles, ni os hagáis dioses de metal fundido. Yo soy el Señor vuestro
Dios.” (Levítico 19, 4)
i) Respetando el
nombre de Dios
- “No juréis en mi
nombre solo por jurar, ni profanéis el nombre de vuestro Dios. Yo soy el Señor.”
(Levítico 19, 12)
- “No profanen mi
santo nombre, pues yo he de ser santificado en medio de los hijos de Israel.”
(Levítico 22, 32)
j) Alejándonos de prácticas ocultistas:
- “No practiquéis la
adivinación ni los sortilegios” (Levítico 19, 26)
- “No acudáis a la
nigromancia, ni busquéis a los espiritistas, porque os haréis impuros por causa
de ellos. Yo soy el Señor vuestro Dios.” (Levítico 19, 31)
k) Estudiando la Palabra de Dios:
- “Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los
pecadores, ni cultiva la amistad de los blasfemos, sino que en la ley del Señor
se deleita, y día y noche medita en ella.” (Salmos 1, 1-2)
l) Dando gracias siempre, en todo momento y lugar, a Dios:
- “Las riquezas y la
honra provienen de ti. Tú lo gobiernas todo; en tu mano están la fuerza y el
poder, y en tu mano está la facultad de engrandecer y de fortalecer a todos. Y
ahora, oh Dios nuestro, nosotros te damos gracias y alabamos tu glorioso
nombre.” (1 Crónicas 29, 12-13)
- “Cantando y alabando
al Señor en su corazón; dando gracias siempre por todo al Dios y Padre en el
nombre de nuestro Señor Jesucristo” (Efesios 5, 19-20)
m) Bendiciendo siempre su santo nombre:
- “Bendeciré al Señor
en todo tiempo; su alabanza estará siempre en mi boca.” (Salmo 34, 1)
n) Creyendo en Jesús:
- “Esta es la obra de
Dios: que crean en aquel que él ha enviado.” (Juan 6, 29)
ñ) Poniendo por obra las palabras de Jesús:
- “Cualquiera, pues,
que me oye estas palabras y las hace, será semejante a un hombre prudente que
edificó su casa sobre la peña. Y cayó la lluvia, vinieron torrentes, soplaron
vientos y golpearon contra aquella casa. Pero no se derrumbó, porque se había
fundado sobre la peña.” (Mateo 7, 24-25)
o) Dando testimonio de Dios con valentía:
- “Y serán aborrecidos
de todos por causa de mi nombre. Pero el que persevere hasta el fin, este será
salvo.” (Mateo 10, 22)
- “Por tanto, a todo
el que me confiese delante de los hombres, yo también lo confesaré delante de
mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los
hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos.” (Mateo 10, 32-33)
p) No juntándonos con impíos y blasfemos:
- “porque el Señor
abomina al perverso, pero su íntima comunión es con los rectos.”
(Proverbios 3, 32)
- “Pero ahora les
escribo que no se asocien con ninguno que, llamándose hermano, sea inmoral
sexual, avaro, idólatra, calumniador, borracho o estafador. Con tal persona ni
aun coman.” (1 Corintios 5, 11)
- “No se dejen engañar:
Las malas compañías corrompen las buenas costumbres” (1 Corintios 15, 33)
q) Poniendo toda nuestra esperanza en Dios:
- “Que el Dios de la
esperanza os llene de toda alegría y paz a vosotros que creéis en él, para que
reboséis de esperanza por el poder del Espíritu Santo.” (Romanos 15, 13).
r) Viviendo de forma íntegra y decente:
-“¿Cómo puede el joven llevar una vida
íntegra? Viviendo conforme a tu palabra.” (Salmo 119, 9)
- “Vivamos
decentemente, como a la luz del día, no en orgías y borracheras, ni en
inmoralidad sexual y libertinaje, ni en disensiones y envidias. Más bien,
revestíos del Señor Jesucristo, y no os preocupéis por satisfacer los deseos de
la naturaleza pecaminosa.” (Romanos 13, 13-14)
Ya hemos señalado anteriormente que a Dios le demostramos
nuestro amor cumpliendo sus mandamientos, y cumplir con sus preceptos supone
evitar siempre el pecado.
El pecado es toda violación de la ley de Dios, sea de
pensamiento, sentimiento, obra u omisión y palabra.
El pecado supone una rebelión contra Dios y sus
mandamientos.
Dios detesta el pecado.
El cielo es un lugar libre de pecado y por lo tanto no se
puede dejar que entre nadie con pecado.
