jueves, 26 de mayo de 2022

La Biblia es el libro más resistente. Persecución antes de Cristo

Persecución de las Sagradas Escrituras antes de Cristo. 

1. Introducción

2. La revuelta de los Macabeos


1. Introducción

Por la lectura del Antiguo Testamento sabemos que en varias ocasiones el pueblo hebreo ha estado a punto de desaparecer de la faz de la tierra por voluntad de diferentes reyes.

Sabemos que el faraón egipcio dio la orden de acabar con la vida de todos los bebés judíos.

Más adelante, podemos leer cómo en el año 732 a. C. el soberano asirio Sargón II invade el reino de Israel y se lleva como botín de guerra a Asiria a muchos israelitas.

También conocemos cómo en el año 587 a.C., el rey babilónico Nabucodonosor II, toma Jerusalén, capital del reino de Judá y deporta a la mayoría de los judíos a Babilonia.

Bien, no son estas las únicas calamidades a las que tiene que hacer frente el pueblo judío a lo largo de su historia, pues allí por donde pase o donde quiera que se asiente va a encontrar pueblos hostiles contra los que tendrá que luchar y defenderse.

Pero hasta el siglo II a.C. ninguno se había propuesto acabar con la esencia misma de pueblo judío: su religión.

Veremos cómo, con la llegada de los griegos a Oriente Medio, esto va a cambiar.


2. La revuelta de los Macabeos

Alejandro Magno, en su insaciable ambición de aportar tierras a su imperio macedonio, va extendiendo sus campañas militares por el este hasta llegar al valle del río Indo, en la India.

Imperio de Alejandro Magno

En el año 323 a. C. fallece el caudillo griego a escasos días de cumplir 33 años.

Se produce un conflicto entre sus generales (diádokos) para ver quién se queda con la mejor porción en el reparto.

Al final se quedan 4 generales con el imperio, siendo uno de ellos, Seleuco I Nicátor, el que se apodera de la mayor parte de los territorios: se queda con parte de Asia Menor, Israel, Siria, Mesopotamia y Persia.

Reparto del Imperio de Alejandro Magno entre los 4 generales

Este Seleuco I Nicátor crea en el año 312 a.C. un imperio con sus posesiones y funda también a una dinastía: El imperio y la dinastía seléucidas.

Un siglo y medio más tarde, uno de sus sucesores, Antíoco IV Epífanes, decide unificar todos los pueblos que conforman su extenso y heterogéneo imperio seléucida.

Posesiones del Imperio Seléucida

Para ello será necesario someterlos a todos a un proceso de helenización obligatorio, que acabe con las particularidades culturales, lingüísticas y religiosas de cada pueblo.

Y aquí nos encontramos por primera vez en la historia a un personaje que decide, por medio de un decreto, poner fin a todas las prácticas y ritos judíos, así como eliminar sus Sagradas Escrituras.

Veamos en detalle qué medidas son estas, que tanto soliviantaron a los judíos, hasta el punto de que provocar un levantamiento encabezado por los hermanos Macabeo, lo que acabó siendo la ruina del imperio seléucida.

El decreto que el rey Antíoco IV hizo publicar y anunciar en todos sus dominios exigía que todos los pueblos debían abandonar sus costumbres y adoptar las de los seléucidas, es decir las tradiciones paganas griegas.

Eso suponía por ejemplo adorar a las diferentes deidades griegas, ofreciéndoles sacrificios a las estatuas que las representaban, algo que la Ley Mosaica considera la mayor afrenta contra Dios.

A su vez debían sacrificar animales impuros, como cerdos, en las diferentes capillas y templos que se construían por doquier.

Pero no sólo se trataba de admitir nuevos ritos, sino que los judíos debían, además, renunciar a los propios, como por ejemplo: se dejaba de observar el sábado como día de descanso y no se podían celebrar las otras festividades religiosas, no se permitía realizar ningún tipo de ofrendas en el Templo de Jerusalén y no se circuncidaba a los niños al octavo día de nacer.

Todo aquel que osara desobedecer lo estipulado en el decreto del rey Antíoco IV sería condenado a muerte.

Para asegurarse de que sus órdenes eran cumplidas por todos los judíos, el soberano seléucida, creó un cuerpo de inspectores cuya misión consistía en verificar que, efectivamente, todos realizaban los sacrificios establecidos en el decreto.

El colmo de las ofensas llegó el día en que Antíoco IV ordena levantar un altar pagano justo sobre el altar de los sacrificios del Templo de Jerusalén.

Por si aquel sacrilegio no fuera suficiente, el rey emprende una campaña de persecución de las Sagradas Escrituras como no se había visto nunca hasta entonces.

Se produce una búsqueda de escritos por todo el territorio judío, destruyendo y echando al fuego todos aquellos libros del Tanaj que los secuaces del rey se iban encontrando.

Si se hallaba algún libro sagrado en casa de algún judío, se aplicaba de inmediato la pena de muerte para aquel que había osado incumplir la voluntad del rey, ocultando las Sagradas Escrituras.

Muchísimos judíos, fieles a su Ley, se negaron a transigir con las medidas impuestas y murieron por su fe.

Aquí nos encontramos con la primera persecución histórica de las Sagradas Escrituras.

Antíoco IV quiso hacer desaparecer todo escrito religioso del pueblo judío, y, realmente, consiguió destruir numerosos rollos de la Tora y otros libros del Tanaj, pero ni de lejos logro acabar con la Palabra de Dios. Más bien consiguió ofender de manera tan profunda a los judíos piadosos, que estalló un levantamiento, el cual se convirtió, a los pocos días, en una guerra abierta contra los tiranos seléucidas, que, con el pasar del tiempo llevaría a la desaparición de dicha dinastía.

Tal rebelión pasaría a la historia con el nombre de Revuelta de los Macabeos.

La Revuelta de los Macabeos. Relieve en la gran Menorá del Knesset.

El sacerdote Matatías y sus hijos asesinan a un funcionario seléucida que se encargaba de supervisar que se cumplían las disposiciones de Antíoco IV respecto al culto a los dioses griegos, así como a un judío apóstata que estaba dispuesto a dar ejemplo a sus paisanos procediendo a realizar un sacrificio pagano.

Matthatias rechaza sacrificar a los ídolos. G. Popelin 1882.

Después del atentado, cometido a plena luz del día, Matatías y sus vástagos huyen al monte. Van reclutando a un grupo de fieles con quienes llevarán a cabo todo tipo de emboscadas, atrapando a los soldados de Antíoco IV en una guerra de guerrillas que irán desgastando al ejército griego.

Los seléucidas perderán poco a poco el control sobre Judea, que va pasando a manos de Matatías y sus hijos, conocidos como los Macabeos, los cuales instaurarán una monarquía judía: la dinastía Asmonea.


Todas las imágenes usadas en este artículo han sido sacadas de Wikipedia.

 

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