Debemos evitar a toda costa el pecado:
- “Apártense de toda
apariencia de mal.” (1 Tesalonicenses 5, 22)
El pecado nos separa de Dios:
- “Las iniquidades de
ustedes son las que hacen separación entre ustedes y su Dios. Sus pecados han
hecho que su rostro se oculte de ustedes para no escuchar.” (Isaías 59, 2)
- “porque todos pecaron
y no alcanzan la gloria de Dios” (Romanos 3, 23)
El pecado supone la muerte. Pero con su sacrificio en la
cruz, Jesús pagó el precio de rescate por el pecado:
- “Porque la paga del
pecado es muerte; pero el don de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor
nuestro.” (Romanos 6, 23)
¿Qué pecados debemos evitar? Todos. Algunos de los más
importantes y que más veces aparecen mencionados en las Sagradas Escrituras son
los siguientes:
La codicia
La codicia es mencionada en el decálogo de la Ley de Moisés:
- “No codiciarás la
casa de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su
esclava, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna que sea de tu prójimo”. (Éxodo
20, 17)
La codicia acarrea los peores males:
- “Porque los que desean enriquecerse caen en tentación y trampa, y en muchas pasiones insensatas y dañinas que hunden a los hombres en ruina y perdición.” (1 Timoteo 6, 9)
Criticar y hablar mal
de los demás
- “No juzguen, para que no sean juzgados. 2 Porque con el
juicio con que juzguen serán juzgados, y con la medida con que midan se les
medirá.” (Mateo 7, 1-2 y Lucas 6, 37-42)
- “Hermanos, no hablen
mal los unos de los otros. El que habla mal de su hermano o juzga a su hermano
habla mal de la ley y juzga a la ley. Y si tú juzgas a la ley, entonces no eres
hacedor de la ley sino juez”. (Santiago 4, 11)
Decir palabrotas o groserías
De nuestra boca salen palabras de agradecimiento a Dios,
bendiciones y oraciones.
No la ensuciemos pronunciando palabras sucias y soeces,
impropias de un cristiano:
- “Ninguna palabra
obscena salga de su boca sino la que sea buena para edificación, según sea
necesaria, para que imparta gracia a los que oyen.” (Efesios 4, 29)
- “Pero la inmoralidad
sexual y toda impureza o avaricia no se nombren más entre ustedes, como
corresponde a santos; ni tampoco la conducta indecente ni tonterías ni bromas
groseras, cosas que no son apropiadas sino, más bien, acciones de gracias.”
(Efesios 5, 3-4)
Envidia
La envidia enferma los corazones y saca lo peor del ser
humano. El envidioso no puede ser feliz, ni disfrutar de la vida, pues se
amarga codiciando lo que no tiene y odiando a los demás:
- “No tenga tu corazón
envidia de los pecadores. Más bien, en todo tiempo permanece tú en el temor del
Señor.” (Proverbios 23, 17)
- “Porque donde hay
celos y contiendas, allí hay desorden y toda práctica perversa.” (Santiago
3, 16)
Hipocresía
Dios odia la hipocresía. Jesús se enfurecía permanentemente
con los escribas y fariseos que de puertas afuera se comportaban de manera
intachable pero por dentro estaban llenos de pecados.
A Dios se le ama y se le sirve de corazón, sin falsedad ni
impostura:
- “Dice, pues, el
Señor: “Porque este pueblo se acerca con su boca y me honra solo con sus
labios; pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí está basado en
mandamientos de hombres.” (Isaías 29, 13)
Cometer cualquier
tipo de inmoralidad sexual
- Pablo de Tarso, hablando de la la inmoralidad sexual, la
impureza, el desenfreno y otras transgresiones, nos recuerda “que los que hacen tales cosas no heredarán
el reino de Dios”. (Gálatas 5, 19-21)
Veamos ahora cuáles son los principales actos de inmoralidad
sexual que menciona la Biblia:
A. Adulterio
Dios creó al ser humano hombre y mujer y dispuso que nos
casáramos, formando una sola carne, lo que quiere decir que esta unión no la
podía disolver nadie en la Tierra.
Debemos ser siempre fieles a nuestro respectivo cónyuge y no
romper nuestro matrimonio teniendo relaciones sexuales con otras personas:
- “Por tanto, el
hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola
carne”. (Génesis 2, 24)
- “No cometerás
adulterio.” (Éxodo 20, 14)
B. Bestialismo
Con el nombre de bestialismo se denominan las aberrantes prácticas
sexuales con animales:
- “No tendrás trato
sexual con ningún animal. No te hagas impuro por causa de él. Ninguna mujer tendrá trato sexual con ningún
animal. Eso es una depravación.” (Levítico 18, 23)
C. Fornicación
Fornicar es mantener relaciones sexuales fuera del
matrimonio:
- “Honroso es para
todos el matrimonio, y pura la relación conyugal; porque Dios juzgará a los
fornicarios y a los adúlteros”. (Hebreos 13, 4)
D. Homosexualidad
Las relaciones sexuales con personas de nuestro mismo sexo
son delznables a los ojos de Dios:
- “No te acostarás con
un hombre como quien se acuesta con una mujer. Eso es una abominación.”
(Levítico 18, 22)
- “¿No saben que los
injustos no heredarán el reino de Dios? No se engañen: que ni los inmorales
sexuales ni los idólatras ni los adúlteros ni los afeminados ni los
homosexuales”. (1 Corintios 6, 9)
E. Incesto
El incesto es mantener relaciones sexuales con un familiar:
- “Nadie se acercará a
ningún pariente cercano para tener relaciones sexuales con él o con ella. Yo
soy el Señor.” (Levítico 18, 6)
Matar
- “El que derrame
sangre de hombre, su sangre será derramada por hombre; porque a imagen de Dios
él hizo al hombre” (Génesis 9, 6)
- “No matarás” (Éxodo 20, 13 y Deuteronomio
5, 17)
La mentira
La mentira nos aleja de Dios:
- “¿Quién subirá al
monte del Señor? ¿Quién permanecerá en su lugar santo? El limpio de manos y
puro de corazón que no ha elevado su alma a la vanidad ni ha jurado con engaño.”
(Salmos 24, 3-4)
- “Los labios mentirosos
son abominación al Señor, pero le agradan los que actúan con verdad.”
(Proverbios 12, 22)
El demonio es el padre de la mentira:
- “Ustedes son de su
padre el diablo, y quieren satisfacer los deseos de su padre. Él era homicida
desde el principio y no se basaba en la verdad porque no hay verdad en él.
Cuando habla mentira, de lo suyo propio habla porque es mentiroso y padre de
mentira.” (Juan 8, 44)
Robar
- “El que robaba no robe más sino que trabaje
esforzadamente, haciendo con sus propias manos lo que es bueno para tener qué
compartir con el que tenga necesidad.” (Efesios 4, 28)
C. ¿Cómo puede el ser
humano obtener la salvación?
La gente tiene verdadera curiosidad por tener buenas
respuestas a preguntas como las siguientes: ¿Qué puedo hacer para ganar más
dinero?, ¿cómo puedo tener éxito en la vida?, ¿cómo me podría hacer rico?, ¿qué
se hace para vivir hasta los 100 años?, etc.
Sin embargo, la pregunta que de verdad más debería
interesarnos a todos los mortales debería ser ¿qué debo hacer para obtener la
vida eterna?
Ante todo, debemos saber que el hombre es un ser pecador.
El pecado separa de Dios y nos impide entrar en el cielo,
que es un lugar libre de todo mal.
Todos los hombres somos pecadores por lo que no merecemos
gozar de la presencia eterna del Señor.
Pero Dios se compadece de sus hijos y decide salvarnos de la
condenación.
Sacrificando a su único hijo, nuestro señor Jesucristo, que
murió en la cruz en pago de nuestros pecados, puede el ser humano quedar limpio
de toda falta:
- “Porque de tal
manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel
que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3, 16)
De manera completamente inmerecida, hemos recibido el mayor
regalo que nadie puede recibir: la salvación:
- “Pero Dios demuestra
su amor para con nosotros en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por
nosotros.” (Romanos 5, 8)
Pero Dios no obliga a nadie a recibir el presente que nos
ofrece, somos nosotros los que libremente debemos aceptar o rechazar su
ofrecimiento.
Obtener la salvación está al alcance de todos, no importa lo
malvados y depravados que hayamos sido o las fechorías y canalladas que hayamos
podido cometer.
Resumiendo, para poder recibir el perdón que Dios nos ofrece
a través de la muerte expiatoria de su hijo en la cruz debemos dar dos pasos:
- El primero es reconocer que somos unos pecadores. Luego le
pedimos perdón a Dios por nuestras faltas, arrepintiéndonos profunda y
sinceramente de ellas: “Por tanto,
arrepiéntanse y conviértanse para que sean borrados sus pecados” (Hechos 3,
19)
Debemos tener la inquebrantable voluntad de no volver a
pecar más y de cambiar de vida.
- El segundo paso es creer humildemente en Jesucristo como
nuestro salvador y ponernos en sus manos, confiándole nuestras vidas plenamente
a él: “Esta es la palabra de fe que
predicamos: que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y si crees en tu
corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo” (Romanos 10,
8-9)
De estos dos gestos depende nuestra salvación, de
arrepentirse y de creer en Jesús: “El que
cree en él no es condenado; pero el que no cree ya ha sido condenado porque no
ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.” (Juan 3, 18)
4. Conclusión
Las soluciones a todas las cuestiones que nos planteamos las
tenemos desde hace siglos recogidas en las Sagradas Escrituras, la Palabra de
Dios.
Somos nosotros, los hombres, quienes no queremos saber nada
de su contenido.
Desde este humilde blog animamos a todo aquel que anda
buscando respuestas a su vida a sentarse a consultar la Biblia.
En este magnifico libro encontraremos toda la información
que de verdad nos interesa.
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